Revista Nos Disparan desde el Campanario Año II Nro. 42 Monedas Digitales de Bancos Centrales por Alejandro Marcó del Pont
Fuente:
Sitio El Tábano Economista
https://eltabanoeconomista.wordpress.com/
Link
de Origen: AQUÍ
Si quieres conocer el valor del
dinero,
trata de pedirlo prestado
(Benjamín Franklin)
Con
el advenimiento de la tecnología y, sobre todo, con posterioridad a la crisis
del 2007/8 -que sirvió como catalizador-, las nuevas formas de dinero han
tomado un sinnúmero de denominaciones: dinero virtual, moneda digital, dinero
electrónico, criptomonedas privadas y públicas… Las criptomonedas –denominadas
así porque utilizan criptografías- cuentan con diversas características
diferenciadoras respecto a los sistemas tradicionales: no están reguladas ni
controladas por ninguna institución ni requieren de intermediarios en las
transacciones, se usan una base de datos descentralizada, un registro
contable compartido -llamado blockchain-, etc.
Las
criptomonedas no cumplen con los usos que tradicionalmente se les otorga a las
monedas: unidad de medida, medio de pago, reserva de valor. Tampoco cuentan con
el respaldo de un Banco Central u otras autoridades estatales por lo que no
están cubiertas por mecanismos de protección al cliente como un Fondo de
Garantía de Depósitos. Tienen gran volatilidad, por lo que no son confiables en
la actualidad como reserva de valor, tampoco son unidad de cuenta porque no
existen balances expresados en criptomonedas y, desde el punto de vista
transaccional, como medio de pago, son bastante limitadas.
Estas
definiciones nos llevan a pensar si en la actualidad, los bancos centrales
tienen la capacidad, conveniencia o beneficios en eliminar el efectivo y
volverlo virtual. Es decir, no nos interesan las criptomonedas privadas, sino
las públicas. El mundo financiero y su realidad parecerían encaminarse a esta
lógica. De hecho, las tarjetas de debido y crédito operan como mecanismos
virtuales, algunos medios de pagos digitales bancarios, diferentes billeteras
virtuales nos permiten realizar compras con beneficios, pero en esos casos, a
través de un banco.
Estos
bienes económico digitales con propiedades dinerarias son los que vamos a
explorar. Aunque es atractivo explicar las consecuencias de poner en práctica
una moneda virtual e imaginar los resultados en la lógica financiera actual,
también es necesario darnos cuenta que, la implementación de estas
criptomonedas públicas denominadas Monedas Digitales de Bancos Centrales (MDBC)
no sólo tiene algunas o varios de los atributos del dinero fiduciario, sino
también, intentan posicionarse como una alternativa en la guerra de divisas que
evite las sanciones experimentadas por algunos países a través de SWIFT
(Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication) sociedad que
establecer procesos comunes y estándares para las transacciones financieras con
dominio estadounidense.
Tras
la Segunda Guerra, se puso en marcha un nuevo sistema monetario mundial
liderado por los Estados Unidos que consagró el dólar estadounidense como
única moneda convertible en oro, por lo tanto, como única divisa internacional
en Bretton Woods. Lo que se dio a llamar dinero fiduciario, del latín “fidare”
que significa “confiar”. El 15 de agosto de 1971 Richard Nixon acaba con la
convertibilidad del dólar y le ponía fin al patrón oro mundial. Nace lo que el
ministro de finanzas francés, Valéry Giscard d’Estaing, acuñó con el término
“privilegio exorbitante” La razón era simple: no había alternativa al dólar.
En
la práctica, Estados Unidos puede crear un billete de 100 dólares para poder
adquirir bienes valorados por ese importe a cualquier otro país. Mientras que
el resto del mundo no puede imprimir esos 100 dólares, sino que los tiene que
producir, mediante un bien por ese valor. Es decir, EEUU, puede
sencillamente consumir y pedir prestado al resto del mundo más allá de sus
medios a medida que los extranjeros adquieren dólares estadounidenses.
Pero
hay más, en 1973 se funda en Bruselas el sistema de pagos SWIFT, también
llamados de transferencias internacionales. Esta organización que nuclea a 212
países y 11.000 instituciones bancarias, instituciones comerciales, corredoras
de bolsa y agentes de sociedades de valores, sistemas de compensación,
instituciones de administración de inversiones y muchos otros. Es básicamente,
un entramado global de bancos que tiene a cargo una red internacional de
comunicaciones financieras entre bancos y otras entidades. Para las
transacciones con el resto del mundo se necesita el BIC (Bank Identifier Codes)
generado por el SWIFT, que permite el control por parte de EEUU.
SWIFT
posee y administra el sistema BIC, lo que significa que puede rápidamente
identificar un banco y enviar un pago de manera segura o anularlo. Entonces la
red puede ser usada para comunicar una orden de pago de forma rápida y segura.
O si EEUU impone una sanción, ninguna empresa, proveedor o persona podrá
depositar, pagar, o retirar dinero, lo que hace que las inhabilitaciones americanas
a personas, compañías o países tengan impacto real.
Una
encuesta publicada a principios de este año por el Banco de Pagos Internacionales
(BPI) encontró que 53 de 66 bancos centrales, es decir el 80% estaban
considerando monedas digitales. Desde el 2018 el uso del efectivo físico se
encuentra en declive, pero al parecer no sólo su desuso está inclinando la
balanza de los bancos centrales a repensar las monedas. La transición
inter-sistémica en un mundo multipolar sin una moneda de reserva natural puede
estar más cerca de lo que piensan muchos comentaristas y también sus
consecuencias.
¿Por
qué querrían las autoridades sustituir el dinero en efectivo por una variante
digital? Entre otros motivos, la logística del efectivo es cara (emitir,
distribuir y retirar efectivo requiere una infraestructura costosa, ventanillas
bancarias, cajeros automáticos, etc.), el dinero se deteriora con el tiempo, es
sucio y transmite enfermedades, en este momento agravado en pandemia, genera
delitos (robos) y falsificaciones, entre otras cosas. Una variante digital
sería más eficiente, más limpia y más segura. Además, la guerra de divisas o la
geopolítica de las sanciones financieras juegan un papel central en el interés
de esta sustitución, veamos un ejemplo de gran imaginación pero que describe
una parte del debate a futuro.
La
guerra de divisas: una simulación de crisis sobre la Seguridad Nacional.
En
un futuro no muy lejano, China se convierte en la primera gran economía en
emitir una moneda digital de banco central (MDBC). El desarrollo pasa en
gran medida desapercibido al principio, ya que los pagos en China ya están
altamente digitalizados. Corea del Norte prueba un misil nuclear que
demuestra avances significativos en su programa nuclear. Los analistas
creen que esta arma nuclear tiene poder intercontinental para alcanzar a los
Estados Unidos en poco tiempo de desarrollo. La simulación incorpora el
financiamiento del desarrollo del misil a través de la moneda digital china,
que las autoridades estadounidenses no pueden rastrear, fuera del
SWIFT. Poco después, los países que quieren escapar de la supervisión y
las sanciones de Estados Unidos, como Rusia, Cuba, Venezuela e Irán, comienzan
a emitir sus propias monedas digitales.
China
opera cada vez más sin efectivo. En 2020, las transacciones sin efectivo
ascendieron a 49 MM de dólares, lo que representa cuatro de cada cinco
transacciones de pago. El gobierno ha dado un gran salto en tecnología
financiera y está listo para extender la prueba de su moneda digital llamada
Pago Electrónico en Moneda Digital (DCEP o “yuan digital”).
Ahora,
dependiendo de los objetivos, el dinero en efectivo es un tipo de activo muy
particular que aglutinaría a cuatro características fundamentales. (I) Se
intercambia entre pares (sin conocimiento del emisor), (II) es universal
(cualquiera puede tenerlo); (III) es anónimo y (IV) no devenga intereses.
Dada
estas características y los objetivos económicos se pueden imaginar cuatro
propósitos que tendrían los bancos centrales para emitir dinero digital. 1)
Mejorar el funcionamiento de los sistemas de pago al por mayor, 2) reemplazar
el efectivo por un medio de pago más eficiente, modelo chino, 3) mejorar los
instrumentos de la política monetaria, 4) reducir (o incluso eliminar) la
probabilidad y el impacto desestabilizador de las crisis bancarias.
El
banco BBVA en su documento de trabajo N.º19 “Monedas digitales emitidas por
bancos centrales: características, opciones, ventajas y desventajas” realiza un
análisis más pormenorizado de los temas expuestos, donde las opciones pueden
combinarse de diversas maneras para generar diferentes modalidades de
intervención del Banco Central en la creación de moneda. De las opciones
expuestas, las tres últimas son las más disruptivas y por ende más atractivas o
seductoras para analizar.
La
primera medida, la de mejorar el sistema de pagos mayoristas tiene que ver con
alternativas de fiabilidad de los bancos centrales con las transferencias. No
tiene sentido discutir la bondades de las compensaciones de transferencias
entre Liquidación Bruta
en Tiempo Real (LBTR) utilizadas hoy por los bancos centrales o DLT de
bloques tipo blockchain utilizadas por las criptomonedas. Este último formato
no necesita intermediario. Para quien le interese puede buscar las diferencias
de las alternativas y sus costos en la red o en los links expuestos. Las
criptomonedas como no necesitan intermediario tienen un costo menor. En El
Salvador una de las justificaciones para la aceptación de criptomonedas se basa
en la menor comisión en el envío de remesas desde el exterior.
La
opción dos, la de sustituir el dinero en efectivo por uno virtual quizás sería
la que más rápido pareciera instituirse. Los incentivos para que los bancos centrales
desarrollen este nuevo tipo de efectivo pueden mejorarse si se considera que la
competencia de las criptomonedas constituye una amenaza para el sector privado.
El principal problema aquí es el anonimato. Una cosa es emitir billetes que,
por su propia naturaleza, es anónimo -es decir uno va a la feria y paga en
efectivo, nadie sabe tu nombre ni el del vendedor- y otra muy diferente es que
el Banco Central emitan un medio de pago digital que deliberadamente sea
anónimo y que, por lo tanto, sea un canal de pagos ilegales y de actividades
delictivas. Por esta razón, la mayoría de los bancos centrales consideran que,
en caso de emitir, lo harían según la modalidad de cuenta bancaria como en la
actualidad.
La
tercera opción “nuevas posibilidades para la política monetaria” es más
utilizada en el primer mundo. En la reciente crisis, los bancos centrales
reaccionaron con una agresiva expansión monetaria, con mayor profundidad ante
la pandemia, pero con tipos de interés cero o negativos. A los bancos centrales
les resulta más difícil expandir la liquidez con tipos de interés negativos,
sobre todo, porque la gente querrá quedarse con el efectivo si el interés está
por debajo de cero. Pero si podrán expandir la liquidez a las empresas para
crear nuevas burbujas de manera directa o generando créditos a tasa cero, que
tendría que ver con la atractiva cuarta opción.
Si
el objetivo de crear moneda es reducir o eliminar la probabilidad de las crisis
bancarias, entonces los ciudadanos tendrán que abrir una cuenta en el Banco
Central, identificada como en el caso de los depósitos bancarios. De acuerdo
con la lógica de esta propuesta, las crisis bancarias son el resultado que la
expansión crediticia creada por los bancos. Estos son instituciones apalancas e
intrínsicamente frágiles. Si los bancos centrales ofrecieran depósitos a la
población en forma de moneda digital, la provisión de pagos se desvincularía de
la provisión de crédito y, según esta lógica, se evitaría la mayoría de las
crisis bancarias.
De
acuerdo con este punto de vista, la tecnología ofrece ahora la posibilidad de
desvincular la generación de depósitos de la provisión de crédito; lo cual no
es verdad ya que siempre se pudo hacer -según los neo-keynesianos-, pero con
los depósitos en el banco central transformando radicalmente el papel de los
bancos comerciales y de los bancos centrales. Al estar los depósitos en el
BCRA, las corridas cambiarias serian imposibles.
Existen
varias alternativas en esta línea de propuestas: los bancos se transforman en
entidades de crédito que captan sus recursos en el mercado. En otras, compiten
con los bancos centrales por los depósitos. Lo que es cierto es que las redes
de seguridad, como el seguro de depósitos y el papel de los bancos centrales
como prestamistas de última instancia serían redundantes y podrían eliminarse o
reducirse significativamente.
Lo
más interesante de esta opción, es lo que los bancos centrales podrían hacer
con el dinero depositado. Préstamos al gobierno o compra de deuda pública. De
este modo se abriría la posibilidad de una financiación del sector público.
Deposito en cuentas de particulares ante expansiones fiscal, por motivo de
pandemia, por ejemplo, sin utilizar. Compra de reservas, préstamos a entidades
financieras para desarrollo. Se abriría una gran ventana de opciones.
Por
su parte, en la guerra de divisas, el gobierno estadounidense impone sanciones
económicas a los países que no actúan según el orden que EEUU. Países como
Rusia, Irán, Libia, Corea del Norte y Venezuela han sido sancionados
económicamente e impedidos de usar el sistema SWIFT quedando con ello
imposibilitados de importar y exportar en el mercado internacional formal:
ninguna institución financiera del mundo puede facilitar transacciones
monetarias con estos países.
Tanto
Rusia y China vienen implementando mecanismos para impulsar y desarrollar sus
transacciones comerciales en sus propias monedas: rublos y yuanes. Ambos han
reducido significativamente sus reservas internacionales denominadas en dólares
y las viene reemplazando por oro, euros y yuanes. Así también, Rusia, China,
India, Irán y Turquía vienen proponiendo una red financiera global alternativa
al SWIFT para evitar el control estadounidense. Las monedas virtuales con
respaldo de los bancos centrales podrían ser una alternativa, para escapar y
comerciar con medios de pagos acordados por los gobiernos en lo que será
central en el futuro, acuerdos comerciales en monedas propias y si son
digitales mejor.
Lo
que queda por estudiar son los niveles de señoreaje que perderían los gobiernos
con estas emisiones. Y a pesar de que, el dólar no ha modificado el nivel
mundial en su demanda, también queda por ver, si su hegemonía sigue viva.
*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista, columnista radial, analista.
Comentarios
Publicar un comentario