Revista Nos Disparan Desde el Campanario Año II Nro. 32 El Agro Argentino, o ¿dónde estamos parados? Por Rubén Lamas

 

“América del Sur será la granja del mundo e Inglaterra su taller “George Canning”

Desde siempre los mandamases, han trazado sus estrategias y los súbditos se han ajustado a su mandato, en cada época con su denominación correspondiente, conquista, colonialismo, neocolonialismo, globalización.

La esencia de la cuestión, es que quien pone las reglas de juego, lo hace inequívocamente  persiguiendo la defensa de sus propios  intereses, los cuales mediante discursos pomposos, que destacan la amistad y colaboración serán cuidadosamente ocultados.

Ahora bien, si dichos convenios cuentan con una contraparte bien organizada, y con claridad de objetivos, muchas de estas alianzas pueden resultar mutuamente beneficiosas.

Pero cuando no hay capacidad de control, porque so pretexto de la molesta y burocrática  intervención estatal, se deja todo librado a las fuerzas del mercado y la buena voluntad de las partes involucradas, entonces aflora la ley de la selva, el pez grande se come al chico y se acabó la discusión.

Esto es lo que pasa en varios temas de actualidad, como el corredor fluvial del Paraná, y el modelo agropecuario vigente, hechos uno a la medida del otro, y concurrentes en su utilidad mediante un esquema que no es fruto de la política agropecuaria del gobierno y el estado Argentino, sino el cuidadoso diseño de un plan de negocios global llevado adelante por un puñado de empresas transnacionales de comercialización de granos, es decir quienes dominan la alimentación del mundo, y por lo tanto los responsables por un lado del hambre en los países subdesarrollados y la pandemia de obesidad del mundo desarrollado con sus  comidas chatarras y alimentos industrializados.

En retrospectiva debemos resaltar que para hacer florecer este plan de negocios, se debieron dar condiciones de desguace de controles estatales a través de  convenientes reformas liberales que se hicieron realidad mediante gobiernos dictatoriales (55)  (76) o traidores al interés popular (década del 90).

Pero la dificultad de lectura de esta evolución radica, en que esas multinacionales, necesitan socios locales, que previa “capacitación” y “transculturización empresaria” salen muy fuertemente beneficiados de estas políticas y modelos productivos,  constituyendo una privilegiada minoría capitalizada e influyente, que es mostrada a la sociedad como el sector exitoso de la burguesía local.

Y como nada le gusta más a la burguesía que el éxito, estos constituyen el modelo inspirador a seguir, conformando una elite digna de imitación.

Pero lo cierto es que dicha elite de socios locales son el complemento necesario del plan de negocios de las multinacionales como ya mencionamos, mientras se desarrolla un modelo productivo que las sucesivas administraciones del estado ven evolucionar ante sus ojos, con muy pocas posibilidades de modificación o reforma, ya que se desguazaron mecanismos de regulación, como la junta nacional de carnes, y de granos,  y otros mecanismos como los precios sostén, que garanticen un piso de  rentabilidad a los productores.

¿Cómo se explica sino, la evolución histórica de las posturas de la Federación Agraria?

Por esta misma razón, las medidas liberales, y el recambio generacional modificaron el sentido de  identidad y la composición del sujeto agrario.

En la medida que el cambio se da día tras día, es difícil visualizarlo en el momento, pero se facilita con la mirada retrospectiva.

Hoy estamos atrapados en este modelo agro exportador que se evalúa solo por su rendimiento en volumen, pero nada se dice de su estructura que en cada censo agropecuario demuestra mayor concentración de propiedad de la tierra, dependencia del abastecimiento de insumos importados, su nivel de primarizaciòn económica, su falta de conexión con el mercado interno, el despoblamiento rural, la disparidad en el nivel de desarrollo de las distintas regiones, la indefensión de pequeños y medianos productores que quedan afuera del modelo porque no son los socios que las multinacionales necesitan pero que se los usa políticamente y se los mete en la bolsa de “el campo somos todos” cuando  precisamente lo que se critica es el modelo productivo, y  no el sacrificio y la poca rentabilidad de este sector tan castigado.

Curiosamente los liberales locales no tienen interés en desarrollar un país con perfil industrial, son más afectos a la timba financiera, la prueba está en  las sociedades comerciales que incluyen agro  y finanzas, pero además es fácil comprobar  que durante sus gobiernos han cerrado muchas empresas pymes y algunas grandes también.

Ahora viene lo más dramático, es que la combinación de un modelo primarizante con concentración de tierras y rentas en concurrencia con falta de desarrollo industrial constituye una nefasta combinación que lo único que hace es aumentar la desigualdad social, en ese esquema, sobramos la mitad de los Argentinos.

Agro, industria, comercio, mercados internos y externos deberían conformar un esquema  armónico que ayuden a mejorar la calidad de vida de todas las clases sociales y de todas las diferentes regiones del país.

Es menester recuperar la política, y los proyectos nacionales pensados desde el bien común y el interés general, el liberalismo y su impronta egocéntrica solo se preocupa por sus intereses de clase, pero  las grandes mayorías quedan afuera de ese esquema.

 


*Rubén Lamas, Veterinario, Analista agropecuario, autor del libro La Cuestión Rural


Comentarios