Revista Nos Disparan desde el Campanario Año II Nro. 45 EMPATIA por Horacio Pili

 

 

“Al fascismo se le destruye.

El dialogo no es para las bestias”

Jean Paul Sartre

 

La empatía es la capacidad que tiene una persona para ponerse en el lugar de otra y entender mejor sus acciones, comportamientos y pensamientos. No se nace siendo empático, sino que es algo que se va desarrollando a lo largo de la vida de una persona. La empatía está muy relacionada con la inteligencia emocional. Por caso cuando una persona mira una película o lee un libro y se siente a favor o en oposición a un protagonista en particular, o ayudando a una persona discapacitada a cruzar la calle, entristecerse al ver a alguien llorar, incluso interpretando como propia la alegría de algún ser. Es decir en situaciones donde podemos escuchar y comprender los sentimientos del otro sin estar pendientes de lo que nosotros queremos. Cuando no sólo utilizamos las palabras para consolar y también utilizamos la comunicación no verbal, un abrazo, una palmada en el hombro, un beso o una caricia nos hace ser más empáticos. La empatía se da en todas las personas en mayor o menor grado. No se trata de un don especial con el que nacemos, sino de una cualidad que podemos desarrollar y potenciar. La capacidad para la empatía empieza a desarrollarse en la infancia. Los padres son los que cubren las necesidades afectivas de los hijos y los que les enseñan, no solo a expresar los propios sentimientos, sino también, a descubrir y comprender los de los demás. Si los padres no saben mostrar afecto y comprender lo que sienten y necesitan sus hijos, estos no aprenderán a expresar emociones propias y por consiguiente, no sabrán interpretar y sentir las ajenas. De ahí la importancia de una buena comunicación emocional en la familia desde el principio. La capacidad para la empatía se desarrollará más fácilmente en aquellas personas que han vivido en un ambiente en el que han sido aceptadas y comprendidas, han recibido consuelo cuando lloraban y tenían miedo, han visto como se vivía la preocupación por los demás, es decir estar pendiente del prójimo. En definitiva, cuando las necesidades afectivas y emocionales han estado cubiertas desde los primeros años de vida.

Muchas veces hemos podido preguntarnos por qué la gente no busca apoyo en nosotros o se retraen a la hora de hablarnos de sentimientos. Existen una serie de barreras que suelen impedir este acercamiento. Entre los errores que solemos cometer con más frecuencia a la hora de relacionarnos con los demás están esa tendencia a quitarle importancia a lo que le preocupa al otro e intentar ridiculizar sus sentimientos; escuchar con prejuicios y dejar que nuestras ideas y creencias influyan a la hora de interpretar lo que les ocurre; juzgar y acudir a frases del tipo "lo que has hecho está mal", "de esta forma no vas a conseguir nada", "nunca haces algo bien"... ; sentir compasión; ponerse como ejemplo por haber pasado por las mismas experiencias; intentar animar sin más, con frases como "ánimo en esta vida todo se supera"; dar la razón y seguir la corriente....Todo esto, lo único que hace es bloquear la comunicación e impedir que se produzca una buena relación empática. Las personas que están excesivamente pendientes de sí mismas tienen más dificultades para pensar en los demás y ponerse en su lugar. Por lo tanto, para el desarrollo de la empatía tendríamos que ser capaces de salir de nosotros mismos e intentar entrar en el mundo del otro. Es evidente que hay personas que por diversas razones tienen mucha capacidad empática y sin embargo otras, poseen enormes dificultades para entenderse con la gente y ponerse en su lugar. En cualquier caso, conviene saber que las habilidades empáticas se pueden potenciar y desarrollar: En cuanto a las actitudes que se deben tener para desarrollar la empatía destacan: Escuchar con la mente abierta y sin prejuicios; prestar atención y mostrar interés por lo que nos están contando, ya que no es suficiente con saber lo que el otro siente, sino que tenemos que demostrárselo; no interrumpir mientras nos están hablando y evitar convertirnos en un experto que se dedica a dar consejos en lugar de intentar sentir lo que el otro siente. Habilidad de descubrir, reconocer y recompensar las cualidades y logros de los demás. Esto va a contribuir, no solamente a fomentar sus capacidades, sino que descubrirán también, nuestra preocupación e interés por ellos.

 ¿Cómo expresar la empatía?

Hay varias formas de expresar empatía.

Una de ellas es hacer preguntas abiertas. Preguntas que ayudan a continuar la conversación y le hacen ver a la otra persona que estamos interesados por lo que nos está contando. Es importante, también, intentar avanzar lentamente en el diálogo, de esta forma estamos ayudando a la otra persona a que tome perspectiva de lo que le ocurre, dejamos que los pensamientos y sentimientos vayan al unísono y nos da tiempo de asimilar y reflexionar sobre el tema. Antes de dar nuestra opinión sobre el tema, debemos esperar a tener información suficiente, cerciorarnos de que la otra persona nos ha contado todo lo que quería y de que nosotros hemos escuchado e interpretado correctamente lo esencial de su mensaje. En ocasiones los otros no necesitan nuestra opinión y consejo, sino saber que los estamos entendiendo y sintiendo lo que ellos nos quieren transmitir. Cuando tengamos que dar nuestra opinión sobre lo que nos están contando es muy importante hacerlo de forma constructiva, ser sinceros y procurar no herir con nuestros comentarios. Para esto es muy importante ser respetuoso con los sentimientos y pensamientos de la otra persona y aceptar abiertamente lo que nos está contando. Es aconsejable tener una buena predisposición para aceptar las diferencias que tenemos con los demás, ser tolerantes y tener paciencia con los que nos rodean y con nosotros mismos. Aunque ser tolerante no quiere decir que tengamos que soportar conductas que nos hacen daño o que pueden hacer daño a otros, sino aceptar, comprender y respetar las diferencias. Me he permitido esta pequeña transcripción acerca de la empatía, para bajar a la realidad actual, y poder comprender el enorme problema que los argentinos tenemos para vincularnos entre nosotros. Leí por ahí la frase que oficia de epígrafe para la nota. Cuando desde la frialdad de los resultados se observa que la Capital Federal dio un 17% de votos a un candidato que ya, desde el festejo era acompañado por personal armado, y que ante un incidente entre sus seguidores no tuvo reparos en intentar sacar el arma, la pregunta que cae como fruta madura es la siguiente  ¿ESTE  CANDIDATO CON TODO EL PODER, DE QUÉ SERIA CAPAZ DE HACER O MANDAR A HACER? Y es en este punto donde aparece la gran duda. Si la empatía con esa masa de votantes significa usar la fuerza, ¿qué situaciones viviríamos como sociedad? Iremos irremediablemente a que nos vincule este tipo de empatía? En más de una oportunidad, incluso en estos días, me he expresado sobre la derrota en el campo de la batalla cultural. Hoy gobiernan el país un frente, que dentro de él, hay fuerzas progresistas y de centro. Es imperativo confrontar desde la transformación educativa y la descolonización pedagógica, para formar generaciones cuya singularidad tenga que ver con esa empatía de la solidaridad, la inclusión, la integración, los no prejuicios, y que la mano tendida sea el símbolo que nos vincule.

 


*Horacio Pili Instructor de Formación Profesional, Sub jefe de área Centro de Formación Laboral N° 401 Tres Arroyos.

 

 



Comentarios

  1. En su descargo el diputado electo Milei no solo reivindicó la utilización de armas, sino que además sentenció brutalmente que si los honestos portasen armas habría menos delincuencia... (cuestión incomprobable, lo que si habría son muchos asesinos, pienso en voz alta…)

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