Revista Nos Disparan Desde el Campanario Año II Nro. 40 La Ruta de la Seda por Alejandro Marcó del Pont
Fuente
de Origen: Sitio El Tábano Economista
https://eltabanoeconomista.wordpress.com/
Link
de Origen: AQUÍ
La
máquina tecnológicamente más eficiente
que
el hombre ha inventado es el libro
(Northarop
Frye)
Desde hace un tiempo se destaca dentro de la batalla Estados Unidos –
China sólo una parte de la disputa, la que tiene que ver con el predominio
comercial. En general, ésta se subraya como eje principal la Nueva Ruta de la
Seda; sin embargo el proyecto del El Cinturón y La Ruta se divide en dos
componentes: el componente terrestre –denominado El Cinturón Económico De La Ruta de la Seda – que
unirá a China con Asia Central, Rusia, Europa, el Mediterráneo, el Golfo
Pérsico, el sud de Asia y el Océano Índico; y el componente marítimo –
denominado La Ruta De La Seda Marítima del Siglo XXI – que
atraviesa el Sudeste Asiático para unir China con África y Europa.
Sin embargo, hay un tercer componente de la iniciativa, tan central como
los anteriores, pero intensamente borroso: “La Nueva Ruta de la
Seda Digital”. Por un lado, infraestructura, torres de
telecomunicaciones, ferrocarriles, rutas, puertos, embalses y plantas de
energía; es decir, inversión en infraestructura como iniciativa geoestratégica.
Por otro, no simplemente una iniciativa, sino una mentalidad: la conectividad
global y el ecosistema digital conceptos mucho más amplios que sólo la
construcción de infraestructuras tradicionales.
La idea de
incorporar todas las áreas tanto de sectores digitales como de las
telecomunicaciones, el Internet de las cosas o el comercio electrónico, no es
una novedad. Lo original aquí es que, en un extremo del mundo tenemos la
disputa de las compañías tecnológicas nativas con el Estado americano; y por
otro, el mandamiento del partido Comunista Chino a sus empresas tecnológicas
privadas con el lineamiento estratégico de un desarrollo mucho más extenso. Tan
amplio que, por cierto, tiene más relación con la producción y productividad
nacional que distracciones o redes sociales.
Los líderes del
Poder Judicial de la Cámara de Representantes presentaron cinco proyectos de
leyes bipartidistas destinados a controlar o incluso dividir algunas de las
empresas de tecnología más grandes y ricas de los Estados Unidos. En su
conjunto apuntan a los imperios tecnológicos más lucrativos del planeta, como
la App Store de Apple, el mercado de Amazon, Google y sus productos Android y
YouTube y hasta Facebook y sus subsidiarias Whatsapp e Instragram.
Los resultados
podrían traer grandes cambios a los productos más conocidos de la industria.
Los proyectos mencionados tienen como objetivo eliminar la “autopreferencia” en
la que participan los gigantes tecnológicos – en otras palabras, la desmedida
promoción de sus productos relacionados y la reducción de capacidad de sus
rivales -. Un claro ejemplo es Facebook, quien facilita publicaciones cruzadas
entre su sitio madre e Instragram y que también ha trabajado para integrar sus
servicios de mensajería en todas sus apps – Instagram, Facebook Messenger y WhatsApp-.
Hasta aquí todo
parecería normal, no hay nada que reparar sobre la regulación de las redes
sociales o la eliminación de la cuenta en forma discrecional en las mismas
redes, hasta la del presidente de Estados Unidos. La discusión se sigue limitando
a los beneficios y la forma de obtenerlo. Ya sea como monopolio o inhibiendo el
desarrollo de los competidores, sacándolos de juego y/o adquiriendo sus
empresas.
Marc Lassus, fundador de Gemplus (el fabricante y líder
mundial de tarjetas inteligentes incluidas las tarjetas SIM), muestra en su
libro (La Puce et le Morpion) como EEUU a través de la CIA
tomó control su compañía y lo expulsó para lograr una mayor capacidad de
espionaje mundial a través de las SIM. El mismo relato que utilizó Barack
Obama, a finales de 2011, desatando una batalla contra “el ciber espionaje
chino” abriendo una investigación en el Congreso y concluyendo que, tanto
Huawei como ZTE, suponían “una amenaza para la seguridad nacional” y por
esta razón, no podían suministrar redes a las operadoras del país como AT&T
o Verizon.
La metodología,
disposición y objetivos de las empresas desde el punto de vista estratégico no
varían demasiado en ambos lados del pacifico. Primero llegan “inversionistas
amistosos”, como en el caso de Gemplus, que le inyectaron fondos a través de
una empresa Texas Pacific Group (TPG). Por otra parte la familia alemana
Quandt, la mayor accionista de la compañía francesa de tarjetas, le adiciona
acciones de General Electric. Los tres inversionistas pasan a dominar a la compañía
con una salvedad: la CIA controla desde la Segunda Guerra Mundial a la compañía
alemana Quandt.
China por su parte
ha invertido miles de millones de dólares en el desarrollo de sus capacidades
digitales de diversas formas: desde el fomento de talentos locales como Alibaba
y Tencent, hasta la profundización de su alcance digital en otros continentes
con la esperanza de proyectar su poder global. Allí la prosperidad común es un
requisito esencial del socialismo y una característica clave de la
modernización al estilo chino: debe hacerse desde y para los objetivos chinos,
no desde afuera.
El impulso global
de China hacia la economía digital global ha sido en gran medida por sus
campeones tecnológicos nacionales Huawei, ZTE, Alibaba y Tencent; ellos ofrecen
productos de alta calidad a bajo costo, en parte debido al apoyo del gobierno
chino. Ahora se les suma también el desafío necesario de generar una tecnología
nacional que vaya en concordancia con el desarrollo del país, no solo ligados a
las ganancias que pueden obtener.
El concepto de
“Ruta de la Seda Digital” surge para apoyar planes de innovación en materia de
comercio electrónico, economía digital, ciudades inteligentes con parques
científicos y tecnológicos, o el desarrollo bélico. Una ruta basada en el ciberespacio,
implica al menos una disputa por la red satelital, cables de fibra óptica que
conecten al mundo y chips para que funcionen.
Hay dos formas de conectar al mundo. La red satelital es un vehículo que
implica la cooperación con otros países del mundo; en el caso de China alentar
la adopción de su red de satélites Beidou,
competidor del GPS, asociada a grandes costos de desarrollo y puesta en
funcionamiento. Por otro lado, tenemos la fibra óptica por tierra o mar que
conectan al mundo en un 95%, con un costo diez veces menor.
Los cables por tierra van en conjunto con los ferrocarriles en la ruta de la
seda, pero en verdad los importantes, los de mayor tráfico y disputa están en
la fibra óptica submarina.
China’s Zhongxing
Telecommunication Equipment Corporation (ZTE) y Huawei Technologies Co. son los
impulsores de las redes submarinas y, conjuntamente con los gigantes del
comercio electrónico para las ventas, deben generar un paquete de
infraestructura y comunicación que brinde servicios y transfiera los bienes
chinos. Esta idea de desarrollo, plataforma, producción, y venta debe siempre
estar alineada con las ideas de crecimiento gubernamental no de las empresas
privadas. La idea es que la tecnología, no sólo obtengan ganancias en el sector
del ocio con juegos o plataformas sociales, sino que se centre en lo
productivo.
Los cinco
principales proveedores de teléfonos inteligentes del mundo fueron: Samsung
(19%), Xiaomi (17%) Apple (14%), Oppo (10%) y Vivo (10%). Las tres empresas
chinas tienen una cuota de mercado del 37% y por primera vez Xiaomi supero a
Apple. El problema está que tanto Xiaomi, Oppo como Vivo usan procesadores
Qualcomm, que están diseñados y fabricados por TSMC en Taiwán o Samsung en
Corea del Sur.
Aquí comienza el
problema para las dos potencias en cuanto a chips. Si los teléfonos
inteligentes chinos son una amenaza para la seguridad nacional americana
debería tenerse en cuenta que, de los 200 principales proveedores de Apple, 51
están en China, 48 en Taiwán, 34 en Japón, 32 en Estados Unidos y 22 en Vietnam
de los cuales 7, también son chinos. Estados Unidos no produce más
semiconductores, y las grandes empresas venden más del 35% a China. De hecho,
Intel se encuentra dos generaciones atrasada en materia de miniaturización con
respecto a TSMC. Estados Unidos está en problemas y China tiene que comenzar a
realizar sus propios semiconductores, con su lógica.
Hay una variedad de reacciones americanas a la ofensiva china. En
principio el Congreso americano lanzó la Ley de Innovación y la ley de Facilitar la Construcción de Semiconductores así
como también algunas facilidades a TSMC para que fabrique semiconductores para
uso militar en Estados Unidos.
Para poder contrarrestar los magros financiamientos americanos en fibra
óptica submarina. a sus socios, se creó una nueva entidad llamada Corporación Financiera
Internacional para el Desarrollo (DFC) de EE. UU. como un
camino alternativo a China en la Nueva Ruta de la Seda. Ya en este gobierno, el
Comité de Relaciones Exteriores del Senado, recomendó un proyecto de ley que
nombra a China como el mayor rival estratégico de Estados Unidos: sancionada
con apoyo bipartidista casi unánime, por 21 votos a 1, es la Ley de Competencia
Estratégica de 2021 que dispara una artillería verbal y punitiva como una
especie de declaración de guerra fría.
Aunque algunos
nombres le resulten familiares -Zuckerberg, Bezos, Gates, Page, Brin, etc.-
como accionistas mayoritarios de cada uno de los emporios digitales, estas
empresas cuentan con importantes fondos como inversores mayoritarios. A
modo de ejemplo, más del 80% de las acciones de Facebook, están en manos de
Vanguard Group, BlackRock y FMR entre otros. En el caso de Alphabet (Google),
el porcentaje de participación de los mismos fondos es del 67%, caso similar al
paquete de Amazon (alrededor del 60%).
De un lado las empresas de Silicon Valley con
financiamiento de los grandes fondos de inversión, desde BigTech hasta sus
proveedores. Del otro, un agresivo emergente económico que pretende dominar el
mundo y el ciberespacio. Veremos cómo termina y si los distingue alguna
diferencia.
*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista, columnista radial, analista.
Comentarios
Publicar un comentario