Revista Nos Disparan desde el Campanario Año IV Nro. 55 ECONOMÍA ¿Refundar Bretton Woods?... por Alejandro Marcó del Pont
Fuente: El Tábano Economista
https://eltabanoeconomista.wordpress.com/
Link de origen: AQUÍ
El mundo no será destruido por los que hacen el mal,
sino por los que no tienen conciencia al hacer negocios
Un relato es
la narración estructurada de un hecho, real o imaginario, que se hace
a través del lenguaje oral o escrito. Dicho de otra forma, un
relato es el recuento, generalmente breve, de una serie de eventos ocurridos en
la realidad, en la imaginación o, en el caso de los dueños del mundo,
una construcción que determina y orienta los debates futuros. Su destino es
desempeñarse como policía del pensamiento, un templario de las ideas impuestas.
Quien está fuera de la narrativa asignada es incoherente, confuso, absurdo,
irreal, por eso hablamos tanto de los relatos que se tejen en el Foro
de Davos como del Club
Bilderberg.
Para que se entienda la importancia
de establecer un relato daremos un ejemplo. El 24 de febrero de 1616 la
Inquisición de la Iglesia Católica declaró “formalmente herética”, además de
“ridícula y absurda”, la idea que la Tierra giraba en torno al Sol, y no al
contrario, por lo que Galileo Galilei fue condenado por su teoría y la
Inquisición lo obligó a retractarse de su disparatada idea heliocéntrica.
Obviamente lo hizo, pero añadió “Eppur si muove” (Y, pese a todo, se
mueve). La idea del relato es esa, ridiculizar y descartar a quienes están
fuera del consenso, ajenos a los parámetros establecidos por la narrativa;
aunque tengan razón, serán desoídos. Debemos reconocer que se ha logrado
significativos avances desde la época de Galileo, antes lo mataban, ahora se
los sepulta civilmente.
Anunciada por Emmanuel Macron en la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, más conocida como
COP27, que se celebró en Egipto en noviembre del 2022, Francia organizaría una
cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Global que, dependiendo de su
alcance, podría ser vista solo como otra reunión internacional que se suma
a las conferencias
climáticas periódicas de las partes sobre contaminantes orgánicos
persistentes (COP), reuniones del G7 y el G20, o como un punto de inflexión de
ellas; lo que sí es claro, el relato se tiene que instalar.
Esta cumbre, convocada y ya celebrada
en París los días 22 y 23 de junio, pretende iniciar la revisión del sistema
financiero internacional, que ha quedado obsoleto por la proliferación de
crisis, provocadas por el mismo sistema financiero internacional. Y aquí
comienza una iniciativa, amparada en crónicas aterradoras, con beneficios
financieros verdes encubiertos detrás de múltiples deseos fallidos, iniciativas
por demás absurdas, que encubren la realidad deseada.
Una serie de expertos se reunieron en
Barbados, por invitación del Gobierno de este país, y participaron en varios
días de intensos debates sobre el camino a seguir por la comunidad mundial ante
los graves retos a los que se enfrenta la humanidad en la actualidad, y en
particular a un ambicioso proyecto basado en la propia experiencia de la isla:
dar a los países vulnerables acceso a recursos financieros para responder al
calentamiento global. De esos debates surgió la Iniciativa Bridgetown. Propone
utilizar como garantía los U$S 500.000 millones en derechos
especiales de giro del FMI para crear un nuevo fondo fiduciario que
lograría reunir el dinero necesario para que los países en vías de desarrollo
que sufran desastres naturales ¡derivados del cambio climático! puedan
tener el derecho a, y esto es textual “una pausa de dos años en el
reembolso de su deuda externa”.
Aunque parece absurdo el pedido, y
que se encuentre redactado y editado en el discurso de la Primera Ministra
Mottley en la Asamblea General de la ONU, ya que si una isla está bajo
agua, resultará difícil que pueda cubrir sus compromisos, ni ahora ni dentro de
dos años, tiene su picardía que organismos financieros y países desarrollados
tomaran la idea. Ya lo veremos.
El segundo punto de la iniciativa
Bridgetown tiene que ver con ampliar los préstamos multilaterales a los
gobiernos, en lo que se dio a llamar “bienes públicos globales”, una estrategia
que aborde la transición energética, la crisis climática y la financiación del
desarrollo, es decir, financiar las necesidades de los países pobres en
cuestión del clima, estabilidad, resiliencia, y adaptación para la protección
de la biodiversidad.
La pandemia de COVID‑19, y el cambio
climático, empobrecieron más y concentraron los ingresos de manera más
acelerada que en las últimas cuatro décadas, amplificando las deudas
nacionales, por lo que ahora financiar la lucha contra la pobreza y el cambio
climático es imposible. Por lo tanto pasó a ser un problema mundial la
necesidad de contar con bienes públicos que también “sean mundiales”. Espero
que quede claro: ahora los bienes tienen que ser sustentables.
No había problema cuando el primer
mundo se desarrolló y contaminó, y tanto ellos como las empresas
multinacionales contribuyeron a multiplicar los riesgos ambientales con
inmensas ganancias. Ahora, con la transición energética, inventada por los
países centrales que carecen de los bienes intermedios para llevarla a cabo,
entienden que si colaboran, financian, y se apropian de materias primas, se
beneficiarían de las soluciones. Valga resaltae que el tercer punto de la
iniciativa Bridgetown es “diseñar un asalto global masivo a la crisis
climática”.
Entonces, el relato indica que, como
en el último medio siglo no se pudo combatir la pobreza, adicionarle ahora la
lucha contra el cambio climático de manera simultánea no lo resistirían ni la
restricción presupuestaria ni los niveles de endeudamiento del tercer mundo. Y
de ahí se agarró el presidente francés Macron ¿Cómo que no se puede? ¡Se puede
combatir la pobreza y lograr un desarrollo sustentable! Es un reto que supera a
todos los demás, pero que resulta insostenible en el círculo vicioso del
endeudamiento actual. Según la ONG Oxfam, «el 93% de los países más vulnerables
a las catástrofes relacionadas con el clima están endeudados o cerca de
estarlo”.
Es en el tema de la deuda donde la
iniciativa converge con otra agenda: la reforma de las instituciones de Bretton
Woods, es decir, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, fundados
en 1944. Supuestamente destinadas a garantizar la estabilidad macroeconómica,
ya no están en sintonía con la realidad y las necesidades globales del nuevo
siglo. La deuda, las reformas bancarias, el sector privado y la creación de
nuevas fuentes de ingresos son los cuatro pilares de esta cumbre, cuyo
objetivo, en palabras del Palacio del Elíseo, es «desbloquear las conversaciones»
para crear un impulso político, o incluso «refundar Bretton Woods».
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La idea es apropiarse de las materias
primas y sobre endeudar a los países que no son responsables del cambio
climático. Se necesita un relato público, una hoja de ruta con vistas a las
próximas citas de 2023, en particular, a la COP28 en Emiratos Árabes el 12 de
diciembre de 2023. Aunque parece broma que la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático se lleve a cabo en tierras del séptimo
productor de energía no renovable.
Uno de las ideas que encubren la
realidad es el desafío de recuperar la confianza a nivel internacional. Esta
confianza se ha visto afectada, en parte, por la dificultad de lograr la
promesa hecha en 2009 en la COP15 de Copenhague, y reafirmada en 2015 en París:
aportar 100.000 millones de dólares anuales, desde entonces a 2020, para ayudar
a los países a adaptarse. La suma prometida se ha estancado en 83.000 millones
y durante el 2023, es decir, ocho años después, es posible que se reúna. El
segundo son otros 100.000 millones de dólares, los Derechos Especiales de Giro (DEG),
sacados para rescatar las arcas en la época de Covid-19. Pero el sistema de
redistribución es manifiestamente desigual, ya que es proporcional a la
pertenencia de cada país al FMI. Por ejemplo, de los 650.000 millones de
dólares en DEG emitidos en el marco de la pandemia, sólo 33.000 millones se
destinaron mecánicamente a África.
A la reunión en París acudieron 39
jefes de Estado, de los cuales 26 son africanos, 45 ministros y otros tantos
responsables de grandes instituciones, entre ellas las principales afectadas
por una reforma de los acuerdos de Bretton Woods: Kristalina Georgieva,
directora del FMI; Ajay Banga, del Banco Mundial, así como Dilma Rousseff, ex
presidenta de Brasil y directora del Nuevo Banco de Desarrollo, creado por los
Brics, y el sultán Al-Jaber, que preside a la vez la próxima COP28 y la
compañía petrolera nacional de los Emiratos Árabes Unidos.
¿Cuál es la mejor manera de apoyar el
espíritu empresarial y estimular un sector privado generador de
empleo? Movilizando recursos financiamiento locales, instituciones
públicas, fondos privados y el desarrollo de iniciativas probadas y
comprobadas, como la Alianza para el Emprendimiento en África. Con el discurso
de restablecer la confianza Norte-Sur, el sector privado puede ser una nueva
fuente de ingreso y se podría negociar la deuda y reformar las instituciones
financieras para que solventen, a través de los estados, nueva deuda para el
desarrollo sustentable, siguiendo la lógica del
nuevo consenso de Washington, tratado previamente en nuestro blog.
El tema de los minerales críticos ha
sido destacado en el escenario mundial. El Foro Regional, previo a la
COP27 de la nuevo
consenso de Washington), declaró que
Europa y América del Norte no podrán obtener resultados sobre el Acuerdo de
París o los Objetivos de Desarrollo Sostenible sin un cambio rápido hacia la
energía limpia y las energías renovables. Con este fin, el foro enfatizó
la importancia de aumentar los esfuerzos para financiar minerales crudos
críticos y administrarlos de manera sostenible. La estrategia del
Secretario General de las Naciones Unidas para la
Transformación de las Industrias Extractivas para el Desarrollo Sostenible también
pone de relieve la gestión sostenible de minerales críticos.
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El continente africano, el gran
olvidado, podría beneficiarse del cambio hacia tecnologías y energías
limpias. El continente tiene el 30% de las reservas minerales del mundo,
incluido muchos minerales esenciales para la transición verde. Por
ejemplo, la República Democrática del Congo (RDC) produce alrededor del 70% del
cobalto del mundo, mientras que Sudáfrica tiene la mayor parte de las reservas
de manganeso. Madagascar y Mozambique tienen proporciones significativas
de grafito, y Zimbabue tiene grandes depósitos de litio.
El desafío es que una cantidad muy
limitada de los minerales críticos de África se procesa en el
continente. China es el actor dominante en el procesamiento de minerales,
refina el 73% del cobalto, el 40% del cobre, el 59% del litio y el 67% del
níquel. Una gran parte de estos minerales se importa sin procesar de otros
lugares, incluida África. China también domina las cadenas de valor de la
tecnología verde, produciendo más del 80% de los paneles solares del mundo y más
del 70% de las celdas de batería de iones de litio del planeta.
Ahora, para traer a la palestra temas
de confianza: quien propone este nuevo Pacto Financiero Mundial, Francia, es un
viejo conocido de África, continente al que ha estafado por más de 50 años con
una unión monetaria cuyo nombre es Franco de cooperación financiera de
África Central,mejor conocido como CFA.
Esta divisa, que emplean 14 países
africanos, la mayoría de herencia gala, apenas es conocida fuera de los
territorios donde se usa. Pero fue denunciada dentro de las internas europeas
por autoridades italianas, que acusaron a Francia de usarla para enriquecerse
«empobreciendo a África». Después de 1945, el objetivo de Francia era facilitar
el drenaje de recursos de estos territorios conquistados hacia la metrópolisy,
a la vez, asegurarse el control económico de estas colonias.
El valor del franco CFA está ligado
al de la divisa que use Francia (antes el franco francés y ahora, el euro), que
tiene un poder decisivo sobre él. Existen dos versiones emitidas por bancos
centrales diferentes, el Banco Central de los Estados de África Occidental
(BCEAO, por sus siglas en francés) y el Banco de los Estados de África Central
(BEAC), y valen lo mismo pero no son intercambiables. Francia tiene
representación en ambos organismos. Las autoridades francesas defienden que los
africanos son quienes deciden y que la iniciativa de hacer cambios o eliminar
el franco CFA debe venir de ellos.
El Tesoro Público francés es un
gendarme poderoso para las casas de cambio de los países africanos que usan el
franco CFA. Los dos bancos, tanto el BCEAO y el BEAC, tienen la obligación de depositar
el 50% de sus reservas internacionales dentro de una «cuenta especial» del
Tesoro Público francés, que, a cambio, garantiza la convertibilidad de los
francos CFA a euros. Los dos francos CFA son desconocidos para los
mercados internacionales. Solo pueden ser convertidos en moneda extranjera a
través del Tesoro francés. Asimismo, los billetes y monedas de franco CFA
siempre son fabricados, sin recurrir a una licitación internacional, por las
imprentas del Banco de Francia.
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Con la idea de obtener ventajas
financieras y volver a extorsionar al tercer mundo, los países centrales atacan
nuevamente para quedarse con las materias primas necesarias para la transición
energética, bienes de las cuales carecen, ahora con el discurso de ayudar a no
aumentar el calentamiento global y la contaminación de las cuales el sur
global, excluido China, no ha tenido la más mínima incidencia. Nadie estaría en
contra de un mundo más sustentable, y lo que esa frase signifique. Editaremos las
nuevas Venas abiertas del Sur Global. Los préstamos con cláusulas climáticas se
encuentran entre los instrumentos innovadores previstos: si el país en cuestión
se ve afectado por un ciclón, sus reembolsos se reprogramarán automáticamente
durante los años siguientes. !Voilá!
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*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista, columnista radial, analista.
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