Revista Nos Disparan desde el Campanario Año IV Nro. 55 EFEMÉRIDES DE LA CLASE MEDIA… por Eddy W. Hopper
Un día como hoy, pero de hace unos 3 años y 3
meses, la clase media de todo el mundo salía a comprar PAPEL HIGIÉNICO en
cantidades monstruosas e innecesarias.
Afectada por decenas de distorsiones
culturales voluntariamente elegidas, fue ésta una de las primeras reacciones
del colectivo mediopelo ante la noticia de que una enfermedad mortal
desconocida y de muy rápida propagación se había instalado en el mundo entero.
Sin embargo, la mayor parte de la clase media
del mundo se resistió a las disposiciones de las autoridades sanitarias para
evitar contagios y aun para prevenir en sus propios cuerpos la enfermedad
pandémica.
Las encuestas, hacia el final del evento del
cual la Humanidad toda fue víctima, dieron cuenta de que más del 90 % de esa
Humanidad no respetó al pie de la letra y en forma sostenida en el tiempo las
restricciones en cuanto a aislamiento o uso de barbijos; o limpieza de cuerpo,
manos y ropa; y mucho menos de ventilación en medios de transporte público o
las regulaciones relativas a reuniones de personas en ámbitos públicos o
privados.
Por otra parte, si bien la compra de papel
higiénico superó las necesidades reales de su utilización -lo que derivó en un
sobre-stockeo inútil- en cuanto a la decisión de aplicarse las vacunas, la
clase media no experimentó el mismo fervor.
En términos generales, aproximadamente una de
cada 5 personas en la Argentina todavía no se ha aplicado ninguna de las al
menos 3 dosis sugeridas por la OMS y provistas gratuitamente por el Estado; y
sólo una de cada 5 personas se ha inoculado el esquema completo de 5 vacunas.
El cruce de los datos precedentes conduce a
reafirmar una verdad histórica: la clase media se preocupa más por exhibir que
tiene el c.lo limpio, que por respetar los derechos del prójimo, incluso a
costa de su propia vida.
CÓMO VEN LAS CLASES DOMINANTES A LA CLASE MEDIA - UNA EXPERIENCIA PERSONAL
Hace unos
25 años tenía algún dinero y decidí cursar dos semestres de cierto
"Entrenamiento para Abogados" que daban intensivamente en una oficina
de la calle Arenales.
Concurrían
allí profesionales principiantes (es decir, de menos de 5 años de experiencia)
que -me di cuenta mucho después- buscaban refuerzo anímico, teórico y social
para encarar temas de derecho societario, financiero, tributario y cuestiones
superiores de derecho civil atinentes a Grandes Propietarios. Dos veces
abandoné el curso -que duraba un año entero e incluía de tope a tope
Commencement y Graduation Meeting- y dos veces me estimularon para que lo
continuara, así que lo terminé.
Tengo
muchas anécdotas de ese período (en especial, porque ese año estuve tan
deprimido, que solo salí de mi casa para ir y volver de aquel curso para
ricos).
Una de
ellas me enseñó cómo ven las clases altas a la clase media.
Los
profesores, pertenecientes a reconocidísimos estudios con sede en Recoleta o
Puerto Madero, nos enseñaban el arte de la Abogacía... también para patricios.
Una de las
tardes que más tristemente recuerdo es aquella en la que nos transmitieron,
"para que no se decepcionen y abandonen la profesión de un día al
otro", cuáles son "los CASOS MÁS FRECUENTES que reciben los JÓVENES
ABOGADOS en sus PRIMEROS AÑOS DE EJERCICIO".
"En
estos años, que suelen ser muy duros y frustrantes -y esto nos pasó a todos-
los abogados recibimos casi exclusivamente tres tipos de casos, que se pueden
sintetizar en "las tres P" ¿Saben lo que son las tres P?"
...
"Pues
las tres P son: PARIENTES, POBRES y PUT.4S".
"Ja ja
ja".
La caracterización
de estas categorías pinta de cuerpo entero a la clase alta, y su apreciación de
las clases medias.
Por
"PARIENTES" debían entenderse a aquellos "tíos de sobrinos de
algún abuelo o primo segundo perdido", que "viene al estudio con un
automóvil ni muy viejo ni muy caro", que "cuenta el tiempo que deja
estacionado para que no le cobren mucho" y que "se está quedando sin
la casa o sin ese auto, que valora como si fuera la reliquia más costosa"
por infinidad de situaciones: "toma irresponsable de deuda, hipotecas que
tramitó para viajar, gastos médicos que debió asumir por no haber previsto el
pago de un servicio de medicina, oscuras historias de asunción de deudas de
otros parientes y un sinfín de situaciones cargadas de afectividad y emoción".
Los
"POBRES" incluían a "trabajadores discontinuos, pequeños
cuentapropistas con DRAMAS de cierre de negocios, empleados públicos que pelean
categorías, toda una vasta gama de tragicomedias shakesperianas con tarjetas de
crédito y débito, y problemas afines como medianeras con humedad o perros y
gatos que pasan a hacer sus necesidades al fundo lindero o al balcón del
vecino. Cuidado con el tema "vicios ocultos" en el auto usado que
compraron con descuido; cuidado si es que toman apresuradamente una sucesión, porque
van a estar peleando años por una cuenta bancaria extinguida o un cuarto de una
triste casa en un barrio al que no han ido nunca".
Y la
categoría "PUT-4S" abarcaba, en aquella visión risueña (que el
profesor exponía incluso sonriendo), "hijos aparecidos, demandas de
alimentos, divorcios por casamientos apresurados, juicios de filiación a padres
que a la postre no lo son, peleas entre vecinas, mujeres en general que tienen
la sensación de estar desamparadas, pero que no duden de que encontrarán rápido
amparo. Suelen abandonar el trámite no bien sienten que por otra vía
solucionaron su situación".
"Pero
no se preocupen", advirtió el profesor, "con el tiempo uno va
encontrando su especialidad y su espacio de proyección satisfactoria de aquello
para lo cual se formó. Reitero: nos pasó a todos, y seguirá pasando".
En cada
risa que acompañaba a las enumeraciones brotadas de sorna se manifestaba una
tragedia que quizás sólo yo advertía: la vida de las clases inferiores es, para
las clases dominantes, una galería de situaciones -a lo sumo- pintorescas, que
por su ajenidad y sensación de teatralidad exagerada les causan tanta gracia
como las desventuras antinaturales de los payasos.
*Eddy W. Hopper. Abogado
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