Revista Nos Disparan desde el Campanario Año II Nro. 29 ERROR DE PROCEDIMIENTO POR “INCOMPETENCIA”: LULA LIBRE por Alejandro Marcó del Pont
Fuente:
Sitio El Tábano Economista
https://eltabanoeconomista.wordpress.com/
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de Origen: AQUÍ
“Dios me dio la oportunidad de
estudiar derecho,
yo me encargaré que valga la pena”
El
Ministro del Tribunal Supremo Federal (TSF), Luiz Edson Fachin, anuló todas las
decisiones procesales tomadas contra el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva
por la Justicia Federal de Paraná dentro de la operación Lava Jato. Las
sentencias contra el expresidente, dictadas en el ex feudo juez Sérgio Moro en
el Juzgado XIII de Curitiba, serán eliminadas de los casos, tanto del Triplex
de Guarujá como de Sítio de Atibaia.
Los
abogados defensores en el Lava Jato han cuestionado y apelado durante mucho
tiempo, en base al principio del juez natural, según el cual, el tribunal al
que se remite un caso se relaciona con la ubicación de los delitos
investigados. Sin embargo, una decisión del pleno del STF sobre el inicio del Lava
Jato permitió que todos los casos de corrupción en Petrobras se mantuvieran en
Curitiba, donde se encontraba el Juez Moro, acérrimo opositor al gobierno
petista.
Con
el mismo formato, en la Argentina todos los casos que involucraran a la
expresidenta de la república Cristina Fernández terminaban en la avenida
Comodoro Py, donde se ubica el edificio de los juzgados y tribunales federales
con las causas que investigan delitos federales de corrupción. Invariablemente
las causas eran asignadas por sorteo al Juzgado Criminal y Correccional
Federal N° 11 del fallecido, y acérrimo opositor a la presidenta, el juez
federal Claudio Bonadio. Que todas las causas ingresaran en su juzgado le valió
el cálculo del matemático y pedagogo Adrián Paenza, a pedido del periodista
Horacio Verbitsky, para determinar cuál era la probabilidad que habiendo 12
juzgados, 10 causas vayan a uno solo de ellos. La solución arrojada fue
de 0,00000000177%.
algo así como 2 posibilidades cada mil millones.
En
el caso de Brasil, como dijimos, la decisión del pleno del STF sobre el inicio
del Lava Jato permitió que todos los casos de corrupción en Petrobras se
mantuvieran en Curitiba. Pero el Juzgado 13, a cargo del juez Moro, solo podía
considerar los casos de esta causa que involucraban malversación de dinero de
Petrobras. En una decisión individual, el mencionado ministro de la Suprema
Corte, Edson Fachin, reconoció que este juzgado no tenía la competencia para
juzgar los casos que involucran al expresidente Lula porque los hechos
imputados no ocurrieron en Paraná. En ese momento, Lula era presidente y
estaba en Brasilia, por lo que la competencia para juzgar el caso sería del
Distrito Federal.
Por
esas condenas, que el ministro Luiz Edson Fachin describe como un “error de
procedimiento” por “incompetencia”, según la anulación desplegada en 46
páginas del
Supremo Tribunal Federal, Lula pasó 580 días en la cárcel y
fue liberado en noviembre de 2019, después de que la Corte fallara, en una
estrecha decisión de 6 a 5, que una persona solo puede entrar en prisión cuando
no le queden apelaciones posibles.
Lo
interesante es que en la democracia brasileña en los últimos años, al igual que
en la argentina, el poder judicial interfiere en la política como si manipulara
marionetas, decidiendo quién puede o no competir en las elecciones
presidenciales, ya sea por vía directa, anulándolo, como el caso de Lula, o por
vía indirecta, desprestigiando su carrera, como ejemplifica el caso de Cristina
Fernandez de Kirchner.
En
lo que respecta a Brasil, existía un imaginario enfrentamiento entre Lula y
Bolsonaro, que nunca se llevó a cabo en las urnas porque al ex presidente se le
prohibió su candidatura por cuestiones judiciales ligadas a lo que dio a llamar
“el expediente limpio”, en 2018. Quien tiene juicio no puede competir
electoralmente, con lo que quedarían fuera un sinnúmero de políticos brasileños,
pero esto solo afectó a Lula.
En
2018, a menos de una semana para las elecciones presidenciales en Brasil, el
juez Moro hizo público el preciado alegato del exministro del gobierno de Lula
y Dilma, Antonio Palocci, contra el encarcelado expresidente Lula. En él acusa
al ex presidente de haber pedido sobornos para financiar campañas del Partido
de los Trabajadores, sin mostrar una sola prueba. Esta publicación colaboró a
la victoria de Bolsonaro. El juez Moro dejó el poder judicial para asumir, a
principios de 2019, el cargo de Ministro de Justicia de los triunfadores.
Ante
la decisión del STF, todos los diarios del mundo destacan más que la libertad
del ex presidente su posibilidad cierta de ser candidato a la presidencia del
Brasil en el 2022. La conveniencia temporal de este suceso se produce en forma
simultánea con los periódicos del mundo encabezando sus primeras planas con un
Brasil como un “Auswitch a cielo abierto”, dado su irracional trato
con la pandemia del COVID-19, la elevada mortalidad por los contagios y nuevas
cepas y mutaciones del virus, que podrían afectar al mundo.
Esta
sería una hipótesis de por qué se anularon los procesos en la actualidad, es
una idea que ensamblaría perfectamente con la temporalidad de la anulación de
las causas. Según Pepe
Escobar, varias fuentes informadas confirmaron que la mayor parte de la
Corte Suprema de Brasil está comprada. Después de todo, legitimaron de
facto todos los inadmisibles hechos ocurridos en Brasil desde 2014. Fueron
parte de un golpe de guerra híbrido hipercomplejo, en cámara lenta bajo el
manto de una investigación de corrupción que llevó al desmantelamiento de las
industrias nacionales; el juicio político a la presidenta Dilma Rousseff
bajo cargos falsos, y el encarcelamiento de Lula, obra del juez, jurado y
verdugo Sergio Moro, ahora exministro de Justicia de Bolsonaro, quien quedó
completamente desenmascarado por las revelaciones
de The Intercept.
Quizás este relato sea un poco más complejo. Con la destrucción de PETROBRAS, y con ella de Pre-Sal, se eliminó el legítimo fondo de financiamiento de la política nacional y regional de Brasil a través de la operación Lava-Jato. Esto fue solo el inicio de una política destructiva que apuntaba a Odebrecht, OAS y J&F, Embraer, todas empresas que iniciaban su conquista de mercados externos avalados y financiadas por el BNDES (Banco Nacional de Desarrollo). Con la idea de una nueva política económica, que en esa época produjo un giro posneoliberal, y que generó tanto la idea de un “nuevo desarrollo” como el flujo de corrientes económicas alternativas: neoestructuralismo, neoextractivismo o el Modelo Económico Social, Comunitario, Productivo de Bolivia.
Recordemos
que, por esos años, salieron a relucir los golpes blandos cuando muchas grandes
empresas extranjeras, como las españolas Repsol, YPF, Endesa y Red Eléctrica,
fueron expropiadas o compradas en varios de esos países. Si ponemos en
perspectiva la lucha actual entre China y Estados Unidos y esa idea de
regionalización con los diferentes procesos de integración, como el Mercado
Común del Cono Sur (MERCOSUR), la Comunidad Andina de Naciones (CAN), la
Comunidad del Caribe (CARICOM), el Mercado Común Centroamericano (MCCEAM), no
resulta una buena apuesta para la nueva política exterior demócrata que estas
ideas retornen en el Sur.
Pero,
como bien dice Escobar, el bosquejo planificado de la destrucción de Brasil,
para seguir la secuencia desde el golpe a Dilma, no ha modificado su estructura
en lo más mínimo. Brasil sigue siendo una pieza fundamental de la destrucción
regional del Sur. Los militares acatan la abismal incompetencia de Bolsonaro,
porque ni siquiera pueden ir al baño sin la autorización del general Augusto
Heleno, jefe de la GSI (Oficina de Seguridad Institucional), la versión carioca
del Consejo de Seguridad Nacional norteamericano. Se dice que el presidente de
Brasil, alterado por la conmutación de la pena, solicitó ayuda al verdadero
poder en Brasil, los militares, y lo más importante, en su cuenta de Twitter
definió a Lula como un sinvergüenza, y he aquí lo notable, que estaba
“momentáneamente” libre.
La
idea de Escobar, es que este momentáneamente podría delatar el juego
castrense. La situación de Lula está lejos de decidirse, más con lo mostrado
por la justicia de Brasil, y es perfectamente posible que sea enviado
nuevamente a la cárcel, pero esta vez aislado, en una prisión federal de máxima
seguridad, o hasta incluso en un cuartel militar. ¿Por qué?
Los
militares están apostando por una estrategia del caos: mala administración de
la pandemia, mortalidad elevada, pérdidas de trabajo, descontrol económico. Con
el líder del PT libre, con una inmensa base social en todo Brasil, que, en caso
de su regreso a prisión, unido al desastre financiero que hunde más a la clases
medias, prepare un escenario listo para un cóctel tóxico definitivo: la
“conmoción”, crimen organizado y movilización social son el pretexto exacto
para la intervención militar, el modelo chileno.
Eso
es todo lo que los militares necesitan para lanzar una operación extensa para
restaurar el “orden” y, finalmente, obligar al Congreso a aprobar la versión
brasileña de la Ley Patriota (cinco proyectos de ley separados sobre este tema
ya se están abriendo camino en el Congreso). Esta no es una teoría de la
conspiración. Es una medida de cuán incendiable es Brasil en este momento,
y los principales medios occidentales no harán ningún esfuerzo por explicar la
desagradable y complicada trama para una audiencia global.
La
novena cumbre de los BRIC tendrá lugar en Brasil esta semana. Pepe Escobar
piensa en un contragolpe maestro, organizando reuniones extraoficiales,
discretas, entre Putin, Xi Jinping y Lula, ya que considera que tanto el líder
chino como el ruso son aliados del líder del PT en el escenario mundial, y que
le darán la bienvenida y una muestra de protección ante los militares y los
negocios americanos.
Si
Lula sigue el guíon, hasta ahora impuesto por la derecha, de pacificador y
reorganizador de la izquierda de Brasil, e incluso de guía en América del Sur,
el sistema militar imperante en Brasil y su tesis de odio se lo tragará de
nuevo. Personalmente no creo que se pueda postular para las elecciones del
2022, pero la pandemia nos ha demostrado que si no somos atrevidos, las nuevas
ideas disruptivas que parecían apuntar a crear un futuro mejor, y que una tras
otra están siendo eliminadas, nos llevaran a un futuro peor.
*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNL. Autor y editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista, columnista radial, analista.
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