Revista Nos Disparan desde el Campanario Año II Nro. 40 Democraticidio neoliberal por Carlos Baffoni

 

 

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Como siempre justifico el uso de éste formato en red, no para poner fotitos dando impulso al narcisismo, sino para compartir ideas, pensar juntos, aún en aislamiento físico.

La salida individual es una mentira. La pandemia dio un golpe mortal al neoliberalismo instalado en 1989 en una alianza sorprendente entre las fuerzas conservadoras y la democracia. Por desgracia o no, coincidió con mi integración al sistema democrático parlamentario habiendo venido del peronismo de base. Ya en campaña todo el entusiasmo democrático se desinfló en mí. Menem preparaba la mayor estafa nunca vista en el peronismo, abrazando el paradigma neoliberal a espaldas del pueblo. Tenía a Cavallo y su equipo trabajando en las sombras.

El neoliberalsimo naciente prometía un horizonte predictivo para nuestras vidas inigualable. El "viejo" keynesianismo social estaba derrotado definitivamente. En sólo tres años de gobierno empezó a fracasar. Desocupación, desaparición del Estado protector, privatizaciones salvajes, brutal extranjerización de la economía. De a poco empecé a ser un extranjero en el espacio que me acogió.

De ser humildes ciudadanos votados por el pueblo pasamos a la categoría VIP, tentados por Carta franca, y otros privilegios. Esa es la tentación neoliberal: Ser únicos, los elegidos, la excepción. Claro, unos pocos.

Reconozco que mi salida fue de alguna manera individual buscando espacios de resistencia democráticos socialistas. Donde anidaba aún la utopía social. Perdí de vista a mis compañeros de ruta previos. Hoy sé que pasaron las mismas cosas, sólo que nadie podía expresarse: eso es la hegemonía de un sistema, pensamiento único. Encima, el delfín de Menem en provincia duplicaba con mano de hierro lo que ya se rebelaba como inconsistencia tremenda a nivel social: Las UFF. Fortalecimiento familiar en medio de la desolación individual. Dinero a granel, montaje escénico para una propuesta que era una mentira: los grupos "operativos", usando sin vergüenza la creación de Pichón Riviere, que era social. El romance entre democracia y conservadurismo era total.

Hoy ese romance terminó, o amenaza terminar. Como ocurre siempre cuando un romance amenaza terminar, una de partes se enloquece, lo vemos con eso que se llama femicidio Es lo que les pasa a los conservadores. Odio, muerte, destrucción, especialmente de la democracia. Ya no les resulta una amiga, les hizo un despecho, una traición. Los abandona. La "democracia" claro, según su versión somos 30 millones de personas que les dieron la espalda. Muchos tenemos la idea, quizá un tanto persecutoria, de que si pudieran nos matarían. Como a la piba que osó decir no a un novio que la defraudó. "Sos mía, o de nadie".

Esa es su lógica: La democracia es nuestra o de nadie. Y corren a golpear las puertas de los cuarteles, como en Bolivia, o solicitar el apoyo de los medios de comunicación, o de oligarquías vetustas que toman la posta de los viejos cuarteles golpistas.

Pero el hecho es indubitable. El paradigma neoliberal está moribundo. El Mercado puso la cola entre las patas con la pandemia. El viejo Estado liberal se despierta y amenaza cubrir la apuesta. Entonces surge en los conservadores una especie de "libertismo”, una deformación bastarda del viejo anarquismo de los veinte, treinta. Que era una propuesta de la destrucción del Estado capitalista liberal, pero para instalar otro más justo, superador, sin lucha de clases. Las gentes éstas de hoy no tienen propuestas superadoras del Estado liberal democrático. No están en esa pecera. Justamente están fuera del agua, y boqueando. Ni siquiera pueden hacer lo del pescado de Landriscina, que salía del bebedero para pelear a las gallinas, acompañaba a su dueño a pescar y murió ahogado en el arroyo. No van a querer morirse en democracia.-

 

 

 


*Carlos Baffoni. Psicoanalista


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