Revista Nos Disparan Desde el Campanario Año II Nro. 31… en Argentina la realidad supera a la ficción... Por Gustavo Marcelo Sala
Este texto irónico fue escrito y
publicado en el año 2013. Pocas noticias se tenían de Cornejo por fuera de
Mendoza, sin embargo se intuía que existían personas que ya pensaban como él….
Cuerpo
IV Revista Crónicas del Siglo XXI -
Publicación de la Universidad de Yale - 24 de Marzo de 3058
“La única manera de descubrir los
límites de lo posible
es aventurarse un poco más allá de
ellos en lo imposible”
Arthur Clarke
Y
un día ante el encolerizado pedido de las masas burguesas, urbanas y rurales,
protesta mediante acompañada por el batir de las cacerolas y un salvaje
desabastecimiento producto de los cortes de ruta, los impuestos fueron
finalmente derogados. Cada uno sería propietario y administrador de su utilidad
y la forjaría en función de su beneplácito y albedrío. Con esta medida el
Estado abandonaba definitivamente su rol como nivelador de la renta al mismo
tiempo que liberaba todas las variables económicas: Las retenciones
agropecuarias fueron derogadas, el impuesto a las ganancias eliminado por
decreto, ingresos brutos dejó de ser obligatorio mientras que el impuesto al
valor agregado se fue retrayendo paulatinamente en la misma medida que el
trabajo decrecía de modo inexorable debido a que esta última variable impactaba
directamente en el consumo. Los bienes de uso y de capital eran importados y sólo
posibles de adquirir por aquellos que estaban incluidos dentro del sistema. Lo
único que conservaba el Estado para sí era la administración del residual de
los fondos de pensión para cumplimentar los pagos de las jubilaciones limitando
dicha cobertura hasta la desaparición de la generación que estaba comprometida
con tal operatoria. Un federalismo en estado puro aseguraba regiones
ampliamente favorecidas en detrimento de otras escasamente productivas y
rentables. De ese modo las autoridades de facto, mano activa y ejecutora que
derrocó al último Gobierno Constitucional de carácter Populista liderado por
una bella mujer de apellido Fernández, conformaron las aspiraciones de cada uno
de los sectores que exigían del Estado la conclusión de sus apetencias distributivas.
Los aplausos no se hicieron esperar. La voracidad impositiva de sesgo
colectivista y popular dejaba de existir en forma definitiva. A pocos años de
implementarse las medidas comenzaron a desarrollarse procesos migratorios desde
las regiones menos favorecidas hacia las más favorecidas. La Nación comenzó a
despoblarse, cosa que fue muy bien aprovechada por el capital transnacional
para adquirir grandes extensiones territoriales a precio vil.
La
dolarización y la desmonetarización nacional formaron parte del nuevo orden
establecido. Ante la incapacidad de absorber mano de obra, debido a que las
actividades primarias sin valor agregado centralizaban el modelo económico
estructural, se multiplicaron exponencialmente los cinturones de extrema
pobreza y con ellos las fatales consecuencias que dicho programa acarreaba. La
educación, la salud y la cultura eran propiedad de quién podía pagarla, la
esperanza promedio de vida bajó de modo alarmante; la deserción escolar, el
analfabetismo, la mortalidad infantil, la proliferación de drogas y la
violencia social aumentaron en progresión geométrica. La urgencia por reprimir
y pertrecharse se hizo indispensable para la protección de los incluidos. La
sociedad segmentada, fragmentada. Muros, pozos divisorios, alambrados...
“Reteneme ésta”, “basta de corrupción” y “queremos preguntar” rezaban las
pancartas de los más enfervorizados luchadores que por entonces protestaban en
contra de un Estado que asfixiaba su rentabilidad. Sin fondos para solventar
servicios, la policía y el ejército fueron paulatinamente desactivados. Los
edificios escolares al igual que los dispensarios y los hospitales públicos se
transformaron en derruidos aguantaderos de marginales, mientras que los caminos
dejaron de unificar a la sociedad por falta de mantenimiento. Las
organizaciones no gubernamentales perdieron los subsidios por lo que de modo
automático dejaron de trabajar en el auxilio de la comunidad. Los medios de
comunicación, como el resto de las industrias nacionales, cooperativas y empresas
de servicios, desplazaron a cientos de miles de trabajadores debido a la
ausencia de subsidios y beneficios operativos que permitían su normal y
rentable funcionamiento. Liberales, Conservadores y Progresistas, firmes
militantes de las medidas antes mencionadas, comenzaron sus campañas de
reproche ante un Estado ausente que no acudía ni contemplaba las necesidades de
la sociedad. Los gremios no tenían a quién representar y las obras sociales
fueron precarizando sus prestaciones hasta su mínima expresión. Tanto los
administradores nacionales como los provinciales y municipales fueron
renunciando a sus cargos en la misma medida que los fondos públicos eran
acotados ante lo exiguo de las recaudaciones. El despotismo reemplazó a la
política participativa instalándose dentro del marco de una sociedad que
todavía tenía pendiente su etapa adolescente. Cuentan los escritos hallados que
aquel país llamado Argentina ocupaba los actuales territorios de los Estados
Unidos Patagónicos, de la República Federativa del Atlántico Sur y de la
Confederación de Estados Andinos. Según la documentación sólo se mantuvo como
Patria/Nación durante doscientos cincuenta años. Afirman que lo poco que queda
de él son las maravillas naturales por las cuales se ufanaba, una nómina de notables
escritores y poetas: Borges, Cortázar, Sábato, Bioy Casares, Marechal, Walsh,
Filloy, Saer, un cantante de Tangos cuya nacionalidad aún mantiene más dudas
que certezas llamado Carlos Gardel, un héroe mitológico o Dios pagano
apellidado Maradona y la imagen del siempre presente Ernesto “Che” Guevara. Los
historiadores y el departamento de antropología de la Universidad de Yale
aseguran que el célebre y respetado Comandante Latinoamericano fue el hilo
conductor para establecer con seguridad la existencia de aquel supuesto paraíso
mutilado.
Conclusiones:
El
actual sistema de capitalismo estatal llamado Economía Popular instalado
solidariamente en todas las naciones del planeta desde mediados del tercer
milenio encuentra en aquel proceso embrionario y trunco su antecedente más
exitoso. El apuntar a un estado de bienestar democrático y colectivo, libre y
solidario, determina que nuestro presente tenga que sostener las debidas
prevenciones para detectar tempranamente a las fuerza conspiradoras que si bien,
desde hace dos siglos, se encuentran aplacadas nunca dejarán de sostener sus
egoísmos en función de intereses sectoriales.
*Gustavo Marcelo Sala, Editor, Escritor
Comentarios
Publicar un comentario