“Ha escogido Dios más bien a
los locos del mundo para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios a los
débiles del mundo para confundir a los fuertes. Lo plebeyo y despreciable
del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para reducir a nada lo que no
es. “(1 Co).
Aquí hay que elegir: Los escogidos de Dios son los despreciados y lo plebeyos.
Para Pablo, ninguneado por todas las iglesias cristianas, quién expresa su
orgullo de ser judío, los escogidos de Dios ya no son los judíos, pero
tampoco los cristianos. No hay elección según “la carne”, lo que significa
que no hay elección según la pertenencia a algún grupo institucionalizado. No
es la “carne “el sexo”, como entiende “mal” la iglesia
institucionalizada. Una interpretación loca, de la que la Iglesia católica
intenta tomar distancia. Y las evangélicas, que se dedican a husmear en la
intimidad de sus prosélitos, de una manera voyerista, mediante la confesión y prácticas
evangélicas persecutorias, leyendo sesgadamente las escrituras. También Freud cayó
en la trampa, un serio obstáculo epistemológico que aún hace estrago en las
iglesias psicoanalíticas al suponer firmemente que la pulsiones sexuales
indomables son las que rigen el Inconsciente. Si fuera así, ¿a qué se
dedican los psicoanalistas? ¿Cuál sería su diferencia con las prácticas
religiosas?
Es
mucho más complejo todo. Lacán contradiciendo a su maestro, a partir de
una lectura a la letra de éste, estableció que el inconsciente es sede de la
ética del sujeto, y puso como operador central de éste El Nombre del Padre.
Cuando opera es la guía del sujeto en sus actos, la llamó también la ley del
lenguaje. No la ley del Otro, el Superyó, la ley de los mandamientos de la
palabra. Por eso dijo “Dios es inconsciente”. La sexualidad perdió su estatuto
de Pulsión, y fue reducida a las demandas narcisistas del Yo, sus veleidades, a
su necesidad de ser amado por el Superyó. El amor narcisista. El amor verdadero
lo ubicó en otro territorio, que llamó Otro goce, el femenino: la capacidad del
sujeto de recibir y aceptar su propio Amo, el Inconsciente, y no ningún Amo externo.
No mandar ni ser mandado. Desear la completa independencia del otro, que al fin
y al cabo, es la suya propia. Por eso el inca Yupanqui, cuando fue al
reino de castilla en 1810 les escupió en la cara a los reyes católicos: “Un pueblo que domina a otro no puede ser
libre”. Si se llamara a los cristianos los escogidos de Dios, eso
sería sería también una elección por “La carne”.
Quién
se bautiza no es por eso un escogido de Dios. “No me envió Dios a bautizar”.
Pablo, 1 Co 1:17.
Los
escogidos de Dios son los judíos, cristianos, budistas, ateos y quién sea. Los
plebeyos y los despreciados son los elegidos de Dios. La coincidencia de Pablo
con Marx es total aquí, cuando hace su crítica a la religión en 1844. La fe es eso ahora: si se acepta
que los plebeyos y los despreciados son los escogidos por Dios, para actuar en
consecuencia. No andar metidos en los templos rezando y orando para sentirse
“Hijos de Dios”, los “separados por Dios”, los santos, los purificados, los
buenos. Y esa fe salva. Es la
salvación del sujeto. El problema es
que todo conlleva un costo: si uno se confiesa según esta fe, será
también un despreciado, aunque antes no lo fuera. Entonces de lo que se trata no es de la fe en Jesús,
sino de la fe de Jesús, por la que fue despreciado y asesinado. ¿Cómo
es posible que se ande rezando y orando a un Jesús despreciado y asesinado de
la peor manera sin creer en lo que él creía?
Hay un prejuicio corrosivo en los políticos, intelectuales de toda laya, de
que la teología es una basura, una metafísica pre-científica. Pensemos nomas en los que somos
peronistas, los que defendemos a los humildes, despreciados, los laburantes,
las persecuciones y muertes, desapariciones que sufrimos. Y que seguimos
sufriendo por parte de los poderes económicos. Si nos pudieran matar, no lo dudarían
un segundo. Somos también despreciados, hasta por nuestras propias familias,
como en la época de Jesús. A esta altura, el lector ya se habrá dado cuenta de
que estoy aludiendo a la Teología de la Liberación. La opción por los pobres,
sin ella no hay para Pablo ninguna justicia, porque la justicia por el
cumplimiento de la ley mata. La ley romana mató a Jesús, no Dios, como una
teología malsana sugiere, esgrimiendo el fantoche de un Dios
sacrificador, asesino de su propio hijo. La
ley mata. Pensemos nada más, en las deudas a que someten los países ricos a los
países pobres, impagables, de las que deben dar cumplimiento éstos según las
leyes capitalistas. No importa a qué costo: “Sangre, sudor y lágrimas”, según
decía el canalla de Avellaneda, encarnado hoy en Macri.
“Perdónanos
nuestras deudas”, dice la única oración sugerida por Jesús a sus discípulos. Hoy el “Estado de derecho”, sus leyes,
matan a discreción a los despreciados y oprimidos del planeta. Por algo Marx denominó
“Ley del Valor” a la ley capitalista por esencia, cuyo cumplimiento amenaza
de muerte a millones de humanos y la naturaleza.
“Llegará el día en que todo lo que
os mate pensará que le está haciendo un servicio a Dios”. (Evangelio según San
Juan).
“La Ley no es para la
vida, sino la vida para la ley”. (Pablo de Tarso)
Referencias
Franz Hinkelammert. “La maldición
que pesa sobre la ley”.
*Carlos Baffoni, Psicoanalista
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