Revista Nos Disparan Desde el Campanario Año II Nro. 35 Arquitectura: Claudio Caveri. Un católico y humanista en la arquitectura por Guillermo F. Sala

 


Con posterioridad a golpe de Estado que derrocó al gobierno peronista en 1955, surgieron muchos profesionales que en el encandilamiento de sus profesiones y posicionamientos conservadores o liberales vieron con esperanza esos nuevos tiempos. Claudio Caveri, arquitecto por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de Buenos Aires (1950), perteneció a ese grupo. Como católico militante, se identificó con la crítica al cosmopolitismo de la estructura urbana capitalista y dependiente, en la línea trazada por Ezequiel Martínez Estrada, Scalabrini Ortiz, Jauretche entre otros.

Fue parte e iniciador de un sesgo arquitectónico a fines de los años 50 que se denominó “casablanquismo” No es un movimiento, sino que fueron arquitectos individuales que compartieron una ideología de revisión del movimiento moderno, dándole un sentido particular y revisionista de las condiciones propias. Hay una vuelta a la tradición pero influenciada por la arquitectura moderna. El casablanquismo conjuga elementos de rechazo de la vida metropolitana junto con una reacción anti-racionalista que recuperaba el pasado colonial y se cruzaba con algunos aspectos de Le Corbusier brutalista. También se descubre una relación con la arquitectura tradicional mediterránea y con la simple y blanca arquitectura de la colonia.

Caveri y Eduardo J. Ellis recién egresados de la Facultad de Arquitectura de Buenos Aires, se constituyeron en el contra-modelo a seguir... "que usaron tres herramientas: Las obras, la docencia universitaria y sus vidas: coherencia entre lo que hacen, lo que dicen y cómo viven."

"Estaba despertando una generación que quería vivir sin ruido, sin polución" austeramente. Las “casas blancas” son una expresión auténticamente argentina, de uso suburbano, emparentada formalmente con lo hecho aquí en nuestro pasado: las capillas del Noroeste, las estancias jesuíticas de Córdoba, la arquitectura del ferrocarril, algunos cascos de estancias muy criollos…"


Ronchamp – Le Corbusier






"En lo funcional y espacial son una creación de arquitectos que se habían formado con el conocimiento de lo mejor de Europa y Estados Unidos", las referencias a la ruptura de la caja con Frank Lloyd Wright, con Mies Van del Rohe, y el brutalismo de la capilla de Ronchamp de Le Corbusier, no están ausentes

Este camino comenzado por Caveri y Ellis como socios se desarrolla predominantemente en el Partido de San Isidro (Provincia de Buenos Aires) y tiene su expresión más fiel en la Iglesia Nuestra Señora de Fátima construida en 1957, que se emplaza en Av. del Libertador 13900, donde forma un conjunto edilicio con el Teatro de la Cova.

 



La Iglesia de Fátima tiene códigos muy propios, muchos de ellos reformulados de la Arquitectura Colonial del Noroeste Argentino. Ejes de directrices quebradas, poco aventanamiento, juego volumétrico que establece un equilibrio entre la escala urbana, la escala humana y la escala de proyecto. El espacio interior invita a la asamblea generando una fluidez integradora que activa la introspección.

No sólo la iglesia quedó representada por este estilo sino también la Casa Urtizberea, indicada como la primera “casa blanca” de 1955 y la Casa Ellis en el Tigre de 1958.

Hacia mediados de la década del setenta el Casablanquismo se fue diluyendo con modas en donde se mezcló la estética mediterránea, la especulación inmobiliaria y la presión de una clase adinerada que buscaba más pertenecer a una moda que respetar una ideología.

La sociedad con Eduardo Ellis se rompe y Claudio Caveri abandona la comodidad de su estudio del norte de Buenos Aires y a sus 30 años, se radica en la localidad de Moreno sobre otro eje de la metrópolis porteña (el oeste) y en muy distintas condiciones sociales y urbanas, una de las experiencias más estimulantes y contraculturales de la arquitectura argentina: la Comunidad Tierra, en el Barrio Trujui.

La mudanza de Caveri, desde el cordial y conservador suburbio del norte a la desangelada periferia conurbana bonaerense, marca sobre el territorio una fuerte elección intelectual y política, desusada en el panorama de la cultura argentina e inédita en el campo disciplinario de la arquitectura. Paradójicamente, mientras que la obra de Caveri refuerza con la llegada a Trujui su carácter, esa práctica constructiva en condiciones concretas y la teoría que la sustenta, como mencionamos, posee una solidez intelectual poco común en el campo profesional. Una arquitectura situada a la vez en los extremos de la materialidad constructiva y de la adscripción intelectual a un modelo teórico.

 



Seguidor entusiasta del socialismo utópico, e influenciado por el pensamiento de Teilhard de Chardin  que fue un sacerdote jesuita, filósofo y paleontólogo francés conocido por su teoría de que el hombre está evolucionando, mental y socialmente, hacia una unidad espiritual final. Combinando ciencia y cristianismo, declaró que la epopeya humana se parece a "nada tanto como un vía crucis".

Caveri en su comunidad  desarrolló su actividad profesional, construyendo los edificios con un criterio cada vez más artesanal y distante del racionalismo imperante.

Posturas tan disímiles como la Comunidad Organizada peronista, las cofradías de los primeros cristianos o la tribu hippie - anarquista, son derivaciones o modelos igualmente verosímiles de la Comunidad de Trujui en Moreno, e indican la sustancial tolerancia de la experiencia.

La Comunidad Tierra, con Caveri como líder le dio la espalda a su origen de clase media de padres inmigrantes, e imponiéndose un exilio interno en la periferia rural más olvidada de la gran metrópolis. Allí trabaja como albañil y como carpintero. Más tarde funda una escuela técnica para la comunidad y ejerce su rectorado hasta entrados los 80. A fines de esa década trabaja en el Programa Olmos, que se ocupó de proyectar y construir con un grupo de presos una cárcel para recuperación de jóvenes.

 


También fue un gran lector y su erudición se volcó en los numerosos libros que  publicó desde 1965 y que constituyen una obra en sí misma. Éstos resumen gran parte de su particular pensamiento y justifican su obra, asumiéndose desde una situación periférica. Sin embargo, la preocupación por mostrar su producción arquitectónica ocupa en estos libros un lugar secundario. Su deseo pareció ser como encontrarle un sentido a la arquitectura latinoamericana desde el mestizaje de su propia lógica, pero sin eludir la pesada carga del pasado europeo. Los libros forman un corpus de obra coherente en sí misma.

Morfo-lógicamente las construcciones de la Comunidad Tierra se realiza en formas atemporales, orgánicas, donde espirales (como forma abierta) y círculos se enlazan para dar lugar a espacios de inusual complejidad  con mínimos recursos. Aquí los muros se disuelven en cubiertas cónicas que nacen desde debajo de la tierra, enrolladas sobre sí mismas. Ya no hay distinción entre elementos portantes y portados, todo se funde en un continuo de espacio y luz tamizada. Apelando a técnicas constructivas sencillas e ingeniosas, que prescinden de mano de obra calificada, su producción se limitó a edificios de carácter colectivo (escuelas, seminarios, casa de retiros) y algún escaso ejemplo de arquitectura residencial.

Sus formas sinuosas, sus cubiertas de ferrocemento, comenzaron a escribir una nueva poética en nuestra arquitectura Argentina contemporánea. Con tecnologías originalísimas, acordes además a una economía de frontera. Esteticista poético a la manera del catalán Gaudí.

La Comunidad Tierra estaba basada en la idea de la vida comunal y el trabajo en equipo. La gente realizaba trabajos manuales con la idea de producir más o menos lo que cada familia consumía.



Los pioneros fueron un grupo de jóvenes matrimonios entusiastas que se adentraron en la aventura que no tenían ninguna pauta constructivo-arquitectónica a seguir, todas las construcciones fueron autoconstruidas por sus habitantes y Caveri comenzó por su cuenta a experimentar con cubiertas de ferrocemento, buscando nuevas maneras de enfrentarse al espacio habitable para hacerlo de fácil construcción, para crear lugares donde los sentidos debían estar siempre alerta ante un espacio arquitectónico que generaba siempre que “lo improbable suceda en el espacio”.

Las viviendas, la escuela y la capilla se hallan semienterradas para acentuar la sensación de arraigo al suelo y se organizan en torno a puntos centrales que enfatizan la idea de comunidad. Su estructura consiste en mallas de alambre revestidas de concreto (hormigón) y colgantes entre arcos.



Claudio Caveri que había nacido en 1928 y falleció en 2011,  fue un ejemplo excepcional de una manera apropiada de ejercer el oficio arquitectónico en Latinoamérica. Un arquitecto que experimentó y proyectó desde pequeñísimos proyectos dentro de la Comunidad, hasta enfrentarse a problemas de orden mayor y urbano.

Ejerció el oficio arquitectónico basado en su propia dignidad de ser libre y pensante. Confrontando constantemente, la manera de percibir la arquitectura que los países industrializados, productores de las tendencias de moda, ofrecen a los países receptores. “Debemos encontrar nuestro lenguaje, otro lenguaje, un lenguaje alternativo. Debemos hacer aflorar todo aquello que está escondido, negado, sepultado. Este camino debe ser recorrido necesariamente para poder, algún día, reconocernos y ser reconocidos como pueblo” decía.  

Sin duda, un válido intento de fundar una arquitectura propia, conscientemente alejada de la producción de los centros de legitimación de la disciplina.

 

Alguna bibliografía

El hombre a través de la arquitectura (1967)

Los sistemas sociales a través de la arquitectura (1974)

Ficción y realismo mágico en nuestra arquitectura (1987)

Surtectura (1991)

Una frontera caliente o La arquitectura americana entres el sistema y el entorno (2002)

Y América, ¿qué? - Balance entre el Ser y el Estar como destino del Hacer americano y el reflejo en su Arquitectura, (2006)

 

 


*Guillermo F. Sala. Arquitecto

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