Revista Nos Disparan desde el Campanario Año IV Nro. 54 LITERATURA Eso de la Literatura Artificial… por Gustavo Marcelo Sala
Gráfica: https://hipertextual.com/
… a mi entender no existe como concepto la literatura artificial, en todo caso, forzándolo in extremis podemos estar hablando de la Inteligencia Artificial aplicada a la literatura y destinada a lectores artificiales que no pueden, no saben ni quieren distinguir los estilos y encantos que posee el ser humano a la hora de crear. Aquella severísima advertencia músico-creativa que nos hiciera Norbeto Aníbal Napolitano con relación a los DJ viene a la medida. Hombres de la tecnología, búsquense un trabajo honesto. Ya no resulta distópico pensar en un robot desarrollando obras mediante un programa literario predictivo, lo que realmente asombra es incluirle a ese formato pétreo identidad creativa y colocarla en un mismo plano conceptual. Soy amante de la lectura de autor, le doy mayor transcendida a la prosa, formas, modos, manejo del lenguaje y sus construcciones que a las historias en sí, las cuales, con matices, siguen siendo las mismas 500 desde que el hombre decidió exponerlas de manera artística. El secreto que continúa exhibiéndose como cardinal es cómo son contadas esas mismas 500 historias. Resulta insostenible artística y fácticamente argumentar que un mecanismo tecnológico programado pueda oficiar en tanto matices, creatividad y relaciones lingüísticas como un simulador borgeano o chestertoniano a tal punto de convencernos que un mismo plano los cobija por igual.
En lo personal, como mediocre autor, muy buen lector y eficaz editor considero
que el testimonio de la escritora Jennifer Lepp que AQUÍ se enlaza es aterrador.
El Periodista del Winston Manrique Sabogal nos
advierte: El asomo de la profecía
autocumplida de la inteligencia artificial (IA) como autor ha encendido
las alarmas en el mundo del libro al traspasar las fronteras reservadas de la
ciencia ficción ante la hibridación, mestizaje y/o transversalidad de la
evolución infinita del libro que busca la fusión de los mundos analógico y
digital. La razón de la alarma es que no solo se trata de asuntos artísticos y
estéticos, sino éticos y filosóficos. Es un momento de incertidumbre que va
al corazón de todo esto al hacer que se reconsidere el propio sentido del arte,
su función, la autoría y el papel del ser humano en la creación, a tal punto es
la preocupación que ya hay un manifiesto en favor de la regulación de obras
basadas en inteligencia artificial.
El Nobel de Literatura Abdulrazak Gurnah desmonta el mito alrededor de la
inteligencia artificial: “Es un asunto
interesante, pero, realmente, no creo que la inteligencia artificial escriba de
muto propio. Es posible que creen programas con información que se le pasa al
sistema, pero sin mucho margen creativo”. Nunca resulta recomendable minimizar
al ser humano y a su desarrollo artístico en sí propio me atrevo a agregar.
El investigador en narrativas Pablo
Sanguinetti asegura: Lo que me preocupa
es el modo en que nos contamos a nosotros mismos los avances de la inteligencia
artificial. Veo que tendemos a exagerar su poder y a subestimar la complejidad
inmensa del arte. Si damos por hecho que una máquina es capaz de crear o
generar arte, si pensamos que puede reemplazar a pintores o escritores, si percibimos que ya no
tiene sentido la enorme hazaña espiritual que implica crear, estamos contando
un relato equivocado con efectos nocivos para nuestra especie en un momento
clave de su Historia”. El avance de sistemas de aprendizaje
automático en el ámbito artístico abre las puertas de dos dominios fascinantes.
Uno es teórico: debemos repensar preguntas sobre las que reflexionamos desde hace
milenios, como en qué consiste crear, cómo definir la figura del autor o para
qué sirve el arte. Y, seguramente, la mera existencia de estos nuevos sistemas
arroje una perspectiva diferente sobre este esfuerzo intelectual”
Va de suyo
que existen libros creados por la inteligencia artificial en sitios analógicos
y digitales. La inductividad de la inteligencia artificial es determinante. Pero
estos no son más que textos predictivos que se nutren desde materiales y patrones
preexistentes con los cuales se alimenta el programa aplicado. Podrán
desarrollar un texto pero siempre bajo contenido creado. Como dijimos al
comienzo la inteligencia artificial con
capacidad de creación original e iniciativa no existe. La
máquina no posee ni la creatividad ni la imaginación ni la inteligencia, ni los
recursos ni la complejidad del pensamiento humano, y me atrevo a arriesgar, ni la malicia. En esta convivencia la
autoría de un escritor humano será cada vez más importante, y un incentivo para
la creación, imaginación y originalidad de los autores.
Creo que habrá pronto, si es que no la hay ya, una generación para la que
el apoyo de la AI sea tan natural como para nosotros el del ordenado añadió la
Directoral de la Editorial Alianza. El escritor Michael Spitzer agrega: Tengo mucho
cuidado a la hora de diferenciar entre el transhumanismo y el post humanismo,
el transhumanismo utiliza la tecnología como una herramienta para extendernos,
aumentarnos y eso está bien. Todos los instrumentos son herramientas o
extensiones de nuestras capacidades, una flauta hace 40.000 años era tecnología
musical también. Pero eso es diferente del post humanismo. Se inventó un
programa que puede componer piezas del estilo de Mozart o de Chopin que es una
basura. No puede hacerlo. Los ordenadores no pueden
reemplazar la creatividad humana y jamás lo harán. ¿Por qué? Porque la música
humana tiene que ver con la incorporación y la emoción y la muerte, la mortalidad. La creatividad siempre está atada
a la corporeización de la muerte y a la vida. Somos animales musicales, no somos máquinas
musicales”.
Carolina Sanín establece que el discurso busca reflejar la
fantasía de la perfecta igualdad entre los seres humanos - y, supuestamente,
conducir hacia su realización - es necesariamente un discurso uniforme, siempre
igual, aunque aparentemente diga cosas distintas en distintas ocasiones. Y es,
por tanto, propio de la máquina, no del ser humano”. El desarrollo de programas
de inteligencia artificial para escritura de textos sirve perfectamente a la
creencia de que se debe rechazar la idea de la diferencia fundamental entre los
individuos -en este caso, la idea de que hay quienes escriben mejor que otros,
y escrituras más ricas o interesantes o iluminadas o inspiradoras que otras-. Muy pronto va a
considerarse incorrecto -malvado, desempático, conservador-
criticar la escritura de la inteligencia artificial, pues esta se entenderá
como un instrumento de democratización y justicia. Creo que el primer deber de una escritora de este tiempo es
escribir de una manera no sistematizable por una máquina -y, para hacerlo, debe
saber y afirmar que, en su escritura, no es igual a nadie-”.
“¿Podrá la
inteligencia artificial con sus chatbots escribir, poesía novelas y suplantar a los escritores? Se pregunta
el escritor Jacobo Bergareche. Los chatbots están calibrados por legiones de
ingenieros que se aseguran de que jamás muestren sesgos ni
perpetúen prejuicios sobre cánones de belleza corporal, estereotipos de raza o
de género, que no respondan a cuestiones sexuales escabrosas y
en general que eviten cualquier lío con este tipo de lectores propensos a
sentirse ofendidos.
Por eso mismo, los escritores
podemos respirar tranquilos por unos años más, sabiendo que la
inteligencia artificial está programada para ser incapaz de crear personajes
reales con conflictos profundos con los que nos podamos identificar, y que, por
tanto, de momento no podrán hacer literatura”.
En nuestros días la IA está
ya está presente en procesos tales como la gestión de derechos de autor
para combatir la piratería, así como la corrección y traducción de textos. También cada día es más utilizada en el
diseño de cubiertas, la producción de contenidos sonoros, y en algunos géneros.
La inteligencia artificial está llegando hasta áreas creativas que hasta ahora
pensábamos reservadas como características intrínsecas a los humanos: la
creación de contenidos originales, en otras palabras, obras escritas y contadas
por robots”.
Es una realidad
insoslayable de que vamos a cohabitar los humanos y los robots. Y esta convivencia, lejos de asustarnos, ya
que el ser humano siempre se pone en lo peor cuando imagina un futuro donde las
máquinas tienen un papel predominante, lo que tiene que hacernos como
profesionales del sector es incentivar nuestra curiosidad y las ganas de
conocer cómo podemos utilizar la tecnología a nuestro favor, siempre dentro de
parámetros éticos y sostenibles, para que nuestros contenidos sean mejores y
lleguen a más gente que al fin y al cabo es lo que todos queremos”.
“Hay un
punto a tener en cuenta: el ser humano es muy complejo y la tecnología debe ser
simple porque necesita mucho espacio para albergar todo. Lo que termina pasando
es que el comportamiento humano con su complejidad debe ser leído e
interpretado por esa tecnología y acomodarse a ella, descifrar unos códigos. No
es nada fácil. Somos previsibles entre nosotros porque tenemos un computador
más complejo que es el cerebro humano. China necesitó un edificio entero
equivalente a cuatro plantas para un computador. Esa previsibilidad es dada por
el cerebro que es un computador humano y no hay otro igual”, sentencia Richard Firth-Godbehere,
En síntesis, la inteligencia artificial puede ser útil para analizar y procesar
grandes cantidades de datos y encontrar patrones, pero todavía no puede
replicar completamente la capacidad creativa y emocional de los escritores.
Fuentes
Sitio WMagazin: https://wmagazin.com/
Sitio Hipertextual: https://hipertextual.com/
*Gustavo Marcelo Sala. Escritor. Editor
En todo caso mi amigo, si los programas literarios artificiales de textos preexistentes se basan en plumas mediocres estaremos inundando el mundo de historias mal contadas...
ResponderEliminarLo que mas me da por las re pelotas son todos estos años teniendome que justificar ante santos y ausentes que no soy un robot . Por lo menos Jaime (de la serie Maxwell Smart) era gracioso, https://javiemiro.blogspot.com/2019/04/sobre-una-nueva-forma-de-discriminacion.html
ResponderEliminarAhora son los robots los que van a tener que demostrar en la red que no son humanos. Gustavo
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