Cuando
en 1983 Eladia Blázquez grabo la canción Honrar la Vida, según cuenta la
historia, no tuvo el eco esperado. Recién años después la popularizo Marilina
Ross, y tiempo más acá, fueron Mercedes Sosa y Sandra Mihanovich quienes
definitivamente le abrieron la puerta para que esa letra fuera del pueblo y se
eternizara. Quizás en el principio, como gran parte de la sociedad venia de
sufrir las atrocidades del proceso, una especie de aturdimiento no le permitió
ver la profundidad de la letra, pero el transcurrir de los años y el tomar
verdadera dimensión de lo pasado, hizo que se produjera ese maridaje fantástico
que se da entre la canción y el sentimiento popular. Honrar deriva del griego
TIMAO, que se refiere a la estima o consideración hacia algo o alguien. La
letra dice en una parte:
“.. Es una virtud, es dignidad, Y
es la actitud de identidad más definida”
El
hombre ha olvidado la costumbre de mirarse el ombligo, para poder reflexionar
que hubo una madre y que por lo tanto hubo una familia, y esa familia estaba
dentro de una comunidad. Lo esencial es que esa comunidad está ubicada en la
naturaleza, por lo tanto todo conforma una subjetividad, junto a animales y
vegetales. Esto hace que todos seamos DIGNOS por poseer vida. Pero el hombre en
su desmedido afán de tasa de ganancia se salió del marco expuesto, y resolvió
tomar a la naturaleza como un objeto y explotarla sin medir consecuencias. Nada
nos da derecho ni prerrogativa para eliminarla bajo ningún concepto, tanto
entre los hombres como tampoco entre todo lo vivo que nos rodea. Vivimos en una
ética de la vida, que es el marco dentro del cual todas las políticas ya sean
económicas, culturales, de salud, sociales etc., deben remitir a priorizarla.
Nada se puede hacer si no se establece este final principal. Y es aquí donde
encaja la palabra IDENTIDAD. Todo y todos somos sujetos de reconocimiento en el
más estricto sentido de respetar la singularidad. Cuando el afán de una máxima
producción hace que se generalice el uso de agroquímicos, estos se filtran
contaminando las napas freáticas. El agua es el vital elemento que sirve para
la recuperación de energía perdida, tanto de los seres humanos como de los
animales y vegetales. Por lo tanto esa contaminación afecta directamente esa
ética de la que hablamos. Los desmontes del norte de Rusia a manos de los
chinos luego de la caída de la URSS, el verdadero desastre ecológico que aun
hoy se está produciendo en el Amazona, prohijado por un gobierno neoliberal
para ampliar la frontera agropecuaria, y los cuantiosos incendios de bosques
desde California hasta la Patagonia, no tienen otra consecuencia que afectar la
producción de oxígeno, componente esencial en los procesos de respiración de la
mayor parte de las células vivas. Por lo tanto su escasez destruye lo vivo. El dióxido
de carbono (CO2), principal gas del efecto invernadero, que
se emite a raíz de las actividades industriales, ha producido que la capa de ozono quedara diezmada,
posibilitando de esta manera el aumento de la temperatura de la corteza
terrestre y por añadidura el deshielo de los glaciares. A esto debemos sumarle El
CFC-11, que es parte de una familia de gases llamados CFC, que es la
abreviatura de clorofluorocarbono. Todo conforma un acto criminal. El
movimiento pseudo-familiar prohijado a todas luces por la principal fuerza
opositora y que batalla constantemente para la continuidad de las clases presenciales,
sin interesarles absolutamente que a mayor movimiento de personas se produce
mayor circulación del virus Covid 19 no registran que dentro de las
alternativas esta la muerte de personas. No les interesa nada de nadie, incluso
la de ellos mismos. El mismísimo Mauricio Macri no tuvo empacho, luego de haber
participado de una reunión junto a un diputado que presentaba síntomas de Covid
(luego confirmado a las 24 hs), en tomarse un vuelo de línea e irse a Europa,
no sin antes haber insultado a las familias de los 90000 muertos diciendo que
este virus, un poco más bravo que la gripe, no le sacaba el sueño. Todos estos
ejemplos, desde la acción o conducta colectiva o individual, afectan la ética
de la vida. Su naturaleza les lleva a no sentir interés por ella como así tampoco
a provocar la afectación de la misma. Y he aquí donde surge el que hacer. No
hay lugar para la discusión ya que esta puede llevar después del proceso a
encontrar algún punto de contacto donde las partes resignan algo de sus
pretensiones u objetivos en nombre de lo común. De ninguna manera cabe esta posibilidad.
Debemos repudiarlos a todos y condenarlos, al menos, al ostracismo social. Todo
un objetivo que se debe conseguir librando la batalla cultural aún pendiente. Una
mujer Tutsi, abogada ella y sobreviviente del genocidio acaecido en Ruanda
desde Abril a Julio de 1994, se propuso llegar a encontrar y llevar ante la justicia,
al mentor y financista de la barbarie, Patrice Ganimana. El poder ejercido por
los Franceses aun después de finalizada la matanza era muy fuerte, lo que hizo
que las dificultades constituyeran su alimento diario. Igualmente logro llegar
a él. En la primera charla y considerándolo con una humanidad increíble ante el
cáncer de cerebro que afectaba al asesino le explico detalladamente su
objetivo. El criminal, a modo de defensa, argumentó que los Hutus eran el 85 %
de la población ruandesa y que ellos, los tutsi siendo minoría, no se avenían a
los lineamentos políticos, sociales y económicos que marcaba la mayoría. Ella,
a modo de lacónica respuesta dijo: NO EXISTE MAYORIA DE NADA NI DE NADIE EN EL
MUNDO, QUE CONVALIDE LA MUERTE.
*Horacio Pili Instructor de Formación Profesional, Sub jefe de área Centro de Formación Laboral N° 401 Tres Arroyos.
Comentarios
Publicar un comentario