La
producción de electricidad a través de fuentes de energía renovables ha sido
declarada de interés nacional. Con la promulgación de la Ley 27.191, en octubre
de 2015, se estableció que el 8% de la electricidad consumida a nivel nacional
deberá ser generada por fuentes renovables para el 2018, objetivo que se
incrementará al 20% para el 2025.
Se
denomina “energías renovables” a aquellas fuentes energéticas basadas en la utilización
del sol, el viento, el agua o la biomasa vegetal o animal, entre otras. Se
caracterizan por no utilizar combustibles fósiles –como sucede con las energías
convencionales-, sino recursos capaces de renovarse ilimitadamente. Su impacto
ambiental es de menor magnitud dado que además de no emplear recursos finitos,
no generan contaminantes y sus beneficios van desde la diversificación de la
matriz energética del país hasta el fomento a la industria nacional; y desde el
desarrollo de las economías regionales hasta el impulso al turismo. Los tipos
de energías renovables se pueden clasificar en:
Energía eólica, que hace referencia a aquellas tecnologías y aplicaciones en que se aprovecha la energía cinética del viento, convirtiéndola a energía mecánica o eléctrica. Existen dos tipos principales de máquinas que aprovechan la energía contenida en el viento: los molinos, que se utilizan fundamentalmente para bombeo mecánico de agua (algo muy común en el campo), y los aerogeneradores, equipos especialmente diseñados para producir electricidad. Las provincias de Santa Cruz, Chubut, Río Negro y Buenos Aires concentran el mayor potencial eólico argentino.
Energía solar es la que mediante conversión a calor o electricidad, se aprovecha de la radiación proveniente del sol. Nuestro planeta recibe del sol una gran cantidad de energía por año de la cual solo un 40% es aprovechable, cifra que representa varios cientos de veces la energía que se consume actualmente en forma mundial; es una fuente de energía descentralizada, limpia e inagotable que se puede transformar en electricidad de dos maneras:
Energía
solar térmica: utiliza una parte del espectro electromagnético de la energía
del sol para producir calor. La transformación se realiza mediante el empleo de
colectores térmicos. Su principal componente es el captador, por el cual
circula un fluido que absorbe la energía irradiada por el sol.
Energía
solar fotovoltaica: utiliza la otra parte del espectro electromagnético de la
energía del sol para producir electricidad. Basada en el efecto fotoeléctrico,
la transformación se realiza por medio de celdas fotovoltaicas, que son
semiconductores sensibles a la luz solar que provoca una circulación de
corriente eléctrica entre sus 2 caras. Un conjunto de celdas conectadas entre
sí, componen módulos o paneles solares fotovoltaicos.
Biomasa denominamos a toda porción orgánica proveniente de las plantas, los animales y de diversas actividades humanas. El término “biomasa” abarca una variada serie de fuentes energéticas: desde la simple combustión de la leña para calefacción hasta las plantas térmicas para producir electricidad, usando como combustible residuos forestales, agrícolas, ganaderos o incluso “cultivos energéticos”, pasando por el biogás de los vertederos o lodos de depuradoras, hasta los biocombustibles. Cualquier tipo de biomasa proviene de la reacción de la fotosíntesis vegetal, que sintetiza sustancias orgánicas a partir del CO2 del aire y de otras sustancias simples, aprovechando la energía del sol. En parte lo estuvimos detallando cuando nos acercamos al tema de los biocombustibles.
Biogás, también dentro de lo establecido como biomasa, pero al ser un fluido se refiere al producto gaseoso que se obtiene de la descomposición de la materia orgánica por el proceso biológico de digestión anaeróbica en un medio con carencia de oxígeno y por medio de bacterias específicas. Este gas refiere en general a la mezcla constituida por metano y dióxido de carbono, con pequeñas proporciones de hidrógeno, nitrógeno y sulfuro de hidrógeno. El porcentaje de metano lo caracteriza como combustible con poder calorífico apto para la combustión en motogeneradores que producen energía eléctrica.
Pequeños Aprovechamientos Hidroeléctricos refieren a conversión de la energía cinética y potencial gravitatoria del agua, en energía mecánica que finalmente es transformada en eléctrica. De acuerdo con el "Régimen de Fomento Nacional para el Uso de Fuentes Renovables de Energía para Producción Eléctrica", la categoría de "Pequeño Aprovechamiento" corresponde en la Argentina a centrales hidroeléctricas de hasta 50 MW de porencia instalada. Técnicamente esta fuente contempla tanto a los aprovechamientos llamados “de acumulación” (agua embalsada por un dique) como a los denominados "de paso" (o de agua fluyente), aunque los pequeños aprovechamientos se encuadran, en su mayoría, en esta última modalidad. La generación de energía a partir de una corriente de agua es la fuente de energía renovable más usada en el mundo para generar electricidad.
Geotermia se caracteriza por el aprovechamiento del que se puede extraer de la corteza terrestre, se transforma en energía eléctrica o en calor para uso humano o procesos industriales o agrícolas.
La generación de energía eléctrica a partir de la geotermia se basa en el aprovechamiento del vapor generado naturalmente, en turbinas de vapor que alimentan un generador eléctrico. En Argentina se cuentan con al menos 4 puntos de interés geotérmico para generar energía eléctrica, dos de ellos en la provincia de Neuquén (Copahue y Domuyo), otro en Tuzgle (Jujuy) y el cuarto en Valle del Cura (San Juan).
Los
gobiernos que se fueron sucediendo en el transcurso de los años en Argentina,
se propusieron como política de Estado de largo plazo la expansión de las
energías renovables y su consecuente fomento y producción. Esa intención se ve
reflejada en el dictado de normativas para asegurar la búsqueda del fomento y
la producción de las energías renovables para la generación de energía
eléctrica a través de regímenes de inversiones, beneficios impositivos y
financiamientos a largo plazo. Hacia fines de 1998 se dictó la ley N° 25.019
conocida como “Régimen Nacional de Energía Eólica y Solar” que constituyó el
primer antecedente a fin de promover la investigación y el uso de energías no
convencionales o renovables. Esta regulación propiciaba que los actores sean
nacionales impidiendo así la fuga de capitales y propiciaba la reinversión de
utilidades ya que incentiva su instalación vía precios con premios más allá de
lo que se abonaba al generador mayorista convencional.
Néstor
Kirchner asumió su gobierno en 2003 con 30 MW eólicos instalados, y Cristina
Fernández dejó el gobierno en 2015 con 187 MW en línea y 282 más en
construcción, que se inauguraron en 2018. En 2010 el plan GENREN tenía como
objetivo instalar 1000 MW y quedó por la
mitad, ya que la mayor parte de los oferentes se excusó de iniciar obras
«porque los bancos externos no ponían un centavo en Argentina», aunque empresas
nacionales instalaron distintos parques eólicos.
En
mayo de 2016, la administración macrista lanzó el Plan RenovAr, un proyecto a
diez años para atraer inversiones por US$ 15.000 millones en energías
renovables. Dentro de ese Plan desde ese año y hasta el 2018 se realizaron tres
llamados para presentar proyectos denominados Ronda 1, 1.5 y 2. Esta iniciativa
de la administración macrista, se basaba en lo que el gobierno anterior que ya
había alentado a través de los planes GENREN, reforzaría esa política con un
plan de negocios financieros importante y en la certeza que el uso de los
combustibles fósiles -salvo un desarrollo inesperado e imprevisible- tiene una
fecha cierta de terminación en todo el planeta. Además la realidad del
calentamiento global está siendo aceptada -en algunos casos a regañadientes-
por los gobiernos en todo el mundo. Por lo tanto, el desarrollo de las energías
renovables es un camino que se debe transitar.
La
cuestión es el cómo se recorre esta transición energética, si pensando en
articular potencialidades de nuestra industria local o sólo creando un negocio
financiero.
Especialistas
críticos a la gestión de las energías renovables del gobierno anterior, han
esbozado irónicamente que lo único producido localmente en los emprendimientos
licitados esos años, era el viento.
Más
allá de cualquier crítica válida, la realidad es incontrastable y revela que el
sábado 12/09 último a las 15:40, por primera vez, se logró que el 22,38% de la
demanda eléctrica fuera abastecida por energía renovable. Esto se dio por un
conjunto de factores climáticos que permitieron que la energía eólica y la
solar generaran más electricidad que su media, pero también porque entraron al
sistema varios parques nuevos en los últimos meses. A efectos de comparar la
participación de la energía nuclear con Atucha I, II y Embalse en abril último
cubrió el 11% de la demanda energética.
Aún
con todos los proyectos nuevos, y más allá de algún pico de cobertura de la
demanda, la generación promedio de energía de fuentes renovables representa un
11% del total de lo requerido. Esto es mucho mayor a menos del 2% que
representaba hasta julio de 2018 y al 8% con el que cerró 2019, aunque está por
debajo del 12% que se tendría que haber alcanzado el año pasado, según las
metas impuestas en la Ley 27.191 de energías renovables, aprobada por
unanimidad en 2015. El objetivo final es llegar a 20% para 2025.
Las
energías renovables tienen prioridad de despacho; es decir, toda la
electricidad que generan entra al sistema y abastece la demanda de forma
automática. El resto de la generación necesaria se complementa con la energía
térmica, la hidroeléctrica superior a los 50 MW instalados y la nuclear.
Actualmente
hay 146 proyectos de energía renovable habilitados comercialmente, que tienen
una potencia instalada de 3383 MW (casi 5 Atucha II). De ese total, en los
últimos cuatro años se inauguraron 89 proyectos por 2534 MW, que fueron
impulsados por el nuevo marco regulatorio Mater (el mercado mayorista donde
operan los grandes usuarios) y el programa Renovar ya mencionado.
Datos
Cammesa 2019
Los tipos de energía renovable con más presencia son los parques eólicos y los solares. Últimamente se inauguró y comenzó a entregar energía al sistema eléctrico el parque solar Caucharí en Jujuy con una potencia instalada de 300 MW cuya obra estuvo a cargo de las empresas Power China y Shanghai Electric. El proyecto se licitó dentro de lo denominado como Plan Renovar Ronda 1 en 2016 facturado energía a un precio de U$S 60/MWe.
Para
comprender acabadamente el negocio financiero que se encuentra delante de estos
proyectos debemos aclarar sintéticamente cómo opera el sistema eléctrico
nacional desde la reforma de 1990 el que se distribuye entre generadores
(renovables, nucleares, térmicos, hidroeléctricos, etc), transporte (Transener)
y distribución (Edenor, Edesur, Edelap, Cooperativas, etc.). La demanda de
generación se cubre, priorizando que las usinas con precios más económicos
cubran la demanda, es decir las hidroeléctricas, nucleares y ciclos combinados
cubren la demanda, pero ahora también entregan energía las renovables más allá
del precio pactado. Por lo tanto, pueden existir máquinas térmicas con precios
más económicos que no ingresan al sistema
porque esa demanda la cubren las renovables.
Era
un negocio financiero excelente y seguro, pero han sucedido algunas cosas.
En
contraste a todas las inauguraciones de parques renovables de los últimos
meses, la realidad del sector es pesimista cuando se mira a futuro. Desde la
escalada del dólar que comenzó en marzo de 2018, el inicio de nuevos proyectos
se fue ralentizando cada vez más.
Esto
sucede en buena medida porque máquinas como las eólicas tienen un alto consumo
de repuestos, y dado que éstos son tan importados como las propias turbinas se
pagan en dólares. No sería la primera vez que la imposibilidad de mantenimiento
paraliza parques eólicos durante años y décadas. Ya sucedió, pasados los ’90,
con el primero de cierta dimensión, el de la ciudad de Comodoro Rivadavia,
hecho con molinos daneses en tiempos de la convertibilidad peso/dólar.
Al
igual que todas las industrias energéticas, el sector de renovables se
caracteriza por ser capital intensivo y, por lo general, al financiamiento hay
que buscarlo en el exterior. Con las sucesivas devaluaciones que tuvo la moneda
en los últimos dos años, el aumento de la tasa de interés para créditos en la
Argentina y las actuales restricciones al comercio exterior, la construcción de
nuevos parques se hizo cuesta arriba.
Las
cosas podrían haber sido distintas si se hubiera obligado a las proveedoras de
tecnología eólica a fabricar en el país. Aquí se permitió la libre importación
de equipos enteros sin un centavo de trabajo local, instalaciones descomunales
en las que la Argentina pone sólo el viento o el sol, la prioridad de despacho
eléctrico sobre cualquier otro tipo de centrales aunque tengan producto más
barato en el mercado eléctrico o “spot”, desgravaciones impositivas, precios
sostén garantizados a dos décadas al kilovatio/hora, garantías de todo tipo y
libertad de repatriación de ganancias.
Obligar a los concesionarios o contratistas a comprometerse a incluir insumos nacionales en sus proyectos habría sido un modo de ligar el precio de los equipos y repuestos no sólo al dólar, sino al consumo local de energía y al valor de la hora de trabajo en Argentina, y no en el exterior. Una turbina está hecha de miles de componentes resumibles en tres piezas: la torre, la góndola y las palas. Dado su tamaño y peso, casi todos los oferentes del Plan RenovAr prefirieron comprar las torres, “el componente bobo”, aquí.
«La
gran discusión que hay que dar es qué se hará con esos proyectos que no se
llevarán a cabo por falta de financiamiento, que representan 2000 MW. Cada uno
de ellos fue asignado con una capacidad de transporte, que es el gran cuello de
botella. Mientras que no se den de baja, no se van a poder reasignar nuevos
proyectos, porque tienen que tener asegurado que se pueda evacuar la energía»,
comentan especialistas. Porque dentro de este esquema de negocios, el
transporte de la energía desde cada parque renovable está a cargo del estado
argentino, ya que las licitaciones sólo se realizaron en el rubro de la
generación.
Para ejemplificar la situación descripta ya en 2018 y en el marco de la Ronda 3 del plan RenovAr y teniendo en cuenta las restricciones de capacidad y transporte existentes en las líneas de Alta y Extra Alta Tensión, y las capacidades disponibles en las redes de Media Tensión, resultó conveniente convocar a la presentación de proyectos de menor escala, ya que el Estado argentino no había acompañado con inversiones en la red la ampliación del parque de generación. Podría haberse dado el caso que existieran los parques con nula capacidad para suministrar esa generación, que podría provocar situaciones litigiosas.
Dado
que las licitaciones suelen estar organizadas por el estado comprador, sólo los
países técnica y/o políticamente dependientes no aprovechan el escenario para
obligar a los proveedores externos a un 100% de fabricación local, y procurar
la transferencia de tecnología. La explicación que resulta de estos ejemplos es
que los planes ideados por la administración macrista no incluían la
participación de la industria local, sino la especulación financiera utilizando
el artilugio del cumplimiento de una regulación legal.
En
las últimas rondas varias empresas locales, ociosas y especialistas en
industria metalmecánica pesada, empezaron a reinventarse como armadores de
partes importadas, ya que a los proveedores de los equipos se les complica la
logística de transporte de piezas de relevancia dimensional y que deben ser
instaladas en parques retirados de las cercanías de los ejidos urbanos.
Y
ahí empieza otro análisis mucho más profundo que aparece soslayado en todo el
debate sobre las energías renovables, es si realmente son tan convenientes
económicamente, en comparación con otras fuentes de energía.
El
debate sobre el financiamiento de las transiciones de energía limpia utilizando
energías renovables comparado con la energía nuclear por ejemplo, se limitó
erróneamente al costo nivelado de la electricidad, que es una medida del costo
actual neto promedio de producción de electricidad para una planta generadora
durante su vida útil.
En
publicaciones internacionales especializadas de los últimos meses se muestra a
la energía nuclear midiéndose contra otras fuentes de generación eléctrica. La
comparación involucra a una serie de países (Francia, Corea del Sur, Reino
Unido, EEUU y varios otros) y diversas fuentes energéticas: carbón, nuclear,
gas, eólica onshore y offshore y solar fotovoltaica y como incide el factor
denominado “costo nivelado de la energía” (LCOE, Levelized Cost of Energy) a lo
largo de toda la vida útil de las centrales y revela que la nuclear aventaja a
casi todas las demás. En particular las fuentes renovables son penalizadas en
esta comparación debido a que necesitan la construcción de una infraestructura
de transmisión muy costosa para llevar la electricidad desde fuentes dispersas
a las grandes ciudades. Y para asegurar que la provisión eléctrica sea
confiable, esas fuentes intermitentes y/o impredecibles (el sol, el viento),
que además tienen factores de carga muy bajos, deben asegurarse generación de
respaldo disponible 24x7x365, es decir respaldarse en generación de base. Estos
costos reales pero no expresados claramente los paga finalmente el consumidor o
el contribuyente al estado con sus impuestos.
Para
graficar las inconveniencias sobre todo de los parques eólicos, en un país que
es capaz de construir casi independientemente centrales nucleares, en Comodoro
Rivadavia el Parque Eólico Morán, consta de 26 equipos instalados que hasta
2011 era el mayor del país, hoy están fuera de servicio varias torres. Estos
fueron adquiridos con todo entusiasmo bajo la Ley de Convertibilidad de Domingo
Cavallo. También participaba del negocio la Cooperativa de Servicios Públicos
de Comodoro que podría cobrar la luz en pesos tan sólidos como dólares, e
importar repuestos y mantenimiento en dólares. En uno de los sitios más
ventosos de la Argentina el aire salino provoca corrosión, lo que provoca la
parálisis de los equipos por ser muy onerosos los repuestos para los equipos
daneses. Hoy se encuentra en un estado de lamentable deterioro donde se buscan
inversiones para relanzar la operación del parque. De los 26 molinos de
tecnología ya obsoleta, solo 3 se encuentran en operación. Se podría preguntar
cuál fue el lucro cesante de la Cooperativa, debido a que el concesionario no
genera lo máximo posible. También en todo este tiempo, podría haberse
conseguido que algunas PYMES metalmecánicas vinculadas con la industria
petrolera de la zona pudieran fabricar piezas para estos equipos, o crear
cadenas de valor para producir repuestos para estas máquinas. Obviamente son
decisiones políticas a nivel local,
provincial y nacional. Pasaron más de 20 años de la inauguración de ese parque
y el viento sigue “soplando”.
Si
no hay cambio en las políticas respecto a la participación de las capacidades
nacionales en los emprendimientos vinculados con la industria para la
fabricación de componentes, RenovAr y cualquier otro plan por el estilo tiene
el potencial de terminar en un escenario “Mega Comodoro”: es decir miles de
molinos parados en todo el país.
La
misma historia se repite y basándonos en
la corrección que Marx le hace a
la idea de Hegel que la historia que se repite a sí misma, mientras que el economista precisa que la primera vez
aparece como tragedia y la segunda como farsa, referiremos próximamente un plan de similares características en
materia nuclear que se encuentra penosamente auspiciado por el gobierno actual,
con el propósito de adquirir llave en mano una central de potencia mediante un
contrato con la República Popular China, generando una dependencia tecnológica
absurda.
Pero
eso será otro relato.
Referencias
https://agendarweb.com.ar/2020/09/24/el-sector-energetico-paso-un-pico-historico-22-de-la-energia-aportada-fue-renovable/
https://www.argentina.gob.ar/economia/energia/energia-electrica/renovables/
https://despachorenovables.cammesa.com/
http://revistanuevasenergias.com/2019/12/13/buscan-reactivar-el-parque-eolico-de-comodoro-rivadavia/
*Guillermo F. Sala, Arquitecto
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