Revista Nos Disparan desde el Campanario Año II Nro. 41 16 de Septiembre de 1955. El día que los Radicales festejaron... Por El Forjista
El
golpe de estado de 1955
Hacia
donde apuntaron su objetivo los golpistas, esto es crucial para entender no
sólo el golpe de 1955 sino el sistema político que se instauró desde 1955, fue
a destruir toda la obra realizada por el peronismo. Exactamente lo contrario de
lo que afirma Félix Luna quién justifica el golpe de estado pero paralelamente
intenta separar el gobierno que se instauró a continuación: “La revolución no
tuvo programa definido ni gobierno previsto; fue una reacción desesperada
contra un poder que había perdido toda mesura y había agotado su razón de ser.
Sería un error identificar el alzamiento contra Perón con las modalidades
asumidas por el gobierno que siguió. Durante los días de enfrentamiento armado,
la revolución fue bienvenido por millones de argentinos, convencidos de que el
desplazamiento del líder justicialista era indispensable para abrir un tiempo
de paz, tolerancia y democracia. La Revolución Libertadora como régimen es otra
cosa y su crónica y juicio no pertenecen a esta obra”. Resulta obvio que a
nadie se le ocurre derrocar a un gobierno constitucional si luego no tiene
previsto modificar sustancialmente el rumbo del gobierno derrocado. Este
recurso casi mágico de aprobar el golpe pero de lavarse las manos sobre lo que
después ese gobierno realizó es cuanto menos una manera muy poco hábil de
ocultar los atrocidades de ese gobierno. Si el cuestionamiento era que el
peronismo no aseguraba “la paz, la tolerancia y la democracia” se hizo más
evidente aún que el que lo siguió lo hizo aún menos y que por lo tanto el golpe
de estado fue un sangriento suceso que hizo retroceder décadas a nuestro país.
Es más según nuestro criterio, el 16 de septiembre es el comienzo de la
decadencia argentina. El derrocamiento de Perón primero y la liquidación de
todo el fenomenal andamiaje de justicia social fue la razón de ser de aquella
contrarrevolución que tanto entusiasma a Luna. Veamos quienes era aquellos
“millones” de seres que festejaron durante la asunción de Lonardi, obviamente
no se trataba de “cabecitas negras”, fueron sectores cuyos privilegios fueron
puestos en duda por el peronismo con el agregado de la clase media ahuyentada
del peronismo por las razones que ya mencionamos. Nada mejor que otro
escritor como Ernesto Sábato que no puede ser señalado de tener simpatías con
el peronismo para describir la situación: “Aquella noche de septiembre de 1955,
mientras doctores, hacendados y escritores festejábamos ruidosamente en la sala
la caída del tirano, en un rincón de la antecocina vi como las dos indias que
allí trabajaban tenían los ojos empapados en lágrimas. Y aunque en todos
aquellos años yo había meditado en la trágica dualidad que escondía el pueblo
argentino; en ese momento se me apareció en su forma más conmovedora. Pues ¿qué
más nítida caracterización del drama de nuestra Patria que aquella doble escena
casi ejemplar? Muchos millones de desposeídos y de trabajadores derramaban
lágrimas en aquellos instantes para ellos duros y sombríos. Grandes multitudes
de compatriotas humildes estaban simbolizados en aquellas dos muchachas
indígenas que lloraban en una cocina de Salta”.(75) Muy pocos adversarios del
peronismo tuvieron la hidalguía y la honestidad del maestro Sábato al realizar
este reconocimiento.
El doctor Luna posiblemente haya formado parte de aquél sector que festejó pero
no puede ocultar que había otra Argentina que en su intuición que no enseña la
Universidad sabía quienes defendían sus intereses y que era lo que se
avecinaba, ese conocimiento merecían esas lágrimas que más adelante se
convertirán en puños cerrados ni bien los nuevos gobernantes mostraran sus
garras. Esto también lo sabía perfectamente Eva Perón quién poco antes de morir
le recomendó a Perón “No abandones a los pobres. Son los únicos que saben ser
fieles…” Esta lealtad perdurará más allá de los años y el agradecimiento de esa
gente al único gobernante que los había tenido en cuenta pasa muchas veces
desapercibida para autores que no saben ver la realidad más allá de sus propios
sentimiento de sector o grupo. Incluso Félix Luna persiste en la equivocación,
que era posible por aquellos años de duros enfrentamientos pero que debieron
amainar con el tiempo, al creer que era posible resguardar las conquistas
sociales obtenidas sin Perón en el gobierno. La creencia que el líder era el
causante de todos los errores del gobierno no resiste el menor análisis, Perón
no fue el primero ni el último líder popular calumniado por las clases
privilegiadas por la simple razón de no haber sido sumiso a sus dictados. El
argumento de la supuesta tiranía de Perón oculta la real dictadura del Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial que Perón con su política
independiente había evitado para el bien del país y para que los trabajadores
no se vieran sometidos a los ajustes que en poco tiempo comenzarían a conocer
casi como un acontecimiento cotidiano. En su afán por descalificar este período
al que Luna califica de “un retroceso en nuestra cultura política” acusa a
Perón de utilizar “medios deleznables”, carecer de ética, y sostiene que el
apoyo popular lo obtuvo por la utilización del aparato estatal, que además fue
represor e impidió el debate abierto. Cabría preguntar por qué otros procesos
políticos que si fueron declaradamente tiránicos no contaron con la adhesión
popular si tan fácil es ganarse el cariño de los más humildes. No es necesario
ingresar en largos devaneos intelectuales pues dicho apoyo que se le otorgó al
peronismo derivó de hechos concretos, pero que pasaron desapercibidos para los
intelectuales adherentes a los viejos partidos. Nos dice el Dr. Luna:
“Argumentar que se quería derrocar a Perón para cancelar las realidades que
habían edificado una sociedad más justiciera y sensible, no tenía
consistencia”. Estaría en lo cierto si la Revolución Libertadora no se hubiera
dedicado de manera sistemática a cancelar una a una las conquistas obtenidas
durante la tan criticada gestión peronista.
No demos más vueltas para decir lo que se hace evidente de los hechos
históricos, a Perón lo derrocaron las clases acomodadas, el pecado del líder
peronista y por eso fue expulsado del poder, fue apoyarse en los sectores
siempre relegados y olvidados, no será el único, lo mismo le pasó a Vargas en
Brasil, Villarroel y Torres en Bolivia, Allende en Chile , Velazco Alvarado en
Perú y tantos otros patriotas de nuestra castigada Latinoamérica que no
aceptaron las imposiciones de los poderosos de la Tierra. Atribuir el golpe a
las condiciones personales de Perón, como hace la intelectualidad
antiperonista, no es sino un arbolito para ocultar el bosque. Ni “carecía de ética”
ni utilizaba métodos “deleznables”, por el contrario utilizó de las
herramientas que se encontraban a su alcance para enfrentar intereses muy
poderosos, el amor de su pueblo fue uno de los escasos premios para quién
gobernó en tres oportunidades y que murió cumpliendo el último mandato de su
pueblo. Ya en el exilio Perón anunció lo que le esperaba al pueblo: “En la
Argentina se inicia un vía crucis de represiones que advertirá a todos que a
quién se quería derrocar no era a mi persona, sino al país entero…”. Marta
Lonardi también acentúa la responsabilidad de Perón en la caída de su gobierno:
“En la Patria de todos amanecía tras las tinieblas de una oprobiosa dictadura,
que so pretexto de justicia social no discutida, avasalló las libertades,
humilló las conciencias y prostituyó las instituciones de la República, como si
la malsana soberbia del déspota necesitase la degradación moral de nuestra
Nación”. La justicia social lejos estuvo de ser un pretexto pero sí lo era el
que la “justicia social no se discutía” pues durante el golpe encabezado por su
padre se asaltaron sindicatos para imponer dirigencias que simpatizaban con el
levantamiento. El mismo Lonardi fue derrocado por su negativa a intervenir la
CGT y el partido peronista, que fueron precisamente los dos blancos principales
de la autodenominada Revolución Libertadora, el objetivo principal de todo el
odio gorila estaba dirigido hacia esas dos instituciones y obviamente a Perón.
La obligada reflexión de Perón en el exilio le permitió afilar su opinión sobre
los participantes del golpe: “los que nos desplazaron del gobierno, fueron los
mismos de siempre. Los oligarcas y sus patrones: los grandes monopolios
internacionales. El capitalismo apátrida. Son los que gobiernan desde entonces,
a través de personeros y acólitos a su servicio”. Otro protagonista fundamental
del gobierno y especialmente de la Resistencia Peronista contra la dictadura de
Aramburu dirá: “En nuestro país, la caída de Perón significó el ingreso del
país en ese orden imperial: la política internacional repudió el tercerismo y
las actitudes independientes”. Precisamente estos dos hombres, Perón y Cooke,
hablaron aquél 31 de agosto desde el balcón que daba a la Plaza de Mayo cuando
se anunció el fin de la conciliación, Perón anunciaba: “Pero una sola cosa
ellos buscan retrotraer la situación a 1943” así se refería a los opositores
comprometidos en el golpe. En tanto que Cooke expuso: “Esas fuerzas no están
alzadas contra un hombre; lo están contra el pueblo, al que niegan el derecho
de elegir su propio destino y su propio conductor. Reniegan de la Argentina
nueva, la de las conquistas sociales, económicas y políticas; la de los
principios de justicia y de la soberanía inmaculada, para intentar
retrotraernos a la vieja factoría colonial de los estancieros explotadores, de
los comerciantes ávidos, de los acaparadores habilidosos, de las ganancias
supercapitalizadas, de los salarios de infraconsumo, de los gerentes
extranjeros y de los traidores nativos”.
Pero volvamos al golpe de estado triunfante, desde Córdoba Lonardi hace conocer
su lema de “ni vencedores, ni vencidos” que muy poco tendrá que ver con la
realidad, ni este general ni sus colaboradores pudieron aplicar este principio.
Desde la radio LV2 de Córdoba se realizó una emisión especial desde donde se
propaló al país el siguiente comunicado: “Hoy los argentinos vuelven a marchar
por el camino democrático que siempre los caracterizará en el mundo entero. La
egolatría insana de un hombre que no supo medir los impulsos de su ambición
pretendió dar por tierra con todo lo que para el pueblo argentino era más
querido: nuestra inmaculada bandera fue mandada incendiar por el que se llamaba
argentino número uno a sí mismo” “…lograr una inmediata pacificación de la
comunidad de la Patria bajo el signo con que nos lanzamos a la batalla
decisiva: ni vencedores, ni vencidos” “…que nadie se crea con derecho de
aplicar la Ley del Talión ni el cobrar mezquinas venganzas personales, ni
hacerse justicia por la propia mano, ni a destrozar bienes privados o públicos,
ni efigie o símbolos, ni en una palabra practicar actos que al herir o lastimar
sentimientos de la personas hieren y ofenden los altivos sentimientos de
nuestra Nación digna, que siempre fue justa, pródiga y generosa con el
vencido”. Hablaban de pacificación y paralelamente comenzaban calumniando al
adversario, y dando rienda suelta a uno de los períodos de mayor persecución
política. El contraalmirante Rojas se apuró a adoptar su primera medida
cambiando el nombre al crucero “17 de octubre” poniéndole “General Belgrano”,
bajo ese nombre fue hundido por la flota imperialista inglesa en el Atlántico
Sur. Lonardi convocaba a los trabajadores a participar y trataba de calmarlos:
“Sepan lo hermanos trabajadores que comprometemos nuestro honor de soldados en
la solemne promesa de que jamás consentiremos que sus derechos sean
cercenados”. Toda una pléyade de comunicados de apoyo al nuevo gobierno por
parte de aquellas instituciones que celebraban la caída del peronismo, la
Sociedad Rural Argentina a través de su titular Juan José Blaquier hacía llegar
su solidaridad y apoyo, lo mismo que la Cámara Argentina de Comercio y
obviamente los partidos políticos como el Demócrata (conservador) y la Unión
Cívica Radical que en un comunicado expresaba: “El alzamiento fue el último
recurso a que se vio compelido el pueblo privado de toda posibilidad de
resolver en paz y concordia los angustiosos problemas de su existencia
nacional. El régimen que acaba de caer, que negó la libertad, la justicia y la
moral, y negoció la soberanía queda señalado para siempre como el único
responsable de esta tragedia”. Los radicales cambiaban el sentido del golpe del
que participaron activamente y al que saludaban con euforia, los responsables
del golpe no eran los golpistas sino los golpeados, olvidando que su partido
había sido derrotado electoralmente por guarismos cada vez más desfavorables
para dicho partido. La Unión Democrática se había reconstituido, ahora bajo las
sombras de las armas, apoyando con entusiasmo cada una de las resoluciones que
reprimían al peronismo.
Reflexiones de Antonio Diez, El
Mayolero
La Revolución Libertadora la hemos
hecho para que el hijo de barrendero siga siendo barrendero", del
contraalmirante Rial a los miembros de la CGT que esperaban reunirse con el
presidente (de facto) Eduardo Lonardi el 25 de septiembre de 1955.
Contrariamente a lo que dice el Dr.
Luna la Revolución tenía programa y gobierno previstos. Finalmente, y con el
paso del tiempo, comprendimos que sí, la Revolución tenía como objetivo
fundamental el sujetar la economía argentina a los dictados del FMI. Que los
Militares que se alzaron no lo supieran no es extraño, dada su escasa
preparación intelectual, pero sus mandantes, sí que lo sabían, y fomentaron el
odio y la revancha para cubrir (tal como lo están haciendo ahora) el latrocinio.
"El pueblo argentino puede
estar tranquilo porque el país no gastó una sola bala, ya que desde el mar
fuimos asistidos por la marina británica." (Declaraciones del golpista
Isaac Rojas)
N de la R:
Finalmente podemos concluir que más allá de una leve brisa, de una
débil anomalía durante el alfonsinismo, la UCR ha estado siempre en el mismo
lugar ideológico desde 1945 a la fecha, diría que desde los comicios de 1937 a la fecha, en la vereda de la reacción, del
privilegio, caminando el sendero plutócrata, huella política que más la identifica. Por eso resulta risible que algunos le reclamen hoy por banderas fundacionales que hace más de 80 años no respetan ni reconocen como propias.
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