Revista Nos Disparan desde el Campanario Año III Nro 52 Hebe… por Carlos Baffoni

 

Hebe

 

Muy difícil para mí es aceptar la desaparición física de Hebe de Bonafini. Creo en no engañarme cuando pienso que hasta el final su posición fue radical (en su mejor acepción desde luego), cosa que incomodó a propios y enemigos. Por mi parte, su radicalidad era consecuente con la de miles y miles de compañeros de los 60 y los 70. Primero Isabel y luego Videla emprendieron una feroz persecución y matanza de jóvenes que sólo luchamos por una patria justa, libre y soberana. Una democracia radical, no meramente representativa. Tengo que decir que vi como asesinaban a compañeras cuyo mayor pecado fue intentar adquirir medicamentos para combatientes heridos, y otras experiencias que prefiero guardar por fidelidad a la memoria de muchos y muchas que se jugaban la vida día a día.

También, y quizá caiga mal, tengo que decir que no fuimos víctimas, sino luchadores. Llamarnos víctimas es bajarnos el precio. Ninguno de los compañeros que pasaban a la clandestinidad  - sabían cómo iban a terminar - se hubiera aceptado como víctima. Entiendo el inmenso dolor de perder un hijo. Mi madre posiblemente no hubiera sobrevivido. Entiendo la búsqueda de los llamados desaparecidos/as físicamente. Y sus hijos, y los hijos e hijas de sus hijo/as. -

Tampoco, creo, hubieran aceptado que se pidiera a los militares fratricidas y filicidas por su aparición con vida. Sí la de sus esposas e hijos.  Si no me equivoco, Hebe no pidió ninguna escupidera al Poder. Fue consecuente y fiel con la posición radical de los suyos y con miles - fueron mucho más de 30.000 - de asesinados por las dictadura. La radicalidad de nuestra posición quizá no puede ser dimensionada por quiénes no estuvieron allí. Más fácil es aflojar y adaptarse a la dominación oligárquica-imperialista, buscarse un lugarcito bajo el sol, porque después de todo hay que seguir viviendo, pero claro, una vida mochada. Nunca vi a Hebe buscar ninguna comodidad. Era desadaptada a todo. Como corresponde a una madre de revolucionarios. Creo, y muchos compañeros estarán de acuerdo, que el silencio, la memoria cotidiana, una vida sin claudicaciones, fieles hasta el final a una ética subversiva del orden imperial, estar del lado de los humildes, aunque nuestras vidas son un poco más cómodas que la de ellos, en términos económicos, ser un ejemplo como trabajadores, profesionales, etc., en nuestros lugares de trabajo, ser sensibles al dolor sobre todos de los oprimidos, es el mejor homenaje a los que perdimos. Y como decía Walter Benjamin, cuidar a nuestros muertos, porque si no hasta ellos corren peligro.-

HEBE DE BONAFINI, HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!!

 



 

 


*Carlos Baffoni. Psicoanalista


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