Revista Nos Disparan desde el Campanario Año II Nro. 46 Los Mercados y las calificadoras... por Alejandro Marcó del Pont

 


 



 

Fuente: Sitio El Tábano Economista

https://eltabanoeconomista.wordpress.com/

 

 

Links de Origen:

I: AQUÍ

 

II: AQUÍ

 

 

Es extraño, pero todo lo que tiene que ver con economía se suele exponer como algo técnico, obscuro, retorcido, incomprensible, y cuando no se hace de esa forma, resulta ser un asunto natural o indiscutiblemente exacto.

Carente de sensibilidad, insólito para una ciencia social que se precia de interesarse por el bienestar de las personas, ha sido privada de vestimenta política, de teoría que adhieran a algún sector y hasta de actores que ejecuten su guión. Un verdadero misterio.

Los mercados suben y bajan cual si fuera una marea, pero nada los impulsa. Se desatan crisis que marginan de sus bienes, trabajo, ahorros y sumen a la pobreza a miles de personas, pero nadie es responsable. Ocurren por designio divino, pero ni el propio supremo se hace garante.

Lo cierto es que al igual que en la Edad Media, la falta de conocimiento y el oscurantismo son la forma más eficaz de garantizar que ante una destrucción semejante, las ideas y medidas económicas no se cuestionen. Para el discurso hegemónico es básico que, aunque sea injusto quienes paguen, no exista otra opción, que la forma propuesta resulte ser la única posible de afrontar las crisis.

Para que esto suceda hay una serie de máximas que deberán ser irreflexivamente aceptadas: lo público es ineficiente; el mercado funciona; la emisión genera inflación, etc., etc. Además, se han instalado una serie de palabras desprovistas de todo contenido. No hay y no puede, por cierto, haber nadie detrás. Pongamos un ejemplo. Titular de Ámbito Financiero del 17 de septiembre de 2014: “Con fuerte especulación…. El dólar blue…”. ¿Quiénes son los especuladores? ¿La gente común, los bancos, las empresas? No, son sólo los especuladores.

De esta manera, un boom hipotecario, la expansión del crédito, el aumento de la deuda de los hogares y los países, no son avalados ni respaldados por nadie, sólo se dan. O es posible que el mercado vea expectativas positivas en tal o cual economía. Y sea el mismo mercado, a través de las calificadoras, quien determina si las cosas están bien o no.

Ahora bien, ¿quiénes son los mercados? Lo cierto es que ya hemos demostrado en otra entrada de este blog que en nuestro país no existen mercados, aunque si monopolios y oligopolio (se llaman mercados imperfectos, por las dudas), pero a decir verdad, cuando los trajeados y serios juglares económicos hacen referencia a él se están, imagino, refiriendo, sobre todo en la actualidad, a los mercados financieros.

Existe abundante evidencia sobre los vínculos entre la actividad financiera, el ahorro la inversión y el crecimiento económico. Es decir, los mercados financieros cumplen un importante papel de facilitadores de necesidades financieras de agentes privados o públicos, con otros que están dispuestos a proporcionar sus ahorros a los que necesitas de ellos. Esta sería la versión inocente del mercado.

No haremos una gran historia para que el punto que queremos demostrar quede claro, porque la liberalización y desregulación de los mercados financieros de por sí es para un articulo. Lo cierto es, y de manera acotada al periodo posterior a la crisis de 1929, que el sector financiero fue sometido a una estricta regulación mediante la ley Glass-Steagall en Estados Unidos. Esta ley básicamente impedía que las entidades financieras pudieran especular con los depósitos de los ahorristas. Separaba a la actividad bancaria de la bursátil y a la banca comercial de la de inversión.

Con el liberalismo económico tenemos una teoría emparentada con un sector económico, a través de Ronald Reagan, quien a partir de esta hipótesis conjeturaba que no colocar trabas al mercado produciría una mayor competitividad, por lo que desbarató la ley Glass-Steagall. Los bancos pueden participar otra vez en los negocios de inversión.

Por lo tanto, los mercados desregulados ya no se ajustan a la versión inocente, ahora pueden incrementar el capital de manera ficticia y hacerlo incluso de manera oculta en sus balances. Pero, por sobre todas las cosas, están desregulados; nadie los mira o todos los observan sin entender lo que pasa. Los mercados son muy amplios, pero los cuatro más importantes son los de deuda, acciones, divisas y derivados.

Los mercados de títulos de deuda son públicos o privados. Los estados emiten deuda para financiarse al igual que los privados, con la particularidad que ahora estos títulos pueden negociarse una vez emitidos; es decir, son negociables por los bancos. Sí usted tiene una hipoteca pude ser vendida por un banco dentro de un paquete para minimizar el riego (subprime).

El mercado bursátil es conocido al igual que el de divisas; quizás el de derivados sea el menos comprensible, es un mercado que se basa en el precio de un activo, petróleo digamos, y se negocian sus derivados: a qué precio futuro (dentro de un mes, por ejemplo) estará el principal (petróleo).

Una vez establecido de manera general qué son los mercados, el paso siguiente es saber quién los dirige. Vamos a demostrar que la mano invisible está pegada a un cuerpo, con nombre, apellido, y sobre todo, beneficios.

Por un lado están los bancos comerciales

Principales 10 bancos del mundo, sin China

 

Fuente: elaboración propia en base a SLN


Estos son los mayores bancos de Europa y EEUU. Ellos son los responsables de la mayoría de los préstamos otorgados para la adquisición de títulos, amén de sus múltiples operaciones, así como también a la emisión títulos propios que se negocian en el mercado.

“En EE.UU. destacan además los grandes bancos de inversión, si bien este sector —por estar situado precisamente en los segmentos más activos y especulativos— ha quedado profundamente reestructurado tras la crisis de 2008: Lehman Brothers quebró, Bear Stearns y Merrill Lynch tuvieron que ser vendidos (dados sus graves problemas de solvencia) a JP Morgan Chase y Bank of America, respectivamente, mientras que Morgan Stanley y Goldman Sachs, ahora reconvertidos en bancos comerciales, acumulan aún más poder”.

A los bancos les siguen los inversores institucionales (fondos de inversión, fondos de pensiones, compañías de seguro y hedge funds). Para tener una idea de su tamaño, baste decir que los fondos de inversión son propietarios de 22.1 billones de euros, los fondos de pensión de 18.1 billones de euros; esto representa el 75.5% del PBI mundial para el año 2013. Si le añadimos las compañías de seguros, alcanzan el 100% del PBI mundial (fuente: IVECO y OCDE).

Quizás uno de los datos más impresionantes sea que en 2013 los fondos de pensión y los fondos de inversión tiene un 31% más de activos que antes de la crisis del 2007 (30.6 billones de euros). El segundo dato sorprendente es que el 52% de los 22.1 billones de euros de los fondos de inversión es americano, y el 58% de los fondos de pensión.

El mercado de derivados lo abarca todo, y según la única estadística existente otorgada por el BIS (Banco Internacional de Pagos), los bancos, más los fondos, pasaron a manejar U$S 250 billones en el año 2005 a 710 billones en 2013. Para tener una idea, estos señores mueven al año diez veces el PBI mundial, 44 veces el de EEUU y 40 veces las importaciones mundiales.

Principales fondos de inversión (en billones de euros) 2013

 



Comienza a resultar conocidos los nombres de los bancos juntos con los fondos de inversión que manejan el mercado. Pero comencemos por los bancos, que se reconvirtieron, pasando de bancos de inversión a bancos comerciales, pero sin dejar de ser fondos de inversión.

En el cuadro siguiente describimos los mayores accionistas de cada uno de los seis principales bancos americanos, y como se puede apreciar, los fondos de inversión son accionistas privilegiados que cada uno de los bancos, y a su vez los bancos de otros bancos. Lo que no se da es el cruce entre bancos y fondos de inversión; es decir, los bancos tienen acciones en otros bancos, al igual que los fondos de inversión. Pero los bancos no en los fondos de inversión, ya que muchos bancos son en sí fondos de inversión.

Principales accionistas de los cinco mayores bancos de EEUU. Septiembre de 2014



Para hacerse una idea más clara, BlackRock tiene U$S 24.043 millones invertidos en cada uno de los seis principales bancos americanos y es el mayor fondo de inversión. State Street Corp. el cuarto fondo de inversión mundial, cuenta con la mayor participación en los seis bancos, con  U$S 39.946 millones.

Al parecer el mentado mercado está dominado por bancos y fondos de inversión, que terminan siendo lo mismo. La idea es un poco mas tenebrosa según un estudio realizado en 2009 sobre 48 países en los cuales se detectó que no más de diez grupos (bancos, fondos de inversión) controlan no sólo a las empresas sino más del 80% de las bolsas del mundo.



Lo más extraño es que el sistema diseñado en base a un átomo, como muestra la figura anterior, demuestra que ante una nebulosa de datos que parecería indescifrable y compleja, cuando se determina la columna vertebral, se ven los lazos existentes con los mismos bancos y fondos de inversión que describimos en la actualidad (http://xurl.es/919k2).

Al parecer, los nombres del mercado de capitales están dominado por los fondos de inversión que a su vez dominan a los bancos, 

 

 LOS MERCADOS Y LAS CALIFICADORAS

 

La carta tenía un tono formal, educado y amistoso. Moody’s Investors le informaba al gigante alemán de seguros Hannover Re que había decidido calificar su salud financiera sin costo alguno. La misiva dejaba entrever que seria del agrado de la calificadora que en un futuro cercano la compañía de seguros contara con sus servicios.

La forma de promocionar los servicios de la calificadora pusieron en alerta al gerente de la compañía: Hannover Re desembolsaba cheques de seis cifras a dos calificadoras diferentes, no tenía sentido invertir en otra, pero el mecanismo era un conocido elemento de coerción. A pesar de la negativa de la aseguradora, Moody’s Investors comenzó a evaluar a la compañía haciendo públicos sus resultados. Año tras año, mientras las calificadoras contratadas por Hannover certificaban su buena salud, Moody’s reducía el valor de las deuda hasta llevarlo a bonos basura.

Este juego duró hasta que los accionistas comenzaron a dudar de la salud de la aseguradora alemana, que perdió U$S 175 millones y el mensaje llegó a la corporación alemana (http://xurl.es/75ng3). Con la misma facilidad con la que pueden desacreditar a una compañía que no compra sus servicios pueden falsear resultados a favor de quienes los contratan.

Un informe realizado por Moody’s Investors, con fecha 2 de diciembre de 2009, desechaba los temores de los inversores sobre la deuda griega tildándolos de “exagerados” (http://xurl.es/elmgp). Cinco meses después, el 2 de mayo del 2010, la UE y el FMI apoyan a Grecia con un préstamo de salvataje por €110.000 millones.

Calificación y pérdida de los principales bancos antes de la crisis



 

Como se ve, los errores son frecuentes. En enero del 2008, dos meses después de la calificación de alta calidad al Citigroup, éste recorto sus ganancias en 83%, añadió una pérdida de U$S 6.600 millones a los U$S 11.320 que arrastraba y anunció que colocaría U$S 18.000 millones en la cuenta incobrables por ser bonos basura; lo mismo se podría decir de cualquiera de los miembros del cuadro, con mayor o menor alarma de sus pérdidas.

La pregunta que se desprende del relato es cómo pueden estos farsantes determinar qué Estado, provincia, municipio, banco o empresa, se encuentra financieramente solvente, si cuando les conviene el acero se vuelve cristal y lo frágil tiene la solidez de una roca. ¿Qué mecanismo los ampara para que los “mercados” sigan ciegamente sus designios y, por cierto, quiénes están detrás de estos chamanes de la credibilidad?

Con características análogos a las actuales, un banco de Filadelfia, el Jay Cooke and Company, agente financiero exclusivo de Northern Pacific Railway, lanzó al mercado en 1873 un bono por U$S 100 millones para financiar la construcción del segundo ferrocarril transcontinental de EE.UU. Como no pudo colocar los bonos el propio banco terminó comprando el 75% de la emisión, lo que era excesivo para su patrimonio, por lo que la noticio se propagó como el viento provocando la quiebra del banco.

El tamaño de la crisis americana de 1870, con un mercado de valores cerrado durante diez días, 5.000 empresas quebradas y miles de kilómetros de vías férreas desechados, resultó la piedra angular para encontrar organismos capaces de evaluar el riego de los inversores. A diferencia de Europa, los Estados Unidos no financiaban con bancos los proyectos de inversión, fundamentalmente por su magnitud, sino mediante un conjunto de inversores que, ansiosos de mitigar el riego, abonaron el terreno para cualquier tipo de evaluación. Es por esta razón que posterior a la crisis surgieron firmas que brindarían información financiera y operativa de la industria ferroviaria.

Así nacen Moody’s (1909), Fitch (1913), Standard (1906) y Poor (1860), que se dedicaban a elaborar informes sobre la solvencia de las compañías y de sus emisiones de deuda. Standard Statistics Bureau y Poor se unirían en 1941 para crear Standard & Poor’s. Quizás lo más relevante y llamativo de la crisis es que a cada una le corresponde una solución, que indefectible concentra poder y beneficia a los mayores agentes del sistema.

En 1970 Penn Central, una fusión de varias empresas ferroviarias, quiebra al no poder competir con las autopistas y las líneas áreas, tormenta que generó la mayor suspensión de pagos de la historia americana, dado el efecto dominó sobre la banca que puso fin al crédito. La solución propuesta por la Securities and Exchange Commission (SEC) en 1975 fue la creación de la Agencia de Calificación con Reconocimiento Nacional (NRSRO, por sus siglas en inglés), que obliga al emisor de una obligación, ya sea público o privado, a ser calificada con anterioridad a la emisión.

Este imperceptible cambio, producto de una nueva crisis, dibuja con su solución un grave conflicto de intereses. Las agencias calificadoras son calificadoras y consultoras, lo cual es incompatible desde cualquier óptica.

Abundemos en esto para tratar de entenderlo mejor. En el pasado, los inversores le pagaban a las calificadoras de riesgo para que les brindaran información sobre la solvencia de la empresa en la pretendían invertir. Ahora, los emisores están obligados a pagarle a una calificadora para obtener una calificación favorable. Pero estas mismas calificadoras les cobran a los inversores por saber la salud de quienes ellos han calificado.

Esta estrecha relación, al estar en ambos lados del escritorio, hace que sus consejos sean más que arbitrarios e interesados. El sistema implementado es tan absurdo como si alguien que fuera a comprar un auto usado se dejara guiar por el certificado de garantía dado por un mecánico pagado por la empresa que vende el coche.

Este demencia de beneficios neoliberal tiene su bisagra cuando se derogó la Ley Glass-Steagall en 1999, y un año más tarde se promulgaba la Ley de modernización de futuros de productos básicos, que limitaba el papel regulador y supervisor de las agencias federales, como la SEC, sobre el mercado de derivados, lo que favorecía las prácticas financieras más riesgosas (véase la entrada anterior de este blog: Los mercados y las calificadoras. Míster Magoo (I)).

Esta total liberalización y desregulación del mercado financiero hizo que los mercados se volvieran mucho más complejos, con operaciones tan complicadas y productos tan opacos y sofisticados que la mayoría de los jugadores desconoce, por lo que un “certificado de garantía” obtenido por estas agencias sería invaluable para quien emite o para quien compra.

El problema que se suscita al ser el mismo calificador quien otorga el certificado al emisor y recomienda la compra al inversor, es que su calificación es un misil dirigido hacia su conveniencia. El efecto contagio o rebaño ante la falta de información que cualquier amenaza de modificación de calificación puede ser letal. Las muestras están en los ejemplos citados al inicio.

Los pasos que se siguieron a lo largo del estudio dejan ver que con cada crisis se fueron poniendo los pilares para desregular cada vez un mercado exclusivo. Como vimos en la primera parte del trabajo, se fue consolidando un paradigma ideológico en el que se le dio las llaves del mundo al mercado financiero poniendo en un lugar central en la geografía mundial.

Esta lógica no fue al azar, máxime cuando queda expuesto que el 96% del mercado de las calificadoras se encuentra concentrado de manera oligopólica por las tres grandes: Standard & Poor’s., Moody’s y Fitch y menos aun cuando veamos quienes son.


 

Standard & Poor’s tiene el 100% de acciones de McGraw Hill, pero a su vez McGraw Hill tiene como principales inversores a Capital World Investors, BlackRock, Vanguard Group, de sobra conocidas. En Capital World Investors, con sede en el Rockefeller Center de Nueva York, está la familia Rockefeller. No es un fondo de inversión, pero es conocida en nuestro país por ser propietaria, junto con BlackRock, de la quebrada imprenta RR Donnelley. BlackRock y Vanguard Group son el primero y tercer fondo de inversión americano.

Moody’s. Sus mayores accionistas son Capital World Investors, de nuevo con 12.38%, y Berkshire Hathaway con el 19,1%, así como también BlackRock, Vanguard Group con 3.36 y 3.28% de nuestras conocidas. Increíblemente, en estas dos calificadoras tienen el 79% del mercado, y los socios son iguales para ambos. Berkshire Hathaway, por su parte, del multimillonario Warren Buffet, que además de manejar Moody´s tiene acciones en American Express, Coca Cola, el banco Wells Fargo, entre otras.

Lo importante de los cuadros siguientes, y que no hay que perder de vista, es que como dijimos en el trabajo anterior, hay que seguir a los principales fondos de inversión por su participación en la banca. En este caso, ampliamos la información para demostrar que tiene acciones en la banca, pero además en las calificadoras. Esto da una idea completa del mercado financiero y del poder que estos grupos tienen a nivel mundial.

Pero sus prolongaciones pueden ampliarse a casi cualquier sector relevante de la economía. Sólo para citar un ejemplo: Lockeheet Martin Corp., la compañía aeroespacial, y una de las mayores armamentistas del mundo, con profundas relaciones con el partido republicano, tiene como mayores accionistas a Capital World Investors, Vanguard Group, BlackRock, Bank of New York Mellon Corp., entre otros.

Si nos fuéramos del lado demócrata, Warren Buffet, oráculo de Barack Obama, y uno de los nombres que sonó para ser Secretario del Tesoro, nos encontraríamos, como se mencionó, con propiedades que van desde Coca Cola, Gillette, bancos, compañías de seguros, calificadoras, empresas de armamentos, y por sobre todas las cosas, el 18.2% The Washington Post Company.

Si alguien creer que no existen componendas para dañar o beneficiar tanto a un país como a una empresa, facilitar o dificultar su acceso al mercado de capitales dado su rigurosidad, no entendió el artículo. Las agencias no se equivocan, tiene sobrados intereses para cometer errores que le generan ganancias.

Nos quedaría sólo señalar que esta saga de míster Magoo incluye el riego país, aunque sea usado cuando la conveniencia lo indique. El riesgo país es una de los pilares, junto con los mercados y las calificadoras, que determinan la seriedad, la solvencia, la seguridad jurídica para invertir en tal o cual país. Aunque no me queda claro cómo podría cualquiera de ellas alentar la inversión, por ejemplo, en México cuando 100.000 muertos del narcotráfico lo vuelven un Estado seguro, que desaparezcan hace un mes 43 estudiantes normalistas y no se los pueda encontrar. Otro misterio.

Acciones de BlackRock

 





 

 


*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista, columnista radial, analista.

 

 

 


Comentarios