Revista Nos Disparan desde el Campanario Año II Nro. 34… Bienvenido el nuevo Chile… Por Pedro Brieger, director de NODAL
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Se
suele decir que el estallido social de octubre 2019 es el punto de inflexión de
la historia reciente de Chile. Y en cierta medida lo es. Sin embargo, un
“estallido” es como un cóctel donde se van mezclando diversos ingredientes
hasta que se transforman y surge algo nuevo. El aumento de 30 pesos del metro
en octubre fue el ingrediente final para un cóctel que se venía preparando
durante años y que desembocó en un estallido que, en realidad, fue una
verdadera revuelta popular.
También
podemos decir que la historia está llena de coincidencias fortuitas. Hace diez
años, en 2011, miles de estudiantes tomaron el país exigiendo una educación
pública y gratuita con amplio respaldo popular. En ese momento, gobernaba
Sebastián Piñera, como hoy. Su ministro de educación era Joaquín Lavin -que se
vio obligado a renunciar por la amplitud de la protesta- hoy precandidato
presidencial de la Unión Democrática Independiente (UDI), símbolo del viejo
orden vinculado a la dictadura de Pinochet. Allí terminan las coincidencias.
Esa generación de estudiantes que salió a las calles en 2011 hoy es parte de una
protesta mucho más amplia con numerosos movimientos sociales que se preparan
para ganar las elecciones presidenciales del 21 de noviembre de este año.
Es
posible que Piñera imaginara que la exitosa vacunación contra el covid19
tendría un efecto positivo en la mega elección y le permitiría triunfar a las
candidaturas alineadas con el gobierno. Sin embargo, también es posible
conjeturar que el éxito de la vacunación provocó la sensación que la pandemia
había sido apenas un paréntesis en medio del estallido social y que al cerrarse
-de manera inconsciente- se pensara “pues bien, dejamos atrás la pandemia
¿dónde estábamos? ¡Luchando contra Piñera! Sigamos luchando, ahora en las
urnas”. Y la derecha -gobernando y con un gran apoyo mediático- sufrió su peor
derrota en décadas.
La
famosa consigna de octubre 2019 “no son 30 pesos (del aumento del metro) sino
30 años (del modelo)” se trasladó a las urnas. En 2011 Piñera logró evitar una
crisis mayor porque era su primer mandato y porque gran parte de la ciudadanía
apoyó pasivamente el reclamo estudiantil sin extenderlo al modelo neoliberal en
su conjunto, como sucedió desde 2019.
La
derecha chilena gobernó con mano de hierro durante la dictadura y con relativa
comodidad alternando con la democracia cristiana y el partido socialista
durante treinta años. Ahora está shockeada y en crisis por el resultado
catastrófico en la mega elección. Pero no está sola. En los factores de poder
nacionales y trasnacionales sonaron las alarmas. Al día siguiente bajó la bolsa
un 10 por ciento, subió el dólar y el JP Morgan y Goldman Sachs alertaron
de los riesgos que implicaría para Chile una derrota de la derecha en las
presidenciales de noviembre.
En
2011, mientras recorríamos las originales y creativas movilizaciones
estudiantiles planteábamos que se iniciaba un proceso de refundación de Chile y
que para eso era vital una Asamblea Constituyente.
Ahora,
diez años después, podemos decir “bienvenido el nuevo Chile”.
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