Nos Disparan desde el Campanario Año III Nro. 49 El cerebro como campo de batalla… por el Doctor en Filosofía Fernando Buen Abad
Fuente: Bloghemia
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Pero no es la conciencia lo que determina la realidad sino la realidad objetiva la que determina a la conciencia. Les llevamos años de avance científico en eso. Pero no lo aprovechamos para unirnos."
Texto del filósofo de origen mexicano Fernando Buen Abad
Dicen en la OTAN que en esta guerra “nueva”,
además de manipular pensamientos, se manipulará el modo de producirlos. ¡Por
nuestro bien! Tras esas revelaciones, atribuidas a Francois du Cluzel, entre
otros, una lista larga de analistas y expertos, piensa que se trata de una
“nueva” fase de combate.
¿Pero es realmente nueva?¿Por qué llama tanto
la atención la declaración del informe de la OTAN Innovation for Defence
Excellence and Security (IDEaS), también conocido como Innovation Hub, que
tiene su sede en Canadá, y dice: “La guerra cognitiva es una guerra ideológica
que busca erosionar la confianza sobre la que ha sido construida la sociedad…
La desinformación se aprovecha de las
vulnerabilidades cognitivas de sus objetivos, especialmente las ansiedades o
creencias que predisponen a sus objetivos a considerar como verdadera toda
clase de información falsa.
Todo ello requiere que el agresor posea un
vasto conocimiento de las dinámicas sociopolíticas de su enemigo, al igual que
saber cuándo y cómo atacar con tal de explotar las vulnerabilidades de su
oponente”.
Lo único “nuevo” es su cuota de cinismo y ni
con mucho se acerca a los clásicos de este género en agencias de publicidad, o
de propaganda burgueses. Aquí el esperpento de la OTAN:
Estos “genios” dicen que usarán, combinadas,
ciertas “armas” con capacidades no cinéticas y cibernéticas para manipular la
información, la psicología y los vínculos sociales. Dicen que así ganarán todas
las luchas sin necesidad de “interacción física”.
De paso es más barato, pensarán relamiéndose.
Insisten en que es un nuevo tipo de guerra que se vale de la “opinión pública”
como arma para desestabilizar una nación. Anhelan abarcar mucho mediante muy
poco, llevando su lógica productivista al extremo de realizar el sueño
imperial: dominar mucho pero con costos cero.
Dicen que eso lo lograrán si influyen no sólo
en el pensamiento sino en el modo de producirlo. Los “targets” son poblaciones
enteras y también individuos, comunidades u organizaciones incómodas. Anhelan
con su novedad bélica sembrar modos de pensar, el pensamiento, el sentir y el
actuar capaces de modificar la realidad material. Dicen que es una manera
distinta de actuar, que no son los métodos tradicionales de guerra, para
controlar a la población, porque esta novísima versión de guerra busca
controlar cómo piensa y actúa una población ante acontecimientos específicos.
Es una guerra para atacar los sistemas de
información/influencia y para alcanzar a dominar al adversario mediante un
ataque directo a su sistema nervioso. Esto se parece mucho a la desesperación
vocinglera de los vendedores de “Control Social”, empeñados en enamorar
inversionistas burgueses para experimentar anhelos de manipulación “in
extremo”. Pero a bajo costo y casi invisible, los responsables se notan menos.
Suena a “paraíso de la alienación” y suena a
lo ya visto hasta el hartazgo. No es suficiente que el cliente compre
compulsivamente los productos monopolizados por un solo dueño, hace falta que
crea que es lo mejor que pudo pasarle y además consuma con la necesidad del
vendedor antes que con la razón de su bolsillo.
Incluso que maneje, por sí mismo, la “caja
registradora” que le cobra las mercancías súper inflacionarias. Que crea que la
violencia de los supermercados burgueses es un paraíso del progreso; que está
muy bien que vendan caro; que es necesaria la vigilancia para que nadie le robe
al capital ni un céntimo. Que debemos ser agradecidos y fieles a las marcas,
que el crédito siempre es una dádiva generosa... que cumplir con las deudas
(usureras) es honrar la vida. ¿Qué hay de nuevo?
Han ametrallado inclementemente a los pueblos
con guerras psicológicas para convencerlos y convencernos de que bombardear a
Hiroshima y Nagasaki, Irak, Afganistán… estuvo requete bien, que lo hicieron para
democratizarlos, traerles el “bienestar” norteamericano y acompañar su
desarrollo “feliz” como buenos hermanos.
Así aceptamos el hambre del mundo, la miseria,
el hurto, la exclusión y la expulsión de pueblos enteros. Así aceptamos que un
puñado de millonarios posean las riquezas de la inmensa mayoría de los seres
humanos. Así aceptamos al capitalismo con sus horrores bélicos, financieros y
mediáticos. Así nos tragamos este “pastel de carne humana”, ametrallada y
miserabilizada, como si fuese la gran fiesta del “progreso”. El fin de la
historia. La Guerra Cognitiva está en marcha desde hace mucho tiempo. No nos
duerman. No nos digan que manipular los modos y medios de producción del
pensamiento es una “novedad bélica” ideada por la OTAN. No nos digan que, con
eso, pretenden eclipsar siglos de manipulación ideológica que ya hemos padecido
hasta la náusea. No nos digan que es “nueva” la vieja receta de infiltrarse en
las cabezas, sembrar estereotipos mentales y fabricar conductas cliché.
No nos digan que sus genios mercenarios han
aparecido en la mesa de las novedades científicas con una mercancía ideológica
inédita, perfeccionada, para fabricar esclavos de conciencia y serviles a su
propia destrucción, mientras defienden rentablemente al amo. No nos vendan como
“nueva” la estulticia rancia de la burguesía imperial. A otro perro con ese
hueso. Ni las más asustadas de las burguesías se tragan semejante historia, aun
siendo compradoras compulsivas de baratijas represivas. La OTAN vende “pescado
podrido”.
Esa economía política del comportamiento
burgués, subordina los métodos de la investigación psicológica a los modelos
económicos y con ello crea modelos más precisos para el modo de producción y
las relaciones de producción capitalistas. Incluyendo al pensamiento y a las
conductas. Su guerra fusiona a la psicología con la cibernética bajo el reino
de su economía.
Ellos persiguen el esclarecimiento de los
mecanismos que hacen posible al pensamiento, (lo que ellos entienden e imponen
como pensamiento). Su ciberpsicología es un amasijo de mercenarios vendiendo
conocimiento al mejor postor. Tomarán por asalto la semántica y fabricarán
palabrejas nuevas y conceptos de secta, para adornar (y esconder los efectos
visibles) sus “nuevas teorías” de la interacción entre seres humanos y las
máquinas que ellos fabrican.
Pero no es la conciencia lo que determina la
realidad sino la realidad objetiva la que determina a la conciencia. Les
llevamos años de avance científico en eso. Pero no lo aprovechamos para
unirnos. Su prototipo novísimo de seres humanos, apunta a crear una
“psicología” de la subordinación productiva y barata, basada en la relación con
las máquinas. Trabajan para desarrollar, además, una psicología de las
máquinas, con software esclavista, lleno de inteligencia artificial mercantil y
de los robots híbridos, ebrios de monopolio imperial.
Dicen estar trabajando en una
“ciberpsicología” que es un campo de guerra, científico y complejo, que abarca
todos las formas de sometimiento de masas con fenómenos psicológicos
manipulados con tecnológicamente.
La guerra ciber-psicológica que anuncian
pergeña la forma en que los humanos y las máquinas serán una sola entidad
productiva feliz, mansa y auto reprimida. A bajo costo. Mientras nosotros
seguimos sin meter en agenda seria, el problema de la Información, la
Comunicación y la Cultura. Las cosas por su nombre. Si la OTAN gasta fortunas
en esas payasadas publicitarias de guerra, basadas en “avances científicos”,
nosotros debemos responder con la organización de una Revolución Semiótica. El
escenario vuelve a darse con más y peores amenazas, esta vez cínicas en
extremo. Especialmente usando una tecnología que no llega a todos en un planeta
de inequidad y analfabetismo tecnológico. Un mundo en el que los monopolios
cierran toda posibilidad de igualdad instrumental, sin hablar de la complejidad
cultural asimétrica de todo el planeta.
¿Qué hay de nuevo? Se olvidan de que los
pueblos desarrollan capacidades de defensa consciente, con organización y lucha
revolucionaria. Se trata de una guerra (OTAN dixit), entendámoslo
correctamente, y en esos términos también los pueblos deben luchar y defenderse
con sus herramientas semióticas, históricas y actualizadas. No caigamos en la
emboscada de que ellos todo lo pueden. La última palabra será dicha por los
pueblos que se organicen y consoliden su dirección revolucionaria. Nosotros no
seremos cómplices bobos difundiendo el plan publicitario de la OTAN para que
venda mejor su novísima canallada. No seremos tontos útiles propagandistas de
la “genialidad” perversa de manipular pensamientos y modos de producirlos. No
serviremos al plan de manipulación implícito en tomar en serio las emboscadas
científico-publicitarias de la OTAN. Nosotros diremos que lo único nuevo es la
lucha que construye un mundo sin capitalismo.
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