Revista Nos Disparan Desde el Campanario Año II Nro. 28 Proyecto de país pendiente, de largo plazo, y para todos los argentinos por Juan Valerdi, para Revista La Barraca
Fuente: Revista La Barraca
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de Origen: AQUÍ
Por Juan
Valerdi
Hilvanando
la concesión de la «Hidrovía», el proyecto de Massa para eximir un millón de
personas del pago de ganancias, vaca muerta, el impuesto a las grandes
fortunas, la deuda externa, las PyMEs y las grandes empresas «nacionales» y
multinacionales.
Creo que
la única forma de ayudar a este gobierno del Frente de Todos a definir la clara
interna dentro de su coalición de gobierno es tratando de hacer entender a la
población las implicancias actuales y futuras del modelo de país que encarna
Massa por un lado, y el que encarna , representa e impulsa CFK por el otro. En
mi visión los intereses económicos y actores, internos y externos, que están
detrás de Massa son muy parecidos a los que podían beneficiarse del «modelo» al
que nos habría llevado Macri, de haberle dado cuatro años más. En el caso de
CFK, su gobierno como presidenta, con sus aciertos y errores, dejó claras las
diferencias de proyecto de país al que se apuntaba.
En el
caso de Massa y Macri se pretenden encarrilar a Argentina hacia un país
latinoamericano típico en el que la movilidad social es excepcional, la base
económica central es exportadora de materias primas y la trama productiva
industrial y de servicios pueda sostener empleo e ingresos para la mitad de la
población en el caso de argentina. El modelo chileno tan admirado y mencionado
por Macri es un ejemplo de adónde lleva ese camino, aún en el caso de un país
donde la constitución y gran parte de las instituciones son legado intacto de
la dictadura militar Pinochetista. Un país donde los derechos y beneficios de
los trabajadores son acotados y la educación es un bien de lujo. Un modelo
donde la supervivencia de la clase media es en base a endeudamiento permanente
y al límite con la precariedad que eso implica. Un país donde casi no hay
industria y mucho menos inversión en ciencia y tecnología. Donde la inflación y
el dólar están bajo control porque no hay puja distributiva, no se discute el
reparto de la torta. Ese modelo es muy difícil de implantar en Argentina
porque, a diferencia de Chile y de muchos países latinoamericanos, los
trabajadores pueden sostener la mirada a sus empleadores a los ojos, conocen
sus derechos y luchan por mantenerlos. Legado que tratan de ocultar quienes
hablan de la maldición de los supuestos 70 años de peronismo que no son tales
porque hubo en el medio gobiernos y dictaduras que endeudaron,
desindustrializaron, achicaron el estado, y facilitaron fugas de capitales,
golpes de mercado, hiperinflaciones y privatizaciones. En esos gobiernos hay un
hilo conductor que entrelaza a la dictadura cívico militar y Martinez de Hoz,
con Carlos Menem, Cavallo y Macri. Ese mismo camino lleva a algunos de los
dueños del poder a impulsar y respaldar a Massa y su proyecto político. No es
la única apuesta que hacen ni la que más les gusta, seguramente, también
aportan a títeres mediáticos como Espert o Milei, pero, por ahora, éstos son
marginales a la hora de las urnas.
No es
casualidad que el ministro Meoni, que responde a Massa, esté detrás del proyecto
de una nueva concesión a empresas privadas del principal tronco logístico de
Argentina, uno de los más importantes del mundo, el más importante si hablamos
de movimiento de proteínas vegetales para alimentar humanos de modo directo, o
convirtiéndolo en engorde de animales. El decreto 949/20 mantiene ese pedazo de
soberanía argentina en manos de unas pocas multinacionales y mucho del poder de
control en la guarida fiscal de Montevideo manejada no sólo por las
multinacionales cerealeras sino también por las financieras. Entre todas esas
multinacionales facilitan e impulsan la evasión y elusión fiscal y el
contrabando de los principales productos de exportación argentinos y, con su
accionar condicionan y limitan sustancialmente la recaudación de impuestos del
estado argentino en todos sus niveles y la disponibilidad efectiva de divisas
en nuestro país.
Cuando se
combinan el efecto de este desvío de dólares de las exportaciones con el
endeudamiento externo que llevaron a cabo de modo salvaje la Dictadura, Cavallo
y Macri y se le suma la fuga de capitales que impulsaron y facilitaron esos
mismos actores, tenemos un país que está maniatado y condicionado en su
desarrollo aun cuando cambie esos gobiernos de entrega y «patria chica» por
otros que tratan de rescatar la soberanía y construir la patria grande. Si a
esto se suma una (supuesta) «correlación de fuerzas» que, se supone, no permite
enjuiciar a quienes de modo corrupto y alevoso contrajeron las deudas en nombre
de argentina y facilitaron la fuga de los dólares obtenidos por esa deuda o por
las exportaciones que no se pueden ocultar. Si se convalidan esas operaciones
de deuda con privados y el FMI, obteniendo solo postergaciones y quitas en los
intereses (calculadas desde el origen seguramente) y quitas nulas en el
capital. Entonces, por ejemplo, la energía que se pueda obtener de Vaca Muerta
no se va a destinar a darle impulso a la industria argentina sino a exportarla
para pagar la deuda ilícita e impagable. Entonces cuando la clase media se
queje de que los impuestos que pagan son «demasiados» y los mercenarios
mediáticos los convenzan de la mentira alevosa de que la argentina está entre
los países de mayor carga tributaria del mundo, ahí vendrá Massa a decirles que
ellos también tienen derecho a pagar poco o nada como los ricos y las
multinacionales, ni de casualidad les va a explicar que podrían pagar menos si
las multinacionales y los ricos pagaran más o trajeran de vuelta los más de 500
mil millones de dólares que tienen acumulados en el exterior. Entonces los
ricos y grandes empresas van a seguir pagando poco y nada porque no hay
voluntad política de desnudar sus maniobras de evasión y elusión y por ende no
puede haber funcionarios que en la AFIP piensen que su carrera no está en
peligro si se meten con los tiburones en vez de pescar en la pecera de las
PyMEs y la clase media formalizada. Es cierto que los sobrevivientes de la
clase media y las PyMEs pagan muchos impuestos en relación con lo que pagan los
ricos y las grandes empresas, pero la solución a esto para un proyecto de país
viable social, económica y políticamente es obligar a pagar más a los
tiburones, no bajarles los impuestos más visibles a quienes ganan entre 100 y
150 mil pesos. Y no solo porque el inevitable achicamiento del estado a que obligan
las exenciones propuestas por Massa van a repercutir tarde o temprano en menos
servicios a esos mismos exentos y con consecuencias económicas más graves que
lo ahorrado. También porque un país donde el promedio de ingresos es de $19.700
mensuales por habitante o $33.800 para el 58% que tiene ingresos regulares no
puede darse el lujo de eximir del impuesto a los ingresos a quienes ganan 5
veces esa cifra. El mismo país donde más de 9 millones de hogares recibieron $5
mil mensuales durante la cuarentena. El mismo donde la pobreza e indigencia
ronda el 40%. (Datos INDEC de ingresos de la encuesta hogares, 3er trimestre de
2020, última publicada)
Nadie
dice que quienes ganan $150 mil por mes estén nadando en la abundancia, pero
aunque les resulte sorprendente ese millón de personas que quiere eximir Massa
del impuesto sobre sus ingresos está mucho mejor que la mayoría de los
argentinos, esa es la catástrofe que construyeron Martínez de Hoz, Cavallo y
Macri y de la que se quiere aprovechar demagógicamente Massa.
Y aunque
aplaudo la valiente señal que ha dado una parte del FdeT al crear el impuesto a
las grandes fortunas, que se haya aclarado una y mil veces, de modo casi
culpógeno, que era por única vez y explicado el sinsentido de que era una
«carga de emergencia» y no un impuesto, muestra qué lejos está nuestro país de
realizar una verdadera reforma tributaria para que quienes más ganan y tienen
paguen lo que les corresponde. Y aún está por verse cuánto será lo que
efectivamente se recauda por este impuesto dada la salida judicial a la que
apelarán quienes deben pagarlo y el estado de putrefacción y complicidad de la
mayor parte del poder judicial con quienes nos han traído hasta aquí a fuerza
de deuda, fuga, evasión y contrabando.
No tengo
dudas de que el cambio radical que ha dado el gobierno respecto de nuestro
corredor fluvial, la mal llamada «hidrovía», tiene que ver con imposiciones de
quienes manejan de hecho el FMI y la renegociación de la deuda récord que nos
dejó el aporte de campaña que le hizo este organismo a su aliado local,
Mauricio Macri. La convalidación de esta deuda con el FMI ganando solo tiempo,
junto con la realizada con la deuda con acreedores privados representan de
hecho una amnistía para quienes condicionaron de modo corrupto y consciente las
posibilidades de desarrollo de nuestro país y el nivel de vida de la amplia
mayoría de sus habitantes por décadas. Dejarlos impunes no sólo es un acto de
injusticia sino que es una invitación a que repitan estos actos en el futuro,
ellos mismos como ya lo han hecho, o sus sucesores en la representación de
minorías locales y de poderes externos a quienes el modelo agroexportador de
patria chica les es funcional.
La
presentación de un Consejo Económico y Social encabezado por Gustavo Beliz,
acompañado de algunas figuras respetables y bienintencionadas, parece destinada
a hacer de cuenta que se está construyendo ese proyecto de país soberano que
encarne la patria grande, porque si las decisiones de fondo y extrema
trascendencia que pasan por fuera de ese órgano siguen el rumbo que bosquejé en
los párrafos anteriores, difícilmente haya futuro para una Argentina social,
económica y políticamente viable, al menos para los 44 millones de argentinos.
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