Revista Nos Disparan desde el Campanario Año II Nro. 39 DE SILLAS Y ARQUITECTURA por Guillermo F. Sala

 

En Paris, en el estudio de Le Corbusier, se conocieron el catalán Antoni Bonet (1913-1989) y los argentinos Jorge Ferrari Hardoy (1914-1977) y Juan Kurchan (1913-1975). Este trío organizó en el país el Grupo Austral durante la década de 1930.

En junio de 1939 publicaron el manifiesto del Grupo bajo el título “Voluntad y Acción”, en el que defendían la superposición de algunos valores del surrealismo a la formación racionalista de los arquitectos, e incorporaban las necesidades psicológicas del individuo al funcionalismo estricto del movimiento moderno. Este manifiesto expone la postura de Bonet frente a la arquitectura y su esfuerzo por establecer una continuidad con el paisaje, las técnicas y los materiales de cada zona.

Otros arquitectos argentinos conformaban este grupo de avanzada, que basaba su ideario que entienden ya había sido aplicado a la pintura y mencionaba: “El ejemplo que la pintura da a las demás artes plásticas, liberándose de todo prejuicio moral, social y estético, debemos aprovecharlo los arquitectos de nuestra generación para revisar los dogmas arquitectónicos que nos han ido legados. El surrealismo nos hace llegar al fondo de la vida individual. Aprovechando su lección, dejaremos de despreciar al ‘protagonista’ de la casa para realizar la verdadera ‘machine à habiter’. (Máquina de habitar)”.

Este último concepto proviene de la visión modernista de aquellos años, cuyo centro era la máquina. Existen muchísimos análisis en aquellos años donde se emparentan el automóvil, las anchas arterias para circular y el vehículo.  De hecho Le Corbusier diseña y gana un Concurso en la Sociedad de Ingenieros de Paris con el modelo “Voiture Mínimun” casi un auto del pueblo y origen del Citroen 2CV. Un arquitecto diseñando un automóvil. El Escarabajo Wolkswagen también fue de esa época.

Pero volvemos a las acciones del Grupo Austral, que siguen desarrollándose en forma teórica, unos meses después de aquel primer manifiesto, con propuestas urbanísticas para distintos climas, tomando en cuenta la creciente inmigración desde el interior del país hacia el conurbano y la Capital de entonces. Nos ubicamos a los inicios de los años ’40 del siglo pasado.

 


Sin embargo, además de los aportes teóricos del grupo, lograron algo realmente impensado en 1938, y tal vez no difundido adecuadamente, que es el hito mas relevante del diseño argentino según mi entender que es la silla BKF, nombre que adhiere a las iniciales de los impulsores de la agrupación.

Se trataba de un sillón simple y práctico sostenido por una estructura de barras de hierro de 12 milímetros dobladas con dos puntos de soldadura y enfundada en cuero natural.

En el modelo original, el peso del cuerpo recae al sentarse sobre una funda colgante de cuero que se apoya mediante cuatro bolsillos a una estructura fija de acero. Fácil de producir y apilable.

En 1943, la BKF fue expuesta en las tiendas Harrod’s de la calle Florida durante el primer Salón de Artistas Decoradores de Buenos Aires y ganó el Primer Premio. . El modelo fue expuesto en la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), y entre otros espacios  fue instalada como parte del mobiliario en la famosa Casa de la Cascada del afamado arquitecto norteamericano Frank Lloyd Wright. 

En 1945, la empresa norteamericana Knoll comenzó su fabricación sin respetar la licencia de propiedad intelectual de los argentinos

En 1948 Knoll Internacional la comercializó como silla “Butterfly”. Hasta ese momento, las empresas no giraron a Buenos Aires los royalties correspondientes por la fabricación. El problema fue que el trámite de patente de invención, iniciado en julio de 1940, y su registro en los Estados Unidos nunca concluyeron. Este fue uno de los motivos principales de las dificultades de comercialización y reconocimiento que sufrirían, a la distancia, los diseñadores argentinos.

Para entender el avance desenfrenado de las reproducciones no autorizadas basta con saber que, sólo en la ciudad de Los Ángeles, cuatro empresas realizaban versiones de la llamada "African Chair" (porque estaba inspirada en la silla llamada Tripolina que fue usada por el ejército italiano en las campañas del norte de África a finales del S XIX) y la literatura de la época dice que, a mediados de los 50, se fabricaban tres mil sillas por semana. En 1958, el Instituto de Diseño del Illinois Institute of Technology (IIT) la incluyó en la lista de los 100 mejores diseños industriales de los tiempos modernos.

La BKF adquirió una imagen relacionada a la liberación sexual y a un pensar moderno y liberal, constantemente vinculada con la imagen mujeres sensuales, bellas y modernas.  Grandes pensadores y teóricos  hasta la apertura  en la libertad  sexual a partir de mitad de siglo, fueron acompañadas de la imagen de este sillón. También fue retratada varias veces por el destacado ilustrador de Pinup americano Gil Elvgren para la revista Playboy. Según nos muestra la imagen Italo Calvino también se sentía cómodo en la BKF.

 




 

 

Ahora volveremos a la actividad profesional individual de los más destacados integrantes del grupo que también tienen notables trabajos en el campo de la arquitectura.

Uno de ellos el catalán Antoni Bonet diseña y construye, junto con los colegas Vera Barros y López Chas,  el edificio de esquina en Suipacha y Paraguay en CABA,  donde estableció desde su creación la base para comenzar ciertas reflexiones sobre la arquitectura moderna internacional en el contexto argentino de los años 1930. Bonet emigró de España en plena Guerra Civil y no volvió hasta la década del ´60. Desarrolló su trabajo tanto en nuestro país como en Uruguay, en todos esos años, con varios desarrollos destacados en Martínez, Mar del Plata y Punta Ballena y Solana del Mar en Uruguay.

Las ideas plasmadas de la Casa de Estudios para Artistas como se definió la obra, se relacionan con el mencionado Grupo Austral. Este trabajo es, entonces, el primer intento de construir en la ciudad siguiendo al pie de la letra las proposiciones del Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, al que el grupo adhería, que tuvo vigencia entre 1928 y 1959.

La conformación de la ciudad de Buenos Aires, -producto del marco histórico, legal, económico y tradicional- fue asentando a la cuadrícula y a la reglamentación como los principales elementos que condicionarían a lo que se construyera. La obra no queda exenta de estas condiciones, y la respuesta a dicha cuadrícula se enfatiza por la forma en que el edificio toma la curva de la esquina y como esa acción se remarca por la cornisa continua de la terraza-jardín. El elemento terraza-jardín es típico de la arquitectura moderna inspirada por Le Corbusier. Además, la continuidad de altura con la de los edificios linderos demuestra una disposición positiva respecto a la conformación de la manzana tradicional.



El edificio, finalizado en 1938, cuenta con 4 locales comerciales ubicados en el nivel de la calle y 7 departamentos-estudios, donde se puede ingresar desde el primer piso para luego acceder desde cada uno de ellos a un entrepiso, pensado como un ámbito de descanso.

Se dijo en su momento que “Fue el primer edificio argentino totalmente identificable con el movimiento contemporáneo ya maduro. Es obvio que los autores quisieron aprovechar al máximo esta posibilidad y hacer una ‘obra proclama’, una ‘obra manifiesto’, que sirviese para documentar las nuevas ideas: flexibilidad (planta libre); el uso de materiales novedosos; el diseño y la sistematización del equipamiento; el uso de color, la terraza jardín, etc.”

Actualmente, desde agosto del 2002, la Casa de Estudios para Artistas se encuentra catalogada con nivel de protección estructural en el Código de Planeamiento Urbano de Buenos Aires, y a partir de abril de 2008 fue declarada con Interés Histórico Arquitectónico Nacional por el Congreso de la Nación, ya que podemos concebir a la obra como un reflejo argentino dentro del argumento de la arquitectura moderna.

Los otros dos integrantes del trío, Kurchan y Ferrari Hardoy trabajaron en asociación en el complejo de edificios llamado “Los Eucaliptus”, que se encuentra en la calle Virrey del Pino casi Av. Cabildo del barrio Belgrano, en Buenos Aires. Fue proyectado el año 1941. Emplazado en una zona completamente residencial, y ocupando un amplio terreno (26,75m de frente x 38,28m de fondo) con un conjunto de eucaliptus en su acceso, este edificio de vivienda colectiva está influenciado claramente por las ideas de la arquitectura moderna.

Contiene 29 departamentos, espacios de servicios comunes, tales como un parque con juegos, estacionamiento, salas de lectura, lavandería e incluso un restaurante, algo poco común.

Con el fin de incorporar en su emplazamiento y diseño la existente trama urbana del lugar, pero intentando distinguirse, sin ser parte de un esquema típico, los arquitectos decidieron llevar el edificio al fondo del terreno, conservando de esta manera también los 3 eucaliptus preexistentes. Por lo tanto, se ordenó los espacios ineriores para dejar las áreas de servicio al fondo, orientando los estares y los dormitorios hacia el jardín del frente, lo que permitió que cada departamento tuviese su propia terraza, buena iluminación e interesantes vistas cobijadas por los eucaliptus, que se integraron desde un principio en la arquitectura.

Los arquitectos intentaron con este edificio generar un cambio en la forma de habitar, donde el habitante tiene una relación constante con el exterior, pero teniendo la sensación de cobijo dentro de sus espacios más privados.

 



 

En la década del ’40 el Grupo Austral comienza a languidecer como tal, y los participantes de ese movimiento, toman caminos diferentes. En este sentido, Juan Kurchan se desempeña como director de estudios de la Universidad Obrera de la Construcción, al tiempo que se va creando un entorno de discípulos.  Bonet por su parte en 1943, toma parte en la conformación de OVRA (Organización de la Vivienda Integral en la República Argentina), en la que ocupa el cargo de secretario. Al año siguiente, también participa como miembro de la Comisión de Urbanismo para la reconstrucción de San Juan, que acabara bajo los escombros del hasta ahora recordado terremoto. Ferrari Hardoy se dedicó principalmente a trabajos sobre urbanismo y docencia en la Universidad del Litoral y en la UBA. También realizó encargo particulares de obras.

Más allá de las consideraciones relevantes que lograron a nivel individual, la silla BKF fue el distintivo de esa época para el diseño argentino y un mojón para el aprendizaje sobre cómo se deben articular las ideas creativas y la industria, ya que en aquellos años todo aquello se gestionó en forma inocente, ineficiente y algo romántica.  

 


*Guillermo F. Sala. Arquitecto

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