Revista Nro. 24 Coronavirus, Borombombón y a ventilar, hablemos del Radón, por Guillermo F. Sala

 

Una de las recomendaciones para prevenir el coronavirus es ventilar bien los ambientes y los lugares de trabajo, además de ser una medida apta también para mitigar cualquier infección respiratoria. 

Este alerta está sumamente difundido en la actualidad para atenuar los efectos del COVID 19 y ya que el propósito de este espacio es descubrir una vertiente que bordea la ciencia, es que vamos a analizar los efectos nocivos que produce un gas sumamente activo en nuestra vida y comprender que no solamente para las gripes, neumonías y otras patologías es relevante ventilar los ambientes. 

Vamos a intentar introducirnos al conocimiento del radón que es un gas noble, es incoloro, inodoro e insípido, además al ser un gas tiene una gran movilidad así como gran solubilidad en el agua. Se atribuye su descubrimiento en el año 1900 a Friedrich Enrst Dorn quien lo nombró como emanación de otro elemento químico radiactivo que es el radio  y lo calificó como "radium emanation".


Su periodo de semidesintegración, es decir el tiempo necesario para que la mitad de sus átomos dejen de causar efectos nocivos, es de 3,8 días. En su desintegración se producen otros elementos como el polonio que es sólido y se desintegra en unos 3 minutos dando lugar a otro elemento como es el plomo que se desintegra en 27 minutos y transformándose en bismuto.

El radón es un gas radiactivo que representa un riesgo para la salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que es la segunda causa de muerte por cáncer de pulmón después del tabaco y que entre el 3 y el 14% de los cánceres de pulmón pueden ser debidos a la inhalación de este gas.

El radón se produce, de forma natural, en el subsuelo, a un metro de profundidad aproximadamente, y emana a la superficie, en mayor o menor medida, dependiendo del tipo de suelo. Se produce más radón en zonas graníticas que en las arcillosas o calcáreas, la razón es por el contenido de uranio y torio en el granito que es mayor que en otros tipos de piedras como las areniscas, carbonatadas o basálticas, por poner un ejemplo.

Existe más exhalación de radón en suelos porosos, donde el gas encuentra facilidad para su salida al exterior, que en suelos compactos o arcillosos que tienen menor porosidad y permeabilidad. Los suelos graníticos muy fracturados también emanan más radón que los graníticos compactos ya que este gas no sale de rocas de granito compactas sino de las muy fracturadas, por eso no supone un mayor riesgo el empleo del granito en las construcciones de casas o al menos no más que el empleo de otros materiales que exhalan radón.

Otras condiciones como la humedad, la presión atmosférica y la temperatura también inciden en los niveles de radón en el aire. Así en un suelo húmedo y permeable con una presión atmosférica baja y una temperatura suave favorece la emanación mientras que un suelo seco, una presión atmosférica alta y una temperatura muy baja dificultarían la emanación de radón.

Será más fácil encontrarlo en casas bajas que en pisos altos, ya que pesa más que el aire y tiende a depositarse en las locales inferiores de los edificios como garajes, sótanos, galpones, desvanes y otros locales, así como en lugares con poca ventilación.

Suele inmiscuirse en nuestras viviendas por las grietas de asentamiento que se forman en los contra-pisos, en las uniones entre suelo y paredes, por las juntas de cañerías y desagües.  

Es muy importante conocer los niveles de radón en nuestros espacios habitables para poder tomar las medidas correctoras. Una sencilla medida puede ser simplemente ventilar adecuadamente.

El radón puede ser inhalado y los productos de la semidesintegración del radón, polonio, plomo y bismuto, se depositan en partículas finas y polvo en suspensión  que posteriormente respiramos pasando a nuestros pulmones donde pueden adherirse a los tejidos sensibles. La desintegración de los derivados produce la irradiación directa del tejido pulmonar y aumenta el riesgo de cáncer de pulmón.

Aunque los efectos en la salud más claros se han observado en los trabajadores de las minas del uranio que están expuesto a altas dosis de gas radón, diversos estudios realizados, en tanto en Europa como en Estados Unidos, Canadá y China, han confirmado que dosis menores como las que podemos encontrar en la viviendas son un riesgo para la salud y un importante factor que contribuye a provocar cánceres pulmonares. Un pequeño aumento en la concentración del gas aumenta el riesgo de contraer cáncer de pulmón.

La OMS indica que el radón ocupa el segundo lugar en la lista de las principales causas de cáncer pulmonar en muchos países.  Las probabilidades de que el radón cause dicha afección en los fumadores son mucho mayores, y este gas es la causa principal de esta neoplasia maligna en quienes no fuman.

Cuanto más baja es la concentración de radón en una vivienda, menor es el riesgo; sin embargo, no se conoce un umbral por debajo del cual la exposición a este gas no entrañe riesgo.

El ser humano siempre ha estado expuesto a distintos tipos de radiación, mayoritariamente originadas por fuentes naturales, y una de las más relevantes es la producida por fuentes terrestres, una de las cuales es originadas por el uranio, que se encuentra en suelos y en rocas y son las fuentes terrestres las que están más expuestas al hombre y justamente la que más contribuye a la dosis efectiva que se recibe es el radón. 

Debido a esta problemática se realizaron estudios sobre viviendas en Argentina para la detección de niveles de radón según diferentes ubicaciones geográficas y emplazadas en distintas zonas geológicas, a saber: Mendoza (Uranífera), Santiago del Estero (Termal), Chaco/Corrientes (Placa Brasilia), Córdoba/San Luis (Sierras), Río Negro/Chubut (Andina), Santa Fé (Llanura) y Buenos Aires (Sedimentario). Los casos analizados son en general viviendas familiares, construidas de diversos materiales, predominando el hormigón armado y el ladrillo, con una amplia variedad de sistemas de ventilación.


Se monitorearon 1600 viviendas aproximadamente, utilizando detectores pasivos de trazas nucleares, detectores electrets y detectores basados en la adsorción en carbón activado.

Los promedios de las concentraciones de gas radón en las distintas ciudades variaron entre 6 y 49 Bq/m3 con una media geométrica de 23 Bq/m3 y un promedio aritmético igual a 33 Bq/m3 . La concentración promedio de radón en el interior de viviendas de distintos países oscila entre los 8,7 Bq/m3 (viviendas de Australia) y 190 Bq/m3 (viviendas de Alemania), con un promedio ponderado de 40 Bq/m3 para todos los países considerados.

Consecuentemente, sobre la base de los resultados obtenidos hasta el momento, se concluye que en Argentina, los niveles de radón en el interior de viviendas se encuentran dentro del rango de valores aceptables para la población, no ocasionando riesgo radiológico significativo.

Presentamos al radón y sus efectos sobre la salud, pero lo significativo es la importancia de ventilar de forma natural o forzada los ambientes habitables en forma regular.

 

https://inis.iaea.org/collection/NCLCollectionStore/_Public/29/057/29057128.pdf

 



*Guillermo F. Sala, Arquitecto

Comentarios

  1. Gracias gente.. Todas las semanas se aprende algo paseando por este muro

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