Revista Nos Disparan desde el Campanario Año III Nro. 49 Una ancha avenida para regalar la energía y la transición… por Alejandro Marcó del Pont
Fuente: Sitio El Tábano Economista
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Las colonias no dejan de serlo
por más que sean independientes
(Benjamín Disraeli)
Platón dejó instalada una enseñanza a
través de una descripción llamada “”. En su representación, un grupo de
prisioneros fueron amarrados con cadenas al cuello y las piernas, desde su
nacimiento hasta su muerte, de forma tal que únicamente podían ver la pared del
fondo de la caverna sin poder girar la cabeza. Detrás de ellos se encontraba
una hoguera por donde circulaban hombres portando todo tipo de objetos, cuyas
sombras, gracias a la iluminación de la hoguera, se proyectaban en la pared que
veían los prisioneros.
Los hombres encadenados aceptaban
como verdaderas las sombras de los objetos que se reflejaban en la
pared, como si esa fuera la realidad. Las circunstancias obligaban a tomarlas
como ciertas al no poder mirar lo que acontecía a sus espaldas. La idea de la
narración es imaginar lo que ocurriría si uno de estos hombres fuese liberado y
pudiera volverse hacia la luz de la hoguera, contemplando, de este modo, una
nueva realidad. Esa es la prisión de los países pobres, las falsas creencia de
lo que sucede a su alrededor, se debe a la percepción reflejada de la realidad.
América Latina, y una parte
importante de los países en vías de desarrollo, sufrieron esta alegoría.
Mientras los imperios se llevaban los metales, especies y todo tipo de materias
primas, e introducían sus bienes, esclavos y opio, entre otras cosas, el reflejo
en la pared daba la idea de una gran contribución por parte de los imperios al
desarrollo de sus colonias, aunque se ayudaban ellos mismos, aumentado la
diferencia con sus protectorados.
A la postre resultó que los culpables
de tener recursos naturales y empobrecerse eran los propios pueblos, que
quedaron, por diferentes desgracias, sujetos al imperio. Ya sea por tener una
oligarquía amante de las colonias, por adquirir deudas para construir la
infraestructura que facilitara sacar los bienes producidos localmente, o para
amortiguar algunos ciclos de caída en el valor de las exportaciones que
afectaban al poder establecido.
Tal fue la distorsión en la batalla
cultural, que hasta se acuñó una expresión para soportar el mal de poseer
recursos, «la enfermedad holandesa» un fenómeno que afecta,
principalmente, a los países con estructuras productivas dependientes de la
explotación de recursos naturales, es decir, creada por el imperio acorde a sus
necesidades. Pero que, en realidad, como dice Mark Fisher, las colonias aportan
su impotencia reflexiva para liberarse o introducir un modelo
alternativo a semejante estupidez. El modelo descrito se llama extractivismo, y
es definido como la explotación de grandes volúmenes de recursos
naturales, que se exportan como productos básicos en manos extranjeras.
Es posible que ahora la enfermedad
holandesa no sea invocada ya que, por el bien de la humanidad, el primer mundo
asumió la responsabilidad de modificar el calentamiento global y darle una
solución, a un problema, por cierto, producido por ellos mismos. De todas
maneras, la apuesta por las energías renovables es un hecho sin
discusión y no importa quién sea el gran contaminador.
Nuevamente primó el olvido en el
desarrollo de la propuesta, ya sea por descuido o superioridad; en la
transición se omitió que los principales minerales sobre los que recae esta
transformación, cobre, litio, níquel, manganeso, cobalto, grafito, zinc y las
tierras raras, no se encuentran ni por asomo cercanos a su morada, pero sí en
sus antiguas colonias, las que, a dios gracias, habitan un mundo basado en
reglas, y por ello no tienen la potestad de decidir.
La transición global de los
combustibles fósiles a las energías renovables conduciría, sin lugar a duda, a
un cambio geopolítico en el tablero internacional. Durante muchos años las
estrategias basadas en combustibles fósiles han ido dando forma al mapa
político mundial. Los llamados Estados petrolíferos, naciones cuyas economías
dependen en gran medida de la extracción y exportación de hidrocarburo y gas
natural, han obtenido un gran poder utilizando su capacidad de reducir o
incluso eliminar las exportaciones de petróleo, gas natural y sus derivados.
Además, los ingresos obtenidos por dicha exportación han permitido influir en
las políticas de otras naciones y afectar así a las sociedades en su conjunto.
Estos países hicieron posible los
petrodólares, el auge del sistema financiero y sus estafas, el endeudamiento de
las naciones menos desarrolladas, entre otras cosas. Ahora, con la guerra en
Ucrania, la transición a las nuevas energías se encamina a un tema obviado en
la agenda, su precio y su localización. Las energías renovables son más caras y
la estructura mundial de producción está asentada sobre las energías no
renovables. El mundo está en vilo, modelos de negocios como el alemán,
exportador y competitivo, depende de la energía barata de Rusia; sin Moscú el
modelo no funciona. Nuevamente el crecimiento y la productividad se apoyan en
las materias primas de otros, además, por cierto, el complejo militar no puede
mover, tanques, aviones, misiles, etc., ninguno tiene tracción a energía solar.
Ahora bien, el modelo de energía
barata parece haberse terminado, la inflación más alta parece haber arribado
para quedarse, la sustitución por energía limpias es una alternativa, pero aun
así falta una parte. Un sistema energético impulsado por energía limpia difiere
profundamente de uno alimentado por hidrocarburos tradicionales. Las
plantas solares fotovoltaicas, los parques eólicos y los vehículos eléctricos
generalmente requieren más minerales para construir que sus contrapartes
basadas en combustibles fósiles. Un
automóvil eléctrico típico requiere seis veces más minerales que un
automóvil convencional y una planta eólica terrestre requiere nueve veces más
recursos minerales que una planta a gas. Desde 2010, la cantidad promedio
de minerales necesarios para una nueva unidad de capacidad de generación de
energía ha aumentado en un 50% a medida que crece la participación de las
energías renovables en las nuevas inversiones.
Suele rondar en los países pobres la
peregrina idea de que algún bien o conjunto de bienes nos salvará, como esta
nueva oleada de necesidad de minerales. Nos ilusionamos con podernos
desarrollar y que las futuras generaciones puedan disfrutar de una vida más
placentera. Pero cuando pasa el tiempo, el petróleo, los cereales, los aceites
y los minerales se quedan en la cuenta de alguna multinacional y el país se
queda solo con la contaminación, de todo tipo, y con las fallas del mercado,
pero nunca nos convertimos en Noruega.
Hay un simple hecho central en este
relato. El petróleo y el gas noruego y sus beneficios son noruegos. El
excedente de la riqueza producida por los ingresos derivados de la extracción
de petróleo, que son principalmente impuestos a las
empresas, aunque también del pago de licencias para exploración, y dividendos
de la petrolera estatal StatoilHydro, la mayor empresa extractora de petróleo y
gas en el mundo y la más grande por ingresos en la región nórdica, se quedan en
ese país. Todos los ingresos van el Fondo de Pensiones del Gobierno de Noruega,
que también es noruego, manejado por el Banco Central, que especula, obtiene
rentabilidad, desequilibra mercados mundiales, en nombre de sus abuelos.
Bueno, como se verá, estas entregas
están pasando en Vaca muerta, donde Argentina tiene la segunda mayor reserva de
petróleo y gas no convencional del mundo, después de China, según la Administración de
Información Energética de Estados Unidos (EIA), donde se
pueden ver los datos. A diferencia de Noruega, en la Argentina cuando el
petróleo, en abril a mayo 2020, se hundió entre 17 y 22 dólares, el gobierno
estableció hasta el 31 de diciembre de 2020 un valor del petróleo crudo a nivel
local de U$S 45, es decir, usuarios, empresas y Estado tenían que abonar el
petróleo a ese precio, la sociedad entera subsidiaba el riesgo empresario, en
lo que se dio a llamar el “barril criollo”. El objetivo era reactivar la industria
hidrocarburífera, garantizar la continuidad de los puestos de trabajo y
promover el autoabastecimiento. Lo hizo a través del decreto
488/2020.
Cuando el barril pasó a 110 dólares
por la guerra comenzó la disputa con las compañías por la mayor cantidad de
dólares por el aumento del precio, las mismas que habían recibido el subsidio
social. El Banco Central carecía de reservas, mismo discurso que se utilizó
para arreglar con el FMI, ahora sirvió para permitirle a las empresas
petroleras gozar de un “Régimen de Acceso a Divisas para la Producción
Incremental de Petróleo” y del “Régimen de Acceso a Divisas para la Producción
Incremental de Gas Natural”, creados por el Decreto N° 277/22. Para ponerlo
simple, el 30% de los incrementos de la producción que se exporte de gas y
petróleo no tendrán obligación de ingreso y liquidación en el país, según
Decreto 484 de 12 de agosto del 2022.
En paralelo, el equipo económico y la
Secretaría de Minería están trabajando en la forma de habilitar
un régimen de disponibilidad de divisas para el sector minero,o sea, al igual
que en el caso de las petroleras, una devaluación y fuga de dólares a su
medida, por eso se llama régimen de disponibilidad de divisas. Esas
facilidades no deben ser entendidas como un tipo de cambio diferencial,
sino un esquema de alivio en materia de acceso a las divisas, de modo
que las empresas puedan girar dividendos a sus casas matrices, ubicadas en
diferentes partes del mundo. Según quedó establecido en algunos medios, a
las empresas del sector minero “se les otorgará un porcentaje (10%,
20% o 25%, según corresponda) de acceso a divisas de las exportaciones que
generan, según distintos criterios.
En menos de un mes, el ministro les
aseguró el beneficio a las petroleras, a las automotrices, a las mineras, y
está en discusión con el agro para encontrar otro tipo de cambio más
beneficioso para el sector. Siempre pensando en aumentar reservas, hecho que
nunca sucede más allá de los beneficios otorgado a cada sector, pero los
aumentos de precios, que destruyen la capacidad de compra de los argentinos,
quedan para el final, los salarios van a la cola si no podemos resolver el tema
de las reservas.
Como queda claro, los recursos no
renovables están en oferta, al menos en Argentina y Brasil, y quedaría una
incógnita en torno a la apuesta por las energías renovables, que recae
principalmente en la demanda de una serie de minerales que serán centrales para
la transición energética. La idea, y me persigno, es si podrían ser tomados
como recursos ciudadanos, estratégicos o defendidos de alguna forma, para que
no les apliquen las múltiples formas de entrega ya implementadas con los
recursos no renovables.
Se estima que la demanda del litio va
a aumentar 40 veces para el 2040, seguido del grafito, el cobalto y
el níquel (que se estima crecerán de 20 a 25 veces). La construcción de las
redes de carga de energía para vehículos eléctricos también requiere de grandes
cantidades de cobre que, se estima, se duplicará durante este mismo periodo. En
términos de generación de electricidad, la energía eólica es la que más
minerales demanda, en particular cuando las turbinas están instaladas en alta
mar, donde pueden requerir hasta tres
veces más cobre para transmitir la energía a lo largo de los cables
que las plantas en tierra, y su construcción también requiere aluminio, zinc y
tierras raras.
A la sombra de la promesa de la
energía limpia, están los impactos negativos de la obtención y procesamiento de
los minerales de la transición energética. La explotación en las minas genera
estragos ambientales difícilmente sostenibles en el largo plazo, al igual que
el petróleo y gas no convencional. En el caso del litio, por ejemplo, por cada
tonelada extraída, se requieren hasta
2 millones de litros de agua, lo que agota los recursos hídricos subterráneos y
no es reutilizable por todos los desechos tóxicos y radiactivos que le
quedan.
Bien, ahora, como sabemos, y con la
mentalidad enfocada en la necesidad de exportar para ganar los dólares
requeridos para tener reservas y pagarle al FMI, tenemos que darles a los
privados que exploten, contaminen y se lleven una parte de los dólares, para
que nosotros tengamos las migajas para pagar la deuda. Se entienden las
imágenes, los privados se quedan con las ganancias, les suplicamos para que
dispongan dólares para el país, ya que ellos manejan el sector externo. Si
pudiéramos liberarnos y mirar a la hoguera, veríamos que en realidad nosotros
tendríamos que explotar nuestros recursos y podríamos ser Noruega. Lo que
indica que los nórdicos no son tan geniales, solo miran hacia el lado correcto
o nuestros dirigentes miran demasiado los reflejos de la pared, al fondo de la
caverna.
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*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista, columnista radial, analista.
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