Revista Nos Disparan desde el Campanario Año III Nro. 50 La Metamorfosis de Brasil … por Alejandro Marcó del Pont
Sitio: El Tábano Economista
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Quien nunca abandonó al pueblo,
el pueblo nunca lo abandona
(Lula da Silva)
El semanario británico The
Economist, resume a Brasil en tres portadas diferentes sobre variaciones del
Cristo Redentor. La primera, publicada en 2009, muestra la estatua del Cristo
transformada en un cohete, impulsándose hacia los cielos, bajo el título
“Brasil despega”, en la segunda, de 2013, la estatua del cohete está en picada,
fuera de control, y la revista se pregunta: ¿Brasil lo ha echado a perder? Por
último, en la tercera portada, que apareció en junio de 2021 y es la que
seleccionamos para el artículo, una estatua inmóvil, posiblemente en coma, con
una máscara conectada a un tanque de oxígeno, en referencia directa a la
desastrosa gestión del país de la pandemia de COVID-19, da un diagnóstico
inequívoco: “La década fatal de Brasil” como bien lo describe el artículo El regreso de Lula a un Brasil
de rodillas.
Lula consiguió el sueño del
progresismo y la derecha capitalista: austeridad, crecimiento económico,
aumento del gasto social, inversión pública, pago de las deudas del país con el
Fondo Monetario Internacional, las tasas de interés más alta del mundo, para
festejo del sistema financiero, acumulación de reservas internacionales. Con un
sistema neoextractivista, dado el boom de las materias primas, pudo repartir
una parte de los beneficios. La exploración de Petrobras permitió descubrir
enormes yacimientos de petróleo en aguas profundas, el sustento energético y el
futuro del financiamiento de Brasil, motivo del golpe de Estado posterior.
Mientras los beneficios se expandían,
se elevó la inversión social con un programa reconocido mundialmente, Programa Bolsa Familia. Transferencias monetarias
condicionadas a vacunación, escolarización, etc., cuyo objetivo fue apoyar a
familias en situación de pobreza o extrema pobreza, al igual que ampliar el
acceso a servicios de educación y salud, que sacó a 40 millones de brasileños
de la pobreza extrema.
El aumento del salario mínimo por
parte del gobierno convirtió a decenas de millones más en consumidores de clase
media-baja, impulsando el mercado interno y, como consecuencia, se atrajeron
las inversiones internacionales, el “Brasil que despega” de la primera de las
portadas de The Economist. Una política exterior seductora, quizás lo más
novedoso con una estrategia de autonomía a través de la diversificación,
más el ingreso a los BRIC.
No se promovió ninguna reforma real
de las estructuras de poder del país. El sistema fiscal continuó siendo
regresivo, generoso con los multimillonarios y las empresas, egoísta con la
clase media y los más pobres, que pagan elevados impuestos directos e
indirectos. La reforma política quedó en el cajón del olvido, con su lamentable
consecuencia, el golpe de Estado. No se tomó ninguna medida para reducir la
influencia de los grandes grupos de medios privados –encabezados por la cadena
de televisión Red Globo– que tienen prácticamente el monopolio de la audiencia.
Vale la pena destacar, porque es
realmente desconocido para el mundo, las cuotas raciales: el cambio en el
perfil y la utilización de la nota para el ingreso a las universidades
federales a través la creación del ProUni
(Programa Universidad para Todos), el acceso de jóvenes negros a la
educación superior, brindando a personas con ese perfil la oportunidad de
ingresar a universidades públicas y privadas. Esta idea, casi inimaginable para
los negros en pleno siglo XXI, marca la sociedad de Brasil, solo el 5,5% de los
jóvenes de este grupo racial, con edades entre 18 y 24 años, estaban en la
universidad en 2005.
Como señaló Barack Obama, en 2009,
Lula era el político más popular del mundo. En 2010, con un índice de
popularidad superior a 80% y un aumento del PBI de 7,5%, el ex-obrero
metalúrgico consiguió elegir a dedo a su sucesora, la economista Dilma
Rousseff. Con el fin de la ola de las materias primas comenzó la debacle,
impulsando políticas económicas neoliberales. Fin del consumo popular, la
inversión pública, desaceleración económica, manifestaciones, exigencia de un
Estado más eficiente, capaz de ofrecer a sus ciudadanos educación, sanidad y
transporte de calidad. “Queremos servicios a la altura de la FIFA”. Todos
sabemos cómo terminó.
Lo que uno podía criticar de los
claroscuros de Lula, que permitieron que una clase política degradada, sin
reforma, en complicidad con los medios y la justicia, pudiera dar un golpe de
Estado, palidece ante la procesión de gorilas invisible como en el experimento
psicológico que nadie ve ni detecta sus barbaridades, con anuencia de una
derecha que prefiera cualquier cosa menos al PT.
Gracias a los gobiernos del
expresidente Michel Temer y del presidente Jair Bolsonaro, Brasil es el segundo
peor país del mundo para jubilados, según la empresa norteamericana Natixis Investment Managers. Michel Temer, padre de la Reforma
Laboral de 2017, que acabó con más de 100 artículos de la Consolidación de las
Leyes Laborales, fue “mejorada” por el presidente Jair Bolsonaro, quien envió
la propuesta de reforma de las Pensiones en 2019. Los únicos sectores que
se beneficiaron de las dos reformas fueron el empresarial, el militar y el
financiero.
Los desastres económicos y la
mutación de Bolsonaro, de militarista a centrista, resulta llamativo así cómo
fue mutando Brasil, de manera constante y persistente, tanto la ideas de una
tercera vía electoral como la eliminación de videos y mentiras subidos a redes
sociales que permitieron ganar a Bolsonaro y que, ahora, se precipitan en una
elección perdida.
Primero, la idea de los “ni”,
descontento con el expresidente Lula, debido principalmente a los escándalos de
corrupción que llevaron a su arresto. Y en el caso de Bolsonaro, la principal
crítica se refiere al enfrentamiento a la pandemia de COVID-19. Brasil es
el segundo con mayor número de muertes causadas por la enfermedad en el mundo,
con más de 670 mil. La idea de una tercera vía no cuajó nunca ni apareció esa
alternativa.
Según el artículo El “mito” Bolsonaro, el regreso de
Lula y las guerras virtuales en Brasil, el relevamiento de Novelo Data, desde enero de 2022 ya son
más de 10.000 los videos subidos y luego eliminados por temor a represalias
judiciales o económicas. Entre enero de 2019 y agosto de 2021, once canales de
YouTube pro-Bolsonaro, que difundían informaciones falsas sobre urnas
electrónicas, recaudaron más de 10 millones de reales, según Folha de Sao
Paulo; hoy existe una carrera de bolsonaristas para ocultar
videos en YouTube.
Pero la decisión de Lula de designar
al conservador Geraldo Alckmin como candidato a vicepresidente
constituye, según Breno Altman, una estrategia que apunta a
reemplazar el debate izquierda/derecha por la discusión democracia/neofascismo,
mismo debate que se da en Europa y, que, seguramente se dará en Argentina,
donde la duda se encuentra del lado de la democracia. Aunque electoralmente
conveniente, la incertidumbre sobre la posibilidad de lograr revertir las
políticas neoliberales quizás sea el mayor interrogante.
Una de las dificultades para
caracterizar el gobierno del presidente Jair Bolsonaro radica en que no existe
un proyecto político claro que guíe las acciones, todo sucede sobre la base de
la improvisación, dada la necesidad de mantener el poder. En principio, se
apoyó esencialmente en las Fuerzas Armadas, y conformó un gobierno con un gran
número de militares, incluso mayor que el de los presidentes generales de la
historia. Este modelo esquizofrénico no duró mucho. La pandemia se encargó
de derrotar la hegemonía militar en el gobierno.
El impacto de la pandemia en la
economía, por la necesidad del distanciamiento social y la reducción de la
actividad económica, también llevó al fracaso del poderoso ministro de
Economía, Paulo Guedes, cuyo proyecto neoliberal se fue al espacio, con el país
sumido en el desempleo, en la inflación y el hambre. Luego vino la metamorfosis
de la transformación de un gobierno bonapartista en un gobierno reaccionario,
con sesgo populista. Bolsonaro entregó el mando político del gobierno y
del presupuesto de la Unión Centrão.
Quizás el tema más novedoso para la
corrupción de Brasil fue el “presupuesto secreto”, que surgió con la Ley de
Presupuesto 2020, para permitir el uso de miles de millones del
presupuesto federal por parte de diputados y senadores de manera discrecional en
gastos como obras, compra de equipos, etc., con poca transparencia.
La mensalão, que fue un esquema de compra de votos de los
parlamentarios, no tiene mucha diferencia con el presupuesto secreto, solo
habrá que saber si se juzga o no.
Qué deja Bolsonaro. Bueno, la
fundación Getulio Vargas realizó un estudio sobre Desigualdad y Bienestar durante la Pandemia en Brasil, que describe la fotografía a la que
se enfrentará Lula en caso de salir victorioso en las elecciones.
La desigualdad: la pandemia suma
otras tres centésimas al índice de Gini basado en el trabajo, llevándolo a
0,674, en el primer trimestre de 2021, récord histórico desde
2012. Prosperidad: la renta media alcanza su punto más alto de
la serie en R$ 1122, y en menos de un año cae un 11,3%, para alcanzar el punto
más bajo de la serie histórica en R$ 995. Bienestar social: bienestar
laboral en el 1T20 estuvo en empate técnico con el inicio de la serie histórica
en 2012, es decir, no hubo progreso social neto en esta década. En el año
siguiente a la pandemia, el bienestar cayó un 19,4 %, un nuevo mínimo de la
serie. Los pobres perdieron más: el ingreso medio individual del
trabajo, incluidos los trabajadores informales y los que no tienen trabajo,
cayó 10,89% entre los primeros trimestres de 2020 y 2021. La caída del ingreso
de la mitad más pobre fue de 20,81%, casi el doble que la media global.
En relaciones exteriores se intentará
recuperar el prestigio y el liderazgo internacional de Brasil a través de la
diplomacia, además de enfatizar la importancia de estrechar los lazos con los
vecinos de América del Sur y el desarrollo conjunto e integrado de la región.
Brasil adoptó una política universalista y de diversificación de socios,
especialmente de los países del Sur Global, llamada por el excanciller Celso
Amorim una política exterior orgullosa y activa. La diplomacia se utilizó
para acercarse a las potencias regionales, promover la construcción de un orden
multipolar y defender el multilateralismo, además de ser fuente de desarrollo
económico interno.
Poner énfasis en América Latina, los
países africanos y los BRICS, Unasur, Mercosur y CELAC, así como enfatizar la
importancia de la integración como forma de inserción
internacional. Trabajar por la construcción de un nuevo orden global
comprometido con el multilateralismo, el respeto a la soberanía de las
naciones, la paz, la inclusión social y la sustentabilidad ambiental, que
contemple las necesidades e intereses de los países en desarrollo, con nuevos
lineamientos para el comercio exterior, integración comercial y alianzas
internacionales, seria central para América del Sur.
El Brasil de Lula ha dejado de
existir, su metamorfosis fue siempre para peor. Volverlo a la normalidad no es
una tarea sencilla, más aún con la grieta existente entre Occidente y Eurasia,
equilibrio que tendrá que guardar uno de los miembros más importantes de BRIC
ante la locura americana y la orfandad sudamericana de iniciativas de
desarrollo en contraposición al progresismo posmoderno identitario.
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*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista, columnista radial, analista.
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