Revista Nos Disparan Desde el Campanario Año II Nro. 31… La Sombra del Poder… por Alejandro Marcó del Pont
Fuente: Sitio El Tábano Economista
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La
historia no se repite, pero rima (Mark Twain)
Cuando
personajes perturbadores, como el presidente de Brasil, o dignatarios incapaces
en su momento, como lo fueron en Argentina Mauricio Macri y en Estados Unidos
D. Trump, transitaron sin problema su gobierno, mucha gente se cuestionaba y
preguntaba ¿cómo es posible que se mantengan en el poder? ¿Es imaginable que
semejantes maquinarias de desaciertos, ignorancia y torpeza fijen el rumbo de
una sociedad?
A
decir verdad, la pregunta es inexacta, no hay que preguntarse cómo, sino quién
los mantiene. Cada uno de estos personajes es solo la cubierta visible y
fácilmente prescindible del verdadero poder, del poder real en cada país. Y
aunque se muestren como una productiva maquinaria de torpezas para la mayoría
de la sociedad, para una minoría que los colocó en donde están, no cometen
equivocaciones políticas, menos aún económicas que afecten sus bolsillos.
La
lógica, aparentemente errática, de estos caballeros que, por ejemplo, un fin de
semana publican una Carta
abierta de economistas y banqueros contra Bolsonaro, apoyados por más
de 500 firmas, exigiéndole tomar medidas inmediatas ante el COVID-19, y
tres días después lo ovacionan en una cena, no suena como el hilo de un relato
que contenga una línea razonable. Pero, desde Berlín de 1933 a Latinoamérica en
la actualidad, las diferencias en los actores que simbolizan el poder real no
han cambiado en nada.
Algunos
pasajes del libro “El orden del día” de Eric Vuillard nos servirán de guía para
entender quienes enarbolan, mantienen o abandonan a los visibles exponentes de
las miserias humanas. Ningún Bolsonaro llega al poder por azar. El orden del
día suele ser la agenda o al plan de trabajo que contiene los asuntos que se
van a considerar en la sesión del Congreso. En este caso, la reunión que se
llevaría a cabo el 4 de febrero de 1933 entre los veinticuatro mayores pesos
pesados de la economía alemana en el Reichstag (parlamento) con su presidente,
el Ministro de Economía y el nuevo canciller, no se encontraba en la agenda de
ese día.
Alrededor
de la mesa van a sentarse los hombres más destacados de la economía alemana, el
poder real, que para nuestro artículo no importa sus nombres, pero sí lo que representan:
Bayer, Opel, BASF, Agfa, Siemens, Telefunken, IG Farben, entre otros. El
presidente del Parlamento será a la postre un destacado nazi: Hermann Göering,
nombrado comandante en jefe de la Luftwaffe (Fuerza Aérea) y creador de la
Gestapo, policía secreta de la Alemania nazi (Geheime Staatspolizei). Hjalmar
Schacht será el genio económico de la reactivación alemana, posteriormente
denostado como el economista de Hitler, pero delicadamente olvidado como el
creador del Banco de Bancos Centrales del mundo, Bank of International Settlements (BIS). Y
por último, el nuevo canciller, el Führer Adolf Hitler.
Cuenta
la historia que Goering rodeó la mesa con una palabra para cada uno de los
presentes, tomando cada mano y dándole un apretón de bienvenida. Los 24 hombres
del establishment escucharon atentamente. “La campaña electoral será crucial”,
anunció el presidente del Reichstag. Era hora de deshacerse del régimen de
Weimar de una vez por todas. “La actividad económica”, subrayó
Göering,”requiere calma y estabilidad”. Los veinticuatro caballeros asintieron
solemnemente. “Y si el Partido Nazi gana la mayoría”, agregó Göering, “estas
serían las últimas elecciones en diez años, incluso, agregó entre risas, en
cien años….”.
Una
ola de aprobación recorrió los asientos. En ese momento, se oyó un ruido de
puertas y el nuevo canciller finalmente entró en la sala. Los que no lo
conocían sentían curiosidad por verlo en persona. Hitler sonreía, relajado,
luego silencio. “La idea básica era la siguiente: tenían que acabar con un
régimen débil, alejar la amenaza comunista, eliminar los sindicatos y permitir
que cada empresario fuera el Führer de su propia empresa”. El discurso duró
media hora.
La
aprobación fue unánime, y cito en cursivas las partes del libro que no fueron
ficción, sino realidad. El establishment alemán aprobó a Hitler, lo apoyó,
equilibró y potencializó la economía con ese acuerdo a grado tal que, en 1938,
la revista Times nombró a Hitler el hombre del año en su tapa. La
ilusión de seguridad fue perfecta. El nivel de vida ha mejorado para todos,
incluidos los desempleados. Pero los verdaderos dueños del poder estaban
dispuestos a hacer concesiones en cierta medida siempre y cuando el Estado se
movilice para asegurar sus privilegios. Lo demás es conocido. Cada uno de estas
empresas se volvió más grande de lo que ya era, mientras que los alemanes, y el
mundo, sufrían al Führer.
Casi
noventa años después del acuerdo que encaminó a Alemania a la Segunda Guerra,
muchos economistas y empresarios publicaron una dura carta abierta tildando de
incompetente al presidente Bolsonaro, entendiendo que la gestión de la pandemia
del Covid-19 ha sido pésima. Brasil
es hoy el epicentro mundial del COVID-19. “El país exige respeto, el
sistema de salud está sobrepasado y colapsando por la recesión que está
causando la pandemia y no se superará si esta no es controlada por una postura
competente del gobierno federal”. No podemos esperar una recuperación económica
si la pandemia no está bajo control.
Más
allá de la falsedad de que la recesión fue causada solo por la pandemia, la
postura de banqueros y empresarios parecía implacable y firmemente crítica
hacia el accionar del gobierno. Bancos como el Credit Suisse, Bradesco, Banco
do Brasil, Itau, hasta la Federación de Industriales de San Pablo rubricaron la
demanda a incompetente gestión sanitaria del gobierno nacional o, al menos, eso
dieron a entender al mundo.
Pasados
solo unos días de tan sólido cuestionamiento a las políticas sanitaria, el
propio presidente acompañado de sus ministros Paulo Guedes (Economía) y Marcelo
Queiroga (Salud), fueron ovacionados en una cena que tuvo lugar en la mansión
Washington Cinel, propietaria de la empresa de seguridad Gocil. Sin poner
nombres, se los puede encontrar en “emprendedores
que ovacionaron a Bolsonaro”. Destacan los sectores que dieron su
aprobación: bancos, empresas de seguridad, agronegocios, delivery, medios, y
farmacias, entre otros. La mayoría de los sectores está haciendo un gran
negocio (agroindustria) o está consiguiendo flexibilizaciones laborales nunca
antes soñadas. O sea no importa si es Hitler o Bolsonaro a quien apoyar,
importa el negocio.
La
pandemia de coronavirus redujo en un 6,15% las exportaciones de Brasil en 2020,
pero las ventas del poderoso sector agroindustrial están en auge. Las
exportaciones agrícolas de Brasil aumentaron el año pasado un 6%, totalizando
45.300 millones de dólares, el 20% de total de ventas al exterior. Pero si
tomamos la facturación externa del agronegocio que engloba los productos
agrícolas, la industria agroalimentaria y el transporte, superó los U$S 100.800
millones de dólares, una cifra sin precedentes desde 2013, apuntó la Confederación Nacional Agrícola (CNA).
Los
dueños de ese excedente son ADM, Bunge, Cargill, Dreyfus, Monsanto, JDB,
Copersuca (azúcar y etanol). Solo a ADM le corresponde el 75% de la producción
de oleaginosa de Brasil. El sistema financiero, por su parte, otro de los
sectores que aclamó a Bolsonaro, ganaron durante la epidemia casi U$S 12.000
millones. Se quejaron, es verdad, por su caída, durante el 2020, del 24% de sus
beneficios, pero la parte que no se cuenta es que en 2019 habían registrado el
mejor resultado agregado de toda la serie histórica, que comenzó a medirse en
1994.
Quienes
hacían la vida más tolerable a la desastrosa gestión del expresidente argentino
Mauricio Macri fueron jugadores muy parecidos a los que aplauden a Bolsonaro.
Recordemos: ADM, Bunge, Cargill, Dreyfus están en Brasil, si los incorporamos,
porque también son los mayores exportadores de Argentina, para llegar a la
decena se le suman Cofco, Vicentin, Aceitera General Deheza, Glencore, ACA y
Molinos Agro. Estas diez empresas tienen en su poder más del 90% de los granos,
harinas y aceites que se exportan, y por ende, de los dólares que ingresan. Son
los que se sientan sobre sus stocks a la espera de mejores precios
internacionales, cambios en los esquemas de retenciones o para forzar una
devaluación, aunque se les de todo. La presidencia anterior no terminó bien
aunque les dio todo.
También
se sentaron, extorsionaron al gobierno actual con la liquidación de dólares, y
siguen haciéndolo con la inflación, pero una particularidad del coctel actual
es que los industriales que apoyaron al gobierno anterior, y fugaron dólares
por U$S 86.000 millones, aplaudieron al actual Ministro de Economía como a
Bolsonaro en su cena. Llaman la atención los aplausos de Techint que encabeza a
los fugadores de divisas con tres empresas: Siderar, Tecpetrol y TGN. Algunos
otros fugadores y alentadores de deuda quieren sentarse para llevar sus
ganancias al exterior, como lo hicieron el agro,
medios, el propio laboratorio de vacunas Pfazer, energéticas,
servicios públicos y el sistema financiero.
Este
último uno de los más agraciados durantel los 4 años del gobierno anterior. El
sistema financiero tuvo más del doble de ganancias que durante los 12 años del
kirchnerismo. Los datos surgen del Informe sobre Bancos que elabora el Banco
Central, y en total el sistema se embolsó U$S 25.000 millones. Para mantener a
Macri en el poder, la mayoría tenía que perder, pero el sistema financiero era
uno de los que más ganaba.
Los
bancos que mantuvieron sus escandalosos negocios con el anterior presidente
deben haberse sentado a la mesa de negociaciones con alguien, porque el actual
gobierno insiste en disminuir el déficit fiscal, pero permite el déficit cuasi
fiscal, “cuando las Leliq, antes LEBAC (letras de Liquidez del BCRA),más los
pases pasivos (que es plata que los bancos le prestan al BCRA) suman en total
al 30 de marzo de 2021, 3,1 billones de pesos, superando a la Base Monetaria
que es el total de dinero creado y puesto en circulación por el BCRA”, según
el excelente articulo Horacio
Rovelli en el Cohete a la Luna.
“Esa
masa de dinero inmovilizada devenga intereses todos los meses, que en marzo
de 2021 ascendieron a unos $ 90.000 millones que paga religiosamente la
autoridad monetaria”. O sea, unos U$S 15.000 millones al año, ante lo que
nadie presenta objeción alguna, ni gobierno ni desde oposición. Si por el
déficit fiscal es posible eliminar sin sobresaltos el Ingreso Familiar de
Emergencia (IFE), para no incomodar el acuerdo con FMI, por qué no hacerlo con
el pago de intereses al sistema financiero.
Si
tomáramos los intereses pagados a los bancos y se los diéramos en un IFE de 300
dólares por persona, el gobierno podría garantizar esos ingresos por un año
para 4.166.667 de ciudadanos, lo que garantizaría durante la pandemia los
niveles de consumo. Pero estos ciudadanos no se sientan a negociar fuera de “El
orden del día”, no son invitados, solo cuan hay votación y cada vez con menos
insistencia.
La
historia muestra que los poderosos se quedan más vigorosos y los soldados en
las tumbas. Nadie recuerda el apoyo de las grandes empresas para que Hitler
llegara al poder y se produjera el milagro alemán que derivó en la guerra.
Tampoco nadie recuerda quiénes fueron los que solventaron semejante locura.
Tampoco la de Bolsonaro y, dios nos guarde, la de Macri. Lo cierto es que si
son idiotas, son nuestros idiotas y que cuidan el negocio.
*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista, columnista radial, analista.
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