Revista Nos Disparan desde el Campanario Año II Nro. 44 La burguesía K ... Debemos entender y aceptar que no somos mayoría, que siempre seremos anomalía...por Gustavo Marcelo Sala

 

No nos pueden ni nos deben sorprender las declaraciones de este tal Brancatelli con relación a su fastidio impositivo de mercader en el inciso mal llamado cargas patronales. Y no vamos a hacer punto en este enano intelectual y mediático que de forma lamentable se propone como apologista del campo nacional y popular, lo cual ofrece (o finge) con muy escasas luces y bajo las normas de una adoctrinada tribuna fascista, debido a que existe una lógica histórica que lo excede. 

Lo cierto es que en estos años vi a muchos compañeros mutar en sus esencias porque emocionalmente y sin racionalidad alguna, creyeron que eran algo que no eran, a tal punto que cuando la cosa se puso densa asumieron que adolecían de la convicción y la conciencia social que el compromiso político necesitaba y exigía. 

Tanto el peronismo de Perón 1946-1955 como el peronismo kirchnerista 2003-2015 fueron expresiones políticas generadores de inclusión, equidad, prosperidad, ampliación de derechos y en consecuencia de burguesía. Las estadísticas sobre el crecimiento de las clases medias en estos períodos son irrefutables, son amplios los sectores del trabajo y cuentapropistas que mediante líneas de créditos blandos, subsidios, consumo interno y programas de accesibilidad, con ingresos directos e indirectos, apoyaron mientras sus crecimientos resultaban constantes. Dentro de este colectivo tenemos en el presente una gran masa (vaya paradoja dialéctica) que comenzó a vislumbrarse en el 2013, me refiero a ciudadanos con una lábil y pobre escala de conciencia social cuyos parámetros solo pasan por aquel inciso encantador de individualista tenor, colectivo que muy poco se interesa por comprender los altibajos que el propio sistema global posee y que en consecuencia impacta de manera diversa a toda la sociedad, sectores de muy escaso contrapeso solidario que apenas vislumbran peligrar sus comodidades se olvidan rápidamente de defender a aquel modelo político que les permitió arribar a ellas, convirtiéndose en pequeños burgueses conservadores, cuyo discurso y pensamiento termina coincidiendo amigablemente con aquel que propone la reacción plutocrática. Una vez más debemos asumir que a la hora de informar y formar no hemos sido los más eficientes en tanto nuestro mensaje fue puesto en boca de aquellos que considerábamos podían llegar a perforar el decil otario de la sociedad. No solo se fracasó en dicho objetivo sino que además esos escogidos no tuvieron reparos en salir en defensa de sus intereses particulares. 

Debemos entender y aceptar que no somos mayoría, que siempre seremos anomalía. Justamente cuando Néstor Kirchner lanzó su máxima sobre la necesidad de que el campo nacional y popular se complemente entendiendo que sin el Peronismo no se puede pero con él solo no alcanza acertaba crudamente sobre el devenir que nos aplastó luego de haber obtenido un histórico 54% en el 2011. Me animo a afirmar que la plutocracia lo entendió y asimiló mejor que los destinatarios, preparando un arsenal de estrategias muy elaboradas y con un extraordinario poder de fuego que puesto en operatividad dio como resultado el nacimiento de una derecha (que se entienda como convencionalismo y síntesis) como nunca antes organizada, consolidada y abroquelada funcionando dentro del marco de la democracia

La praxis política no solo es militancia, masividad y entusiasmo, sino además incidencia, ergo poder. La plutocracia puede contar con un 15% de adherentes duros pero su incidencia dentro de nuestra sociedad supera largamente a la mitad del electorado porque la mayor parte de este depende y es arrastrado por su humor, por sus decisiones, de manera que resulta una ofensa intelectual considerar que solo ganando elecciones se logra la victoria, es necesario perforar a ese poder omnímodo para implementar políticas distributivas. Antes de los comicios ejecutivos pasados arriesgamos en Pulsiones 2011-2019 que seguramente se ganarían las elecciones pero ya nos habían derrotado ideo-lógicamente. Lo que Ortega Peña llamaba correlación de fuerzas. Desde 1946 a la fecha fueron solo 21 los años en donde se implementaron políticas contracíclicas, distributivas de gastos, nunca de rentas desde luego, los 54 años restantes fueron tuteladas y fijadas por el poder plutocrático y sus socios corporativos globales. Sobre los sucedido antes de 1946 resultaría peor profundizar al respecto porque las conclusiones serían flagelantes.

Nuestro proyecto político de país requiere de heroicidades dirigenciales que no abundan, necesita de ideología y firmeza, acaso de alguna épica resignación, de algún renunciamiento tal vez, y no hablo de iluminismo, hablo de una militante conciencia social  a favor de un logro colectivo superior, sin ella resultará imposible cualquier tipo de reconstrucción. 

Sin conciencia social solo seremos productores de antagonistas los cuales, más temprano que tarde y ante las primeras oscilaciones, jamás van a intentar poner a la alteridad como sujeto, verbo y predicado en pos de acabar con las urgencias estructurales que cohabitan en nuestra sociedad. Pero claro, lo más complejo de todo es cómo una nación, un pueblo, una comunidad logra que la mayoría de sus ciudadanos obtengan el beneficio de ese concepto político e intelectual tan elevado. Lleva tiempo, esfuerzo y dedicación, como toda realización trascendente, empecemos por allí. En primer lugar trabajar en función de los contenidos formativos e informativos y en segundo lugar que esos soberanos, nacionales, inclusivos y equitativos contenidos sean enseñados y emitidos por ciudadanos convencidos de tales paradigmas. No es posible que las buenas intenciones políticas choquen de frente contra los discursos que supuestamente tienen la importante misión de llevar esos paradigmas a la ciudadanía. Resulta un agravio político e ideológico que la dialéctica nacional, popular, inclusiva y distributiva esté en boca de una burguesía cuya conciencia social descansa en el último cajón de un placard olvidado, ese mismo en donde tienen escondida la solidaridad, el coraje y el humanismo.


 


*Gustavo Marcelo Sala. Editor. Escritor


Comentarios

  1. Suscribo compañero. Resulta exasperante en las bocas que está puesto el discurso nacional y popular. Sueño con un programa televisivo semanal conducido por Aliverti, Dolina y Víctor Hugo con el agregado de uno o dos invitados de peso político e intelectual. Da la sensación que el gobierno desconfía de quienes con inteligencia le ponen el pecho al modelo inclusivo, prefiriendo en su lugar holgazanes fácilmente manejables.

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