Revista Nos Disparan desde el Campanario Año II Nro. 36 Esa militancia si se puede ver…por Favio Camargo

 

Que el cine transmita ideas políticas no es algo nuevo. Lo ha hecho desde siempre, lo patético es cuando se lo niega. Ya en la Primera Guerra podía verse a Charlie Chaplin publicitando bonos de guerra o pegándole a un actor que caricaturizaba al Kaiser con un mazo gigante en la cabeza. El cine hecho durante la guerra mayormente se presentó como propaganda, todos los países precisaban soldados por lo que mostraban además de las atrocidades reales o fabricadas producidas por el bando “enemigo”, el relato del soldado que se convertía en héroe lleno de medallas que recibía, al final de la película, el esperado beso de una chica muy linda. 



Fue ésta, la primera guerra, la que quedó registrada en fílmico, por lo que podemos ver alguna filmación real y muchas recreaciones debido a las limitaciones tecnológicas de la época. Hay unas cuantas películas de la Primera Guerra que vale la pena ver como “Las cruces de madera”, francesa (1930), “La gran ilusión” (1937) o “4 de infantería / Westfont 1918” (1930). La última sobre todo es una película enorme que retrata la realidad de la vida de un soldado alemán en las trincheras. Lejos, muy lejos, quedan esos panfletos norteamericanos donde el soldado mata chinos al ritmo de los Ramones como en un videojuego y no le pasa nada…ni en su cuerpo ni en su cabeza. Pasa de una escena de sexo a quemar con un soplete gigante a un árabe, sin osos ni panchos, diría Bart.

Con la Segunda Guerra todavía cuesta llegar a películas que no sean un panfleto, en estos momentos recuerdo “Stalingrado”, una película alemana que cuenta la suerte de un grupo de soldados luego de la desastrosa invasión alemana al territorio soviético. En nuestro país, con la convulsionada Historia que tiene, muchas veces el cine fue usado como una herramienta de propagar el discurso del gobierno del momento. Aunque se le quiera siempre achacar eso el cine del Peronismo (1945 – 1955) no “baja línea” ideológica como harían gobiernos posteriores, tanto semi–democráticos como dictatoriales que van de 1955 a 1973, y capitulo a parte para el cine de la dictadura que fue de 1976 a 1983. Lo que se le puede criticar al cine del Peronismo es algo que van a compartir todas las épocas posteriores hasta que se eliminó en la presidencia de Alfonsin en 1984, me refiero al “ente de calificación cinematográfica”. Excesivo acartonamiento al hablar, retratos poco reales al compararlos con la realidad social del país, menos sexo que en un canal islámico y duchas con la ropa puesta. En dictaduras, por alguna extraña razón, eran muy comunes las películas de cantantes que estaban de moda, las cuales escondían una apuesta al futuro de alguna empresa discográfica. A través de una película muy floja de argumento se presentaba al músico y alguno de los cortes de difusión de su futuro disco. Puede ser un vendedor de panchos que canta en la vereda de un estadio y se hace famoso, o un vendedor de chipá o de autos mellizos, lo que pintara en ese momento. Esta semana en la Universidad justo discutimos esto en una clase, hablamos del cine de la última dictadura y de una película que tal vez buscaba algo más que causar un poco de gracia. La película en cuestión se llama “los chiflados dan el golpe” y se estrena meses antes de marzo de 1976. Decir que esta lamentable película buscaba crear consenso social para el golpe que iba a producirse unos meses después es tal vez darle demasiado crédito, o ser muy malpensado o tal vez un poco de las dos cosas. Lo que sorprende es que durante el periodo de la dictadura habrá muchas películas que disfrazadas de “cine para niños” bajaban una línea muy clara. Personajes buenos que pertenecían a organizaciones parapoliciales y personajes malos de pelo largo…siempre…con la idea de “destruir el mundo” o capturar al presidente de un país imaginario. 



Con la llegada de Alfonsín al gobierno y por sobre todo con la eliminación del “ente de calificación cinematográfica”, se comienzan a filmar películas como ”Otra historia de amor” o “La deuda interna” que de otra manera, disculpen el termino… ni en pedo habrían conseguido un “aprobado” para poder proyectarse o recibir un crédito de fomento del INCAA. De los 90 recuerdo que las películas más celebradas eran muy pasatistas y aburridas, muy de esa época con el relato del 1 a 1(Mingo not dead diría un amigo) la época que era el del “argentino” que podía viajar por el mundo (en cuotas)….bodrios protagonizados por Francella o Suar y cosas así. Aunque también fue una época en el que el cine más “real”, independiente y con compromiso social comienza a reaparecer no al nivel de Gleyzer y Prelorán….pero era un progreso al lado de “Papá se quedó sin tabique”. Los 2000, con el pico de inutilidad de la “Alianza”, nos van a traer la realidad de golpe, se rompe por primera vez la pantalla y la realidad entra de lleno. De series en las que el colegio de las niñas era privado, la familia era de “exitosos empresarios” pero nunca se sabía de qué….y la sirvienta tenia uniforme estilo años 20….ver una serie como “Okupas” era un mazazo en la cabeza. Quienes se habían quedado “afuera del sistema” ocuparon el centro de la pantalla por un rato, pero como ustedes público lector sabrán, el ser humano es un animal muy complicado, es el único que mata o roba teniendo conciencia de que lo que hace está mal. Si le prestáramos la atención que merece la Historia nos enseñaría muchas cosas y dejaríamos de repetirla una y otra vez, pero por el momento, la Historia solo sirve para que yo me vaya a la playa, pero no se lo digan a nadie.

 




*Favio Camargo. Docente, estudiante del Profesorado de Historia en la Universidad Nacional del Sur

 

 

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