Revista Nos Disparan desde el Campanario LUIS BARRAGAN – ARQUITECTO, NATURISTA EMOCIONAL por Guillermo F. Sala

 


Vamos concluyendo la temporada 2021 y mi segunda personal, desde este espacio que me ofreció Gustavo con el fin de compartir cuestiones tecnológicas que me motivan, pinceladas más artísticas en otras entregas, la mayoría de las veces desde una visión nacional con ingredientes y personajes latinoamericanos. 

Probablemente seguiremos el año que viene con otras frecuencias de entregas y temario que iremos recorriendo en el avance.

Por ahora seguiremos con la saga de estos hacedores de arquitectura latinoamericana y hoy los invito a descubrir a alguien que recibió,  lo que los profesionales de estos quehaceres denominaron el “Nobel”, que es el Premio Pritzker. Los arquitectos latinoamericanos a quienes les entregaron este reconocimiento fueron a los brasileros Óscar Niemeyer y Paulo Mendes Da Rocha, al chileno Alejandro Aravena y por último mencionaremos al mexicano que en esta entrega intentaremos revelar: Luis Barragán

Nacido dentro de una familia acomodada con fuerte tradición católica a principios del siglo XX, cursa la carrera de Ingeniería en su Jalisco natal. A mitad de la década del ’20 realiza un viaje de inspiración durante dos años por Europa, luego de recibirse de ingeniero. Visita desde la Alhambra en Granada hasta las villas italianas. De todas estas queda entusiasmado por el entorno del paisaje, la relación con la naturaleza, el uso de materiales locales, entre otras fascinaciones. Participa de encuentros académicos en Francia con el rupturista moderno de la arquitectura en ese momento: Le Corbusier. La vocación hacia la arquitectura del ingeniero Barragán era inquebrantable.

Sin duda, el viaje realizado a Europa fue fundamental en su trabajo y al regresar a Guadalajara comenzó su labor profesional como arquitecto. Desde 1936 se desempeña como arquitecto en su propio país.

“En mi obra subyacen los recuerdos del rancho de mi padre donde pasé los años de mi niñez y adolescencia”.

Fue el creador de la arquitectura emocional, la cual demostró que hacer arquitectura iba más allá de cumplir con una funcionalidad. A través de ella le dio un sentido espiritual a cada uno de los espacios con un manejo de la luz natural y el color.

 


 

Uno de los proyectos emblemáticos de la arquitectura litúrgica del siglo XX es el de la Capilla de las capuchinas sacramentarias (Ciudad de México, 1952-1960). La fachada discreta de la capilla se adapta al contexto pero al ingresar, un patio es lo primero que recibe a los visitantes antes de llegar a la capilla principal. En ella se ubica una celosía que marca el cambio entre interior y exterior. Sobre el altar se observa la sombra de una cruz oculta, lo cual no sería posible sin la entrada de luz a través de vitrales de color amarillo.

 


La propia casa es de las  obras icónicas de Barragán,  construida en 1948,  que  se emplaza un edificio de aproximadamente 1000 m2 que está hecho de hormigón armado y representa una mezcla de estilos arquitectónicos, con elementos tanto modernistas como tradicionales mexicanos. A lo largo de toda la casa encontramos elementos característicos de su obra, como su uso de luz natural, formas geométricas, colores puros y escalinatas sin barandas. Aunque su fachada es austera y podría pasar desapercibida en medio del barrio de Tacubaya, en el interior se esconde un verdadero tesoro arquitectónico. En 2004, la UNESCO reconoció la trascendencia internacional de esta estructura al incluirla en su lista de Patrimonio Mundial. Hoy en día, esta casa estudio funciona como un museo que puede visitarse sólo con cita previa.

 


También fue autor de las icónicas Torres de Satélite, que eran como la puerta de una Ciudad Satélite a la Capital que quedó en el olvido. Estas Torres se identifican también la famosa ciudad medieval de San Gemignano en la Toscana italiana. También fue autor de varias residencias diseñadas en medio de lava volcánica; el Faro del Comercio en Monterrey, la Fuente de los Amantes, entre muchas obras más, permiten conocer más de su obra.

 



 

El Museo de Arte Moderno de Nueva York realizó en 1976 la primera exposición sobre su obra





Una de los trabajos más importantes de Luis Barragán es Casa Gilardi, ubicada en San Miguel Chapultepec. La penúltima obra del arquitecto en la cual reafirmó todas las ideas, influencias, experiencias y marcó un legado para todos los arquitectos a nivel mundial. Posiblemente es la mejor muestra de arquitectura emocional durante toda su carrera.

 


 

 

“La arquitectura es un medio para acercarse a la naturaleza, los colores y las texturas armonizan en cada espacio. Los muros y la luz natural se complementan” dijo el arquitecto de profesión.

El misterio detrás del arquitecto es representado en las fachadas, y el mismo se repite en otros proyectos. Volúmenes discretos, cerrados que solo permiten la entrada de iluminación natural necesaria.




Dentro, los espacios juegan con los colores, texturas y luz. La escalera se desarrolla sin barandas, como en su casa-estudio. Pero parte fundamental de la casa es el pasillo que conecta la zona privada con el comedor. Un corredor que se tiñe en escala de amarillos gracias a las pequeñas aberturas en uno de los muros, las cuales, según la posición del Sol, cambian durante el día. Al llegar al comedor podemos encontrar el sitio de mayor impacto en la vivienda y trayectoria de Luis Barragán, la piscina, un espacio único en toda su obra en el que la luz blanca penetra el interior.

Tanto en Casa Gilardi como en la Casa-Estudio Luis Barragán encontraremos unas ventanas únicas que permiten un “control manual” en la entrada de luz. Rectángulos partidos en 4 partes, cada una independiente, al estilo de los establos.


Este arquitecto fallecido en 1988, luego de una vasta e intensa actividad, se permitió ilustrar su trabajo en ocasión de la entrega del Premio Pritzker, al decir “En proporción alarmante han desaparecido en las publicaciones dedicadas a la arquitectura las palabras belleza, inspiración, embrujo, magia, sortilegio, encantamiento y también las de serenidad, silencio, intimidad y asombro. Todas ellas han encontrado amorosa acogida en mi alma, y si estoy lejos de pretender haberles hecho plena justicia en mi obra, no por eso han dejado de ser mi faro...»

 

 


*Guillermo F. Sala. Arquitecto

 

Comentarios

  1. Contemplando las lineas y la magia de la luz , el efecto entre el amarillo y el azul en el fondo en ese cuarto me viene a la mente inmediatamente la reflexion : "Que tapa se perdio' Pink Floyd"
    Muy bueno Guillermo!!

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