Revista Nos Disparan desde el Campanario Año III Nro. 47 Cultivar la Utopía es Fundamental para Cambiar el Mundo…. Entrevista al Filósofo italiano Nuccio Ordine por David Barrera
Fuente: El Español
Link de Origen: AQUÍ
Dos libros eruditos han convertido a Nuccio
Ordine (Diamante, 1958), profesor de Literatura italiana en la
Universidad de Calabria, en un best seller internacional. El primero
fue La utilidad de lo inútil, un ensayo contra la derrota del pensamiento
frente al dinero; y después Clásicos para la vida, un llamamiento a
la resistencia frente a las omnipresentes leyes del mercado desde la
trinchera de los Platón, Rabelais, Shakespeare, Cervantes,
Goethe, Rilke y compañía.
Ahora, tras diez años de investigación, el
intelectual y filósofo presenta un ensayo de carácter más académico, Tres
coronas para un rey (también editado por Acantilado), en el que se sumerge
en los ambientes literarios y artísticos de la Europa del Renacimiento para encontrar el auténtico significado
del célebre emblema de Enrique III de Valois. Un viaje apasionante por las
mentes de los grandes intelectuales de la época y los sangrientos campos de
batalla de las guerras de religión.
Pregunta. ¿Cuál es el embrión de este
libro?
Respuesta. He trabajado mucho sobre
Giordano Bruno, un autor que llevo en mi corazón desde mi tesis de final de
carrera. En su Expulsión de la bestia triunfante, un diálogo muy
importante que habla de las guerras de religión, que son guerras civiles,
dedica una página muy interesante a la empresa del rey de Francia. ¿Por qué
tres coronas? Hay dos abajo y una entre las estrellas. ¿Qué significa? Bruno
habla que la tercera corona es la recompensa a aquel que mate a la hidra de
Lerna, un monstruo mitológico al que le renacen las cabezas y que representa
estos conflictos. La tercera corona, por lo tanto, es un premio que Júpiter
otorga a aquel rey que consiga vencer a aquellas personas que están provocando
la guerra y que renuncie al imperialismo.
P. Usted hace una reinterpretación del
célebre emblema...
R. La tercera corona tiene un valor
simbólico en relación con la religión. Las lecturas anteriores a las que hago
en mi libro, en concreto la de Frances Yates, pensaban que las dos coronas terrestres,
las de Polonia y Francia, estaban al servicio de la celestial. Estudiando la
literatura de la época y todas las explicaciones de los contemporáneos de
Enrique III, he descubierto que la tercera corona significa realmente lo
contrario: no la monarquía al servicio de la religión, sino la religión al
servicio de la monarquía.
P. ¿En qué consistía entonces la empresa
del monarca galo?
R. Lo que Enrique III quería
era poner la religión al servicio de la unidad de Francia y la monarquía,
una política que se inspiraba en las concepciones de Maquiavelo. La monarquía
francesa asume la idea de que el rey puede gobernar directamente la religión
sin pasar por la parte terrenal, es decir, Roma. Y Bruno comprende que esta
empresa permite el diálogo con Inglaterra para conseguir una alianza con Isabel
I.
P. ¿Pero cómo se podía aliar un rey
católico con una reina protestante con un rey católico?
R. Isabel I llevaba a cabo la política de
una forma similar a lo que sucedía en Francia: tenía por un lado a los protestantes
que presionaban y por otro a los católicos radicales, ella. Intentó reprimir a
ambos para demostrar que la administración religiosa la llevaba a cabo la
corona. Este libro demuestra de manera clara que el diálogo era mucho más
fácil entre los católicos y protestantes moderados que entre los protestantes
radicales y moderados. La razón es que los radicales daban mucha más
importancia a la religión que a la monarquía. Mientras que los moderados era al
contrario: daban mucha más prioridad a la monarquía que a la religión.
P. ¿Y qué significa lo de la corona para
el rey que renuncie al imperialismo?
R. También puede hacer referencia a un
reino específico, que en este caso sería Inglaterra. Bruno hace entender a
Isabel I que el rey francés no quiere aspirar a la conquista de Inglaterra.
Muestra que el enemigo real de ambos es España, Felipe II en concreto. ¿Por qué Inglaterra podría representar la
tercera corona? La gran documentación incluida en el libro lo demuestra. En los
años 50, la poesía francesa habla de los dibujos imperialistas de Francia, y
comenta que cada uno de los hijos de Catalina de Médici tendrá un reino. Así
pues, se prevé que entre estos reinos se incluya la conquista de Inglaterra.
Mientras Bruno está en Londres, la diplomacia francesa organiza el enlace entre
el hermano de Enrique e Isabel. Así pues, Francia lanza un mensaje no
imperialista: están dispuestos a renunciar a la tercera corona, que
tiene un valor material, Inglaterra, y otro espiritual, la religión.
P. En el siglo XVI, Dios y los reyes
estaban prácticamente a la par. Pero hoy la monarquía resulta una institución
pretérita, anacrónica a ojos de mucha gente. ¿Qué sentimientos despierta en
usted?
R. Para mí es un poco difícil responder a
esta pregunta. En Italia no tenemos rey y soy republicano de primera hora. Cada
nación tiene una cultura y puede ser que en España o Reino Unido, por ejemplo,
la monarquía tenga un papel muy importante como símbolo de la unidad de una
nación y de la historia del país. Pero no tengo una idea personal.
P. Ha contado que viene de una familia
donde nadie había estudiado y de un pueblo donde no había libros, y que
descubrir la escuela fue "un milagro". ¿El milagro que necesita todo
niño es encontrar un buen profesor?
R. Para mí es una prioridad. Muchos
rectores y profesores han dicho que la pandemia ha hecho comprender que el
futuro de la enseñanza es el telemático. No, es una locura. La tecnología es
una interrupción brutal de la relación entre el profesor y estudiante. La única
manera de transmitir conocimiento es la presencial. Sin la comunidad no
hay transmisión de sabiduría. Siempre leo mis alumnos la carta maravillosa que
Camus envió a su profesor de Argel el día que le concedieron el Premio Nobel.
Se acordó de su madre y de él, quien le había cambiado la vida. Ninguna
plataforma digital puede hacerlo, solo un buen profesor. El problema es que hay
muchos maestros que hacen esto en el silencio, no lo conocemos. Y solamente la
escuela pública puede garantizar una eliminación de las desigualdades, y hoy se
están destruyendo la escuela y la universidad públicas en toda Europa para
aplicar las leyes americanas y británicas.
P. ¿Se está precarizando la formación de
los profesores? Parafraseando el título de su libro, ¿se está dando más
importancia a la utilidad de lo inútil?
R. La escuela no da importancia a lo
inútil. El discurso que hizo Boris Johnson a los estudiantes británicos hace
unos meses fue que hay que elegir no la disciplina que te gusta, sino la que te
puede garantizar un provecho. Para mí, esta es la destrucción total de la
educación. Y por eso la ética de las profesiones está bajando en todo el mundo:
si hay médicos que hacen medicina para ganar dinero, no son buenos médicos
porque no tienen amor. No puedo vender mi dignidad para el dinero. El otro
elemento increíble es que los alumnos piensan que tienen que estudiar para
aprender una profesión.
Hay una poesía maravillosa de
Kavafis, Ítaca, donde habla con el lector para decirle que la importancia
del viaje de Ulises no es llegar a Ítaca, sino la experiencia del viaje. Hay
que hacer entender a los estudiantes que lo importante es el viaje que hacen
con el profesor y sus compañeros, la experiencia de la escuela. La idea de la
escuela/universidad-empresa no tiene sentido.
P. En este presente cruel que
mercantiliza nuestras vidas, dar prioridad a esa experiencia puede acabar con
la expulsión del sistema…
R. Puede ser un riesgo, lo comprendo. He
tenido muchos alumnos que me han demostrado que cuando estudias con pasión y
amor, en un momento u otro tienes siempre una posibilidad de ganarte la vida
con dignidad. En la locura de la evaluación de las universidades hay un
parámetro que dice que una buena universidad es aquella que hace ganar al
estudiante mucho dinero. Pero si en Calabria hay diez estudiantes que han
aprendido bien el griego y el latín, y lo enseñan bien y ganan 1.300 euros,
¿por qué no es una buena universidad? No tiene sentido: si hace bien su trabajo
es una maravilla.
El tema es que siempre tenemos que pesar
con el dinero. Para mí es más importante que un profesor haga comprender a diez
alumnos de la escuela de un pequeñito pueblo de Calabria, donde está la
'Ndrangheta, que ser mafioso significa perder la dignidad. Ha hecho el mejor
trabajo que se puede hacer. Tenemos una idea que la escuela siempre ha formado
ciudadanos cultos, democráticos, solidarios. Hoy la idea es que tenemos que formar
pollos de engorde con ganas de dinero y que solo piensen en crear
empresas.
P. Usted es uno de los mayores defensores
de las Humanidades a nivel mundial. ¿Qué piensa al ver los cambios en los
programas educativos que eliminan la filosofía o el aprendizaje de memoria?
¿Hacia dónde vamos?
R. Estamos destruyendo las cosas
fundamentales. Hay muchos pedagogos que dicen que aprender de memoria una
poesía no tiene sentido. Para mí son estúpidos. Cuando tú aprendes una poesía
de memoria, con el corazón –en inglés y francés se dice by
heart y per coeur–, resta en tu interior y trabaja. Y un día, cuando
miras una cosa, surge del interior y comprendes cosas que antes no podías.
Hay un testimonio increíble de Primo Levi.
Aprender La divina comedia de Dante le permitió una noche regalar un
momento de felicidad a los otros judíos encerrados en el campo de
concentración. No te pueden robar las cosas que has aprendido. Es
maravilloso como metáfora de su importancia. La idea hoy en día es que tienes
que aprender solo cosas prácticas, pero se ha olvidado que la ciencia, para
crear, también necesita fantasía e imaginación, como tantas veces dijo Albert
Einstein. Si hoy preguntas a un niño de diez años por su profesión del futuro y
tienes que hacer un camino para especializarlo, matas completamente al
estudiante, porque es la curiosidad la que puede que un día un buen estudiante
se convierta en un buen científico.
P. Hay una gran paradoja en el mundo
actual: gracias a las nuevas tecnologías, tenemos a nuestro alcance el acceso a
toda la cultura que queramos, pero al mismo tiempo están resurgiendo las
ideologías más extremistas: nacionalismos, populismos, la extrema derecha….
R. Hay que hacer una pequeña modificación
a esta lectura. Hay hoy un malentendido: pensamos que información significa
conocimiento, pero son dos cosas diferentes. Tenemos más información, pero
no conocimiento. Internet es una mina de oro por la gente que sabe; por la que
no sabe es muy peligroso. Un día hice una experiencia con los estudiantes y
busqué Giordano Bruno en medio centenar de sitios: un delirio total. En
Internet todo el mundo tiene derecho a escribir. Esta idea de la democracia en
Internet, uno vale uno, es una tontería. Sobre el conocimiento, si yo no tengo
una autoridad no puedo hablar. Internet es una trampa enorme, y es lo que ha
creado el pueblo que invadió el Capitolio de Estados Unidos. El señor con los
cuernos es una imagen de la ignorancia de los jefes como Trump, Bolsonaro, Le
Pen, Salvini… que cuentan historias que son mentirosas.
P. ¿Qué debe hacer un filósofo, un
intelectual, en un mundo como el de hoy?
R. Tiene que hablar a contracorriente. El
problema de hoy es que no tenemos sentido crítico. El intelectual tiene
que ser un herético, como lo era Giordano Bruno, que dice las cosas que la
sociedad no quiere escuchar. Desafortunadamente, en las universidades los
intelectuales parece que se han resignado, no tienen ganas de reaccionar. Creo
que tenemos que luchar, porque cultivar la utopía es fundamental para cambiar
el mundo.
Comentarios
Publicar un comentario