Revista Nos Disparan desde el Campanario Año IV Nro. 54 ARQUEOLOGÍA Jacques De Mahieu, el señor de la pipa… por Favio Camargo

 

¿Estaba loco?

¿Estaba muy adelantado?

¿Vendía humo?

¿Decía la verdad?

¿O todo junto?

El personaje en cuestión se llama Jacques De Mahieu. Nació en Francia en 1915 y murió en la Argentina en 1990. Yo me lo encontré de casualidad en una galería de fotos de personas “famosas” e ilustres, o como les caiga más cómodo decir, que fumaban en pipa. Cuando en la ocupación del individuo figuraba “Arqueólogo” me llevó la curiosidad y me puse a investigar más sobre su obra y su persona porque es una de las ramas que más me interesa de la disciplina en la que me estoy formando.

En nuestro país va a desempeñarse como docente universitario y como investigador. Se dice que vivía de forma muy humilde porque destinaba casi todos sus ingresos a la búsqueda de rastros arqueológicos que probaran la existencia de asentamientos de pueblos nórdicos en la América del sur.

Siempre se comentó que fue parte de la División SS “Charlemagne” de Voluntarios Franceses, hecho que él nunca confirmaba ni desmentía totalmente o lo hacía dependiendo de quien tuviera enfrente, generando más misterio en torno a su persona.

Su supuesta participación en la Segunda Guerra Mundial, su cercanía en algunos momentos a Perón y luego su militancia en grupos nacionalistas cercanos a lo que podría llamarse según categorías ya pasadas de moda “extrema derecha” hizo que cierta parte del aparato cultural y quienes manejan ciertos hilos lo marginaran invalidando toda su obra sin contemplar que podría hallarse en ella material valioso. Como dicen ahora, lo “cancelaron”.

Dejando de lado sus ideas en lo político, como cuando cierta izquierda café habla de Foucault pero deja de lado sus mañas vaticanas, vale preguntarse: ¿podemos rescatar algo de su trabajo?

Yo voy a opinar de las cosas que sé, o que creo saber, que es Historia. No soy un todólogo con un título comprado en cuotas a la iglesia, de esos que abundan en la televisión por cable o en algunas escuelas del distrito.


De Mahieu, que era llamado “el Profesor” por quienes seguían su trabajo, lo admiraban o militaban en los mismos espacios. Fue una de las primeras personas que leí ya de adulto cuestionando el hecho de que fuera Colón el primer navegante europeo que “descubrió” las tierras americanas. De niño había leído a Thor Heyerdahl y a Pierre Honoré. No nos vamos a ir para el lado de lo bizarro / kitsch nombrando a Charles Berlitz o a don Erich Von Daenikken…

Con las limitaciones de un lector de escuela primaria pude filtrar algunas cosas importantes pero no comprendí totalmente las lecturas. La idea de que el hombre había cruzado los mares antes de 1492 ya daba vueltas en mi cabeza de niño. Preguntar algo como esto en Dorrego, en pleno pedo mental de fiesta menemista, era medio complicado. Típico llamado de los docentes indignados al padre:

- Sr padre su niño es muy extraño.

- Respuesta del padre de niño extraño: - dígame algo que no sepa…

No se esperaba que un alumno de primaria cuestionase lo que le daban para leer, pero quien escribe esta columna, de niño, acostumbraba a hacerlo. Por lo tanto había quedado establecido para los sucesivos actos del en su momento “Día de La Raza” que sería relegado a papeles tipo de árbol, en donde no pudiera salir con nada extraño en medio de las líneas pautadas del personaje dentro de un acto de corte Anteojito, fritanga mitrista disfrazado de conquistador por gracia de la genética, protegido por una armadura de cartulina gris y una espada de madera.

En la Universidad hubo mejor suerte y muchas de las inquietudes que tenía y tengo me fueron resueltas o estoy en camino a resolverlas. Por nombrar solo a tres investigadores “nuestros”: Ibarra Grasso, Paul Gallez y De Mahieu que lo planteaban, estaban entre quienes se animaban a sugerir la llegada de antiguos navegantes. Pero no solo eran tachados de delirantes o poco serios, sino que además se los acusaba de peronistas y eso parecía en ciertos momentos suficiente para desprestigiar a alguien en una universidad. El “relato” del Colón “descubridor” se negaba a morir.

Hoy, por suerte, la posibilidad de que otros pueblos antes que los hispanos hayan llegado a América no solo es contemplada sino que ya está generalmente aceptada y probada. Nórdicos y Chinos llegaron cientos de años antes que Colón. Los pueblos nórdicos en una fecha aproximada al año 1200 y China en el año 1421 de nuestra era.

Lo que me parece un poco cuestionable de su trabajo es la negación de que otros pueblos no europeos (hoy decir “razas” cae incomodo en ciertos círculos)  hayan tenido la capacidad para desarrollar tecnología y civilizaciones dignas de asombro sin influencias externas. En algunos científicos pervive cierto racismo que descree de la posibilidad de que pueblos que consideraban “inferiores” pudieran desarrollar cosas que los asombraran. Algunos llegan al delirio de adjudicarlo hasta a contactos extraterrestres. De Mahieu confería a los pueblos nórdicos un rol que no tuvieron ni por asomo en la Historia de la humanidad. Si fueron los primeros navegantes europeos (de los cuales por ahora tenemos registros) en haber tocado las costas de América y haber establecido colonias varios cientos de años antes que llegara Colón. Pero de ahí nada más, culturalmente, eran mucho más pobres que otras civilizaciones como la árabe o la china. Otros investigadores adjudican a los egipcios el haber establecido contactos con este continente miles de años atrás y ponen como prueba de ello la existencia de pirámides en varias culturas americanas. Ante la pregunta ¨¿Cómo es posible que las pirámides se hayan difundido entre pueblos tan diversos si es que nunca tuvieron contactos entre ellos? La respuesta es que: “Enfrentados ante el mismo problema y con la misma tecnología los hombres llegan a una misma solución”. La pirámide es la única forma constructiva que resiste al derrumbe cuando se construye en altura con los materiales, técnicas y tecnologías disponibles en ese momento de la Historia de la humanidad.

Encontrar hoy alguno de sus libros en una edición nueva es casi imposible si uno se mueve por el circuito de las librerías comerciales. No parece haber lugar con tantos estantes ocupados con balmacedas y goñis. Hay que tener suerte de encontrarlo en alguna mesa de usados o comprarlo nuevo a través de algún contacto por internet con algún grupo ideológicamente afín al autor, pagarlo contra reembolso y esperar al correo. O si no, con fines educativos bordear un poquitín la ilegalidad y descargarlo de alguna biblioteca digital. Siendo Dorrego territorio hostil a bibliotecas y librerías no quedan más alternativas que las mencionadas con anterioridad.

 


*Favio Camargo. Docente, estudiante del Profesorado de Historia en la Universidad Nacional del Sur

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