Revista Nos Disparan desde el Campanario Año II Nro. 41 ALGUNOS SÍNTOMAS QUE EXPLICAN QUE EL ABORDAJE SANITARIO DE LA DERECHA ARGENTINA ES POSIBLE, por Eddy W. Hopper

 

Largamente he opinado acerca de que el macrismo -y por extensión, la derecha argentina- es un fenómeno que puede estudiarse desde múltiples enfoques; pero que si en algo se diferencia de otras emergencias políticas, es en que TAMBIÉN puede ser estudiado desde el paradigma salud/enfermedad.

Me apoyo, para arribar a esa conclusión, en varias coincidencias que se advierten en distintos textos de psicología y psiquiatría forenses.

Para decirlo en forma resumida y de acuerdo con cómo lo veo expuesto, la conciencia es un ente complejo y a la vez dinámico. Quizás, desde algún punto de vista fenomenológico o existencial, la conciencia pueda no ser consciente de sí misma (aunque sí lo es respecto de lo dado). Lo que no ocurre jamás es que en esa dinámica, la conciencia -que es el ente que genera lo consciente- no se preserve.

La esencia de la conciencia la impulsa a mantenerse en el "siendo", porque la conciencia está para ser y percibir.

Siguiendo esta idea, el artículo 34 del Código Penal argentino exime de punibilidad a quien, entre otros casos, "no haya podido en el momento del hecho, ya sea por insuficiencia de sus facultades, por alteraciones morbosas de las mismas o por su estado de inconciencia, error o ignorancia de hecho no imputables, comprender la criminalidad del acto o dirigir sus acciones".

Centralmente, con tecnicismos o sin ellos, con más o menos profusión académica, los autores son coincidentes: cuando existen dudas acerca de si el autor de un delito encuadra en esta previsión del Código Penal, será necesario "repasar" el hecho. Si el sujeto, al delinquir, se lesionó gravemente o intentó quitarse la vida, ES INIMPUTABLE; es decir, no ha podido "dirigir sus acciones", porque esas acciones regidas por la conciencia, por principio, no pueden conducir al menoscabo o a la extinción.

Recuerdo un caso: una mujer mató a su pareja; luego, se pegó un tiro en la cabeza; pero ese tiro, si bien le produjo muy serias atrofias irreversibles, no la mató. La defensa planteó que había obrado sin poder "dirigir sus acciones", sin pleno discernimiento, intención y libertad.

¿Por qué? Porque se había dañado a sí misma, e incluso había desplegado todas sus acciones teniendo en miras un resultado patológico que excedía la muerte de la víctima: su propia desaparición.

El primer principio que gravita en una persona sana es el de conservación. Cuando la conciencia está dañada, su producto, que es la percepción del entorno y la intangibilidad de ese principio de supervivencia permanente (es decir, la "consciencia", con "s" y "c"), se descalabran.

El Código Penal prevé, para los casos de absolución por esta circunstancia, la internación del imputado en un "establecimiento adecuado".

En las clases medias y bajas, la derecha -encarnada hoy en el macrismo y en otros siete locos nuevos de por ahí- opera en ese sentido patologizante: provoca, por sugestión, el deseo y el acto de la autolesión y aun de la auto-desaparición.

Fíjense, si no: la mayor parte de la clase media porteña, por caso, es empleada o pequeña cuentapropista. Las viejas líneas de subterráneo y los recorridos de los colectivos (antes, de los tranvías) fueron pensados para facilitar a los grandes y medianos operadores la provisión de mano de obra mayormente barata en tiempo adecuado y forma eficiente.

Pues bien: Horacio Rodríguez Larreta, el referente aspiracional de esa clase media que al igual que la clase obrera sólo cuenta con su fuerza de trabajo, propicia, COMO ELEMENTO DE SEDUCCIÓN DE ESE ELECTORADO, la DEROGACIÓN DE TODA FORMA DE INDEMNIZACIÓN POR DESPIDO.

Y la clase media porteña empleada, embelesada por ese retintín con el que se siente conectada al gran mundo, apoya esa decisión y está de acuerdo con que ese candidato y sus adláteres decidan su ruina. También la apoyan los pequeños cuentapropistas, que viven de la renta de los empleados como los dinosaurios carnívoros de los herbívoros. ¿No hay ahí una voluntad de autolesión? En consecuencia, ¿no hay en esos casos una vulneración del principio de auto-conservación? Y eso, ¿no es indicador de una patología?

En la provincia de Mendoza, el ex gobernador Alfredo Cornejo vocifera, como propuesta electoral, la necesidad de DESPEDIR EMPLEADOS PÚBLICOS, para “hacer obras” con el "ahorro"en salarios. Pues LA MAYOR PARTE DE LOS EMPLEADOS PÚBLICOS MENDOCINOS, muy especialmente los que trabajan o viven en la ciudad de Mendoza, votarán a Alfredo Cornejo, que ha prometido echarlos de sus trabajos. Seguramente un sociólogo, un especialista en fenómenos políticos, hasta un antropólogo, podrán explicar esta estupidez; pero ciertamente la cuestión tiene un origen abordable desde el punto de vista médico.

La Ciudad de Buenos Aires tiene un balneario que CARECE DE TODO ESPEJO DE AGUA, y donde sólo hay ARENA. Tiene otro balneario DE PLÁSTICO, donde la pileta está PINTADA EN EL PISO. Allí van los empleados en sus ratos libres del verano a que los taladre el sol. El agua mineral es CARÍSIMA en ese lugar, y el agua del río está contaminada. Les han construido un balneario donde está prohibido bañarse. Díganme si quienes aceptan esa dinámica no pueden ser estudiados desde ese mirador sanitario.

Decenas de miles de jubilados, ¿no aceptaron ENDEUDARSE A TASAS USURARIAS impuestas por el propio Estado macrista, ya no para realizar viajes de placer, sino para poder COMPRAR REMEDIOS que antes estaban al alcance de su mano? ¿Y no estaban CONTENTOS con ello, asumiendo ese riesgo de vulneración de la propia salud aun durante LOS ÚLTIMOS AÑOS DE SU VIDA?

La clases medias y bajas, ¿no estuvieron dispuestas a pasar de tarifas subsidiadas y accesibles, que hacían a la satisfacción de sus necesidades elementales, a pagar por lo mismo, y aun por menos, una cifra que consumía CASI TODO SU SUELDO?

Los empleados de las diversas ramas, ¿no aceptaron con gusto, durante el macrismo, aumentos del 5 y hasta de tan solo el 1 % en sus salarios con una inflación que superaba el 40 %, BAJO PENA DE PERDER EL PUESTO DE TRABAJO que antes tenían casi garantizado y con ingresos dignos?

¿No los hemos escuchado ponderar a los cuatro vientos que “estaban igual”, cuando en verdad estaban PEOR? ¿No los hemos escuchado decir que PREFIEREN estar “así”, es decir, PEOR?

Yo soy profundamente pesimista: estoy muy convencido de que el peronismo es una doctrina que procura el bien general e individual como ninguna otra. Estoy convencido de sus conexiones con la moral cristiana.

Pero también tengo la certeza de que no hay con quién. De que nos abruma una patología individual y social que sólo puede disiparse luego de un trabajo de no menos de dos generaciones, y siempre que exista una vocación incesante de suma perseverancia y serio abordaje del problema; tarea que NECESARIAMENTE debe incluir –los sanitaristas verán cómo- el paradigma salud/enfermedad como molde cognoscitivo para arribar a conclusiones ciertas y generar estrategias de cambio.

Ya sé, lo dije muchas veces. Qué sé yo: más vale muchas que pocas, si es que va a servir para algo.

 

 


*Eddy W. Hopper. Abogado


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