Revista Nos Disparan desde el Campanario Año IV Nro. 53 ECONOMÍA La guerra por la refeudalización de América Latina… por Alejandro Marcó del Pont
Fuente: El Tábano Economista
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El peor enemigo no eres tú,
es el que los demás esperan que seas
(Roy Galán)
La irrupción de China en el concierto
mundial de naciones modificó drásticamente las relaciones del mundo con el país
asiático. En el caso de Latinoamérica, la relación del comercio con China, en
particular, ha permitido un acoplamiento perfecto, la necesidad de alimentos,
energía y minerales chinas se encuentran a su disposición en las góndolas
latinas, lo que alarmó y modificó los vínculos entre los EE.UU. y
Latinoamérica. En el año 2000 China comerciaba con Latinoamérica un total de
U$S 10.000 millones de dólares, en el 2022 ambos bloques multiplicaron el
comercio por 45, alcanzado los U$S 450.000 millones.
La fragmentación mundial en bloques
lleva a revalorar la relación entre los EE.UU. y China con América Latina,
y de ésta a su interior. La seguridad en la obtención de un flujo constante de
suministros ha derivado en intereses estratégicos de ambas potencias acerca de
las materias primas de Sudamérica. Tener el dominio de las mismas, ya sea para
garantizar su flujo, es una elección; eliminar la capacidad del oponente de
adueñarse de su suministro, otra posibilidad; cualquiera de ellas es central
para ambas potencias y para los países del sur.
Para Latinoamérica el desafío se vuelve
de doble vía. Componentes tanto internos como externos entran en el juego. En
el ámbito externo, las disputas son diversas. En principio uno imagina una
unidad estratégica regional, es decir, acuerdos mínimos entre países para
enfrentar y negociar de manera más equitativa con las potencias, iniciativa
que, de tratarse individualmente, conducirán al fracaso. Lograr una autonomía
estratégica, un bloque de negociación ante un mundo fragmentado, para sacar el
mayor beneficio posible, sería la opción deseable. Por otro lado, la disputa
por la apropiación de los excedentes que estos bienes estratégicos generan, por
parte del Estado y la sociedad, es central para el desarrollo de cada una de
las naciones.
Desde el punto de vista interno, el
modelo de desarrollo es el que debería guiar la matriz productiva de cada
nación, en gran medida esta matriz nacional condiciona al sector externo, según
los libros de texto, salvo que la mirada sea de extraccionismo, con lo cual las
políticas internas quedan subordinadas al modelo de exclusión externo. En el
caso de los alimentos, la energía y la minería, no sólo se encuentra en disputa
su producción, utilización y destino, sino su propiedad, la apropiación y la
distribución de los beneficios que genera.
Que Argentina, para dar un ejemplo,
pase de un déficit energético de 7.000 millones de dólares a un superávit de
10.000 millones, a través del yacimiento Vaca Muerta, no indica que la sociedad
se apropie o participe en las ganancias, ni que el país modifique su modelo de
negocios con base en un exceso de energía barata si no hay un plan estructural
de utilización de estos insumos. Los commodities podrían asegurar un desarrollo
sostenido con generación de empleo local, si las energías, los minerales y los
alimentos, forman parte de una cadena de producción con alto valor agregado
aprovechando las ventajas comparativas, en caso contrario, serán el ridículo
relato de la maldición de las materia primas.
El avance del fascismo ha jugado un
rol central en esta disputa en el mundo y ha encerrado a Latinoamérica. En la
región, su renacimiento se debe en parte a la falta de logros económicos, pero
por sobre todo, a la inacción de los gobiernos progresistas que se inclinaron a
no profundizar medidas redistributivas, fiscales, regulatorias, y judiciales,
contra un conservadurismo irrespetuoso de los derechos democráticos.
Contemporizar con la derecha “te aleja de las bases”, según el
ex-vicepresidente boliviano Álvaro García Linera. El retroceso recurrente a
trincheras para contener y no enfrentar el avance conservador, contraponiendo
un modelo diferente, destruye aún más el ya de por sí despedazado contrato
social de posguerra.
Este avance condiciona las
posibilidades de desarrollo nacional de cada uno de los países al contemporizar
con quienes creen ser los dueños de los recursos, del sector externo, los
grandes generadores de dólares necesarios para el desarrollo. La propiedad de
los recursos, el modelo de desarrollo, la distribución de los excedentes, son
centrales para poder lograr un acuerdo estructural de América Latina para
negociar con idea de bloque sus commodities.
A primera vista, la noción del título
del artículo de estar viviendo un neofeudalismo puede parecer extraña. ¿Qué
puede tener en común la sociedad tecnológicamente avanzada en la que vivimos
con una de las época más primitivas como el periodo feudal? En la Edad Media,
el feudalismo llenó el vacío provocado por la caída del Imperio romano y, hasta
cierto punto, ofreció a las masas algo de estabilidad y seguridad después del
caos provocado por las tribus bárbaras durante la llamada Edad Oscura. Sin
embargo, esta estabilidad vino con un precio extremadamente alto.
El sistema capitalista liberal está
pasando por momentos difíciles, o dando señales de agotamiento, esto nos llevaría
a pensar que estamos experimentando una vuelta al feudalismo. La enorme
concentración de riqueza y poder en muy pocas manos se puede interpretar como
una nueva versión de la clase noble de la época feudal. Se está construyendo un
orden económico y social más estratificado, con un aumento de las divisiones
entre clases o sustituyendo y eliminando clases. La concentración de poder en
manos de las grandes empresas multinacionales y de alta tecnología es similar
al poder que ejerció la clase nobiliaria durante la época feudal.
Hoy en día, la élite que impone sus
dogmas no recurre a la hoguera, sino a la cultura de la cancelación,
silenciando las voces discrepantes, imponiendo a los que se aceptan como
políticamente correcto a través de su enorme influencia social, aportes
empresarios de campaña, condiciones de organismos internacionales o de
embajadas locales, control de los medios de comunicación y, en caso de que todo
esto no alcance, se puede recurrir al poder judicial.
Mientras tanto, la supresión de políticas
alternativas lleva a que la clase obrera y sus derechos resulten
progresivamente erosionados en muchas zonas del mundo, con contratos temporales
y salarios bajos, que en Latinoamérica son un clásico. Sus hijos probablemente
representarán la primera generación en mucho tiempo que tendrá un futuro
económico y profesional inferior a la generación de sus padres. ¿Estamos
creando el equivalente a la clase de los siervos de la Edad Media?
El libro «La llegada del
neofeudalismo», de Joel Kotkin, describe cómo la creciente desigualdad
económica y la concentración del poder en manos de unas pocas élites están
dando lugar a una nueva forma de feudalismo en el mundo actual. Argumento que
se basa en la concentración de la propiedad de la tierra, el control de la
tecnología y el conocimiento, la capacidad de controlar y acceder a los
recursos naturales y la energía. Este nuevo orden feudal está eliminando el
mercado gracias a los monopolios, impulsado la creciente influencia de las
grandes empresas tecnológicas, que acumulan riqueza y poder a expensas de la
clase media y los trabajadores. Este nuevo feudalismo está afectando a la
democracia, la educación, la cultura y la política.
La globalización y la competencia
entre las empresas han dado lugar a la consolidación de grandes conglomerados
en el sector tecnológico y energético, que controlan gran parte de los recursos
naturales y la energía del mundo. Estos conglomerados están llevando a cabo una
competencia global para controlar la producción y el suministro de energía y
obtener mayores beneficios, además de aumentar su poder económico. Las empresas
de tecnología, como Amazon y Google, también están compitiendo por el control
de los recursos naturales y la energía, mediante la adquisición de empresas de
energía renovable, la construcción de grandes centros de datos que requieren
enormes cantidades de energía para funcionar.
¿Cuál es el papel de los gobiernos en
el control de la tecnología, 5G el motor de la nueva revolución industrial, de
los recursos naturales y la energía? En algunos casos, los gobiernos pueden ser
controlados por las élites empresariales que controlan los recursos, lo que les
permite obtener concesiones y beneficios a expensas de los ciudadanos,
imponiendo los modelos de crecimiento a su favor. En otros casos, los gobiernos
pueden ser más responsables y trabajar para proteger los intereses de la
sociedad, sus necesidades y el medio ambiente.
El advenimiento de este nuevo
neofeudalismo tiene relevancia en una mirada crítica a las tendencias económicas
y políticas actuales, planteando preguntas importantes sobre el futuro del
capitalismo y la sociedad en general, que en Latinoamérica son medulares en la
discusión. El fin de la clase media, la creación de una nueva aristocracia, los
amos de la tecnología, los señores de la tierra y los patrones de los recursos
naturales.
El fin de la clase media muestra su
declive en los últimos años. El argumento es que está en peligro debido a las
fuerzas económicas y sociales que impulsan la desigualdad, pero por sobre todo,
por su importancia en el desarrollo y la estabilidad de las sociedades
modernas. La clase media, según el autor mencionado, ha sido históricamente el
motor del crecimiento económico, el progreso tecnológico y la estabilidad
política, además de ser un baluarte contra la desigualdad extrema y el
autoritarismo. Sin embargo, Joel Kotkin sostiene que está siendo amenazada por
fuerzas económicas y sociales que han surgido en las últimas décadas. En
particular, el autor destaca la globalización, la tecnología, la
financiarización y el cambio demográfico como factores que están impulsando la
desigualdad y erosionando la base de la clase media.
El argumento central es que la
globalización ha llevado a la competencia mundial y la deslocalización de la
producción, lo que produjo pérdida de empleos, caída de los salarios para los
trabajadores de la clase media. Además, la tecnología y la automatización están
reduciendo la demanda de mano de obra y están eliminando empleos de la clase
media, como los de la industria manufacturera y los servicios profesionales.
El autor también señala que la
financiarización de la economía ha llevado a una mayor concentración de la
riqueza y el poder en manos de las élites financieras, en detrimento de la
clase media. La creciente deuda, el acceso limitado a la propiedad de la
vivienda y los costos crecientes de la educación superior son algunas de las
consecuencias de la financiarización que afectan a la clase media.
La nueva aristocracia, por su parte,
se describe como una nueva clase emergente en el mundo actual, basada en el
control de la tecnología y del conocimiento, la propiedad de la tierra y el
acceso a los recursos naturales y la energía. El autor argumenta que esta
aristocracia está adquiriendo cada vez más poder y control en la sociedad, y
que esto está llevando a una mayor concentración de riqueza y poder.
En la creación del nuevo feudalismo,
los señores de la tecnología son las grandes empresas tecnológicas. Estas
acumulan riqueza y poder a expensas de la clase media y los trabajadores, y
controlan cada vez más la economía y la sociedad en general, y crean una nueva
clase de trabajadores precarios. Gran parte de la nueva revolución industrial
esta enquistada en esta disputa entre potencias por la apropiación y la
participación de estos desarrollos. Latinoamérica mira tímidamente cual podría
ser su rol e inserción en esta pelea. El internet de las cosas es central para
el desarrollo industrial, quien preste ese servicio estará en la delantera.
China con Huawei es quien domina el sector, EE.UU. el centinela de la
imposibilidad de negociar por ella sin autonomía.
Los señores de la tierra y los
propietarios de los recursos son un pilar fundamental del nuevo feudalismo. La
concentración de la propiedad de la tierra en manos de unas pocas élites está
llevando a una mayor polarización social y económica, afectando la capacidad de
la sociedad para proveer una vivienda accesible y asequible para todos. El
control de los recursos naturales y la energía es otra columna vertebral, tanto
empresas de energía y tecnología compiten por el control de estos recursos, la
falta de una política energética y tecnológica adecuada está llevando a una
mayor inseguridad y vulnerabilidad en la sociedad, pero, por sobre todo, a un
modelo productivo dependiente y absurdo.
En este juego no hay lugar para
términos medios, el destino de los bloques que se formen y de los países de
cada bloque serán central. Para Latinoamérica, mostrar varias personalidad o
discursos ambivalentes no tiene lugar. Se está sentenciando el futuro y no hay
universos paralelos donde las decisiones de uno pueden ser opuestas en el otro.
Si no profundizamos las políticas que nos permitan autonomía y grados de
libertad para agruparnos en bloques y decidir nuestro futuro, solo seremos lo
mismo que durante el siglo 19, el granero del mundo, las reservas de energía o
el supermercado de minerales.
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Entrevista a Alejandro Marcó del Pont
en La Correntada FM 92.7 Sobre los recursos naturales, Litio, Energía, EE.UU y
China
https://www.facebook.com/lacorrentadaFmcomunitaria/videos/753222053259438
*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista, columnista radial, analista.
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