Revista Nos Disparan desde el Campanario Año IV Nro. 53 ECONOMÍA INTERNACIONAL Brasil, el no alineamiento activo… por Alejandro Marcó del Pont
Fuente: El Tábano Economista
https://eltabanoeconomista.wordpress.com/
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El éxito de cualquier relación radica
en que tan alineados están los gustos e intereses de las partes
(Gonzales Moor)
Lula dijo «no» a la petición del
canciller alemán Scholz de suministrar municiones para ser utilizada en los
tanques Leopard entregados a Ucrania, «cuando uno no quiere, dos no pelean» El
mismo Lula votó a favor de la Resolución nº ES-11/L.7 de la ONU exigiendo la retirada «total,
inmediata e incondicional» de los territorios ucranianos tomados por las tropas
rusas seis días después de visitar Washington, a contramano de sus socios del
BRICS, China, India y Sudáfrica que se abstuvieron en la votación de esta misma
Resolución.
Las declaraciones de Lula
repercutieron de forma negativa en Ucrania y en parte del Norte Global
cuando se preparaba para partir a Asia. Con anticipación a su visita a China,
Lula ya había sugerido que Ucrania cediera Crimea para poner fin a la guerra. Una
vez en China, el discurso de Lula incitó una respuesta aún más
contundente de los norteamericanos, que argumentaron que el presidente brasileño ha adoptado
una clara oposición a Washington, entre otras declaraciones, por criticar
el uso preponderante del dólar en el comercio global y acusar
al Fondo Monetario Internacional de «asfixiar» economías como la
argentina.
Esta es una buena introducción, pero
el problema que subyace es si Brasil puede jugar con dos mazos de cartas
diferentes en esta época tan convulsionada. Qué tanta paciencia podrá tener un EE.UU.
en retroceso, los propios BRICS y el establishment de Brasil. Qué hay detrás de
sus declaraciones, si existe una razón pragmática de intereses más profunda,
con la que el Estado brasileño se ha ido posicionando en el conflicto y en su
relación económica con los BRICS. ¿Esto explicaría la constante dosificación de
las críticas a Putin y la limitación de las condenas a Rusia así como la
ambivalencia en su posición y en sus declaraciones?
Entre 2000 y 2020, el comercio entre
China y América Latina aumentó de US$ 12 mil millones a US$ 315 mil
millones, es decir, se multiplicó por 26. Solo en Brasil, China pasó de
una participación de casi el 2% de las exportaciones brasileñas en
2000 al 32,4% en 2020.
En el 2000, China no estaba ni entre los cinco principales socios
comerciales de Brasil. En 2022, el país asiático encabeza este rubro con una
participación de más del doble de Estados Unidos, segundo socio comercial del país.
Tanto Bolsonaro en su momento, como
Lula en la actualidad, poseen entre sus bases parlamentarias importantes
segmentos de interés vinculados a los agronegocios, que corresponden nada menos
que a cerca del 26% del PIB y al 48% del total de las exportaciones
brasileñas, unos 160 mil millones de dólares/año. La productividad de estos
agronegocios está condicionada a la aplicación
masiva de fertilizantes, especialmente nitratos, fosfatos, sulfatos. Brasil es el mayor
importador de fertilizantes del mundo, y Rusia es actualmente el país de origen
de la mayoría de las importaciones, satisfaciendo el 22% de la demanda, según datos de 2022. Cuando las
tensiones internacionales estaban a punto de estallar, con la visible
concentración de tropas rusas en las fronteras con Ucrania, Bolsonaro no tuvo
reparos en destacar el «matrimonio perfecto» con Rusia, lo que demuestra su
importancia.
A poco más de 100 días de mandato
presidencial, Lula ya realizó visitas de alto perfil a Argentina, Uruguay,
Estados Unidos y China, y pronto se dirigirá a Europa y África. Esta idea
del “no alineamiento activo”, que describe un mundo cada vez más multipolar,
donde Brasil (y otros países latinoamericanos) deben priorizar sus propios
intereses, mantener una posición de neutralidad en grandes contiendas
geopolíticas como la competencia estratégica EE.UU.-China. Esta idea debería
orillar a Brasil a compartimentar su relación con socios en función de
afinidades específicas, de acuerdo a las estadísticas que expusimos
anteriormente. En teoría, esto debería permitir que su política exterior
se comprometa con una gama más amplia de actores, si es que esto se puede.
Es cierto también, que EE.UU. no
puede ignorar la nueva “marea rosa” en América Latina. A pesar de la
ambivalencia, su posicionamiento confirmaría la tendencia regional de cambios
geopolíticos que se alejan de la hegemonía de Estados
Unidos. En este
proceso, que inicia posiblemente con la elección de Andrés Manuel
López Obrador en México en 2018, gana fuerza con Alberto Fernández en Argentina
en 2019 y se consolida con la elección de Gustavo Boric en Chile en 2021,
Xiomara Castro en Honduras, Lula en Brasil y Gustavo Petro en Colombia en 2022.
El viaje del Secretario de Estado de
los Estados Unidos, Antony Blinken, a América del Sur en octubre del 2022 fue
el principio de un ejercicio de control de daños y acoso, que tuvo un
éxito parcial para Washington con visitas a Colombia, Chile y Perú, donde los
intereses comerciales estadounidenses están perdiendo frente a la competencia
china y aceleró la ofensiva contra Argentina, muestras que no pasan
desapercibidas para Brasil, con intenciones de destitución constante.
Brasil tiene que acompañar a gran
parte del Sur Global –que sobrevive a las desigualdades producidas por el
colonialismo pasado y presente– que se mostró reticente en abrazar a sus
verdugos occidentales como los defensores de la causa justa, o las amenazas al
“estilo de vida” americano y europeo basado en “reglas, valores, igualdad y
equidad”. Visto desde Occidente, Estados Unidos intenta parecer un socio
confiable y valioso, con valores compartidos como la democracia y los derechos
humanos, el cambio climático y la cooperación en seguridad. Por el
contrario, la relación con China se centra en el comercio, la complementariedad
de inversiones y la concertación diplomática para resaltar la importancia del
Sur Global en el sistema internacional.
La ambigüedad en el discurso
contrasta con algunos hechos. Lula se reunió con el presidente Joe Biden antes
de reunirse con el presidente Xi, el séquito relativamente pequeño que siguió
al viaje de un día del presidente brasileño a Washington contrastó fuertemente
con su visita a China. El presidente Lula estuvo acompañado en Beijing y
Shanghai por una nutrida comitiva de líderes empresariales, varios gobernadores
estatales y más de 40 congresistas, incluido el presidente del Senado,
Rodrigo Pacheco.
En su encuentro con el presidente
chino, Lula firmó 15 memorandos de
entendimiento y 20 acuerdos en una amplia gama de temas como: agronegocios, alianza
contra el hambre y la pobreza, cooperación en temas sociales, innovación
industrial y tecnológica, inversiones en distribución de energía, cambio
climático, e incluso la cooperación espacial. Sin duda, algunas de estas
áreas causan gran incomodidad en Washington, de las que sobresalen
principalmente dos.
La primera, durante la toma de
posesión de la expresidenta Dilma Rousseff como titular del Nuevo Banco de
Desarrollo de los BRICS, Lula opinó sobre el papel del dólar estadounidense
como moneda de reserva mundial. Instó a un desafío frontal al dominio del
dólar estadounidense. En este sentido, el acuerdo de
intercambio de moneda real-yuan, firmado recientemente, está configurado para optimizar
y reducir los costos del comercio bilateral y le permitirá evitar el dólar
estadounidense por completo. El acuerdo de intercambio de divisas de Brasil con
China no significa necesariamente aceptar las políticas comerciales de Beijing,
ya que se han establecido cámaras de compensación de divisas similares en otros 27 países, incluidos
Australia, Canadá, Alemania y Estados Unidos, pero es un disimulado ataque al
dólar.
La otra parada, muy seguida por los
analistas de Washington, fue la visita del presidente Lula al centro de
innovación del gigante tecnológico chino Huawei en Shanghái, considerado por los estadounidenses
un riesgo para la seguridad y un brazo del gobierno chino. Lula fue recibido con gran
pompa, buscando inversiones en la infraestructura de telecomunicaciones 5G y 6G
de Brasil, así como cooperación en el desarrollo de inteligencia
artificial. Esto es comprensible ya que Huawei ha estado en
Brasil por más de 25 años, y desarrolló una parte importante de la
infraestructura de telecomunicaciones en todo el país. Sin embargo, la
visita podría generar señales de alerta en el Congreso de los EE.UU., lo que
podría hacer que las nuevas concesiones de inversión a Brasil sean más
difíciles.
En el frente tecnológico, Brasil y
China también acordaron establecer un grupo de trabajo que prepara el escenario para
una mayor inversión del gigante oriental en la industria brasileña de
semiconductores. Se espera que China invierta en el centro estatal brasileño
de investigación y desarrollo (I+D) de semiconductores, Ceitec (Centro de
Excelência em Eletrônica Avançada). El desarrollo de la industria de
semiconductores de Brasil es vital para que el país revierta su rápido
proceso de desindustrialización. No obstante, estas inversiones
pueden poner a Brasil en medio de la llamada guerra de chips entre Estados Unidos y China,
especialmente si ayuda a este último a eludir las restricciones impuesta por Estados Unidos en
octubre de 2022 a las exportaciones de semiconductores a China.
En contraposición, si bien China ha
aumentado su nivel de inversión extranjera directa (IED) en Brasil que recibe
la mayor cantidad de inversión en Latinoamérica, Estados Unidos sigue siendo el
principal proveedor, invirtiendo casi U$S 200 mil millones en 2022,
cuatro veces más que China. Según el informe más reciente del Banco Central de
Brasil, EE.UU. fue la mayor fuente de inversión extranjera directa por
beneficiario final, en 2021, todos los unicornios o startups brasileñas,
valoradas en más de cinco mil millones de reales, recibieron inversiones de
EE.UU. El 80% de los principales productos (importación y exportación) de
los importantes sectores de comercio experimentaron un aumento en 2022, una señal
de crecimiento maduro y un potencial impresionante en la relación
comercial.
¿Cuáles serían los puntos de tensión
bilateral en términos de geoeconomía que las políticas externas de Brasil
deberían superar o consolidar? Según el artículo “Una agenda estratégica para el futuro
del desarrollo sostenible en Brasil”, el primero es el cambio del centro de gravedad económico
de Occidente a Asia y la creciente relevancia de China para Brasil, para
América del Sur y para el Sur Global. Si, por un lado, el auge de los
flujos bilaterales Brasil-China trajo una balanza comercial favorable para el
primero, por otro lado, también generó una estructura comercial
asimétrica. Las exportaciones de Brasil a China se concentran en materias
primas minerales y agrícolas, principalmente soja y mineral de
hierro. Mientras tanto, Brasil importa principalmente bienes
manufacturados de alto valor agregado de China.
La segunda transformación es la
revolución digital-tecnológica y la inauguración de un paradigma productivo más
competitivo, sustentable e innovador que Estados Unidos está mirando con
horror, sobre todo con los acuerdos firmados con China en la Declaración
Conjunta entre la República Federativa de Brasil y la
República Popular China sobre la Profundización de la Asociación Estratégica
Global, Beijing, 14 de abril de 2023. Los cambios estructurales en las cadenas globales de valor
determinarán la competitividad y el acceso a los mercados de los países, así
como el futuro del trabajo. «China puede ser un socio en la transición de
Brasil a la industria 4.0 y la agricultura digital, asegurando que ambos
procesos ocurran de manera oportuna, competitiva y sostenible”.
La tercera transformación es la
transición energética global y el impacto de la descarbonización de China en
los mercados energéticos globales. La nación oriental se encuentra entre
los mayores importadores de crudo del mundo, mientras que Brasil se encuentra
entre los principales proveedores de crudo a China, y depende en gran medida de
este último para sus exportaciones.
Por su parte, China no ha respaldado
explícitamente la lucha histórica de Brasil para convertirse en miembro
permanente del Consejo de Seguridad de la ONU (desde sus días posteriores a la
Segunda Guerra Mundial, donde emergió del lado de los vencedores). Brasil, por
el suyo, a diferencia de otros países de América Latina, duda en unirse a
iniciativas lideradas por China, como la Iniciativa de la Franja y la Ruta de
la Seda. Es probable que unirse a la iniciativa presente costos políticos
importantes para la relación de Brasil con los Estados Unidos, que no se
compensan con el aumento potencial de las inversiones porque, como dijimos,
Brasil es el mayor receptor del sur.
Por último, y quizás uno de los
mayores beneficios o retos, es que los BRICS superan al G7 en crecimiento
económico. Bloomberg estima que las naciones BRICS contribuirán con el
32,1% del crecimiento global, en comparación con el 29,9% del G7, según las
cifras más recientes del FMI. Se espera que el 75% del crecimiento global se
concentre en 20 países y más de la mitad en los cuatro principales: China,
India, Estados Unidos e Indonesia. ¿Brasil puede ser socio preferencial de un
lado y otro de los mayores países por crecer?
El ministro de Relaciones Exteriores
de Rusia, Sergei Lavrov, dijo que «más de una docena» de países han mostrado
interés en unirse a BRICS este año, incluidos Argelia, Argentina, Baréin,
Bangladesh, Indonesia, Irán, Egipto, México, Nigeria, Pakistán, Sudán, Siria,
Turquía , Emiratos Árabes Unidos y Venezuela. Otros países, como Arabia
Saudita, Egipto y Bangladesh, han adquirido acciones en el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS, de los cuales
Brasil no sólo forma parte, sino tiene a su presidenta.
El dólar estadounidense se ha vuelto
menos confiable para las economías dolarizadas,
(con excepción de la estupidez Argentina de dolarizar la economía a contramano
de la historia), debido al aumento de las tasas de interés reguladas por la
Reserva Federal de los EE.UU. y a utilizar al SWIFT como armamento para
sanciones financieras.
Jugar con dos mazos de cartas es una
prueba de fuego para ver cómo intentaría Lula equilibrar los intereses de
Brasil en un mundo cada vez más marcado por las tensiones
geopolíticas. ¿Podrá el presidente revivir su política externa
activa y alternativa en un mundo más complejo que hace dos
décadas? El mundo en 2023, ciertamente, parece ser mucho menos indulgente
con las potencias intermedias que asumen grandes riesgos geopolíticos.
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*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista, columnista radial, analista.
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