Revista Nos Disparan desde el Campanario Año II Nro. 42 La derrota en su laberinto por Carlos Baffoni
I
A
Fernanda Vallejos la hemos conocido aquí en Tres Arroyos en el año 2015, cuando
la invitamos a dar una charla una agrupación que integré junto a otros
compañeros del campo popular, donde había peronistas, kirchneristas,
socialistas, radicales. Su pensamiento económico está en las antípodas del que
sostiene Alberto Fernández. Es claramente peronista, con raíces en Ferrer, y
otros economistas históricos del peronismo. Ese es el problema. No podés estar
en un gobierno peronista sino asumís sus condiciones históricas, que claro están
sujetas a la dialéctica. Cooke, en 1956 le dijo a Perón que el proceso
1946-1955 ya está, no iba más. Pero, jamás un marxista renuncia a la historia.
Propuso una superación dialéctica, no desechar la historia reciente. Así se
entiende la bronca de Vallejos cuando advierte la maniobra ideológica,
impensable en un gobierno peronista, de dejar la historia atrás, porque
justamente es la manera como el Poder nos somete, quiere un hombre sin
historia, sin raíces, sin identidad, apto sólo para consumir.
Macri
es más consecuente, dijo claramente que la historia no existe, sólo importa el
futuro. Es el pensamiento neoliberal. Pero el tipo es consecuente, hay que
admitirlo, y por eso convence a los piensan como él.
Se
enfurece, putea, insulta, manda al carajo Vallejos a los tipos que nos
gobiernan usando el voto peronista para encaramarse en el poder para traicionar
a los mismos que los pusieron allí.-
¿Cómo
no va a putear? ¿Y por qué no? ¿Por qué obedecer? ¿Por qué no rebelarse? ¿Qué
pasa, se viene el mundo abajo cuándo el sujeto se rebela?
No
pasa nada.
Erich
Fromm, al que se trató de reducirlo en yanquilandia a la "autoayuda",
dice refiriéndose a la condición del revolucionario: Es la desobediencia a cualquier amo externo, para obedecer a nuestro
amo interno. 30 años después, un psicoanalista francés, que puso patas
arriba el credo freudiano, dijo lo mismo, y fue aún más lejos: inventó un
dispositivo teórico y clínico para legitimar el acto psicoanalítico en esa dirección:
"No obedecer a nadie". Y afirmó: "El neurótico es muy inclinado a obedecer el Amo exterior porque tiene
horror de obedecer al propio Amo interno”. Siempre anda buscando un Amo
externo (el Superyó), a quién obedecer, al que le dice "Hágase tu
Voluntad". Vallejos, que pidió
disculpas (o sea, retrocedió en su acto, porque teme, claro, que la
consecuencia del mismo le deje en completa soledad, es lo que pasa cuando nos quedamos
sin el déspota, ya no hay garantías de nada, chau reelección, chau prestigio,
chau Poder, chau "carrera" política), no fue ninguna neurótica,
"normal", cuando dijo lo que dijo.
Al dar marcha atrás (típica cobardía neurótica), intenta normalizarse,
volver al redil. Pero, tendrá que
asumir las consecuencias: Millones de oprimidos, desamparados, se quedarán sin
voz, sin nadie que eleve sus gritos ante un Poder sordo y ciego.
II
Hace
un rato, leí que Rogelio Frigerio, que se piensa fuera de la lógica macrista,
advierte que lo votos que sacaron no son precisamente merecidos. Sin duda, eso
es índice de lucidez. Pero, acto seguido, se engancha en la lógica neoliberal:
"Ponerle límites al kirchnerismo". Éste creo, es ya no drama, sino
tragedia de la partidocracia liberal: Pensarse autónoma de la voluntad popular.
Pues es esta la única que tiene el derecho a poner límites a cualquier fuerza política
que elige en las urnas, ratificando o rectificando los actos de los gobiernos
que elige. Las "sorpresas" en las urnas es lo que reciben de manera traumática.
Las "encuestas" es la manipulación que "mide" la aprobación
popular. Transforma a los sujetos cobayos de laboratorio social cuantificando y
borrando lo cualitativo. Se apoya en que la subjetividad es
"previsible" como el comportamiento de los ratones en el laboratorio.
Ni siquiera el de los ratones lo es. Pero es la basura de la psicología
conductista norteamericana sobre la que se apoya. Y los políticos, y éste es el
problema, el "peronismo" se apoyan en esa sociología bastarda hermana
del conductismo. El Presidente, cada vez que su Vice cuestionaba el rumbo de su
gobierno, no precisamente basada en una sociología del tres al cuarto, le respondía:
"las encuestas nos favorecen". No puede haber respuesta más
anti-peronista. El peronismo nació de la angustia de los oprimidos. De sus
gritos, que Perón, un militar de muy buena formación intelectual, muy culto,
fue docente en la Escuela militar, un humanista, escuchó esos gritos. No sabemos
cómo hizo, no era obrero, tenía una vida burguesa acomodada, para que en medio
de la sordera e insensibilidad del Poder del que formaba parte, para escuchar esos
gritos que las encuestas no miden. No tienen grabadores para eso. Los gritos y
chillidos de los animales, el dolor de los perros de Pavlov cuando este loco
les fisuraba sus estómagos para probar la existencia de los reflejos
"condicionados" que Stalin y Hitler le dieron muy buena aplicación,
no son medibles. Perón, escuchando esos gritos, lamentos de los oprimidos por
el laboratorio capitalista, bajó de las temibles nubes aristotélicas,
hegelianas, y dijo esto: "La víscera
más sensible del ser humano es el bolsillo". ¿Qué significa esto: es
una metáfora? Sin duda, cumple todas sus reglas. Bolsillo y víscera no son
equiparables, es un sinsentido. Pero justamente eso es la metáfora: Crear un
plus de sentido, a partir del sinsentido, lo sorpresivo. Más sensible.... ¿El
bolsillo puede ser sensible? Desde el sentido común, no. Pero desde la metáfora
peronista, sí. Porque el mismo peronismo es un sinsentido. Nadie lo entiende,
excepto los que captamos su lógica. Y no olvidar, la metáfora es el recurso básico
de la poesía: no entender nada, sólo sentir su impacto, en el cuerpo, en
el...bolsillo. Éste se eleva de ser un agujero en un pantalón, en algo vivo,
que pulsa, que llama, grita. Para el capital, es sólo algo para poner:
"Pongamos dinero en los bolsillos de los pobres". Horrible. Más todavía
escucharlo en boca de un peronista. Por eso nomás, un presidente peronista podría
perder una elección. El peronismo es un humanismo. Si no se entiende, se llama
a lo peor. La in-humanidad de la experiencia capitalista.
III
¿Qué
tenemos los peronistas? Nada. Pero hay algo que nos robaron. La libertad de
pensar, crear, criticar, generar "milagros".
Los
mejores historiadores, pensadores, cineastas, músicos, actores, mujeres y
hombres, salieron y salen del campo popular. ¿Por qué? Porque es la única
herramienta que tenemos para jaquear el Poder, donde esté. Tenemos dudas en este
momento donde se agazapa el Poder. Por eso, mientras no aclare, nos retiramos
de las urnas. No es la primera vez. Y no es la primera vez que se esconde en
nuestras filas. ¿Acaso no estaba agazapado entre los discípulos de Jesús de
Galilea?
Nuestro
Presidente juró en la campaña que los últimos serían los primeros, tal como juró
el Profeta de Galilea. Pablo de Tarso, convertido al cristianismo, dice que hay
una Ley de Dios y una ley de los hombres. La Ley de Dios es locura para los
hombres y la ley de los hombres es locura para la Ley de Dios. No hay arreglo. La
ley de Dios es Ley de vida. En la disputa de Jesús con los sacerdotes judíos,
cuando Jesús transgredió la Ley del sábado, humana, de descanso sabático
ayudando a un oprimido, les respondió: La ley es para la vida, y no ésta para
la Ley. Primero la vida. La Ley mata. El mercado es ley humana. Locura para la
Ley de Dios. Cuando el Presidente afirmó que los últimos son los primeros, era
locura para el Mercado. Y él mismo el loco que había que matar. No sé si se dio
cuenta de los alcances de sus palabras. O si era sólo un slogan más de campaña.
Pero lo dijo. En las parábolas del milagro de la multiplicación de los panes y
pescados, habían reunidos 5.000 indigentes para escuchar al Mesías. Un discípulo
se acercó y le dijo "Tienen hambre Señor". ¿Qué hay?, preguntó. Le mostró
una canasta con pocos panes. "Repártelos". Y salieron 5000 panes, y
todos saciaron su hambre. Lo mismo en otro banquete, donde no había casi vino.
Y todos saciaron su sed llenando odres vacíos. Ni los panes, ni los peces, ni
el vino, eran donaciones de los ricos. De ellos nada esperaban. En nuestro país,
casi 30 millones de pobres esperan que su hambre y sed sean saciadas, con las
de justicia. ¿Qué "milagro" será necesario?
*Carlos Baffoni. Psicoanalista
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