Revista Nos Disparan desde el Campanario Año II Nro. 45 ESTRATEGIAS DE IMBECILIZACIÓN por Eddy W. Hopper
I
A
nuestra clase media de adolescencia aspiracional le gustan las marcas; por eso
está convencida de que "las empresas" deben mantener una dinámica de
explotación en el ámbito laboral, de abuso de mercado y de especulación en el
mercado financiero. Cree que esas articulaciones son inteligentes (y no
producto natural de una posición dominante), que con ello "dan
trabajo" y que, además, le permite -a la clase media- "acceder a
productos de calidad".
Así
que las noticias para captar su atención decadente se dan en el ámbito de esas
aguas de Narciso a las que sus pobrezas espirituales se acercan embobadas hasta
ahogarse, en beneficio de sus victimarios.
El
curso involutivo del criterio de este público, exterminado por propia decisión,
facilita la tarea de los comunicadores. Las palabras pierden significado frente
a la reducción de la realidad percibida. Las palabras pasan a ser meras cosas
dichas, sin otro anclaje en el mundo de las cosas que el mero emisor:
significan por quién las dice, pero no por lo que dicen.
Entonces,
con toda despreocupación, los medios imbecilizan sobre bases ya imbecilizadas,
sobre las almas adormecidas en el revuelto de sus patologías voluntarias, sobre
el trabajo acumulado de los perversos en un material irrecuperable que -minuto
a minuto- se deshonra en la inteligencia de estar haciendo ejercicio de su
dignidad.
II
El
año 2015 fue uno de los muestrarios con mayor densidad de convulsión patológica
que la clase media haya expuesto, quizás, en toda su historia.
Motivada
por la aparición de un espacio "apolítico" que legitimaba la suma de
sus antivalores, aulló, graznó y rebuznó tanto como su motor glandular se lo
estimulara y virtiera en el cóctel sanguíneo.
Su
eje de protesta no fue la verdad del mundo real, sino la versión propalada por
los medios de comunicación, que le terminaron de exterminar el criterio y a la
que cada uno de sus miembros prestó especial atención.
Por
fin, después de tantas décadas, venía a consagrarse desde la caja boba todo lo
que habían "aprendido" de sus bisabuelos, abuelos, padres, madres y
demás integrantes del linaje.
Uno
de los tópicos de máxima rabia fue el de la "inseguridad". La
televisión no hacía más que visibilizar la "cifra negra" existente
desde el principio de los tiempos, pero la clase media no estaba dispuesta a
tomar ese dato a favor de una discusión racional.
"No
podemos salir a la calle con nuestros hijos", "no puedo abrir el
portón de mi casa para entrar el auto, porque la chorra manda gente a la calle
a robar para que la voten". Así cacareaba lo peor de nuestra composición
social.
"Nos
matan", decían mamis y papis de dos soles.
Pues
bien: aquí paso un cuadro-informe del Banco Mundial que refleja la cantidad de
homicidios cada 100.000 personas en Latinoamérica para el año 2015,
discriminado por país.
Vean
dónde está Argentina.
El
tiempo trae la verdad. Nosotros también la comunicábamos, pero ese rejunte
multitudinario decía que mentíamos, enamorados como estaban de querer ser ricos
como Macri.
III
El rebaño macrista
se persuade de las cosas exclusivamente por quién las dice.
Y como los métodos
de manipulación de esa gente imponen adecuar el discurso a la conveniencia o a
la perversión de los comunicadores, no es improbable que asistamos a reiteradas
vulneraciones del principio lógico de no contradicción, que desde Aristóteles
nos indique la imposibilidad de que algo sea y no sea en el mismo sentido y a
la misma vez.
Es claro que para
el amplio espectro quemado por el macrismo -que va desde los jóvenes
universitarios con pretensión de cajetilla, hasta los moribundos a quienes
todavía les queda energía para enarbolar en cualquier contexto consignas
fascistas- no hay oposición alguna de conceptos, sino
"rectificaciones" o "reconocimientos de errores".
Así, mientras les
van haciendo pedazos el criterio ya fuertemente exterminado, también les
afirman la adhesión al régimen que garantizará su estado de explotación, pues
son los mismos explotadores quienes los enamoran, imbecilizan y empobrecen.
*Eddy W. Hopper. Abogado
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