Revista Nos Disparan desde el Campanario Año II Nro 44 Precios. Guerra entre el Estado y los monopolios… por Carlos Baffoni

 

Fuente de la gráfica: Partido Comunista Congreso Extraordinario

 

 

I

 

Víctor Fera, un empresario nacional, creo enuncia una verdad que como toda verdad es traumática, vale decir, ofende nuestras creencias, certezas “yoicas”, afiliaciones imaginarias. Toma como punta de lanza la ley de góndolas, inexplicablemente inaplicada por el gobierno: "YO NO SÉ SI EL GOBIERNO TIENE INTERÈS EN QUE ESTO REALMENTE FUNCIONE".

¿Cómo qué no? Le refuta una periodista, probablemente "K", indignada por el impacto narcisista que le provoca lo dicho por un tipo que está en el corazón del Capital.-

Todo lo que ofende nuestras certezas narcisistas provoca este tipo de reacciones. Si alguien nos dice: "Mirá tu mujer no te está siendo fiel", no es nada raro que uno diga, más afectado en nuestro ego que en el dolor psíquico que se avecina por la posible pérdida amorosa: ¿Cómo que no?

Pues bien, lo dicho por este hombre, marginalizado, tratado casi como un loquito, si no estamos obnubilados por las nubes narcisistas, nos pone a los que hemos apostado en el gobierno en el umbral de una pérdida dolorosa. Como diría un tango: EN EL DOLOR DE UNA TRAICIÒN. Fera insiste ante el desconcierto de un funcionario oficialista, estamos en un programa de C5N: NO ESTOY CONVENCIDO, NO SÈ…

El funcionario X, repuesto imaginariamente del impacto de lo dicho por el empresario, toma a mi juicio, la peor decisión: suturar, tapar, desviar, vía retórica, la grieta, hiancia diría el Dr. Lacan, abismo que introduce un tipo que admite lo padecido por el lugar que ocupa (mosca en la leche) en la estructura de las relaciones capitalistas. Éstos no perdonan a quiénes desnudan lo REAL de sus intereses. Cristina Fernández tiene mucho que decir al respecto. Y también nos ha advertido, a quién quiera escucharla, de la ambigüedad que existe en el gobierno de enfrentar al poder REAL. El político interrumpe al empresario y dice: "Yo le digo que el 14 de noviembre se vote por el gobierno, etc., etc..." Fera, ya desesperado, ante el espiche del susodicho político, grita: “YO QUIERO QUE NOS ESCUCHEN, LOS VOTAMOS PORQUE ES UN GOBIERNO POPULAR, CON EL VOTO DE LA GENTE MÀS HUMILDE”.

Podemos seguir con esto, que tiene aspecto de sainete de mala calidad (la TV es eso), pero para muestra basta un botón: Estamos en una guerra política, en la cual una de las partes amaga con retirarse del campo de batalla.

 

 

II

 

Cuando afirmé que los precios implicaban la iniciación de una guerra entra el Estado y los monopolios que se adueñan de los valores de uso esenciales para la vida, hace casi dos años, alguien podría haber afirmado que el "psico" (quien suscribe) estaba posiblemente medio chiflado, según el sentido común impuesto por el Poder. Pero desde la vereda de enfrente de este, donde existe la opción de ubicarse, las cosas se ven de otra manera. Nadie, o muy pocos, aceptan que somos títeres del imperialismo, por ejemplo: la herida narcisista puede ser insoportable. Pues bien, lo mejor del idealismo hegeliano afirma que sólo somos libres cuando caemos en la cuenta que lo somos. Es en lo que llama la Idea, o sea, en nuestras cabezas, logramos ser libres. Pero no hay cosa más deseada y temida por el humano que la libertad. Los psicoanalistas lo sabemos muy bien. Cuando escribí que lo de los precios implica una guerra, lo escuché en boca de un ex guerrillero venezolano, desde el mismo corazón del chavismo. Acusa públicamente a Maduro por las brutales disparadas de los precios. Lo acusa de permitir una infiltración de la derecha en el gobierno supuestamente revolucionario. Esa derecha defiende a los monopolios, desde dentro, a los monopolios que manejan los precios. Curiosamente la derecha argentina ha denostado que Fernández instaló una "argenzuela". Claro, ellos piensan que la Venezuela revolucionaria, "Argenzuela", es en realidad una republiqueta de cuarta como Venezuela hoy: los monopolios hacen los que les da la gana, allá como aquí.

Ahora ¿qué nos espera?. Méndez acaba de informar que hay una derecha infiltrada en el gobierno argentino, que defiende a los monopolios internacionales. La derecha payasesca amenaza con instalar un golpe "blando", como si hubiera algo así. Los golpes son golpes, punto. Ahora bien: supongamos que lo logren: ¿Qué diferencia establecerán con el gobierno vigente? ¿Enfrentarán a los monopolios? Llevarán adelante una política revolucionaria, enfrentarán al imperialismo, al FMI, defenderán con uñas y dientes la comida diaria de los humildes, de las garras imperiales, defenderá a las cooperativas, "cuña socialista en el capitalismo"? Están jodidos. No lo podrán lograr jamás. No tienen el formato subjetivo para hacerlo. Son unos locos sueltos, porque para gobernar se necesitan pelotas en serio. Queda una alternativa: esta es que el gobierno se transforme en peronista, saque a patadas a los traidores, y emprenda la guerra necesaria contra los monopolios. Se puede perder, como en toda guerra, ahora, si no se enfrenta el riesgo, ¿cómo se puede ganar? Bueno, en el medio estamos nosotros. Con políticos medrosos, incapaces de cumplir con su tarea histórica. La guerra por los precios que se está instalando hace trizas el sueño reaccionario de la "conciliación de clases", de la ausencia de conflicto social, de los "acuerdos" a espaldas del pueblo. El conflicto es necesario, estructural, en el capitalismo. No hay capitalismo sin conflicto. Y a los sectores reaccionarios no les conviene el conflicto, porque en la oscuridad todos los gatos son pardos. Con la instalación del conflicto, de la contradicción, se sabe quién es quién. En cuál vereda está cada cual. Y, hay que decirlo, la "democracia" al pueblo no le sirve de mucho. Sí ganar las calles, reventarlas, destapar sus "arterias" esclerosadas , para inundarlas con la sangre turbulenta y vivificadora del pueblo.

III

 

¿Cómo se puede definir el neoliberalismo desde el punto de vista filosófico?

El Dr. Dussel, que estudió a fondo a Marx durante años no es marxista, logró descubrir un Marx "desconocido". Claro, para los estalinistas, los cuales se inventaron un Marx a medida de sus intereses políticos, borrando de un plumazo al Marx humanista, inventando un materialismo descarnado, antihumanista, no "filosófico", fogoneado por Althusser en Francia, un marxismo gélido, "científico", a medida de Stalin, que terminó como sabemos: Siberia. Primero el "Estado”, lo humano, después si te toca. El ser humano como un medio para fines. Marx, según Dussel, pone en primer lugar la centralidad de la vida, el único fin posible. La economía como medio para la vida. Es el único materialismo posible para un pensamiento que rompe con la mentalidad capitalista.

"Cómo sufre la gente pobre" de Teresa Parodi, que me costó la crisis y ruptura de un grupo musical con mentalidad liberal, que no pudo soportar el quiebre que plantea la correntina en "El otro país", quizá la canción emblemática del peronismo revolucionario.

Lo que Marx propuso es justamente eso: no hay salida sin mentalidad "revolucionaria", es decir, rupturista , humanista, poniendo en el centro la vida. Humana, y no humana. Marx ya veía que el capitalismo depredaba la vida humana y la naturaleza poniendo en el centro la plusvalía. Hebe de Bonafini, odiada por la pequeña burguesía, asume esta posición: Va al carozo: el capitalismo envenena al pueblo con mercancías adulteradas. Marx llamó a esto "fetichismo", la engañosa apariencia de las mercancías que encubre su sórdida procedencia, explotación de mano de obra, y materias primas y composición adulteradas para abaratar su costo. Medios para fines.

La posición llamada "idealista" es no poner en el primer plano la vida, el sufrimiento humano. Es la posición del sórdido ministro de Economía Pugliese alfonsinista, el que fue con el corazón a los capitalistas y estos le respondieron con el bolsillo, haciéndose el bueno. Resultado: más sufrimiento para el pueblo. Es una franca posición reaccionaria que hubiera encendido de furia al áspero filósofo alemán. Nuestro gobierno ha rozado peligrosamente esta posición. La idealización de Alfonsìn es un disparate. Solo dolor y sufrimiento provocó. Sinceramente, hay que ser sádico redomado para defender a ese presidente. Un humanismo trucho, romántico, en el peor sentido. “Contigo pan y cebolla". "La casa está en orden". El orden del capital, eso está en orden. Nuestro gobierno, quizá influido por esa oscura ideología, ha desestimado que la materialidad de la vida es el centro de una radicalidad necesaria en cualquier gobierno que se quiera popular, que tiene un costo, el odio desatado del capitalismo, que nos quiere "ordenado" en su lógica de muerte.

 

 


*Carlos Baffoni. Psicoanalista

 

 


Comentarios