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En este título condenso el
nombre que se le dio a la Institución Alcohólicos Anónimos para abordar la
cruel adicción al alcohol por sujetos que apuestan al lazo social para
superarla, con la condición y costo del ocultamiento de sus nombres propios, y
por otro lado a Fernando Ulloa., cuando aborda la cultura de la mortificación,
que denomina “La Sociedad anónima de los mortificados”, con su clásica
incisividad.
El abordaje de ésta problemática no puede hacerse con la clásica “objetividad”
científica. Es más, y coincido con Ulloa, no hay “neutralidad” y “abstinencia”
que valga aquí desde el punto de vista epistemológico. Recuerdo en este
momento a Aníbal Quijano, antropólogo peruano andino, el cual aseguró que si no
se sufre en carne propia la herida colonial, no hay acceso posible, no hay
teorización válida, pues la “razón” científica euro-centrada no puede dar
cuenta del impacto de dicha herida. Sólo la bronca, la indignación, la rebelión
epistémica, permite la conceptualización.
Quijano se revuelve, se enoja, no se puede escapar, estamos dentro. Pero larga
su terrible consigna: “ESTAMOS DENTRO, PERO EN CONTRA”.-
Ulloa, rompiendo el cerco hipócrita de un psicoanálisis euro-centrado,
anclado en la “razón” europea, se sumerge en el barro de lo que él llama ”numerosidad
social”, o sea, la mortificación a que son sometidas millones de personas
por parte del Poder, y sus “instituciones”, elevadas a
ideales incuestionables, sagrados.
Pero no son dadas por Dios o por herencia intemporal. Son burguesas de cabo a
rabo.
Cuando
el sujeto se rebela ante ellas, supone que terribles rayos, poderes, castigos,
caerán sobre él. A veces ocurre, dichas instituciones, cuando se sienten
cuestionadas, castigan sin piedad al insurrecto. Y allí se genera esa terrible
reacción, que llama Ulloa CRUELDAD. Ésta deviene de reacción a
INSTITUCIÒN. O sea, la crueldad se hace tan natural como las demás
instituciones.
Una consultante recurre al psicoanalista por una crisis de angustia que le
resulta inmanejable. Emerge esa señal de angustia que el Dr. Lacàn denomina “Lo
que no engaña”. Si Freud encuentra su causa en la emergencia de lo
“reprimido” del Inconsciente, algo que el Yo rechaza por la herida que lo
hiere, Lacàn la eleva al estatuto de lo que no engaña, brújula para el sujeto.
Para él, lo que Freud llama “reprimido”, ahora lo denomina Verdad.
La angustia reclama al sujeto el encuentro con su Verdad.
Le reclama separarse de un goce masoquista: la sujeción a un jefe sádico,
cruel, representante de una institución que naturaliza la crueldad. Que hace el
psicoanalista si es tal, si es el “escriba” del inconsciente: le extiende
una “licencia” por tantos días. El lector estará atento, si se detiene ante el
significante “licencia”. En este caso, separación temporaria en un cargo
laboral. Ésta medida se medicaliza, se transforma en una “carpeta médico-psicológica”.
Se entiende la manobra: el trabajador es ubicado en el lugar de enfermo, y la
institución en lugar de la afectada por dicha enfermedad. Al sujeto se lo ubica
en el lugar del que violenta a la institución, su ”normal” desenvolvimiento.
Lacàn, que era un “subversivo”, se ve llevado a describir el síntoma como
“lo que no anda”, “palo en la rueda” , compadre de la angustia. La rueda claro,
es una de las del carro del Amo.-
Lacàn avanza: lo que su maestro llama Inconsciente, él lo llama “Pulsación del
sujeto”. Que conduce a éste a separarse, parirse de nuevo, y desaparecer del
campo del Otro, que lo oprime con sus demandas, deseos y goces. La “licencia”
en la que se juega el analista su “abstinencia”, o sea su prestigio, opera en
el sentido del goce separador del inconsciente del sujeto de las esclavitudes
del Superyó, un nombre del Otro.
Ésta, a mi juicio, es la “Subversión del sujeto” que propone Lacàn y que no es
admitida por las almas bellas de miles de psicoanalistas. Por mi parte, aquí
estoy en mi “casa”: pertenecí a una generación denominada “subversiva”. Ya
sabemos el costo que pagamos. Pero, y el costo que pagamos por someternos, adaptarnos,
a la violencia estatal, ahora con semblante “democrático”.-
Jorge Alemán llama a Lacàn “conservador subversivo”. No concuerdo. Para ser
subversivo no es necesario andar a los tiros y piedrazos. Mucho de ésos hoy son
comodones pequeños burgueses que miran esas actitudes como locuras de juventud.
Lacàn no tiró piedras y tomó distancia de la “revolución “estudiantil pequeño
burguesa del 68. Pagó un alto costo, lo echaron de la IPA, y sus alumnos
le dieron la espalda. Murió no siendo escuchado por ellos, y su yerno, su “albacea”,
bastardeó su doctrina.
ULLOA,
LA CULTURA DE LA MORTIFICACIÒN
Sigamos al rebelde sujeto que contribuyó a fracturar la APA, tomada por médicos
que cobraban lo que no tenías para atenderte.
“Un
matiz de sufrimiento social contemporáneo que afecta a sectores sumergidos en
la MUDEZ SORDA Y CIEGA de la mortificación (Mayúsculas propias).
Cuando Ulloa habla de cultura, en sentido estricto, se refiere a algo
instalado, pero al mismo tiempo no ha desaparecido la producción de pensamiento
y el valor parar resistir, como protesta e incluso transgresión para enfrentar
un estado de cosas que provoca sufrimiento. Para Lacàn el síntoma es
transgresión, porque tiene una cara de sufrimiento para el Yo, pero una
cara oculta, transgresiva, no captada por el sujeto, de lo que llama Goce del inconsciente,
que es asexual, separador de la tiranía del sujeto a los mandatos del Superyó,
o Principio del Placer. Ulloa se detiene a enumerar los efectos de la
mortificación en el sujeto, emulando a mí entender, y criticando ácidamente a
la psiquiatría, tan amiga de etiquetar:
-
Resignación acobardada.
-
Hipocondría y merma de la inteligencia.
Al borde de la supresión como individuo pensante (los idiotas)
-
Desaparece o disminuye el accionar crítico
y su contracara, la autocrítica.
-
Queja que no asume categoría de
protesta.
LA
INSTITUCIÒN DE LA TERNURA
Ulloa
propone una solución que resulta a primera vista sorprendente y contradictoria:
La institución de la ternura. A poco de andar, uno se da cuenta de que no es
asuntos de mimitos. La ternura es para Ulloa el ESCUDO protector ante la
violencia social. El problema es el siguiente: ¿La violencia social se combate
con más violencia?. Trabajó mucho tiempo con la Madres. Y aprendió.
Estaba muy preocupado por la manicomializaciòn, sede del maltrato. (No se
refiere estrictamente a la institución manicomial). La manicomializaciòn es la
sede del maltrato, donde este tenga lugar. La escuela, la justicia, la
policía, la familia, etc. La locura por lo tanto, que la identifica con
el maltrato, puede estar en cualquier parte. La misma sociedad, en última
instancia, puede estar manicomializada. Lo estamos viendo todos los días. La
garantía colectiva es lo que hay que crear, que genera un quehacer crítico. He
visto como la creación de asambleas en Salud Mental desesperó al poder
institucional, cuando los “pacientes” tomaron la palabra, que se les quita
apenas entran. Es un pensamiento muy complejo el de Ulloa, que casi ningún psicoanalista
se atreve a abordar. Pero veo todo el tiempo que cuando el sujeto se rebela
contra los poderes, los enfrenta, los pone en cuestión, los subvierte, en el
espacio que Ulloa llamaba la institución del psicoanálisis, surge el
enojo, la indignación, la protesta y la apropiación de su propia palabra para
enfrentar cualquier variante de los discursos del Amo, como decía el maestro
francés. El sujeto obedece a su propio Amo, su verdad, que enfrenta a la
pretendida verdad del Amo, que es solo un saber supuesto.-
Carlos Baffoni, Psicoanalista.-
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