Revista Nos Disparan desde el Campanario Año IV Nro. 56 PRÓLOGO EDICIÓN NRO. 56 EDITORIAL Miedo a pensar o la decisión voluntaria de no pensar…
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Según Bertrand Russell "Los hombres temen al pensamiento más
de lo que temen a cualquier otra cosa del mundo; más que la ruina, incluso más
que la muerte. El pensamiento es subversivo y revolucionario, destructivo y
terrible. El pensamiento es despiadado con los privilegios, las instituciones
establecidas y las costumbres cómodas; el pensamiento es anárquico y fuera de
la ley, indiferente a la autoridad, descuidado con la sabiduría del pasado.
Pero si el pensamiento ha de ser posesión de muchos, no el privilegio de unos
cuantos, tenemos que habérnoslas con el miedo. Es el miedo el que detiene al
hombre, miedo de que sus creencias entrañables no vayan a resultar ilusiones, miedo
de que las instituciones con las que vive no vayan a resultar dañinas, miedo de
que ellos mismos no vayan a resultar menos dignos de respeto de lo que habían
supuesto. ¿Va a pensar libremente el trabajador sobre la propiedad? Entonces,
¿qué será de nosotros, los ricos? ¿Van a pensar libremente los muchachos y las
muchachas jóvenes sobre el sexo? Entonces,
¿qué será de la moralidad? ¿Van a pensar libremente los soldados sobre la
guerra? Entonces, ¿qué será de la disciplina militar? ¡Fuera el pensamiento! ¡Volvamos
a los fantasmas del prejuicio, no vayan a estar la propiedad, la moral y la
guerra en peligro! Es mejor que los hombres sean estúpidos, amorfos y
tiránicos, antes de que sus pensamientos sean libres. Puesto que si sus
pensamientos fueran libres, seguramente no pensarían como nosotros. Y este
desastre debe evitarse a toda costa. Así arguyen los enemigos del pensamiento
en las profundidades inconscientes de sus almas. Y así actúan en las iglesias,
escuelas y universidades."
En buena medida podemos ratificar la
idea de Russell con relación a los pocos entusiastas del pensamiento que
existen en la contemporaneidad, pero me atrevo a incluir dos elementos que observamos cardinales a la hora de analizar la cuestión y que a la par están
relacionados, la pereza por un lado y la no materialidad de sus resultados por
el otro.
Cuando nos referimos al pensamiento,
a la crítica, al análisis, nos referimos a las reglas de la lógica formal, en tanto
la importancia de las premisas, las conclusiones, la refutación y las acciones en donde el prejuicio no puede
ser arte ni parte ni polizón, todo lo contrario, la honestidad intelectual debe
ser virtud a la hora de comenzar a caminar por sus senderos, y en esto debemos
ser irreductibles para que nuestras dudas no se conviertan en sospechas
inquisidoras, nuestras hipótesis no partan de la estigmatización predictada y
nuestras tesis no se encuentren viciadas y contaminadas con la sedimentación de
dichas erratas procesales. Elucubrar, sospechar, inferir, proyectar, imaginar, “creer”, conspirar, no son acciones que per-se nos indiquen
que estamos ante una actividad pensante, va de suyo que el conocimiento probado
y la ciencia hacen que ciertas cuestiones deban entenderse como base gnóstica,
de manera que urdir que la tierra es plana o que la concepción humana es
factible sin que haya fusión de dos células sexuales no forman parte del
concepto.
Por lo cual el pensamiento es una
actividad fatigosa, atemporal, que requiere de altruismo y sobre todo mengua de
apetitos individuales, ergo incluye humildad, toda una batería de incisos que conspiran
mente a cuerpo contra los placeres materiales del presente instalados por un
sistema que ha colmado al individuo de “necesariedades absolutas” (índole de lo
necesario) las cuales requieren, para proceder a su decantación y no ser
absorbido en su SER esencial, de defensas subjetivas e intelectuales muy
poderosas, directriz que no es posible de desarrollar sino a través de una
suerte de ostracismo o exilio individual, distritos en donde la materialidad no
posee entidad ni credenciales económicamente estimulantes. Esta fatigosa no
materialidad de sus resultados labora a favor de la pereza, pues el hombre
contemporáneo tiene asumido que toda acción con la que se compromete, para su
valoración, debe contener un rédito tangible en metálico de lo contrario el resto no merece
esfuerzo. Razones por las cuales podemos además asumir que el hombre moderno no
solo tiene miedo a pensar de modo poder socializar dentro de un marco social extorsivo
sino que además escoge no hacerlo por pereza debido a que considera que pensar
es una pérdida de tiempo fatigosa de nulo rédito, por eso prefiere tercierizar
su pensamiento, su crítica, su análisis, sobre quienes supuestamente se siente
identificado, dejándolo en manos del poder real y sus medios de lobotomización
masivos, y es allí cuando el miedo instalado desde ese poder comienza a jugar
sus barajas dominantes y destructivas contra el pensamiento libre del que nos
hablara Bertrand Russell…
Sin duda el miedo a pensar ,"El miedo" es tambien el titulo de un cuento de Ramon del Valle Inclan : https://ciudadseva.com/texto/el-miedo-2/
ResponderEliminarTambien descrito en forma desgarradora en el cuento La Migala de Juan Jose Arreola https://ciudadseva.com/texto/la-migala/
Sin ir más lejos Casa Tomada y ese temor irracional y nostálgico, alejado de toda lógica de esos dos hermanos a poco que comienzan a escuchar los crujientes sonidos de una casa enorme, vieja y plena de recuerdos. Dilema que llevan hasta límites fantasiosos. (Años después los antiperonistas -Sebreli sobre todo - le dieron a este cuento de 1947 una interpretación más fantasiosa aún que la dada por Cortázar, eso si ausente de todo talento y pletórica de odio.
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