Revista Nos Disparan desde el Campanario Año III Nro. 51 LAS MENINAS de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez… por Guillermo F Sala
Fecha: 1656
Técnicas y materiales: Óleo sobre tela
Dimensiones: 320,5 × 281,5 cm
Ubicación: Museo del Prado, Madrid, España.
Período/estilo: Barroco
Las Meninas es un retrato grupal que
el artista sevillano Diego Velázquez realizó para el rey Felipe IV de
Habsburgo. Representa a la infanta Margarita, hija del rey, rodeada de los
cortesanos a su servicio.
Las Meninas fue realizada durante
1656 probablemente a pedido del propio Felipe IV. La obra se ubicó en las
habitaciones privados del rey, en el mismo Alcázar de Madrid, y permaneció en
el ámbito privado de la monarquía hasta el siglo XIX. En 1819, cuando se
inauguró el Museo del Prado, pasó a formar parte de su colección.
La pintura presenta a once personajes
y un perro, entre los que están incluidos el mismo Velázquez autorretratado en
el acto de pintar un gran lienzo y, reflejados en un espejo ubicado en la pared
del fondo y apenas mostrados, los reyes.
Las Meninas encierra, en su aparente
sencillez compositiva, sucesivas capas de significado que la transforman en una
obra maestra. Es un cuadro complejo que ha planteado numerosos interrogantes a
los investigadores.
Los personajes retratados serían además
del propio Velázquez y la infanta Margarita, las asistentes de la princesa
(conocidas como meninas), doña María Agustina Sarmiento y doña Isabel de
Velasco, los enanos Maria Bárbola y Nicolasito Pertusato, la dama de honor
Marcela de Ulloa, junto a un asistente de la infanta sin identificación. Al
fondo, tras la puerta, sosteniendo una cortina, asoma José Nieto, encargado del
dormitorio real. En el espejo se ven reflejados los rostros de Felipe IV y
Mariana de Austria, padres de la infanta y testigos de la escena.
La situación de la infanta Margarita
en el centro del primer plano del cuadro, donde se cruzan los ejes frontal y
transversal, evidencia que ella es el principal objeto de atención. Su
protagonismo reside, precisamente, en ser punto de atención de los demás; tanto
Velázquez como el rey la miran depositando en su frágil figura la esperanza de
la posible salvación del futuro de la dinastía.
La realización de este retrato
palaciego fue aprovechada por Velázquez para plantear su punto de vista sobre
el rol del artista y la función del arte mediante el original recurso de
incluirse a sí mismo de cuerpo íntegro en su rol de pintor.
Es un cuadro de gran naturalismo. El
artista intensificó la verosimilitud de la escena al representar a los
personajes de tamaño natural. De ese modo, la situación representada aparece
como una escena espontánea de la vida privada de la familia real a la que el
espectador puede asomarse como un participante más.
La cruz de la Orden de Santiago que
Diego Velázquez lleva sobre su ropa fue agregada algunos años más tarde ya que
el pintor recibió ese honor en 1658, dos años después de la realización de la
pintura.
La interpretación de la pintura es
ambigua y múltiple. El pintor ocultó al espectador el contenido de la obra que
está pintando, dejando abierto ese aspecto temático. Esa pintura podría ser
tanto un retrato de la infanta, que mira hacia el espectador, como un retrato
de los reyes también presentes a través del reflejo. Algunos investigadores
sostienen que el espejo de la pared del fondo reflejaría en realidad la
superficie de la pintura mientras que, para otros, refleja a Felipe IV y su
esposa. Velázquez logró ampliar el espacio de la representación mediante
recursos como la puerta abierta en el fondo, el espejo y el juego de miradas de
los distintos personajes. De ese modo, el espacio se prolonga hacia atrás y
hacia el frente de la obra.
Las Meninas fue reinterpretado,
citado y reproducido por numerosos artistas a lo largo de la historia, entre
ellos por Goya, Picasso y Monet.
El artista construyó un espacio extremadamente realista mediante la técnica de la perspectiva, además de las proporciones reales de los personajes. La naturalidad del espacio está reforzada por el planteo de la luz que proviene de fuentes reales, la más importante es la ventana que no se ve pero se sugiere, ubicada a la derecha del cuadro.
También el artista debe haber buscado
transmitir sensaciones visuales y táctiles con precisión mediante pinceladas
sueltas, amplias y enérgicas, definiendo las superficies a través de manchas de
color.
La técnica pictórica corresponde al
período de madurez de Velázquez. Se caracteriza por su soltura y por la
ligereza de la pintura con los pigmentos muy diluidos.
Desde el siglo XVII fue registrada en
los inventarios reales con el nombre de “Retrato de la Señora Emperatriz con
sus Damas y una Enana”, “El Cuadro de Familia” o “La Familia de Felipe IV”. El
nombre “Las Meninas” con el que se lo conoce en la actualidad hace referencia a
las damas de honor de la infanta y apareció registrado por primera vez en un
catálogo del Museo del Prado de 1843.
La obra se conservó en un excelente
estado durante trescientos años. En 1984 fue sometida a un proceso de
investigación y limpieza que permitió ampliar el conocimiento sobre el proceso
productivo de Velázquez.
Velázquez es considerado el pintor
más importante del barroco español, se convirtió en pintor de cámara en la
corte de Felipe IV, lo que le permitió estudiar a los grandes maestros del arte
español e internacional. Su ingente producción artística, entre la que destacan
obras tan emblemáticas como la que describimos, ha dejado una huella indeleble
en la historia universal de la pintura.
*Guillermo F. Sala. Arquitecto
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