Revista Nos Disparan desde el Campanario Año III Nro. 52 SOBRE EL AZUL DEL MAR, EL CAMINAR DEL SOL… por Favio Camargo

 






Como sucede con los libros sobre una supuesta fuga y nueva vida de Hitler en la Argentina post Segunda Guerra Mundial, los cuales se ponen de moda todos los años al acercarse la temporada de verano o el veinte de abril – día en el cual el psicópata cumplía años -, en la actualidad se han puesto de moda algunos autores que plantean una revisión del pasado de los territorios que componen nuestro país cuando estaban bajo dominación de la corona española. Si bien parece cosa de un par de marginales que se rebelan ante tanta “dictadura progresista” algunos trabajos tienen algo para aportar, otros son simples mamarrachos que en una universidad seria no pasarían de un aplazo.


Quien escribe esta nota que usted está leyendo en este momento, durante la cursada de sus estudios primarios, cuestión que se desarrolló desde 1991 a 1997, vio cambiar de nombre al 12 de octubre tres veces: Día de la Raza primero, Día de la Hispanidad y creo que Día del encuentro entre los mundos fue el último antes del actual nombre.

Póngase en la época, el desgobierno de “alfonsín” había pegado su pico de inutilidad, atravesábamos la llamada “fiesta menemista” o como la llaman los opinólogos del troscaje mas ridículo, la década empanada frita. Los docentes tenían Fiat Sevel comprados en mil cuotas de ocho dólares (más o menos parecido al Dacia que me ofrecieron la semana pasada en la terminal de Bahía Blanca) y el beisbol era el deporte obligatorio en educación física. Los actos escolares por supuesto se correspondían con las visiones de la época. Yo siempre participaba en ellos, pero digamos que ya leía Historia por fuera de las fuentes “oficiales” destinadas al público infantil de la época, que eran las revistas “Anteojito” y “Billiken”. Esta costumbre de la lectura, que nace más o menos con cuatro años como un intento de domesticar a un niño hiperactivo, me lleva a mi primer bardo de tipo “histórico”, hecho que me corre de hacer algún personaje que hablara en los actos a hacer de extra, tipo árbol, conejo o farolero / vendedor de velas.

Los papeles se distribuían de esta forma: Los niños más “blancos” actuábamos de Colón, (aunque Colon no fue quien llegó a la costa de lo que hoy es nuestro país) o de soldados castellanos con armaduras de cartulina o galeras de cartón en el caso de los actos del 25 de mayo, ya con la colonia desarrollada. En el caso de que no hubiera niños o niñas cuyo tono de piel cuadrara para hacer de “indios” había que proceder a pintarles la cara del tono que la docente a cargo creyera correcto y se le añadían las plumas necesarias para acercarlo a esa imagen de indio de película del oeste que nada tenía que ver con la población indígena de nuestra zona ni tampoco de la zona donde Colón desembarcó por primera vez. Si bien durante muchos años se sostuvo la idea de que el primer contacto con los hombres de los que descendemos gran parte de los argentinos fue en 1492, al día de hoy ya es aceptada, en base a la evidencia arqueológica encontrada, la presencia de los navegantes nórdicos en la costa atlántica de la actual Canadá y está también bajo estudio desde hace unos cuantos años la posible presencia China en las costas del actual Ecuador, esto es rondando el año 1300.

Contrario a lo que se comentó, se creyó  y se enseñó durante mucho tiempo, no era la idea de una Tierra cuadrada o plana, o la creencia en la presencia de monstruos marinos lo que detenía al hombre encerrado en la mitad del mundo que conocía. Lo que realmente se temía era enfrentarse a la imposibilidad de volver al lugar desde donde se había partido rumbo a lo desconocido y también la desconfianza a que las embarcaciones resistieran el desgaste de un viaje ultramarino. La aparición de la brújula y demás instrumentos de navegación y también las mejoras realizadas en las embarcaciones que las hacían más resistentes animaron a los navegantes hispanos de la época a cruzar el mar con el objetivo de llegar a la China o a las islas donde se hallaban las especias sin pasar por el Mediterráneo dominado por los turcos ni bordear la costa africana que era dominio portugués.

La llegada a lo que hoy conocemos como el continente americano fue, según la versión más aceptada de la Historia una sorpresa tal que no había nada planificado. Por ello una vez que aceptaron que no se hallaban en Asia ni en ninguna de las mencionadas islas de especias se enfrentaron al desafío de sobrevivir del otro lado del mar en un territorio desconocido.

Se encontraron con pueblos tan diversos que dudaron si se trataba de seres humanos y para salir de la discusión se dirigieron al Papa, quien les recordó que el monopolio castellano otorgado por las Bulas Alejandrinas sobre el llamado “Nuevo Mundo” los comprometía a evangelizar a los pueblos que encontraran, prohibiéndoles  esclavizar a estos seres ya que no eran infieles que rechazaran a Cristo ni tampoco habían sido apresados en guerra justa. Los colonos hispanos, a diferencia de los británicos que serían agricultores, no tenían planeado convertirse en campesinos, querían ser señores de vasallos y para ello se inventaron mecanismos como la encomienda que comprometía a la población indígena al trabajo forzado en beneficio de los conquistadores.  Algo que toda persona que estudia el periodo se pregunta: ¿Cómo fue posible la conquista? ¿Cómo un pequeño grupo pudo imponerse a cientos de miles de habitantes originarios? Para ello hay varias explicaciones que van variando a lo largo del tiempo y que delatan muchas veces la ideología del investigador. Los hay muy reaccionarios que hablan sin vueltas de superioridad racial, un poco más racionales que hablan de superioridad tecnológica, demasiados religiosos que hablan de un milagro o hecho sobrenatural, entre otras formas de explicar lo sucedido. Si bien yo era uno de los que creía que la conquista se había basado en la superioridad tecnológica, el haber profundizado en la lectura del tema durante la cursada de varias materias de la carrera, entre ellas “Historia de América II” me llevó a cambiar la forma de ver lo sucedido. Fue más que nada una derrota cultural, los castellanos supieron ir aprovechando las rivalidades tanto internas como inter-étnicas entre los diversos pueblos para ir de a poco sometiéndolos a su dominio. Otro de los puntos que sorprendía era cómo era posible que los pueblos americanos más desarrollados como los Incas o los Mexicas habían sido mucho más fáciles de someter que los pueblos con niveles de desarrollo que apenas llegaban a la tecnología neolítica como los Mapuches. Esto se debía al hecho de que en los pueblos nómades la autoridad era totalmente dispersa, mientras los pueblos más desarrollados con un poder más centralizado como Incas y Mexicas, fueron fácilmente dominados cuando desplazaron los conquistadores a sus elites gobernantes cambiándolos por sus funcionarios. Heredaban así una estructura tributaria funcionando aunque luego la vaciaran ideológicamente y solo se ocuparan de recaudar los tributos.

¿Tanto quilombo por un niño que no quiso pintarse la cara con pomada de zapatos o tempera para actuar de vendedor de velas? Sí.

 


*Favio Camargo. Docente, estudiante del Profesorado de Historia en la Universidad Nacional del Sur

 


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