Tenían
todo.
Habían
recuperado Chile, Ecuador, Perú. Siempre tuvieron a Colombia. Lograron la
derecha en Uruguay y, desde antes, tenían al México del
"centroderechista" Peña Nieto.
Violaron
la institucionalidad en Brasil a través de un golpe parlamentario: Dilma fue
destronada; asumió Temer en representación del ala neoliberal; luego, gastaron
miles de millones de dólares en sugestionar a una mayoría que eligió, contra su
propio principio de conservación, a la ultraderecha más xenófoba, homófoba,
violenta y plagada de todos los defectos imputables que una ideología puede
tener.
En
Argentina, otra carretada de dinero "logró lograr el logro" de
generar uno de los fenómenos de imbecilización y estimulación mórbida-emocional
de masas más imponentes de la historia moderna. La mayoría patologizada por los
perversos alcanzó certezas ridículas inoculadas por los medios pagados, como
que había cantidades obscenas de dinero robadas por "el populismo" y
enterradas en la Patagonia, o escondidas en un cheque en un satélite; que había
"demasiadas universidades"; que también había "demasiados
extranjeros usando nuestros hospitales"; que el Estado de Bienestar no era
más que un "aguantadero de la poítica". Se les incorporó al criterio
exterminado un conjunto de conceptos demenciales que sus partidarios vivieron
como reales, tales como "crecimiento invisible", "crecimiento
negativo", "estantes con olor a dinero robado". Pusieron un
perro en el sillón presidencial, degradaron ídolos. Sus idiotizados estuvieron
dispuestos a endeudarse por años a tasas altísimas para pagar cifras repulsivas
por los más elementales servicios, los mismos que antes un Estado benefactor
les permitía usar casi sin límite a través de tarifas subsidiadas que pagaban,
centralmente, los que más tenían.
En
este nuevo contexto de locura, la mayoría aceptó sufrir el frío en invierno y
el bochorno veraniego encendiendo con mezquindad los aparatos de calefacción y
los de refrigeración, bajo apercibimiento de consumirse todo el salario.
Aceptaron que se les dolarizaran las tarifas. Comieron menos, se esparcieron
mucho menos, dejaron de viajar y de comprarse ropa. Aceptaron que les sacaran
el Ministerio de Salud y que dejaran podrir vacunas. Aceptaron que la Argentina
volviera a endeudarse a una velocidad nunca antes vista y a perder soberanía.
Aceptaron la entrega del petróleo de Malvinas (islas que no figuraron en los
mapas oficiales) y la pérdida permanente de derechos. Aceptaron ganar sueldos
de miseria. Macri también lo tenía todo.
Estos
gobiernos infames metieron presos, sin mayor resistencia de la población, a los
y las funcionarios y funcionarias de los gobiernos democráticos que los
precedieron. Obtuvieron el favor de las policías y las milicias, que
reprimieron y mataron gente, con gusto, para ellos.
Macri
y el gobernador Morales de Jujuy, incluso, aportaron medios materiales y
vocación de consenso político para que Bolivia terminara su período de progreso
democrático, económico y cultural y fuera inmediatamente arrasada por un golpe
de Estado criminal con la intención de implantar el neoliberalismo salvaje en
la región. Personal militar y efectos militares norteamericanos cruzaron
libremente la frontera jujeña-boliviana durante las semanas previas a la
destitución por la fuerza del presidente Evo Morales.
En
EE. UU., la derecha atenuada de Obama había involucionado con Trump a un
gobierno personalista, dictatorial y prepotente que, al igual que lo que estaba
ocurriendo al mismo tiempo en Latinoamérica, prescindía todo el tiempo de la
Constitución, de la Ley y del respeto por la dignidad intrínseca de las
personas. La población mayoritaria avalaba estas prácticas antidemocráticas.
Las
alianzas internacionales que existían hacia mediados de la década pasada fueron
desarticuladas. El UNASUR se desmembró; el MERCOSUR pasó a constituir una unión
nominal de países. Desfinanciaron Telesur, el canal de televisión de la Patria
Grande. Toda América Latina volvió a generar vínculos de sumisión con sus
antiguos explotadores. Los políticos de la nueva derecha pidieron DISCULPAS al
poder central por los años de reivindicación nacional y por las
"ofensas" populistas; y bajo la etiqueta de "volver a integrarse
al mundo" comprometieron el patrimonio de esta generación y de las
siguientes; incluso por los próximos 100 años.
Los
Poderes Judiciales, en los que introdujeron y asentaron jueces venales que
fallaron contra las disposiciones de la Ley y armaron causas fraudulentas,
confirieron legitimidad formal a estas acciones repudiables, mientras eran
vivados por aquellos adictos brotados de antivalores y víctimas voluntarias de
una patologización servil y humillante.
En
todos estos escenarios, los medios de comunicación contribuyeron funcionando
con precisión de reloj suizo para propagar noticias falsas, naturalizar
aberraciones, profundizar la ignorancia, romper tradiciones de bien, guiar por
la senda del odio y la mentira conveniente, estimular la emoción de una masa
irreversiblemente captada e inutilizada en su capacidad de sano criterio.
Podían
quedarse 20 años, medio siglo, un siglo entero. Los perversos lo habían hecho
PERFECTO. Hasta habían contratado paraiglesias para formar capital humano
psicológica y psiquiátricamente penetrado, con fines de perpetuación.
Sin
embargo, de pronto, "el contexto cambió", sin que la derecha en
apariencia derrotada echara mano de sus prácticas de tortura y muerte para
evitarlo. Chile, Bolivia, Ecuador, Argentina. En EE. UU. hubo revueltas por la
conquista de derechos civiles en un ámbito de trato igualitario, como desde
hacía décadas no se veían. El "empresario exitoso" fue desbancado en
nuestro país y en EE. UU. El violento Jair Bolsonaro ha dicho que no se
postulará para una reelección. Evo Morales vuelve a tutelar la política en tren
de articulación secular de un Estado Plurinacional: la misma dictadora golpista
aceptó el resultado de las elecciones; meses antes, había "bajado" su
propia candidatura.
Biden
miente, pero su discurso formal es de unión e igualdad. Hace cuatro años,
Donald Trump prometía y cumplía la construcción de un muro de miles de
kilómetros y su pago por parte de los mismos mexicanos. Hoy muchos temen, sin
sustento alguno, "la llegada del socialismo" al país del norte.
Hasta
pocos meses atrás, se hablaba de un "segundo Plan Cóndor" en América
del Sur. Al cabo de este corto tiempo, las democracias populares parecen
retornar y afirmarse, aun en contextos de "grieta" y a pesar de
haberse invertido un andamiaje descomunal de recursos en influir
publicitariamente con efectividad pasmosa a millones de pobres, mediopelos y
privilegiados, capital humano deteriorado sumamente apto para sus fines con el
que todavía pueden contar.
No
soy especialista, me faltan muchas lecturas y sólo puedo opinar. Con toda
sinceridad, no puedo explicar qué pasó; y menos puedo predecir si estos cambios
serán sólidos y duraderos. Ojalá que sí. Ciertamente, la opresión no ha actuado
como chispa de cambio: quizás el feminismo (como sugiere mi compañera), la
menor posibilidad de actuar en la ocultación gracias a las nuevas tecnologías y
otros factores que desconozco habrán influido para que los antes asesinos y
cercenadores de derechos hoy decidan patalear, pero en definitiva ver los
acontecimientos que los apartan desde otro mangrullo.
Quizás
el mismo mercado propicie dejar jugar a las democracias, cuando antes esta
gente no dudaba en imponer un orden sostenido por la fuerza ilimitada y por la
inmoralidad parapolicial y paramilitar, con la complicidad de una pata civil
(clase media incluida) siempre dispuesta a degradarse un poco más para sostener
los ámbitos de despotismo en los que sus mediocridades se sentían cómodas.
La
verdad es que no confío en esta quietud. No confío en los berrinches únicamente
judiciales de Trump; en el silencio del establishment boliviano, en el apoyo
presencial del rey de España -que hace poco hacía callar en público a Hugo
Chávez- a lo que para ellos es "la restauración populista".
No
confío en esta aceptación del juego democrático por parte de una derecha que
hasta ahora ha sido ilimitada en su fuerza y en el despliegue de una vasta
crueldad para asegurar sus fines.
Quizás
haya llegado La Hora de los Pueblos y no me di cuenta.
Quizás
ellos hayan fallado.
O
tal vez nos estén dejando jugar en el bosque mientras ellos piensan, elucubran,
maquinan y hacen como que no están.
Todo
esto que digo es de una ingenuidad que hasta da gracia. Es que no sé pensar
mal.
*Eddy W. Hopper, Abogado
40 millones de estadounidenses solicitaron el desempleo durante la pandemia, pero los billonarios vieron aumentar su patrimonio neto en medio trillon de dólares.
ResponderEliminarNo es secreto que cada uno de estos gobiernos concentraron la riqueza y transfirieron recursos billonarios por diversos métodos al digamos 10% mas rico.
Nada fallo' si hubieran podido seguian pero por otro lado esta' ese punto que como canto' alguna vez Silvio "la soga le daba por el cuello al obrero"