Revista Nos Disparan desde el Campanario Año II Nro. 39 MORTIFICADOS ANÒNIMOS por Carlos Baffoni



 


Imagen de: Zdzisław Beksiński,


 

             En este título condenso el nombre que se le dio a la Institución Alcohólicos Anónimos para abordar la cruel adicción al alcohol por sujetos que apuestan al lazo social para superarla, con la condición y costo del ocultamiento de sus nombres propios, y por otro lado a Fernando Ulloa., cuando aborda la cultura de la mortificación, que denomina “La Sociedad anónima de los mortificados”, con su clásica incisividad.

             El abordaje de ésta problemática no puede hacerse con la clásica “objetividad” científica. Es más, y coincido con Ulloa, no hay “neutralidad” y “abstinencia” que valga aquí  desde el punto de vista epistemológico. Recuerdo en este momento a Aníbal Quijano, antropólogo peruano andino, el cual aseguró que si no se sufre en carne propia la herida colonial, no hay acceso posible, no hay teorización válida,  pues la “razón” científica euro-centrada no puede dar cuenta del impacto de dicha herida. Sólo la bronca, la indignación, la rebelión epistémica, permite la conceptualización.

                   Quijano se revuelve, se enoja, no se puede escapar, estamos dentro. Pero larga su terrible consigna: “ESTAMOS DENTRO, PERO EN CONTRA”.-

                 Ulloa, rompiendo el cerco hipócrita de un  psicoanálisis  euro-centrado, anclado en la “razón” europea, se sumerge en el barro de lo que él llama ”numerosidad social”,  o sea, la mortificación a que son sometidas millones de personas por parte del Poder, y sus “instituciones”, elevadas a ideales incuestionables, sagrados.

                  Pero no son dadas por Dios o por herencia intemporal. Son burguesas de cabo a rabo.  

                  Cuando el sujeto se rebela ante ellas, supone que terribles rayos, poderes, castigos, caerán sobre él. A veces ocurre, dichas instituciones, cuando se sienten cuestionadas, castigan sin piedad al insurrecto. Y allí se genera esa terrible reacción, que llama Ulloa  CRUELDAD. Ésta  deviene de reacción a INSTITUCIÒN. O sea,  la crueldad se hace tan natural como las demás instituciones.

          Una consultante recurre al psicoanalista por una crisis de angustia que le resulta inmanejable. Emerge esa señal de angustia que el Dr. Lacàn denomina “Lo que no engaña”. Si Freud  encuentra su causa en la emergencia de lo “reprimido” del Inconsciente, algo que el Yo rechaza por la herida que lo hiere, Lacàn la eleva al estatuto de lo que no engaña, brújula para el sujeto. Para él, lo que Freud llama “reprimido”, ahora lo denomina Verdad.

                            La angustia reclama al sujeto  el encuentro con su  Verdad.

           Le reclama separarse de un goce masoquista: la sujeción a un jefe sádico, cruel, representante de una institución que naturaliza la crueldad. Que hace el psicoanalista si es tal, si es  el “escriba” del inconsciente: le extiende una “licencia” por tantos días. El lector estará atento, si se detiene ante el significante “licencia”. En este caso, separación  temporaria en un cargo laboral. Ésta medida se medicaliza, se transforma en una “carpeta médico-psicológica”. Se entiende la manobra: el trabajador es ubicado en el lugar de enfermo, y la institución en lugar de la afectada por dicha enfermedad. Al sujeto se lo ubica en el lugar del que violenta a la institución, su ”normal” desenvolvimiento. Lacàn, que era un “subversivo”, se ve llevado a describir el  síntoma como “lo que no anda”, “palo en la rueda” , compadre de la angustia. La rueda claro, es una de las  del carro del Amo.-

                                   Lacàn avanza: lo que su maestro llama Inconsciente, él lo llama “Pulsación del sujeto”. Que conduce a éste a separarse, parirse de nuevo, y desaparecer del campo del Otro, que lo oprime con sus demandas, deseos y goces. La “licencia” en la que se juega el analista su “abstinencia”, o sea su prestigio, opera en el sentido del goce separador del inconsciente del sujeto de las esclavitudes del Superyó, un nombre del Otro.

                      Ésta, a mi juicio, es la “Subversión del sujeto” que propone Lacàn y que no es admitida por las almas bellas de miles de psicoanalistas. Por mi parte, aquí estoy en mi “casa”: pertenecí a una generación denominada “subversiva”. Ya sabemos el costo que pagamos. Pero, y el costo que pagamos por someternos, adaptarnos, a la violencia estatal, ahora con semblante “democrático”.-

                        Jorge Alemán llama a Lacàn “conservador subversivo”. No concuerdo. Para ser subversivo no es necesario andar a los tiros y piedrazos. Mucho de ésos hoy son comodones pequeños burgueses que miran esas actitudes como locuras de juventud. Lacàn no tiró piedras y tomó distancia de la “revolución “estudiantil pequeño burguesa del 68. Pagó un alto costo, lo echaron de la IPA, y  sus alumnos le dieron la espalda. Murió no siendo escuchado por ellos, y su yerno, su “albacea”, bastardeó su doctrina.

 

                                       ULLOA,  LA CULTURA DE LA MORTIFICACIÒN

 

             Sigamos al rebelde sujeto que contribuyó a fracturar la APA, tomada por médicos que cobraban lo que no tenías para atenderte.

         “Un matiz de sufrimiento social contemporáneo que afecta a sectores sumergidos en la MUDEZ SORDA Y CIEGA de la mortificación (Mayúsculas propias).

   Cuando Ulloa habla de cultura, en sentido estricto, se refiere a algo instalado, pero al mismo tiempo no ha desaparecido la producción de pensamiento y el valor parar resistir, como protesta e incluso transgresión para enfrentar un estado de cosas que provoca sufrimiento. Para Lacàn el síntoma es transgresión, porque tiene  una cara de sufrimiento para el Yo, pero una cara oculta, transgresiva, no captada por el sujeto, de lo que llama Goce del inconsciente, que es asexual, separador de la tiranía  del sujeto a los mandatos del Superyó, o Principio del Placer. Ulloa se detiene a enumerar los efectos de la mortificación en el sujeto, emulando a mí entender, y criticando ácidamente a la psiquiatría, tan amiga de etiquetar:

-          Resignación acobardada.

-          Hipocondría y merma de la inteligencia. Al borde de la supresión como individuo pensante (los idiotas) 

-          Desaparece o disminuye el accionar crítico y su contracara, la autocrítica.

-          Queja que no asume categoría de protesta.

 

LA INSTITUCIÒN DE LA TERNURA

 

Ulloa propone una solución que resulta a primera vista sorprendente y contradictoria: La institución de la ternura. A poco de andar, uno se da cuenta de que no es asuntos de mimitos. La ternura es para Ulloa el ESCUDO protector ante la violencia social. El problema es el siguiente: ¿La violencia social se combate con más violencia?. Trabajó mucho tiempo con la Madres. Y aprendió.

         Estaba muy preocupado por la manicomializaciòn, sede del maltrato. (No se refiere estrictamente a la institución manicomial). La manicomializaciòn es la sede del maltrato, donde este tenga lugar.  La escuela, la justicia, la policía, la familia, etc. La  locura por lo tanto, que la identifica con el maltrato, puede estar en cualquier parte. La misma sociedad,  en última instancia, puede estar manicomializada. Lo estamos viendo todos los días. La garantía colectiva es lo que hay que crear, que genera un quehacer crítico. He visto como la creación de asambleas en  Salud Mental desesperó al poder institucional, cuando los “pacientes” tomaron la palabra, que se les quita apenas entran. Es un pensamiento muy complejo el de Ulloa, que casi ningún psicoanalista se atreve a abordar. Pero veo todo el tiempo que cuando el sujeto se rebela contra los poderes, los enfrenta, los pone en cuestión, los subvierte, en el espacio  que Ulloa llamaba la institución del psicoanálisis, surge el enojo, la indignación, la protesta y la apropiación de su propia palabra para enfrentar cualquier variante de los discursos del Amo, como decía el maestro francés. El sujeto obedece a su propio Amo, su verdad, que enfrenta a la pretendida verdad del Amo, que es solo  un saber supuesto.-

 

       


Carlos Baffoni, Psicoanalista.-

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