Revista Nos Disparan desde el Campanario Año IV Nro. 55 LINGÜÍSTICA Lenguaje Inclusivo… PONENCIA ACADÉMICA… por Aurora Humarán y Érika Cosenza
Fuente: I'm between
Reflexiones about translation y language
http://imbetween.blogspot.com/
Link de Origen: http://imbetween.blogspot.com/2023/07/
Esta ponencia se presentó en el Tercer
Congreso de la Lengua Española de la Academia Norteamericana de la Lengua
Española (ANLE), que se celebró en Coral Gables (Florida, Estados Unidos) entre
los días 18 y 21 de mayo de 2023.
Guste o no guste, el lenguaje inclusivo ya está en la
agenda de editoriales, medios y organismos varios Como profesionales de
la lengua, tenemos la obligación de conocerlo)
(Erika Cosenza
/ Aurora Humarán)
Quienes abordan la hermosa tarea de relatar la
historia de las lenguas enfatizan que los grandes cambios se han dado mediante
profundas transiciones (solo pensemos en el viaje del latín hacia las lenguas romances),
que los cambios son imperceptibles y que tenemos poco registro de esos cambios.
Como es obvio esto último se ha modificado gracias a las nuevas tecnologías.
Vivimos en tiempos de registro de todo lo que nos acontece a los humanos y,
así, tenemos actualizada conciencia de novedades como la que hoy abordamos. De
hecho, quisiera aprovechar esta consideración para mencionar que sería
interesante (y enriquecedor para el estudio de nuestra lengua) que las
academias hicieran investigaciones cuali-cuantitativas sobre la intervención
incluyente.
Seguramente varios de nosotros hemos escuchado
burlas sobre el lenguaje inclusivo (LI). En la Argentina, es frecuente que se
diga que quienes hablan con ‘e’ (el «último grito de la moda» luego de intentos
anteriores como la @/x) son solo un grupo de adolescentes “progre”. También se
lo suele asociar con cierta ideología política.
Coincidiremos en que estos comentarios
acríticos relacionados con el idioma y su comportamiento son entendibles,
digamos, en un contador, pero quienes somos profesionales de la lengua podemos
y debemos informarnos incluso para oponernos.
Nuestro papel como traductoras va más allá del
mero asesoramiento lingüístico. Es un asesoramiento cultural. Debemos poder
explicar con argumentos sólidos a nuestros clientes (quienes cada día consultan
más sobre el tema) que el LI a veces es obligatorio, a veces optativo y otras
obligatorio. Un muy buen ejemplo de uso obligatorio es el caso del personaje
Pollution que el autor Neil Gaiman incluye en su serie Buenos presagios.
Pollution no es hombre ni es mujer, y así debe traducirse porque así lo creó el
autor. Me permito compartir con ustedes un texto que traduje para Penguin (con
permiso de la editorial). El texto es del libro Bodies are cool (Los
cuerpos son geniales) de Tyler Feder y en él un personaje es no binario (they)
en el original y así fue traducido (elle).
Por otro lado, es interesante destacar que en
los distintos campos en los que trabajamos los seres humanos estas cuestiones
no son tan relevantes como lo son en el mundo de las lenguas. Recorriendo los
perfiles en las redes se puede ver que es infrecuente que un ingeniero agregue
su pronombre en el perfil, pero es habitual que quienes trabajan en editoriales
elijan identificarse como él, ella o elle. Es decir que incluso por las propias
interacciones laborales que tenemos es útil –tanto por cortesía en el trato
como desde la astucia comercial– prestar atención a estos temas dado que
nuestras profesiones parecen ser más sensibles a los distintos tratamientos
entre personas. Si una persona decide avisar al mundo que es mujer cis o
persona no binaria, pues así debe ser tratada.
En defensa de la "o" que
invisibiliza a mujeres y diversidades se argumenta: "El uso de la “o” para
incluir a hombres y mujeres está totalmente consolidado y se entiende".
Bueno… Cuando yo era niña también estaban consolidados y se entendían insultos
como ‘maricón’ o ’mogólico’ que hoy… nos ponen los pelos de punta.
Muchos preguntan en qué cambia si a una mujer
se la llama «jueza» en lugar de «juez». En mucho porque se visibiliza la
"a", que es la que nos viene diciendo a las mujeres en español y
usarla refuerza que en ese cargo hay una mujer (con la importancia que tiene la
presencia en sí, las palabras deben acompañar). Pensemos que muchos
angloparlantes optan por agregar la palabra madam a la palabra president (que
de por sí es neutra y no generaría problemas) para destacar que en la
presidencia hay una mujer.
Nos queda bien en claro cuál es la relación
entre la cosa y la palabra que la dice. Se inventa algo y luego se le pone un
nombre que dice a ese algo (nativa digital, por ejemplo). Sin embargo, no nos
queda claro la otra dirección: cuando es la palabra la que modifica un algo
determinado.
La palabra ejerce un efecto clarísimo sobre la
realidad en una de sus funciones: la performativa. Es recién segundos después
de que un presidente dice que el señor fulanito de tal asumirá de aquí en más
funciones como ministro de salud que fulanito de tal ES el ministro de salud.
Tal peso tiene la palabra que en nuestra tecnológica civilización sigue
existiendo la ancestral costumbre de jurar. Se trata de una ceremonia en la que
la palabra dicha en forma solemne ante un público expectante escribirá sobre el
mármol en nuestra mente un hecho en particular. Hablamos de inteligencia
artificial, pero seguimos usando a la palabra para que diga lo que será. Así de
importante es.
Bajando a zonas más mundanas, recordemos el
poder que tiene la publicidad sobre las personas. ¿Cómo me siento con ese
desodorante? ¿Más limpia? ¿Más moderna? ¿Más sexy? Todo esto se analiza entre
las tres patas de la publicidad (empresa anunciante, agencia y medios) y se
valida en los grupos motivacionales (focus groups) probando la reacción del
(apetitoso) target ante esas palabras. (Target… parece que alguien
está disparando y que hay una víctima, ¿verdad?). Los objetivos los lograrán
fundamentalmente las palabras que se usen. Pensemos en distintos ejemplos de
distintas esferas y épocas, pero igualmente efectivos: I had a
dream. Just do it. Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan.
Las palabras de la literatura erótica generan
cosas en nuestros cuerpos. Nadie lo puede negar.
Se nos hace agua la boca cuando escuchamos la
palabra «limón» repetida varias veces.
Al respecto, recomendamos la lectura del
artículo de The New York Times citado en las fuentes porque aborda
esta vía de influencia (el efecto de las palabras sobre la realidad). A partir
de un cuestionamiento de la palabra "pudenda" se comprueba que por no
“decir determinadas palabras” (por vergüenza) muchas mujeres descuidan su
salud. Según una encuesta realizada por la ONG The Eve Appeal en 2014, un 65%
de las mujeres encuestadas evita hacerse controles ginecológicos porque evitan
decir la palabra vagina.
En especial dado que somos profesionales de la
palabra podemos entender, debemos entender cuán poderosas son. El tiempo dirá
si se consolidará la «e» en el español como morfema incluyente de mujeres,
hombres y diversidades o si surgirán nuevas formas de «decir con más justicia».
Lo importante es que el debate está sobre la mesa.
Es importante tener en cuenta que esta movida
por lograr que la lengua "diga a todas las personas con más justicia"
no solamente se está observando en la lengua española. Especialistas en la
lengua o simples hablantes que se interesan en la equidad lingüística buscan
maneras de indicar la diversidad: en el francés con el asterisco, en el
italiano con la schwa, en el sueco con la creación de un pronombre personal
neutro (hen) y lo mismo se observa en otros idiomas como el portugués, el
turco, el catalán, etc.
Como venimos diciendo, las palabras modifican
la realidad. Pueden hacernos desear y consumir. Pueden decir con justicia o
pueden reproducir discursos de odio. Empoderan o lastiman. Y fundamentalmente
las palabras nos hablan de quienes las usamos: nuestra procedencia geográfica,
tal vez nuestra formación profesional, nuestra pertenencia política, nuestra
ideología, nuestra cosmovisión... Aunque no lo queramos. Nuestras
palabras nos dicen.
¿Qué comunica sobre una persona (real o de
ficción) el uso del masculino genérico? ¿Qué revela el empleo de expresiones
como «cuerpa», «miembra» o «yuta madre»? ¿Y el desdoblamiento en«todas y todos»
o en «todas, todes y todos»? ¿Y si en lugar del neomorfema «-e», recurre a «-x»
o «-@»?
Está claro que lo que subyace es una visión
del género y de qué constituye el sexismo en la lengua.
¿Qué es el género?
El género es una construcción social y
cultural, tradicionalmente binaria; esto quiere decir que las sociedades
atribuyen a un individuo ciertos valores, pensamientos, sentimientos y
comportamientos por ser varón o mujer. Simone de Beauvoir (2016, p. 269) alguna
vez dijo que «no se nace mujer: se llega a serlo». Desde la teoría queer,
Judith Butler (1988) profundiza y sostiene que el género no es una realidad
interna, no es algo dado, sino un fenómeno producido y reproducido
constantemente. Es performativo porque no solo estamos desempeñando un rol, lo
estamos construyendo a medida que lo actuamos, mediante el comportamiento, la
vestimenta, la forma de hablar. Y aquí entra en juego nuevamente la doble vía
de influencia mutua entre lenguaje y realidad de la que venimos hablando.
La identidad de género se define como la
vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la
cual puede corresponder o no con el sexo asignado al nacer (Ley26743). Si
coincide, hablamos de personas cisgénero; si no, de personas transgénero. Este último
es un término paraguas bajo el cual se engloban muchas identidades de género;
algunas fuentes hablan de 94 (Sexual Diversity, 2023).
Podemos distinguir dos paradigmas en torno al
concepto de género, con sus correspondientes estrategias comunicativas y sus
respectivas convicciones sobre qué constituye un uso sexista de la lengua. Es
de notar que estos dos puntos de vista se solapan y conviven en la actualidad.
El primer paradigma se basa en una concepción
fija y restrictiva del género (la distinción varón/mujer), que equipara género
(o sexo) con genitalidad.
Los primeros feminismos y movimientos de
mujeres luchaban contra la posición privilegiada de los varones por sobre las
mujeres, pero no cuestionaban la división binaria (y hay sectores que aún
sostienen esta visión). Así, en muchas sociedades y lenguas aparecieron guías y
recomendaciones en pos de un lenguaje igualitario que incluyera y respetara a
las mujeres. Entre las sugerencias más habituales se encuentran evitar el
masculino genérico, los vacíos léxicos, los duales aparentes y otros usos
sexistas.
Las estrategias usadas son:
· el
desdoblamiento;
· la @ (porque
parece una «a» más una «o»);
· el femenino
genérico (minoritariamente)
· una serie de recursos para
evitar marcas de género: sustantivos abstractos, paráfrasis, perífrasis,
construcciones impersonales, etcétera.
Cabe destacar que esta visión del género la
comparten también quienes consideran que estos planteos son innecesarios porque
el masculino incluye también a las mujeres.
El segundo paradigma cuestiona las categorías
«hombre» y «mujer» y reconoce una vasta diversidad de identidades de género,
como ya mencionamos.
Es bajo este paradigma que surge lo que se
conoció popularmente como «lenguaje inclusivo» o «incluyente» y que nosotras,
siguiendo a le traductore e investigadore Ártemis López (2019), denominamos
«lenguaje no binario directo».
Lenguaje no binario
López distingue dos estrategias para escribir
por fuera de las categorías binarias, que llama lenguaje no binario directo
(LND) y lenguaje no binario indirecto (LNI).
El LND consiste en utilizar un nuevo morfema
de género: la «-e» y la«-x»son las variantes más usadas aunque no las únicas.
El sufijo «-e» se impuso no solo porque es más fácil de pronunciar, sino porque
los otros son incompatibles con los lectores de pantalla que emplean las
personas ciegas o con visión reducida, con lo cual se crearía una nueva forma
de exclusión.
El LND tiene dos contextos de uso:
1. Como genérico (el uso más resistido,
incluso por algunos feminismos)
2. Para nombrar a personas no binarias, de
género fluido o de otra identidad de género que expresamente eligen no usar ni
el masculino ni el femenino.
Por otra parte, el LNI es la misma estrategia
que se sugiere en el primer paradigma: evitar las marcas de género mediante
construcciones impersonales, sustantivos abstractos, etcétera.
El rol y la ética profesional
¿Y por qué estas cuestiones deberían
importarnos a quienes nos dedicamos a la traducción, la interpretación y la
corrección? Si nuestra labor es tender puentes de comunicación y contribuir a
que esa otra voz pueda expresarse y transmita exactamente lo que quiere
transmitir, denotativa y connotativamente, entonces es nuestro deber ser
capaces de distinguir la visión del género subyacente y aplicar las estrategias
lingüísticas y comunicativas adecuadas.
Damos los últimos toques a este texto en medio
de la polémica por la reescritura de las obras de Roald Dahl, que no podemos
dejar de mencionar. Dahl —como cualquier otra persona—eligió construir una
realidad con sus palabras, tanto en su literatura como en su propia vida. Flaco
favor hacemos a las niñeces actuales si ocultamos que esas realidades también
existen.
No se trata, entonces, de usar el morfema «-e»
indiscriminadamente. No vamos a ponerlo en boca del protagonista de American
Psycho, de Bret Easton Ellis, ni de una figura pública notoriamente machista o
transfóbica.
Pero sí hay que saber cuándo y cómo usarlo:
por ejemplo, es obligatorio para el personaje de Morgan de la aclamada
novela Girl, woman, other de Bernardine Evaristo, o para artistas
como Sam Smith, que se declaró expresa y públicamente como no binarie.
Más allá de las controversias e
independientemente de nuestra posición sobre el tema, quienes ejercemos
profesiones lingüísticas, en nuestro rol de intermediación/asesoría, debemos
estar a la altura.
Después de todo, como dijo Margaret Atwood: «Una
palabra tras otra palabra tras otra palabra es poder».
Aurora Humarán / Erika Cosenza
Referencias
Agamben,
G. (2019). El sacramento del lenguaje, Arqueología del juramento, (M.
Ruviruso, trad.), Adriana Hidalgo editora, tercera edición, 2019.
Binet,
L. (2017). La séptima función del lenguaje, (A. García Ortega, trad), Seix
Barral, primera edicción, 2017.
Butler,
J. (1988). Performative Acts and Gender Constitution: An Essay in
Phenomenology and Feminist Theory. Theatre
Journal, Vol. 40, No. 4, dic. 1988. https://doi.org/10.2307/3207893
De
Beauvoir, S. (2016) El Segundo sexo. (A. Martorell, trad.). KayleighBCN. (Obra original publicada en 1948).
Gross,
R. Las palabras importan: un grupo de médicos quiere desterrar a la
“vergüenza” de la anatomía femenina. The New York Times. 21 de septiembre de
2021.
https://www.nytimes.com/es/2021/09/21/espanol/anatomia-femenina-pudenda.html
Ley
26743 de 2012. Por la cual se establece el derecho a la identidad de género de
las personas. 23 de mayo de 2012.
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/195000-199999/197860/norma.htm
López,
A. (2019). Tú, yo, elle y el lenguaje no binario. La linterna del
traductor.
http://lalinternadeltraductor.org/n19/traducir-lenguaje-no-binario.html
Menegotto,
A. y otros autores (2022) Siete miradas sobre el lenguaje inclusivo
(Persepectivas lingüísticas y traductológicas), Waldhuter editores.
Sexualdiversity.org.
(2023). Alphabetical list of gender identities and terms
people use when identifying themselves and talking about gender.
https://www.sexualdiversity.org/edu/1111.php
Como Profesora de Lengua les agradezco el aporte y el nivel en el cual han colocado un tema que aún no se lo toma con seriedad dentro de nuestro programa de estudios. Gracias a la revista por la difusión. Espero que mis colegas aprovechen la oportunidad. Recomendaré su lectura.
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