En el primer
comentario dejo el enlace a esta nota de Tiempo Argentino, titulada "La
salud mental, la gran estrella de los Juegos Olímpicos de la pandemia".
VER AQUÍ
El texto, que
pareciera banal, conduce sin embargo a reconocer y visibilizar una situación
inapartable: hay una tendencia aparentemente mundial -quizás, otra pandemia
yuxtapuesta- a la afectación emocional intensa, que deriva en lesiones
psíquicas o en su alta probabilidad, y que se manifiesta en todos los aspectos
vitales de quien la padece. En especial, toma la forma de renunciamientos, de
inactividad, de relativización de valores inscriptos desde la primera educación
y otras emergencias de debilitamiento de nuestra entereza espiritual.
Estas cuestiones
traumáticas han sido motivadas esencialmente por la "nueva
normalidad" y la desazón de conocer aspectos del prójimo absolutamente
inesperados, a la vez de saberse solos o insuficientes. No sé cómo se expresa
todo esto desde lo técnico.
Cada vez son más
los que encuentran deteriorada su carga anímica para afrontar los hechos más
comunes de la vida, cualquiera sea su posición social. Desde personas con
necesidades básicas insatisfechas hasta millonarios y a la vez famosos y
"exitosos" en términos del capitalismo de mérito.
No se trata de una
alarma, sino de reconocer en qué lugar estamos parados, cuál es el contexto en
el que nos hallamos insertos, cómo nos interpela y qué decisiones podemos
esperar frente a este panorama tanto de nosotros como de nuestros iguales, que
son todos.
El camino
actitudinal durante este período no puede ser otro que el de comprender,
contener, proveer buena humanidad. Hacer lo que podamos y no culpar ni
culparnos porque no hay "más". Seguir poniéndole el hombro, pero
contemplar a nuestro semejante en el marco de ese daño extendido que mina
también nuestras fortalezas, lo reconozcamos o no. Apartar el mal (que
encuentra aquí una ocasión irrepetible para asentar sus propósitos y sus
miserias) y procurar el mayor bien del que seamos capaces, dadas las
circunstancias.
No lo sé decir de
otra manera.
*Eddy W. Hopper. Abogado
Apartar el mal y procurar el mayor bien, o personalismo salvaje y propia conveniencia. Una vez más la humanidad decide. Quo imus?
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