Revista Nos Disparan desde el Campanario Año III Nro. 48 Economía… LEASING PARA VAMPIROS ACREEDORES y SE EXTINGUIÓ LA CREATIVIDAD por Alejandro Marcó del Pont
Fuente: Sitio El Tábano Economista
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Las deudas y las mentiras
están generalmente mezcladas
(F. Rabelais)
Las negociaciones por la deuda en
cada país son un dolor de cabeza, pero con los organismos internacionales son
un parto. En Argentina, para no ir más lejos, el acuerdo con el FMI fue un
martirio. Asimetrías de fuerzas, incremento del riesgo país, amenazas de
corrida cambiaria, incertidumbre, inseguridad jurídica, desconfianza mundial de
nuestra solvencia. Todos estos mitos, más 22 acuerdos fracasados con
anterioridad, favorecieron para que el organismo fijara las condiciones y condicionalidad
que hoy a rajatabla respetan las autoridades económicas del país y que
llevarán, inevitablemente, al fracaso del acuerdo número 23.
Después de 130 días de guerra, las
autoridades ucranianas comenzaron a tener conversaciones preliminares con el
equipo del FMI para lograr un nuevo programa de financiamiento, según Bloomberg. En las
negociaciones se está decidiendo sobre qué base se puede acordar, porque es muy
incómodo para Ucrania y para el lúcido equipo de negociadores del FMI preparar
una estructura microfinanciera muy sofisticada, básicamente porque no se sabe
si Ucrania siga existiendo en el futuro, ni hablar de la factibilidad de
cumplir con los compromisos contraídos (en castellano antiguo, pago de deuda).
Ucrania ya recibió US$7.400 millones
en financiamiento de emergencia del FMI este año, desde que el presidente ruso,
Vladímir Putin, lanzó su ataque en febrero. El 12 de julio, la Unión
Europea aprobó un préstamo por 1.000 millones
de euros. El primer ministro de Ucrania, Denys Shmygal, también informó
recientemente que recibieron 1.700 millones de dólares de la Agencia de los
Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y el Fondo Fiduciario del Banco
Mundial, además de 3.000 millones de dólares de los
Estados Unidos.
De ahí en más se conoció que las
necesidades presupuestarias ucranianas ascendían a U$S 5.000 millones mensuales
que, rápidamente mudaron, según la confesión del presidente al Financial
Times, a U$S 9.000 mensuales, lo que implica más de U$S 100.000
millones anuales para financiar el desbalance fiscal, sin armamento, por
supuesto, como si fueran exiguas las necesidades bélicas y humanitarias del
país, más allá de una deuda actual de U$S 135.000 millones.
Por cierto, algo casi irrelevante.
Las fuerzas de Moscú han deslocalizado a decenas de miles de ucranianos,
dejando con suerte en el país unos 35 millones de habitantes. Se golpeó
gravemente la economía, su PBI tendría una retracción del 45%, se
devastaron ciudades, puertos, enlaces de transporte, vías férreas, energía,
exportaciones, almacenes agrícolas y fábricas. Estos ínfimos percances han
maltrecho las finanzas públicas al eliminar los ingresos y, al mismo tiempo,
obligar al gobierno a acelerar el gasto para comprar armas y tomar otras
medidas para defenderse. ¿Alguien se explica cómo este país puede negocias con
el FMI?, o ¿será una especie de leasing para los vampiros acreedores?
Debido a la distancia, o a la
ignorancia propia, quizás uno no sepa que los ucranianos no tienen riesgo país.
También es posible que la grivna, su moneda, no sufra de corrida cambiaria como
el resto de las monedas. La ayuda internacional es la principal fuente de
financiación para un déficit presupuestario cada vez mayor. Kiev recibió en
junio US$ 4.800 millones de sus socios occidentales, más del triple que los U$S
1.200 que le fueron aportados el mes anterior.
O sea, la factibilidad que Ucrania
pague los intereses y el principal de la deuda, los pertrechos bélicos, la
ayuda humanitaria y la reconstrucción de su territorio, dependerá de los socios
internacionales que le facilitan los fondos, a los cuales les tiene que pagar
(¿¿¿???). Suena raro, porque de ser así, Argentina debería declararle la
guerra a Rusia por alguna vacuna Sputnik en mal estado y renegociar con el FMI
un nuevo programa, pero no es tan lineal.
Los pagos de la deuda pública son una
de las partidas más costosas del presupuesto estatal. Para este año, se
planean alrededor de 164 mil millones de grivnas (U$S 5.600 millones) solo para
el servicio de intereses, según RBC-Ucrania. Debido a la agresión rusa, el
tesoro está vacío y la economía «hundida». Es por eso que cada vez más
entre los políticos y financieros comenzó a sonar la lógica pregunta: ¿cuándo
Ucrania pedirá a los acreedores que reestructuren o congelen sus deudas?
El asesor presidencial Oleg
Ustenko maneja una tesis de sentido común para Ucrania, pero extraña
para los mercados internacionales. Cree que ahora que la fase activa de la
guerra se ha prolongado, no hay riesgo de perder los mercados financieros
comerciales debido a la suspensión de pagos. «En nuestro caso, cuando la
guerra ha estado ocurriendo por quinto mes consecutivo, cuando no se sabe
exactamente cuándo terminará, no es ilógico preocuparse de que durante el
próximo año o incluso dos años se tornaría difícil poder ingresar a los
mercados de endeudamiento de capital extranjero».
Para sortear este percance hay una
serie de opciones, desde descabelladas, como veremos, hasta más realistas en el
corto plazo: un aplazamiento de todos los pagos (intereses y capital) durante
dos años, o simplemente una suspensión, sujeta a discusión sobre el tema de los
pagos adicionales después del final de la guerra, una reestructuración de
plazos. La idea del período de dos años se basa en el hecho de que durante
este tiempo la economía ucraniana podrá volver al nivel anterior a la guerra
(¡¡¡sic!!!).
Ahora bien, mientras estas ideas se
discuten, uno supone que tiene que haber una trampa en este juego. Si bien
Estados Unidos arrastró a sus ¿aliados? a colaborar con la guerra, como se ve
en el párrafo anterior, ya sea con fondos y material bélico, nadie come gratis
en este mundo, así que tratemos de desentrañar dónde está la trampa.
Estados Unidos ya ratificó más de U$S
40.000 millones en ayuda adicional a Ucrania, aprobados por el Congreso, lo que da aproximadamente U$S
54.000 millones, al combinarse con el paquete de ayuda que se aprobó en marzo. La
mayor parte de la ayuda se asigna a través de los canales tradicionales de
ayuda exterior. Eso incluye dinero para brindar apoyo urgente, servicios
de salud y asistencia alimentaria a los refugiados ucranianos, dentro y fuera
de Ucrania, incluyendo dinero para apoyo logístico y entrenamiento para las
fuerzas militares y de seguridad nacional, y, aunque usted no lo crea “un fondo destinado a asegurar la
continuidad del gobierno de Ucrania”. Toda una definición democrática.
La ley aprobada por el Congreso, cuyo
nombre es Ley de Préstamo y Arriendo para la
Defensa de la Democracia de Ucrania de 2022, arrastraría a Ucrania a una trampa de deuda,
convirtiendo al país devastado por la guerra en una nueva colonia de los
EEUU. La ley autoriza a la administración, hasta el año fiscal 2023, a
prestar o arrendar equipo militar a Ucrania y otros países de Europa del
Este. La ley eximiría a la administración de ciertas disposiciones legales
que rigen el préstamo o arrendamiento de equipo militar a países extranjeros,
básicamente dos, Foreign
Assistance Act (FSA) y Arms
Export Control Act (AECA), así como el límite de cinco años en la duración
del préstamo. Pero queda estipulado que el país receptor tendrá que
pagar más adelante.
La ley de préstamo y arrendamiento
actual es una vieja disposición de 1941 que los EEUU utilizaron para ayudar a
sus aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Bajo el sistema de préstamo
y arrendamiento, Gran Bretaña recibió armas de los estadounidenses durante la
Segunda Guerra Mundial. Los pagos no se completaron hasta 2006, 61 años
después de terminada la conflagración el Reino Unido transfirió al Tesoro
de Estados Unidos 43 millones de libras (64 millones de euros), correspondientes al último pago
de un préstamo para financiar su participación en ese conflicto y la derrota de
Adolf Hitler. Imagine cómo el programa de préstamo y arrendamiento
someterá a Ucrania a la influencia de los EEUU. en las próximas décadas.
Hay varias teorías para Ucrania
cumpla con los pagos. Tomaremos una real, privatizaciones de la industria
estatal ucraniana y una descabellada, que Rusia afronte parte de la deuda. La
primera hipótesis, muy conocida en América Latina, es la neoliberal. Es el
relato en donde el Estado posee cientos de empresas que no generan plusvalía y
no dan trabajo a los ciudadanos, casi no funcionan y no son productivas. Sin
embargo, con el enfoque correcto, si el Estado abriera el acceso a los
inversionistas, sobre todo a los acreedores, estas propiedades en
descomposición se convertirían en un recurso importante para revitalizar la
actividad económica dentro del país. ¡¡¡Se entiende!!!!
Un ejemplo ilustrativo en este
contexto son las destilerías. Hay 19 destilerías de la empresa Ukrspirt,
de propiedad estatal. Están en un estado de abandono, vaya a saber la
razón, y necesitan invertir mucho para que todo funcione. Por regla general, se
trata de locales de talleres, edificios administrativos, sótanos para almacenar
alcohol, depósitos, subestaciones eléctricas y otros bienes inmuebles. Las
comunicaciones ya están conectadas, lo que simplifica su
funcionamiento. La propiedad con la infraestructura adecuada también se
puede utilizar para reubicar una empresa que ha dejado de operar en una zona de
guerra y necesita mudarse a regiones más seguras.
El alcohol se utiliza en más de 150
industrias, como la alimentaria, médica, de combustibles y energía, y
farmacéutica. Sobre la base de las destilerías, hay oportunidades para
desarrollar varios tipos de producción. Hay una escasez colosal, solo la región
capital perdió hasta un 20% de este producto. ¿Por qué privatizarla? Lo
mismo que la agroindustria, que genera alimentos internos, exportaciones y
divisas externas. Bueno, aquí el negocio, la vieja fórmula de los años noventa.
La segunda idea, más descabellada,
pero no del todo para el sistema financiero mundial. Vale recordar, en
principio, el congelamiento de reservas rusas. Supongamos que Rusia gane la
guerra, ¿cuál sería el destino de la deuda externa de Ucrania en este
escenario?, donde una parte de Ucrania pasaría a ser parte de la Nueva Rusia o
Novorrusia, lo que plantearía la cuestión de si esta debería asumir la
responsabilidad, según el derecho internacional, por las deudas de Ucrania
anteriores a la invasión.
Según la doctrina del derecho
internacional público de la sucesión de Estados, la adquisición de territorio
por parte de un Estado conlleva la obligación de asumir la responsabilidad por
las deudas de ese territorio… cuando un Estado es absorbido por otro, la deuda
pública y los derechos y obligaciones bajo contrato de la entidad absorbida
pasan al absorbente. Los bonos internacionales de Ucrania se rigen por la ley
inglesa, y una demanda presentada por un tenedor de esos bonos contra la
Federación Rusa, con toda probabilidad, sería escuchada en un tribunal inglés.
Lástima que el juez de Nueva York Thomas Griesa, quien falló contra Argentina
por los bonos basura, haya fallecido. Siempre se necesita una mano con estas
locuras.
II
Se extinguió la creatividad
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El Tábano Economista
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El mentiroso cuando se ve descubierto, se
enoja y se hace la victima
Los líderes de las potencias del G7, los siete
países industrializados, Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón, el Reino
Unido y Estados Unidos, se reunieron el 26 de junio en Alemania, en
el Castillo de Schloss Elmau, ubicado en los Alpes bávaros. Reconvertido
en hotel, Elmau es un paraje hermoso y remoto en el sur de
Alemania que sirvió como campo de vacaciones de los militares nazis y hospital
de campaña de la SS. La pregunta es ¿era necesario reunirse en ese lugar? O
simplemente tiene sentido porque la conferencia trataba sobre la ayuda a los
militares nazi de Ucrania a los cuales el G7 parece desconocer.
A raíz de la guerra de Ucrania, Occidente
decidió, por iniciativa propia, tomar una serie ininterrumpida de disparatadas
decisiones, dentro de los que se encuentra la de considerar solo aquellos
países que aplicarán sanciones contra Rusia como parte del campo
pro-occidental. Estas naciones comprenden alrededor del 21% de los
miembros de la ONU, y constituyen solo el 13% de la población
mundial. De hecho, Occidente está en franca minoría. Según el
análisis de la Unidad de Inteligencia de The Economist, dos tercios de la población mundial vive en países donde el gobierno se ha
negado a condenar la invasión rusa de Ucrania, ya sea adoptando una posición de
neutralidad u oponiéndose a las expresiones de condena.
Quizás el enigma es más profundo en su
consideración de lo que uno supone, o en realidad que lo que los líderes occidentales
imaginan. La idea tiene que ver con el poder que occidente cree tener y que,
sin darse cuenta de la flagrante contracción que ha sufrido su autoridad en el
tiempo, sigue manteniendo intacta su ambición. Con la misma facilidad con la
que imagina poder reducir a Rusia a un estado vasallo o llevarla a la ruina,
prevén neutralizar a China provocando una guerra en Taiwán (como la de Ucrania)
para lograr ese propósito.
Lo que los occidentales llaman Occidente, o
civilización occidental, es un espacio geopolítico que surgió en el siglo XVI y
se expandió continuamente hasta el siglo XX. En vísperas de la Primera Guerra
Mundial, alrededor del 90% del globo estaba dominado por Occidente: Europa,
Rusia, las Américas, África, Oceanía y gran parte de Asia (con las excepciones
parciales de Japón y China).
Los occidentales no entendemos cómo Occidente
desde hace tiempo está cambiando. Comenzó como cristianismo y
colonialismo, luego cambió a capitalismo e imperialismo, se transformó en
democracia y descolonización, y con la necedad del unilateralismo se perfiló a
“relaciones internacionales basadas en reglas”, mismas que en algún momento
Europa creyó que serían establecidas por la Unión, pero está más que claro que
las establece Estados Unidos, quien controla aparte de UE y alrededor de 750 bases en al menos 80 países en todo el mundo.
Europa es un espacio geopolítico que desde el
siglo XVI vivió de los recursos de otros países que directa o indirectamente
dominaba al imponer un intercambio desigual. La desconfiguración se estaba
produciendo desde el surgimiento, entre 1955 y 1961, del Movimiento de Países
No Alineados, aunque sin el poder de la Eurasia actual. Rusia está haciendo más
daño en el mundo occidental que en el espacio geopolítico que Occidente define
como el mundo no occidental.
Las monedas de aquellos países que parecen
estar ganando la guerra son las que más se están depreciando. La inflación
y la recesión que se avecinan llevaron al director ejecutivo de JPMorgan Chase
& Co, Jamie Dimon, a decir que se acerca un “ huracán ”,
o sea, alguien se tiene que agenciar de la orfandad de poder que occidente
tiene en la actualidad.
El liderazgo de la Unión Europea, es decir, la
Comisión Europea o Bruselas, ha estado más alineado en los últimos 20 años con
los EE.UU. que con los países que forman la UE. Hoy se ve cómo la
presidenta de dicha Comisión, Ursula von der Leyen, cuando no trabaja para
Pfizer, parece operar como subsecretaria de defensa de EEUU, y desde el sexto
paquete de sanciones a Rusia, maniobra como desaparecida porque el fracaso de
esta medida es monumental.
Todos los fantasmas aventados por los medios
que el gasoducto Nord Stream no iba a reanudar el suministro después de 10 días
de trabajos de mantenimiento, no sucedió. Las especulaciones de La Unión
Europea temiendo que el Kremlin cerrara el grifo totalmente como medida de
“presión” ante las sanciones impuestas por la invasión de Ucrania, no se
llevaron a cabo y el suministro a vuelto al “casi el 40%” de la capacidad total
de la infraestructura, según datos de su consorcio gestor, Nord Stream AG. Este
volumen es similar al que se enviaba desde junio, antes del parón técnico. Que
a Europa después de todas las sanciones no le guste que Rusia tenga la sartén
por mango, es otra cosa.
Mientras Europa hacia negocio con Rusia, al
igual que con China, y obtenía beneficios todo marchaba sobre ruedas, ahora hay
que castigar a Rusia como un costo de la libertad. Las medidas contra Moscú,
que no terminan de impactar en los bolsillos de los consumidores europeos, y
menos en los rusos, metieron en problemas a los gobiernos de Italia, Francia,
España, Gran Bretaña y, sobre todo, Alemania, es decir, a la UE en su conjunto.
Desde el precio de la energía, pasando por las
tasas de interés hasta el auxilio prestado a la deuda pública de Grecia, Italia, España y Portugal, donde el Banco Central
Europeo (BCE) ha decidido salir a comprar deuda cuyas primas de riesgo
respecto a Alemania se han disparado en los últimos días y semanas. Las
vacaciones comienzan y ni Bruselas ni nadie presenta aún algún plan que permita
dejar de depender de Rusia antes del 2024.
Que Rusia siga enviando gas a Alemania, lo
único que ha hecho es prolongar la agonía; quizás Europa y Alemania, que está
en recesión, pueda salir de ella o tenerla un corto tiempo, pero el precio del
petróleo, si no hay crisis, aumentará porque crecerá su consumo, y con él todo
los energéticos y derivados. Las importaciones de combustibles fósiles de Rusia
en los primeros 100 días de la invasión, compilados por el Centro de Investigación sobre Energía y Aire
Limpio, como muestra el gráfico, lejos de detener
a Putin, están llenando el cofre del Kremlin.
Rusia obtuvo 93 mil millones de euros en
ingresos por exportaciones de combustibles fósiles en los primeros 100 días de
la guerra. La UE importó el 61% de esto, por un valor aproximado de 57 mil
millones de euros. Los ingresos comprenden un estimado de 46 mil millones de
euros por petróleo crudo, 24 mil millones de euros por gas de gasoducto, 13 mil
millones de euros por productos derivados del petróleo, 5,1 mil millones de
euros por GNL y 4,8 mil millones de euros por carbón.
La idea de una energía limpia sustentable que
la Comisión Europea ha presentado como Plan para poner fin a la dependencia de la UE
con respecto a los combustibles fósiles rusos (REPowerEU), no parece transitar por buen camino, de
hecho, va en sentido contrario. Hasta ahora se le ha comprado el gas
a EE.UU. a precios siderales o de cualquiera proveedor que haga llegar el
faltante. Los propios verdes alemanes, que han comenzado a destruir la
industria de su país, ahora quieren carbón o centrales termoeléctricas, como
toda Europa, que genere energía eléctrica a partir de la energía liberada
por combustibles fósiles como petróleo, gas natural, carbón, madera y núcleos
de uranio, o sea, todo al revés.
Mientras esto sucede, retroceder es una buena
opción. Occidente vuelve a suavizar las sanciones contra Rusia. La Unión
Europea puede descongelar los activos de algunos bancos nacionales, por presión,
de líderes africanos; a alguien se tiene que culpar. Según el relato, se
teme una crisis alimentaria por el impacto negativo de las sanciones en el
comercio internacional. Si se levantan las restricciones, las contrapartes
podrán pagar el grano, el trigo y los fertilizantes rusos a través de los
bancos rusos más grandes. Mientras tanto, la Comisión Europea levantó
parcialmente el bloqueo económico de Kaliningrado, permitiendo el transporte
ferroviario desde la parte central del país.
Robert Habeck, el ministro de economía alemán,
miembro de los verdes, quienes fueron el único partido en Alemania que criticó
al Nord Stream 2, mucho antes de que se pusiera de moda, actúa a la
defensiva. Ni lerdo ni perezoso, en sus entrevistas deja entrever, con
repetidas advertencias, que un embargo de gas ruso podría resultar un evento
catastrófico para la economía alemana. Incluso invocó el colapso de Lehman
Brothers como comparación.
La implosión de un modelo económico que
depende de las exportaciones industriales y, por lo tanto, de las importaciones
de combustibles fósiles baratos es lo que hará detonar a Alemania, si siguen
siendo unos sumisos dependientes de EE.UU. La industria es
responsable del 36% del uso de gas en Alemania, una implosión industrial de un
país que es la locomotora europea generaría un problema para la Unión y una
alegría a América del Norte. A la larga, Occidente probablemente encontrará
proveedores alternativos y procesos industriales alternativos que dependan
menos de los productos básicos rusos, el problema sin solución es el corto y
mediano plazo.
Al inaugurar Davos 2022, la directora del FMI,
Kristalina Georgieva, culpó a la
pandemia y a Putin por la “confluencia de calamidades” que enfrenta ahora la
economía mundial. No hay sorpresa en las declaraciones. Davos en
sí no es un centro de conspiraciones, sino el portavoz de las
reacciones cada vez más aterrorizadas de las élites ante las inmanejables
contradicciones sistémicas. Mientras nos siguen diciendo que el bajón que
se avecina es efecto de las adversidades globales, que tomaron al
mundo por sorpresa desde el Covid-19 hasta Putin-22, la realidad es todo lo
contrario: la economía estancada y las sanciones 2022 son la causa de
estas “desgracias”.
Si bien la nueva infección de Occidente se
llama Rusia, sobre todo por su historial comprobado (URSS), es crucial darse
cuenta de que la prisa por crear enemigos y sembrar el miedo ahora es
desesperada, ya que se basa en la agresión la negación del fracaso estructural.
La sobrevaluación grotesca actual de todos los activos de riesgo (acciones,
bonos y propiedades) sugiere que las élites continuarán usando su libro de
jugadas políticas para ganar más tiempo y posponer el estallido de una burbuja
de deuda que comenzaron a inflar años antes de que Covid y Putin se convirtieran
en los chivos expiatorios favoritos.
Ucrania nos proporciona una imagen literal del
mecanismo anterior. Detrás de sus historias los políticos occidentales,
bajo la presión de sus jefes financieros, continúan saboteando la diplomacia
sancionando a Rusia y bombeando toneladas de armas a Ucrania, así como miles de
millones en ayuda financiera. La lógica es tan ilógica que las importaciones de
Argelia a España se hunden un 57,3% con respecto a junio de 2021, la misma
península ibérica que manda armas a Ucrania y denigra a Putin, compra a Rusia una cifra histórica de gas en junio, que
ya es su segundo proveedor.
Queda claro, Rusia perderá todas las batallas
hasta que gane la guerra. Mientras tanto hagan caso y lávense las partes del
cuerpo en dos minutos, para no ayudar a Putin.
Si llegaste hasta acá y te gusto lo que leíste
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Si estas en Argentina:
Ayuda de cartonero (200$): https://mpago.la/15HCshg
Ayuda de monotributista social (500$): https://mpago.la/2zkxfxX
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*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista, columnista radial, analista.
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