Cuando el ser humano pretende imitar
a otro ya no es él mismo. Así también la imitación servil de otras culturas
produce una sociedad alienada o sociedad objeto. Mientras más una persona
quiere ser otro, menos ella misma es. El ser alienado no busca un mundo
auténtico. Esto provoca una nostalgia; añora otro país y lamenta haber nacido
en el suyo. Tiene vergüenza de su realidad. Vive en el otro país y trata de
imitarlo y se cree culto mientras menos nativo es". La sociedad
alienada no tiene conciencia de su propio existir. Un profesional alienado
es un ser inauténtico. Su pensar no está comprometido consigo mismo, no es
responsable. El ser alienado no mira la realidad con criterio personal
sino con óptica ajena. Por eso vive una realidad imaginaria y no su propia
realidad objetiva. Vive a través de la visión de otro país. Se vive Rusia o
Estados Unidos, pero no se vive Chile, Perú, Guatemala o Argentina. Ante un extranjero tratará de ocultar las poblaciones
marginales y mostrará barrios residenciales, porque piensa que las ciudades más
cultas son las que tienen edificios más altos. Como el pensar alienado no es
auténtico tampoco se traduce en una acción concreta. Hay que partir de nuestras
posibilidades para ser más uno mismo. El error no está en la imitación sino en
la pasividad con que se recibe esta imitación o en la falta de análisis o
autocrítica. Se piensa que los bolivianos o panameños son flojos, porque son
tales. Por eso se trata de ser menos boliviano o panameño. Se cree que ser
grande es imitar los valores de otras naciones. Sin embargo, la grandeza se
expresa a través de la propia vocación nativa. Otro ejemplo de alienación
es la preferencia de los técnicos extranjeros con menosprecio de los
nacionales. La sociedad alienada no se conoce; es inmadura, tiene
comportamiento ejemplarista: trata de conocer la realidad por diagnósticos
extranjeros. Los dirigentes solucionan los problemas con fórmulas que han
dado resultado en el extranjero. Hacen importación de problemas y de
soluciones. No conocen la realidad nativa. Antes de admitir soluciones
extranjeras, habría que preguntarse cuáles eran las condiciones y
características que motivaron esos problemas. Porque los 80'ó 90' de Rusia o de
Estados Unidos no son los 80' ó 90' de Chile o Argentina. Somos contemporáneos
en el tiempo, pero no en la técnica. Por lo demás, los técnicos extranjeros
llegan con soluciones fabulosas, fuera de los prejuicios, que no corresponden a
nuestra idiosincrasia. Las soluciones importadas deben ser reducidas
sociológicamente, es decir, estudiadas e integradas en un contexto nativo.
Deben ser criticadas y adaptadas; en este caso, la importación es reinventada o
re-creada. Esto es ya desalienación que no significa sino autovaloración. Generalmente
las élites culpan al pueblo de que es flojo o incapaz y por eso sus soluciones
no resultaron. Así, las actitudes de los dirigentes oscilan entre un optimismo
ingenuo o un pesimismo o desesperación. Es ingenuidad pensar en que la simple
importación de soluciones salvará al pueblo. Le pasa esto a los candidatos que
por no conocer a fondo los problemas del poder, hacen miles de promesas y
al llegar al poder encuentran miles de obstáculos que, a veces, los hacen caer
en pesimismo. No es deshonestidad, sino ingenuidad.
Comentarios
Publicar un comentario