Hay
quien afirma que La Mejor Oferta es la obra maestra del director
siciliano Giuseppe Tornatore, y eso es mucho decir para el responsable de
títulos inolvidables como Cinema Paradiso, La leyenda del pianista en
el océano, Malena o la más reciente Baaria. Lo que sí es verdad es
que La Mejor Oferta es su película más arriesgada desde hace tiempo,
ya que ha abandonado sus temas dilectos y se ha embarcado en una propuesta muy
personal, que trata sobre la separación entre la vida y el arte, y que se
sostiene casi exclusivamente gracias a su personaje principal, Virgil Oldman,
un marchante de arte genialmente interpretado por Geoffrey Rush (es, junto a
Novecento, el pianista interpretado por Tim Roth, el mejor personaje de la
filmografía de Tornatore).
La
mejor oferta es una película tan refinada, sofisticada y exquisita como
Virgil Oldman; empieza como un drama romántico, pero acaba como
un thriller. El protagonista es pulcro, bien vestido y lleva el pelo
teñido, pero es incapaz de relacionarse directamente con los demás: está solo,
siempre lleva guantes (salvo para tocar las obras de arte), le hacen los trajes
y las camisas a medida y en los restaurantes a los que va utiliza su propio
servicio de mesa (vajilla, cubiertos, cristalería y servilleta). Virgil Oldman
ha renunciado a su vida en favor del arte (su verdadero amor es esa colección
de retratos femeninos que ha escondido en su casa), pero eso cambia cuando
conoce a la señorita Ibhetson, una joven de veintisiete años que ha perdido a
sus padres y quiere subastar los tesoros artísticos de la villa de sus progenitores.
Claire Ibhetson padece una extraña enfermedad, agorafobia, que la mantiene
recluida en su casa, lejos de la mirada de los curiosos (por cierto, en este
punto concreto, el argumento recuerda a obras clásicas como Rebeca o
Jane Eyre)
Crítica: https://www.elespectadorimaginario.com/la-mejor-oferta/
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