Revista Nos Disparan desde el Campanario Año II Nro. 31 El eterno retorno de las giladas de siempre.. por Favio Camargo

 

El público lector tira a malpensar, pero aclara el autor que no hablamos de sustancias psicotrópicas, sino de algo que ahora intentan vender de nuevo lustrándole un poco la cara, como a un electrodoméstico reacondicionado.

Si quisiéramos hacer un resumen histórico de la truchada llevaría varias entregas y no sé si llegaríamos a terminarla, como ese gran libro inconseguible en castellano “Historia criminal de la iglesia católica” que fue impreso en la RDA en los 80. Al tiempo de su muerte el autor iba por el tomo 16 creo y ni siquiera había llegado al 1900.

Truchadas hubo siempre, desde el origen de la humanidad hubo gente que captó la onda de que podía vivir del curro. Y no hablamos de la religión, el negocio legal más grande del mundo después de la venta de armas, sino de la pyme del curro, el pequeño emprendedor como dirían hoy, que en su vida económica pasada capaz fue un arqueólogo o un historiador del arte y alguna de las recurrentes crisis económicas en la que nos mete la lacra política que sufre este país obligó a “reconvertirse”.

Pero no vamos a irnos a los albores de la civilización donde un cazador trocaba con un chanta parte de su captura para saber si las estrellas lo iban a favorecer al otro día, o un campesino entregaba granos a cambio de que un “mago” haga llover. Sino que nos vamos a concentrar en una época donde los medios de comunicación electrónicos de masas comenzaron a ser accesibles para la mayoría de la población.

Este alcance nacional en un principio que daba la radio o la televisión y ahora planetario al instante que dan las redes de comunicación actuales, aumenta la capacidad de dañar y también de colecta monetaria de estos nefastos individuos.

Los 90, la década “empanada frita” como decía un amigo, mientras se remataba el patrimonio nacional, la gilad…perdón, ciudadanía…era entretenida en esos programas nefastos de tipo “talk show” con supuestos platos voladores y personajes como los que les voy a detallar más adelante.

Una y otra vez vuelven al éter de la radio y la televisión ciertos personajes que se aprovechan de personas que están pasando un mal momento. Generalmente este tipo de personajes aparecen al aire pasada las doce de la noche, cuando el tiempo de aire es más barato o en las radios AM de los pueblos para rellenar espacio. Ya no ocupan los horarios centrales. Si tienen más o menos la misma edad que yo (35) seguro alguien recuerda a los cirujanos psíquicos filipinos.

Estos “señores” se aprovechaban de las limitaciones tecnológicas de la época y de la complicidad de medios de comunicación que con tal de agarrar pauta se cagaban en la gente como de arriba de un puente. Porque todos sabían que era una truchada, pero hasta el mismo estado se lavó las manos y nadie hizo nada con nada, como diría uno de los personajes de Capusotto. En la filmaciones de las supuestas operaciones aparecía una persona en camilla y el “doctor” aparentaba atravesar el cuerpo y extraer el tumor o lo que fuera que ese paciente – actor decía tener. Sangre de utilería, una esponja y menudos de pollo completaban la “performance”. No faltaba algún personaje mediático/famoso de la época diciendo que lo habían curado de caspa, hipo, piedras en los riñones o enfermedades de las más complicadas, con las que nadie que tenga un mínimo de humanidad debería joder. Una cosa era vender imanes que uno debía meterse en los bolsillos para “atraer el dinero”, pero ya meterse con la vida de una persona es imperdonable. Se le limaba de tal forma el cerebro a las pobres personas que caían en estos chantas que abandonaban sus tratamientos médicos ilusionados con que se habían curado. Otra que se ha puesto de moda es exigir en las escuelas públicas, que deben ser laicas, la enseñanza del creacionismo bíblico como explicación alternativa al origen del hombre, ahora maquillado con el nombre de “diseño inteligente”. Hay en nuestro país grupos religiosos con representación política, no al nivel de Brasil, pero no hay que descuidarse porque después es tarde para llorar sobre el asado escupido.

El público se renueva….no?

 





*Favio Camargo. Docente, estudiante del Profesorado de Historia en la Universidad Nacional del Sur

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