Revista Disparan desde el Campanario Año IV Nro. 54 La dictadura que llevamos dentro… por Astor Vitali
Fuente: FM De la Calle
Link de Origen: AQUÍ
Hay dos números para pensar hoy: 47 y
40. Aniversario del comienzo de la dictadura que inicia Videla y el tiempo que
llevamos sin una bota sobre las urnas. El terror instaurado contra las
libertades que progresivamente conquistó la sociedad argentina. El proyecto de
política económica y de modelo cultural impuesto entonces y una democracia que,
estructuralmente, no ha logrado niveles de participación social capaces de
quebrar el neoliberalismo.
La memoria tiene rostro pero también
espejo. Cuando se mira reflejada, el efecto que produce no es el de llevarnos
atrás en el tiempo sino el de contrastar cuánto de ese pasado pervive.
¿Cuánto de Martínez de Hoz tienen la
política económica argentina, en un sentido estructural, desde el comienzo de
la democracia hasta hoy? ¿O no estamos pidiendo permiso al Fondo Monetario
Internacional, construyendo una política económica tutelada y posponiendo una
mirada soberana? ¿O no te despertás a diario con alguien en la radio que habla
del dólar blue, bolsa, contado con liqui y otras construcciones mitológicas de
la economía capitalista contemporánea.
La democracia argentina ha logrado
cosas que ninguna otra ha logrado en materia de memoria histórica y derechos
humanos. Sin duda alguna. También nuestra sociedad fue avanzando en algunos
derechos individuales que permiten que ciertas decisiones de vida de las
personas no sufran persecución directa. Por caso, pensemos en el divorcio
vincular, los derechos incorporados en la reforma constitucional de 1994 y los
avances en materia legislativa de los últimos años como matrimonio igualitario
o el derecho al aborto.
Sin embargo, todos los logros civiles
que obtuvo nuestra sociedad se hicieron sin modificar una estructura económica
y política construida en el contexto del Plan Cóndor.
Podríamos sintetizar estas
estructuras políticas y económicas bajo un solo nombre: proyecto neoliberal.
Argentina, con sus más o sus menos, no sacó los pies del plato neoliberal
durante estos años de democracia. Tal como sostiene Jorge Alemán –que defiende
los proyectos “nacionales y populares” ningún gobierno del llamado progresismo
fue post-neoliberal. En todo caso y en el mejor de ellos esos gobiernos
promovieron políticas de acceso al consumo sin modificar la estructura
económica ni los supuestos ideológicos que sustentan a este modo de vida.
Nuevamente ¿cuánto de Martínez de Hoz
pervive?
En una entrevista de 1997, el
filósofo argentino León Rozitchner explicó su punto de vista respecto de los efectos
del terror en la sociedad argentina.
“El miedo es un aspecto superficial
del terror que produce angustia de muerte. Yo creo que en la Argentina todos
estamos signados por el terror militar que todavía se produce. El terror aterra
hasta tal punto que la gente ni siquiera puede pensar que está aterrorizada y
que todavía está viviendo el temible efecto de que si supera ciertos límites la
amenaza de muerte vuelve a caer sobre uno. En ese sentido el terror es
inconsciente y parece que el sujeto aterrado no sintiera nada.
Justamente el terror hace que uno no
pueda llegar a sentir lo que la realidad te significa o lo que te produce la
situación que estás viviendo porque si llegara a profundizar hasta ese lugar
donde el sentido de lo que está pasando tendría que aparecer está allí
justamente tocando el mismo lugar que el terror de alguna manera trató de
cerrar de impedir que ese sujeto pueda poner en juego lo que en él es más
sensible”.
¿Pero qué pasa cuando el terror
militar acaba? ¿Qué nos queda de aquello? ¿No es el terror, la violencia física
de afuera para adentro de nuestros cuerpos, una forma de instaurar el terror en
nuestro pensamiento?
El ejercicio de la violencia
terrorista no es concebido para durar por siempre sino que implica dejar claro
en la consciencia del sujeto –una vez aterrorizado- que si hace algo que no le
es permitido, que está por fuera del consenso neoliberal, en este caso, la
amenaza del terror está latente dentro mismo del sujeto.
Hasta acá el límite de tu libertad:
esta prisión de la subjetividad es lo que forja el hierro candente del terror
sobre las conciencias torturadas.
“Pienso que la sociedad argentina
toda está atravesada por el terror. Fijate vos que el terror no desaparece
porque desaparecen los militares. Vos decías recién: después vino la
hiperinflación. La hiperinflación es la prolongación económica del terror
militar por otros medios.
Ha pasado que también la población
argentina estuvo comprometida con el terror porque cuando, en complicidad con
las fuerzas militares, emprende la guerra de Malvinas y manda a morir a sus
propios hijos, allí toda la población argentina de alguna manera hizo un pacto
con el diablo. Porque en ese sentido a partir de allí ellos también son
cómplices de otras muertes, estas muertes que ellos mismos de alguna manera
motivado. Y por eso alegremente vuelve a aparecer como si no hubieran hecho
nada. Por eso el 35 por ciento de los que ha venido de la guerra se ha
suicidado. Los vimos pidiendo, en las calles, los colectivos… La gente se daba
media vuelta como si no hubiera tenido nada que ver con ese fenómeno.
Esta idea del terror y de que
permanece, subyace en la gente: aparece en la economía”.
Traemos hoy a este filósofo para
pensar esto que proponemos como la centralidad del problema: ¿cuánto de esa dictadura
que nuestra sociedad vivió por fuera realmente la llevamos dentro? ¿Cuánto de
nuestra economía es continuidad?
“Primeramente con la hiperinflación
que tuvo su estrategia… Recordarán que el ex Ministro Cavallo, funcionario de
economía en la época militar, por lo tanto, cómplice de los asesinatos, es el
que iba viajando al FMI para decir que no dieran los préstamos al gobierno de
Alfonsín.
Y cuando aparece la estabilidad, no
es solo para lo económico: tiene un sentido metafísico. En realidad la estabilidad
va más allá de lo económico porque hace como si la gente sintiera que queda
contenido en un sitio. que el movimiento que lo succionaba hacia el vacío, de
pronto se detiene. Pero ese movimiento no es simplemente la pérdida del
trabajo, era algo más profundo que la hiperinflación suscitó, sin tener nadie
que lo pudiera contener.
En ese sentido es cuando aparece la
estrategia de un peso un dólar. Y estamos peor que aquellos países que han
rechazado acuerdos con el fondo y que sin embargo, aun habiendo tenido sus
dificultades, nunca han llegado al extremo límite de haber vendido la propiedad
nacional, de haber entregado la riqueza del país, haber pauperizado a la
mayoría, como ha pasado con el gobierno de Menem.
Menem para mí no es más que el
resultado, el desarrollo final, la figura más insigne de la entrega del país
por otro medios que no son los medios solamente militares –que sí hicieron
posible su emergencia- pero es por le medio de la entrega económica y al mismo
tiempo de la entrega política”.
¿No son los economistas neoliberales
una versión remozada, formalmente democrática de la política económica que
aplicó el terrorismo de estado? ¿No están en la tele en horario central? ¿No
son los subproductos como Miley un fenómeno de naturalización de un discurso
sobre el que también se debería aplicar un Nunca Más? ¿No hay Nunca Más para la
economía y el proyecto económico neoliberal?
Se me dirá que hubo un momento de la
historia reciente en que la democracia tuvo gestos de valentía sobre el terror
y yo estaré de acuerdo: Néstor Kirchner descolgando los cuadros en la ESMA
entusiasmó a quienes no se dieron por vencidos. Fue un hecho simbólico (y la
política está constituida, entre otras cosas, de hechos simbólicos) realmente
significativo.
Pero el devenir de la política mostró
que, con gobiernos más o menos distributivos, más sensibles al padecimiento
estructural de nuestro pueblo y o directamente violentos contra nuestro pueblo,
la relación de Argentina respecto del modelo financiero internacional sigue
siendo de subordinación, tal como fue instalado en aquella etapa histórica que
hoy nos ocupa.
No creemos que sea solo un asunto de
los gobiernos ni de los partidos (que tienen la mayor responsabilidad). Se
trata de un problema en la propia subjetividad de nuestra población. Porque en
la calle (salvo en las organizaciones minoritarias que nunca cesan la lucha) se
habla de lo que sea habla: como zafar, comprar cosas en cuotas o festejar un
mundial. Los sueños que se escuchan son individuales, de imaginación pequeña,
de vidas acotadas a los límites impuestos por el liberalismo.
El éxito del terrorismo está en la
conquista de los límites en que nos permitimos pensar, en lo flaco de nuestros
sueños. La imposibilidad de construir afuera de uno mismo un mundo justo, igualitario,
soberano, solidario no está garantizado hoy por una bota que aplaste sino por
la confección de una cultura neoliberal de la cual no salimos; está adentro
nuestro.
El éxito del programa político
instaurado a través del terrorismo de estado reside en que ha logrado que no
nos permitamos pensar, accionar, crear, amar por fuera de los límites de los
postulados del individualismo neoliberal.
Es la dictadura que llevamos dentro.
*Por Astor Vitali, Músico, Escritor, Periodista, Locutor, integrante y Conductor radial dentro del colectivo comunicacional FM De la Calle de Bahía Blanca, autor del libro El Consorcio
No me siento de ninguna manera preso del terror dictdadtorial no obstante qwue fui uno de sus desaparecidos y torturados. No hubo una continuidad con los designios neoliberales,en el 2001 el Pueblo en la calle lo enfrentó y parió un nuevo tiempo. Durante doce años se remó hasta donde la correlación de fuerzas ( se llama votos cuando no surge de la boca del fusil en una revolución cruenta) lo permitió con sus idas y vueltas , con sus grises y sus soles iluminados,.Después volvieron los votos (en contra) y volvió el fmi y el endeudamiento feroz en contra del Pueblo y a favor de "ellos" - los de adentro y los afuera- que se convirtieron nuevamente en nuestros acreedores.La velocidad de los procesos constructivos es inversamente proporcional a los procesos destructivos. Ahora nuevamente pondremos a prueb a aquella relación de fuerzas, veremos cómo nos vá.
ResponderEliminar