Revista Nos Disparan desde el Campanario Año III Nro. 48 El GRITO de Edvard Munch por Guillermo F. Sala

 

 

 

Título original: Skrik (1893)

Museo: Nacional de Noruega

Técnica: Óleo Pastel Temple (91 cm × 74 cm.)

 

Edvard Munch, nacido en Loten (Noruega) pintor de la angustia, del miedo, de la enfermedad, de la muerte, para quien eso representaba belleza, quien dijo «del mismo modo que Leonardo da Vinci había estudiado la anatomía humana y diseccionado cuerpos, yo intento diseccionar almas». 

En su infancia sufrió la pérdida de familiares cercanos a causa de la tuberculosis y vivió atemorizado por un padre muy estricto y religioso. Su estilo fue muy personal y expresivo, nada naturalista, y esa particularidad llamó la atención. Paralelamente vivió una existencia marcada por la soledad, la depresión y el alcoholismo que paradójicamente contribuyó a su propia creatividad.

Muchas personas pueden sentir identificación con alguna interpretación del mensaje que brinda El Grito: el humano moderno en un momento de profunda angustia y desesperación existencial. Es un mensaje universal, que trasciende  sexos, etnias y nacionalidades.

Por ello, este cuadro es considerado uno de los más importantes de la historia del arte.

 



 

El propio Munch nos cuenta de dónde surgió la idea del tema de la obra en su propio diario en 1892:

“Paseaba por un sendero con dos amigos – el sol se puso – de repente el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio – sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad– mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza”.



Esta impresión la acabó plasmando en el cuadro, que en principio iba a ser la figura de un hombre vestido con traje, pero tras una visita a París donde vio una momia peruana de rasgos andróginos, decidió cambiar al protagonista para universalizar aún más su mensaje existencialista.

La obra, aunque no es muy bonita, tuvo un enorme éxito de crítica. Las personas iban a contemplar el cuadro en masa y hubo cierta controversia, incluso se aconsejó a las mujeres embarazadas que no visitaran la exposición.

Al final se convirtió en uno de los cuadros más famosos de finales del siglo XIX (que evoca los futuros horrores que se avecinaban en Europa) y hoy es considerada una especie de Mona Lisa moderna.

 



Durante mucho tiempo  se creyó que se trataba una persona gritando. Sin embargo, una pieza exhibida recientemente en el Museo Británico de Londres revela otra versión sobre la icónica obra. Esta nueva pieza es una litografía en blanco y negro que contiene una inscripción en la que puede leerse: "Sentí el gran grito a través de la naturaleza", lo que ha sido interpretado por las autoridades del museo como una confirmación de que la figura de la obra es alguien que escucha un grito, pero no es quien grita.

Se dijo en esa ocasión que "Munch incluyó la frase en la litografía en blanco y negro para describir cómo su inspiración vino de la ansiedad que sintió en ese momento". "Él estaba tratando de capturar una emoción o un momento. A través de esta inscripción sabemos cómo se sintió. La gente cree que es una persona gritando, pero no se trata de eso", concluyó un experto.

Este debate sobre el interrogante acerca de si la figura del cuadro está gritando o no ha suscitado debates durante décadas. Incluso otros entendidos han expresado que  "Hay un montón de comentarios sobre esta obra, pero tenemos las palabras del propio Munch y ésta es una persona que se está cubriendo los oídos cuando escucha la naturaleza gritando".

Otra de las características singulares del cuadro es que luego de minuciosos y profundos análisis, se descubrió una oración casi imperceptible que provocó muchas conjeturas.

En la esquina superior izquierda de la obra aparece  un enigmático mensaje escrito a lápiz: "Solo pudo haber sido pintado por un hombre loco".

El museo finalmente concluyó que el escrito fue realizado por Munch, tras comparar el trazo con la caligrafía que dejó el artista en sus diarios y correspondencias.

 



 

Y aunque se trate de una de las pinturas más famosas del mundo los historiadores han ignorado durante décadas una pequeña inscripción escrita en lápiz en la esquina superior izquierda del lienzo.

Munch pintó cuatro versiones de 'El Grito' desde 1893 a 1910. La primera versión, pintada al temple sobre tabla con pasteles, es propiedad del Museo Nacional de Noruega, y es la única que lleva esta inscripción.

Otros dos originales se encuentran en museos noruegos; una versión de 1895, en pastel sobre cartón, es propiedad de un coleccionista privado. Dos de las versiones del cuadro han sufrido robos (y posterior recuperación por parte de la policía) en los últimos años.

 


Por Guillermo  F. Sala. Arquitecto

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