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de Origen: AQUÍ
Pienso
algo que, con toda honestidad, no creo que le interese a nadie. Lo digo a
continuación.
Hitler
(otra vez) no puso ni un solo ladrillo de Auschwitz, ni de Treblinka, ni de
Chelmno, ni de Welzheim, ni de Dahau, ni de Terezín. Saavedra no le tocó un
pelo a Moreno. Ningún gobernador, ningún juez accionó el interruptor de la
silla eléctrica. Al Archiduque de Austria no lo mató el que ordenó matarlo y a
Herodes, aquella vez, no se le manchó la camisa con ninguna sangre de
primogénito. Stalin no disparó contra Trotsky, a tantos miles de kilómetros;
George W. no torturó a un solo iraquí y probablemente las únicas “refalosas”
aplicadas por Juan Manuel en persona hayan sido durante sus primeros años de
regodeo con la peonada y contra terneros, ovejas o cuises.
Sí
hubo desviados que les hicieron caso a esos desviados.
En
la punta de cada tentáculo del Pulpo de la Muerte siempre latió una decisión
individual; multicausada, pero individual al fin. El “Fuego” de la orden es la
bala de cada tipo que, por sueldo o por desarreglo, aceptó ser soldado. No lo
descarto; pero no creo que Videla haya enchufado ninguna picana en ningún
sótano: su tarea criminal fue la de abrir -para el horror- un espacio de
degeneración amigable a las degeneraciones de sus ejecutores.
Este
señor Pereyra, anticuarentena que murió de COVID, antidemocrático que murió en
Democracia y propulsor del exterminio de los peronistas que murió durante un
gobierno peronista, sólo aportó discurso. Execrable, ruinoso, despreciable,
nauseabundo, desvirtuoso, penalmente relevante, repudiable: texto al fin.
Palabras.
En
la práctica cotidiana del veneno hay otra perversión y otra responsabilidad. Al
macrismo inmoral lo trajeron los macristas: Macri únicamente habló y pagó para
que otros multiplicaran sus párrafos de estafa, mentira y propagación del mal y
la ignorancia. Instigó y fue autor mediato; pero la materialidad infame, el
macrismo cotidiano, fueron cometidos por otros, a quienes todos los días vemos
la cara.
A
los intoxicados por Pereyra los intoxicó su propia tendencia voluntaria y
ancestral a intoxicarse. El monstruo Pereyra les generó el espacio que ellos
encontraron aceptable y en el que ellos, por propia y libre decisión,
alimentaron la sentina fétida de sus antivalores e inclinaciones espurias.
Meritocracia
inversa: la suma de las miserias individuales puesta en acto hacia abajo, a
partir de la subordinación histórica a un discurso que estimula las heces de
una sociedad vergonzosa.
Este
ilusionista de almas empobrecidas se ha ido. Ya vendrán otros, porque los
espíritus degradados son incesantes: los activos y los adherentes, todos;
ninguno se detiene.
Para
sus mediocres, ingratos como son, pronto no será ni recuerdo.
Nosotros,
en cambio, seguiremos manteniendo la memoria y extremando nuestras capacidades
de tolerancia.
*Eddy W. Hopper. Abogado
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