“Al fascismo se le destruye.
El dialogo no es para las bestias”
Jean Paul Sartre
La empatía es
la capacidad que tiene una persona para ponerse en el lugar de otra y entender
mejor sus acciones, comportamientos y pensamientos. No se nace siendo empático,
sino que es algo que se va desarrollando a lo largo de la vida de una persona. La empatía está
muy relacionada con la inteligencia emocional. Por caso cuando una persona mira
una película o lee un libro y se siente a favor o en oposición a un protagonista
en particular, o ayudando a una persona discapacitada a cruzar la calle, entristecerse
al ver a alguien llorar, incluso interpretando como propia la alegría de algún
ser. Es decir en situaciones donde
podemos escuchar y comprender los sentimientos del otro sin estar pendientes de
lo que nosotros queremos. Cuando no sólo utilizamos las palabras para
consolar y también utilizamos la comunicación no verbal, un abrazo, una palmada
en el hombro, un beso o una caricia nos hace ser más empáticos. La empatía se
da en todas las personas en mayor o menor grado. No se trata de un don especial
con el que nacemos, sino de una cualidad que podemos desarrollar y
potenciar. La capacidad para la empatía empieza a desarrollarse en la infancia.
Los padres son los que cubren las necesidades afectivas de los hijos
y los que les enseñan, no solo a expresar los propios sentimientos, sino
también, a descubrir y comprender los de los demás. Si los padres no saben
mostrar afecto y comprender lo que sienten y necesitan sus hijos, estos no
aprenderán a expresar emociones propias y por consiguiente, no sabrán
interpretar y sentir las ajenas. De ahí la importancia de una buena
comunicación emocional en la familia desde el principio. La capacidad para la
empatía se desarrollará más fácilmente en aquellas personas que han vivido en
un ambiente en el que han sido aceptadas y comprendidas, han recibido
consuelo cuando lloraban y tenían miedo, han visto como se vivía la
preocupación por los demás, es decir estar pendiente del prójimo. En
definitiva, cuando las necesidades afectivas y emocionales han estado cubiertas
desde los primeros años de vida.
Muchas
veces hemos podido preguntarnos por qué la gente no busca apoyo en nosotros o
se retraen a la hora de hablarnos de sentimientos. Existen una serie de
barreras que suelen impedir este acercamiento. Entre los errores que solemos
cometer con más frecuencia a la hora de relacionarnos con los demás están
esa tendencia a quitarle importancia a lo que le preocupa al otro e intentar
ridiculizar sus sentimientos; escuchar con prejuicios y dejar que nuestras
ideas y creencias influyan a la hora de interpretar lo que les ocurre; juzgar y
acudir a frases del tipo "lo que has hecho está mal", "de esta
forma no vas a conseguir nada", "nunca haces algo bien"... ;
sentir compasión; ponerse como ejemplo por haber pasado por las
mismas experiencias; intentar animar sin más, con frases como "ánimo en
esta vida todo se supera"; dar la razón y seguir la corriente....Todo
esto, lo único que hace es bloquear la comunicación e impedir que se produzca
una buena relación empática. Las personas que están excesivamente pendientes de
sí mismas tienen más dificultades para pensar en los demás y ponerse en su
lugar. Por lo tanto, para el desarrollo de la empatía tendríamos que ser
capaces de salir de nosotros mismos e intentar entrar en el mundo del otro. Es
evidente que hay personas que por diversas razones tienen mucha capacidad
empática y sin embargo otras, poseen enormes dificultades para entenderse con
la gente y ponerse en su lugar. En cualquier caso, conviene saber que las
habilidades empáticas se pueden potenciar y desarrollar: En cuanto a las actitudes
que se deben tener para desarrollar la empatía destacan: Escuchar con la
mente abierta y sin prejuicios; prestar atención y mostrar interés por lo que
nos están contando, ya que no es suficiente con saber lo que el otro siente,
sino que tenemos que demostrárselo; no interrumpir mientras nos están hablando
y evitar convertirnos en un experto que se dedica a dar consejos en lugar de
intentar sentir lo que el otro siente. Habilidad de descubrir, reconocer y
recompensar las cualidades y logros de los demás. Esto va a contribuir, no
solamente a fomentar sus capacidades, sino que descubrirán también, nuestra preocupación
e interés por ellos.
¿Cómo expresar la empatía?
Hay
varias formas de expresar empatía.
Una
de ellas es hacer preguntas abiertas. Preguntas que ayudan a continuar la
conversación y le hacen ver a la otra persona que estamos interesados por lo que
nos está contando. Es importante, también, intentar avanzar lentamente en
el diálogo, de esta forma estamos ayudando a la otra persona a que tome
perspectiva de lo que le ocurre, dejamos que los pensamientos y sentimientos
vayan al unísono y nos da tiempo de asimilar y reflexionar sobre el tema. Antes
de dar nuestra opinión sobre el tema, debemos esperar a tener información
suficiente, cerciorarnos de que la otra persona nos ha contado todo lo que
quería y de que nosotros hemos escuchado e interpretado correctamente lo
esencial de su mensaje. En ocasiones los otros no necesitan nuestra opinión y
consejo, sino saber que los estamos entendiendo y sintiendo lo que
ellos nos quieren transmitir. Cuando tengamos que dar nuestra opinión sobre lo
que nos están contando es muy importante hacerlo de forma constructiva, ser
sinceros y procurar no herir con nuestros comentarios. Para esto es muy
importante ser respetuoso con los sentimientos y pensamientos de la otra
persona y aceptar abiertamente lo que nos está contando. Es aconsejable
tener una buena predisposición para aceptar las diferencias que tenemos con los
demás, ser tolerantes y tener paciencia con los que nos rodean y con
nosotros mismos. Aunque ser tolerante no quiere decir que tengamos que soportar
conductas que nos hacen daño o que pueden hacer daño a otros, sino aceptar,
comprender y respetar las diferencias. Me he permitido esta pequeña
transcripción acerca de la empatía, para bajar a la realidad actual, y poder
comprender el enorme problema que los argentinos tenemos para vincularnos entre
nosotros. Leí por ahí la frase que oficia de epígrafe para la nota. Cuando desde
la frialdad de los resultados se observa que la Capital Federal dio un 17% de
votos a un candidato que ya, desde el festejo era acompañado por personal
armado, y que ante un incidente entre sus seguidores no tuvo reparos en
intentar sacar el arma, la pregunta que cae como fruta madura es la siguiente ¿ESTE CANDIDATO
CON TODO EL PODER, DE QUÉ SERIA CAPAZ DE HACER O MANDAR A HACER? Y es en este
punto donde aparece la gran duda. Si la
empatía con esa masa de votantes significa usar la fuerza, ¿qué situaciones
viviríamos como sociedad? Iremos irremediablemente a que nos vincule este tipo
de empatía? En más de una oportunidad, incluso en estos días, me he expresado sobre
la derrota en el campo de la batalla cultural. Hoy gobiernan el país un frente,
que dentro de él, hay fuerzas progresistas y de centro. Es imperativo
confrontar desde la transformación educativa y la descolonización pedagógica,
para formar generaciones cuya singularidad tenga que ver con esa empatía de la
solidaridad, la inclusión, la integración, los no prejuicios, y que la mano
tendida sea el símbolo que nos vincule.
*Horacio Pili Instructor de Formación Profesional, Sub jefe de área Centro de Formación Laboral N° 401 Tres Arroyos.
En su descargo el diputado electo Milei no solo reivindicó la utilización de armas, sino que además sentenció brutalmente que si los honestos portasen armas habría menos delincuencia... (cuestión incomprobable, lo que si habría son muchos asesinos, pienso en voz alta…)
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